Las memorias del Flaco Poletti: los mitos del Estudiantes de Zubeldía, los 30 días preso por una pelea en una final y el susto en su última visita a Bilardo

El ex arquero recorre su vida: las razones de su retiro a los 27 años, la gloria con el Pincha y las críticas que recibía el equipo, y cómo ayudó a Bilardo para que se recibiera de médico

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El Flaco banca al Estudiantes de Zielinski (https://www.estudiantesdelaplata.com/)
El Flaco banca al Estudiantes de Zielinski (https://www.estudiantesdelaplata.com/)

El 16 de mayo de 1968, Estudiantes de La Plata ganó su primera Copa Libertadores al derrotar en la tercera final a Palmeiras por 2 a 0, con los goles de Felipe Ribaudo y Juan Ramón Verón. En el primer partido, el Pincha había ganado 2 a 1 en el Jorge Hirschi. La revancha se llevó a cabo en el Pacaembú de Brasil con triunfo local por 3 a 1. Por ende, la serie se definió en el Centenario de Montevideo.

“Teníamos buenos futbolistas. Ese equipo le cambió la cabeza al fútbol argentino y jugaba diferente al resto. Empezamos a disputar la Copa sin expectativas de ganarla. Creíamos que no pasábamos la fase de grupos, que íbamos a jugar apenas los primeros tres encuentros”, remarca Alberto José Poletti, figura fundamental del conjunto dirigido por Osvaldo Zubeldía.

El Flaco fue el arquero del Estudiantes de La Plata bicampeón de América. Un equipo rodeado de mitos y leyendas, algunas ciertas y otras no, según él manifiesta. Lo que sí es cierto es que Poletti estuvo preso durante 30 días por agredir al ex jugador del Milán, Néstor Combín, tras la final de la Copa Intercontinental del 69 disputada en La Bombonera.

“No me arrepiento, ya pagué por lo que hice. Con el tiempo volví a hablar con Combín sin rencores”, recalca el ex portero que ganó cinco títulos con el Pincha: el Metropolitano 67, la Libertadores 68 y 69, y la Interamericana e Intercontinental del 68.

No obstante, sobre sus 30 días detenido en un calabozo en la cárcel de Devoto, Poletti recuerda: “Tenía un teléfono antiguo, una cama y un baño. Además, me dejaron entrar un televisor chiquito y miraba la TV. La comida me la llevaba un amigo que vivía en Palermo, porque la de la cárcel era incomible. Así viví durante todo ese tiempo”.

El hoy jubilado de 75 años tuvo una carrera corta como arquero. Debutó en el Pincha en 1965 y seis años más tarde recaló en Huracán de Parque Patricios de la mano de César Luis Menotti. Luego, emigró un año para atajar en el Olympiacos de Grecia y regresó a la Argentina para colgar los guantes a los 27 por problemas de salud.

“Tengo la columna echa bolsa. Me retiré del fútbol por los huesos. Tuve reemplazo de cadera y de rodilla”, se sincera Poletti, quien hasta el día de hoy mantiene una relación cercana con varios ex compañeros como Carlos Pachamé y Carlos Salvador Bilardo, con quienes compartió la gloria.

“Me asusté un día que fui a ver a Bilardo al Sanatorio Otamendi. Me descompuse porque Carlos se estaba muriendo, ya que tenía 4 de presión. Dije ‘no vengo más’, porque fui a visitarlo y me hizo muy mal saber que se estaba muriendo un amigo mio. Lo salvaron los médicos. Al otro día, la presión le subió a 12.8. Aquella vez, Gloria me dijo que el médico le había aclarado que de ese día no pasaba”, revela en un mano a mano con Infobae.

-¿Qué es de su vida, Alberto?

-Hace un mes que estoy en mi casa con la columna echa bolsa. Según la resonancia que me hicieron tengo 7 pinzamientos y el ciático a la miseria. No se me va el dolor y sufro bastante. Tengo la columna echa bolsa. Me retiré del futbol por los huesos a los 27 años. Tuve reemplazo de cadera y de rodilla.

-¿Vive solo?

-Sí. Vivía con mis tres hijos. Pero uno se independizó, otro está en Estados Unidos con su madre, y mi hija es arquitecta y vive en un departamento que construyó a diez cuadras de mi casa. Yo nací en Palermo Hollywood, que en esa época no se llamaba de esa manera.

