La mano derecha de Bilardo y Maradona cuenta todos sus secretos: la única orden que Diego le daba a Messi y qué decía de la Pulga en la intimidad

Miguel Ángel Lemme se destacó en Argentinos y en Estudiantes, y advierte que las escuelas no son tan disímiles. Aprendió del Doctor, acompañó a Pelusa y conoció a Grondona, al que le “copió” el anillo, aunque con su propia frase. La salud del Narigón y el juego en el que se baten a duelo

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Lemme, junto a Maradona y
Lemme, junto a Maradona y Alejandro Mancuso en su paso por la Albiceleste

Miguel Ángel Lemme podría jactarse de tener el encabezado de currículum más potente de la historia. O la bío del perfil de Twitter más contundente. Repetirá su latiguillo más de una vez a lo largo de la entrevista. “Estuve con los cuatro más grandes. Julio Grondona, que manejaba a la FIFA a su criterio; Bilardo, campeón y amigo; dirigimos a Maradona en Sevilla... Y después, con Bilardo como manager, fui ayudante de Diego y dirigí a Messi en la Selección. Todas las experiencias son lindas, ¿qué más puedo pedir?”, ostenta el Cabezón, que hoy trabaja como detector de talentos para una empresa española. Así, se pasea por las canchas donde se juegan los partidos de Inferiores y Reserva para recomendar jóvenes valores.

“Extraño estar en el banco, si te digo que no, te miento. El día a día con los jugadores es el fuerte mío. En el último tiempo tuve conversaciones con Olmedo de Ecuador, pero no se dio”, se lamenta. Con Grondona tiene otro punto en común: un anillo con un mantra que lo representa. Don Julio lució la mítica joya con la frase “Todo pasa”. “El mío es más humilde, tiene valor sentimental”, aclara. Y cuenta la historia de la sortija.

“Un día estábamos con el Negro JJ (López) y Leandro, un amigo de la calle Libertad, y le dije ‘Encontré un anillo de plata, ponele una lámina de oro y agregale ‘yo pude, llegué’. Me lo hizo en media hora. Marca que todo se puede con sacrificio y trabajo”, le pone contenido a la obra, que hoy todavía luce en su