-¿Cómo observa a Estudiantes?

-Es un equipo con un muy buen técnico como Ricardo Zielinski. Es regular y más o menos trabaja, entonces el once funciona. Antes no podía ganar, estaba complicado. Pero le salió bien la llegada de Mauro Boselli, que es un fenómeno. Tiene un volante con muy buena técnica como Fernando Zuqui. Adelante tiene a Leandro Díaz que es muy bueno y hay que aguantarlo. Cuenta con laterales que van al ataque. Mariano Andújar es un arquerazo, es el segundo mejor arquero del país. Y uno de los mejores que tuvo el club en su historia. Tiene 37 y está en actividad, sanito y ha salvado partidos. Está grande para la Selección, pero para atajar en Estudiantes está 10 puntos.

-¿Le cambió la cara el entrenador actual?

-Sí, Zielienski acomodó bien al equipo. Donde él dirigió le fue bien porque le hicieron caso los jugadores, salvo en Racing que no le dieron bola, pero en el resto tuvo éxito siempre. Los jugadores en actividad son unos rompe bolas. En general, los futbolistas somos jodidos. La Academia había salido campeón y se creían los mejores del mundo. En el único lugar donde no anduvo bien fue ahí. Pero la culpa no creo que haya sido solo de él.

-Se cumplen 53 años del Estudiantes campeón de la primera Copa Libertadores ganada frente a Palmeiras. ¿Qué recuerdos tiene de aquel equipo?

-Teníamos un equipazo. El rival también lo era porque contaba con cuatro jugadores de la selección brasileña. El 10 me hizo un gol de la mitad de cancha que la fui a buscar adentro; pensé que se iba y la fui a buscar a la red. Nos dirigía Osvaldo Zubeldía que era un adelantado, que entendía las cosas antes de que pasaran. Fuimos a jugar la final a Montevideo y Pachamé se encargó de marcar a Servílio, que era la gran figura. Carlos fue advertido por el entrenador.

-¿Qué le sugirió?

-Que a los grandotes se los marca de adelante, porque si te ponés atrás, éste utiliza muy bien su cuerpo y te gana siempre. Después, inventaron que Carlos Griguol lo había aprendido en el básquet, pero el primero que utilizó esa técnica fue Zubeldia. A los siete minutos, Pachamé le gana la pelota a Servilio, le pasa la pelota a Ribaudo y gol nuestro. Nos pusimos 1 a 0 contra el Palmeiras. Luego, Verón marcó el 2 a 0. Le habíamos ganado al segundo mejor equipo de San Pablo. Luego de Corinthians, venía el Palmeiras. De esta manera, nos consagramos por vez primera campeones de América. A mi me dolía una pierna, pero ¿sabes de qué me operaron luego de la final?

-¿De qué?

-De apéndice. No tenía nada, sólo una entorsis de cadera. A las 24 horas de haber sido campeón del mundo pasé por el quirófano. Competir mundialmente en esa época y se campeón era una hazaña. Los campeonatos los ganó el Pincha.

-Pero, ¿por qué no caía simpático Zubeldía?

-No gustaba porque fue un tipo que cambió la manera de jugar. A los dos años, hicieron que se vaya de Argentina el mejor técnico tenía el país porque lo estaban torturando. Lo atacaban tanto que se cansó y se fue. Había salido campeón con Estudiantes y con San Lorenzo; y lo seguían maltratando. Por eso recaló en el Atlético de Medellín de Colombia. El Zurdo López lo vino a buscar y se lo llevó. Estuvo seis años en Colombia y se convirtió en un prócer.

-¿Le cambió la cabeza al fútbol colombiano?

-Sí, tal cual. Los colombianos se avivaron de que debían cuidarse, tomar menos alcohol, dormir un poco más, entrenar y así iban a ganar guita. La generación actual juega en Europa. Zubeldía cambió la mentalidad del fútbol colombiano para siempre. Cuando llegó, los clubes empezaron a rescatar a los chicos de las calles. Trabajaron en las divisiones inferiores con los juveniles y fueron recolectando chicos por los suburbios de Medellín. Llegó con la idea fija de implementar el trabajo y que se cuidaran de la mala vida.

-¿Fue el Estudiantes de Zubeldía el primer equipo organizado tácticamente?

-No, porque el campeón del mundo había sido Racing que tenía su manera de jugar. Apelaban al centro y al cabezazo, pero hasta los defensores pasaban al ataque continuamente, salvo Roberto Perfumo. Tenían uno muy pensante como Humberto Maschio, que se anticipaba a todo. Cuando jugábamos contra La Academia, Zubeldía le pedía a Bilardo que marcara al Bocha, pero éste lo volvió loco y lo paseó por toda la cancha.

-Entonces, ¿qué cambió generó el equipo de Zubeldía?

-Teníamos buenos jugadores. Ese equipo le cambió la cabeza al fútbol argentino y jugaba diferente al resto. Empezamos a disputar la Copa Libertadores sin expectativas de ganarla. Antes, habíamos terminado segundos en el torneo Nacional y de manera invicta detrás de Independiente que tenía un equipazo. En la primera Libertadores creíamos que no pasábamos la fase de grupos, que íbamos a disputar apenas los primeros tres partidos.

-¿Qué pretendía Osvaldo para su equipo?

-Que jugara bien. Nunca Osvaldo nos pidió que peguemos una patada. Marcar sí, pero nunca agredir a alguien. Recuerdo que a Zubeldía lo tildaron de anti fútbol los amigos de Clarín.

-¿Qué enseñanza le dejó Zubeldía?

-Respetar a los muchachos que trabajan de periodistas. Entraban todos al vestuario, antes y después del juego. Se ponían al lado nuestro mientras nos cambiábamos; eso hoy no pasa. Un día discutí con Carlos Juvenal porque estaba fumando en el vestuario antes de un partido.

El porte de Poletti en sus épocas de arquero: incluso llegó a la Selección
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-¿Qué le dijo?

-”Apagá el faso o ándate afuera”, porque yo fumaba, lo veía a él y quería agarrar un cigarrillo, pero a la media hora empezaba el encuentro. Me respondió: “Yo fumo donde quiero, porque Zubeldía me deja”. Le contesté: “Andate de acá, irrespetuoso”. Lo agarré del cogote y lo saqué del vestuario. Luego me amigué. Le pedí que entrara, pero que no fumara. Yo olía el olor a tabaco y quería prender un faso, pero al principio no la entendía.

-¿Es cierto que River pretendió contratarlo?

-Sí, fue antes de la llegada del Pato Fillol. River se interesó en mí, pero le dijeron que tenía un problema en la cadera y que me iba para afuera. De esta manera, no pude jugar en el Millonario. Recuerdo que viajé a Chile con la selección argentina para disputar un par de partidos, pero el segundo no pude hacerlo y lo hizo el Gato Andrada. Perdimos 2 a 1, en el año 68. El entrenador era Maschio, quien vino a decirme que no podía seguir convocándome porque al revisarme detectaron que tenía un grave problema en la cadera. Le dije: “Humberto, tengo este inconveniente desde hace 4 años, no es nuevo”. Pero me explicó que AFA no quería hacerse cargo de mi situación en caso de que me pasara algo malo.

-¿Ese problema no le impidió atajar en Estudiantes?

-Sí, pero me infiltraba. Entonces, cuando el dolor me agobiaba, me medicaba con lidocaína y corticoides, y entraba a la cancha. En esa época, estaba permitido para los que teníamos problemas en las articulaciones. Así me desarrollé hasta los 25 años cuando empecé a caer, porque ya no era el mismo, no entrenaba tanto y no podía hacerlo por el dolor. A los 27 años dejé el futbol.

-¿Qué le pedía Osvaldo como arquero?

-Que no jodiera, que jugara en serio, porque en la final con Racing que ganábamos 3 a 0 del Metropolitano 67 en el Viejo Gasómetro comencé a joder en el campo de juego. Desde afuera me gritó: “Si no la saca rápido, lo cambio”. No me tuteaba. Quería que jugara en serio, porque había tenido al Loco Gatti como arquero.

-En su época disputaba ser el mejor arquero de Argentina con Fillol y Gatti. ¿A quién prefería usted?

-El Loco Gatti era parecido a mí. Yo jugué en serio siempre. En cambio, Hugo durante siete años no se lo tomaba en serio hasta que lo rajaron de River. Cuando tenia treinta y pico de años se dio cuenta de que se le venía la noche, entonces empezó a atajar como corresponde en Gimnasia La Plata. Luego, pasó a Unión de Santa Fe y a Boca, donde le quedaban dos años como profesional. Llegó con 35 años al Xeneize y el cuerpo empezaba a pasarle factura. Fue brillante en el Lobo platense, inclusive hasta el Xeneize. Por su parte, Ubaldo Fillol era un arquero sin técnica, pero no dejaba pasar la pelota. Eso es lo principal para un arquero. Podés tener una técnica brillante, pero que la pelota no entre. El Pato era monstruo en los mano a mano y volaba de un palo al otro.

-¿Cómo fue aquello de que Zubeldía, para que no se quejaran de sus entrenamientos, los levantó de madrugada para ver cómo iba la gente a trabajar?

-Cuando estábamos en las Inferiores tomábamos por la mañana un tren para ir a entrenar. Al pasar a la primera plantilla empezamos a ir en coche. Zubeldía dijo que nos estábamos aburguesando y nos llevó a la estación de tren, que estaba llena de trabajadores: “Ustedes hacen lo que quieren y les pagan; esta gente va por obligación. Su sacrificio al lado del de estos trabajadores no es nada”. Los vagones iban llenos. Habíamos ganados cuatro partidos y empezaron los carnavales. Las chicas que nos venían a visitar y como queríamos ir a verlas, aguantábamos muy poco los entrenamientos, que eran muy pesados.

-¿Cómo eran?

-Muy bravos. Empezábamos a las 9 AM con un preparador físico y terminábamos a eso de las 12. Tres horas de labores físicas y con pelota. Cuando llegó Osvaldo a Estudiantes apareció con un tipo que traía una bolsa llena de pelotas y no sabíamos para qué era.

-¿Se sorprendieron?

-Sí, para esa época era todo una novedad. Era en 1965. Yo le dije a un compañero: “Mirá éste las pelotas que trae, qué hacemos con todas éstas”. Entonces, empezó a repartir las pelotas en la cancha y nos dio una a cada uno. Éramos 24 jugadores, trajo la misma cantidad de balones. Mientras los jugadores hacían velocidad y trabajo de fondo, los arqueros entrenábamos con el profesor abdominales y salto para mejorar el físico. Osvaldo decía que teniendo fuerte los abdominales, las piernas tenían mas fuerza de salida. Un sabio, un adelantado. Yo no era ágil, sí más técnico, pero en un momento de mi carrera me sentía con más agilidad.

-¿Es cierto que llevaban alfileres para pinchar a los contrarios?

-No, para ensuciar a Estudiantes de la Plata se dijo que todo, son mitos. Faltó decir que los envenenábamos. Una locura.

-Cuándo conocían la dirección de la novia de un rival o si pasaba por algún problema personal, se lo recordaban en la cancha?

-Sí, eso sí, es verdad. Lo hacíamos, pero los rivales también. Pasábamos por al lado y le decíamos: “Sos un cornudo”. O insultábamos a su madre para sacarlo del partido. Hoy, eso no se observa porque las imágenes de televisión te mandan en cana. En nuestra época era todo crudo. Terminaban los partidos y nos decíamos de todo. La idea era hacer enojar al rival para sacarlo del juego.

-¿Por qué estuvo 30 días preso?

-Por el lío con los futbolistas del Milan en la final de la Copa Intercontinental del 69. Agredí a Combín. Existía en esa época un estatuto que prohibía las peleas en los espectáculos públicos y se penaba con 30 días de cárcel. Como se armó una pelea en La Bombonera, me llevaron preso durante 30 días. Luego del partido, me fui a dormir a mi casa. Al otro día me desperté, fui a la comisaria del barrio de La Boca y me detuvieron. Entré a las 11 AM y un mes después, por reloj, me soltaron a la misma hora. Se respetó todo a rajatabla.

-¿Cómo la pasó?

-Tenía un teléfono antiguo, una cama y un baño. Además, me dejaron entrar un televisor chiquito para mirar la TV. La comida me la llevaba un amigo que vivía en Palermo, porque la de la cárcel era incomible. Así estuve todo ese tiempo. Me mandé una cagada y la pagué preso. A mí me dieron 30 días por un lío en una cancha, pero a Leopoldo Galtieri 41 días y murieron un montón de pibes. En algo se equivocaron, conmigo o con él, porque ¿por pelearte en una cancha 30 días y por haber mandado a la guerra a tipos de 18 años solo 41? Galtieri tendría que haber muerto en la cárcel.

-¿Se arrepiente de haber agredido a Combín en esa final de Copa?

-No, no me arrepiento, ya pasó y pagué lo que hice. Treinta días entre rejas y siete meses sin jugar. Me suspendieron de por vida, pero cuando cayeron los militares me indultaron. Luego, con el tiempo volví a hablar con Combín sin rencores. Cuando me retiré, me dediqué a vender jugadores, no a representarlos. Estaba necesitado de dinero y de trabajo, por eso me metí en eso, en algo que obviamente está mal. Pero tenía 30 años y un hijo que mantener. Entonces, un día me llaman del Metz de Francia para comprarme un jugador y era el rosarino Combín, que era el secretario técnico del club.

-¿Bilardo fue la continuación de Zubeldía como entrenador?

-No. Carlos viene de grande a jugar a Estudiantes, a sus 27 años. Se recibió de medico cuando vivíamos juntos en La Plata. La última materia que dio fue Medicina Legal y yo terminé tomándole los temas a él. Me decía: “Yo tengo que repetir lo que dicen los libros, vos escuchá”.

-¿Se recibió de médico al mismo tiempo que jugaba para el Pincha?

-Sí, Carlos apuntaba en la vida a dos cosas: progresar en el fútbol o dedicarse a la medicina. Es así como largó el fútbol a los 30. Lo mejor que hizo de su vida fue haber conocido a Zubeldía y haberse recibido de médico. Bilardo cuando jugaba dirigía dentro de la cancha.

-Lo tuvo a César Luis Menotti como técnico en Huracán. ¿Qué diferencias había entre ambos?

-Son diferentes. Uno es un obsesionado como Bilardo, el otro te dejaba más y te convencía desde la palabra. Los sacrificios de Bilardo a veces eran mortales. El Flaco era más humano. A Menotti le fue bien en Huracán, pero después no pudo repetirlo en otro lado, porque es muy difícil encontrar jugadores que hagan lo que él pretendía: tener siempre la pelota.

-¿Está más del lado futbolístico de Bilardo o de Menotti?

-Era más de la idea bilardista, que es la que más dura. La del Flaco cuando se te descompone un poco el equipo, fuiste. La de Carlos puede tener otros recursos, pero son los dos técnicos más ganadores de la historia del fútbol argentino, sin dudas.

-¿Pudo ver a Carlos en los últimos días?

-No se puede hablar con él porque pobrecito está mal del cerebro. Tiene un problema que vas a verlo y está bien, y de repente se fue a la luna. Me asusté un día que fui a verlo al Sanatorio Otamendi. Me descompuse porque Carlos se estaba muriendo, ya que tenía 4 de presión. Dije “no vengo más”, porque fui a visitarlo y me hizo muy mal saber que se estaba muriendo un amigo mío.

-¿Lo salvaron los médicos?

-Sí, lo salvaron los médicos. Al otro día, la presión le subió a 12.8. Aquella vez, Gloria -su esposa- me dijo que tenia 4 de máxima, 2 de mínima. El médico le había aclarado que de ese día no pasaba, que ya estaba. Me fui del sanatorio esperando que me avisara lo que había sucedido. Como al siguiente día no me llamó, agarré el tubo para saber qué había pasado. Me dijo que se autorrecuperó y que la presión había subido a 12.8. Su mujer me dijo que Carlos era Sansón, porque tenía una presión de un tipo de 28 años. Lo fui a ver y casi me desmayo; casi me quedo internado en el Otamendi. Bilardo recibe visitas en su casa todos los días. Algunas se las controlan porque se emociona y se siente mal. Ahora el hermano dice que está un poco mejor, por suerte.

"Soy más de la idea de Bilardo, que es la más dura. La del Flaco Menotti cuando se descompone un poco el equipo, fuiste. Pero son los dos mejores", dice (https://www.estudiantesdelaplata.com)
"Soy más de la idea de Bilardo, que es la más dura. La del Flaco Menotti cuando se descompone un poco el equipo, fuiste. Pero son los dos mejores", dice (https://www.estudiantesdelaplata.com)

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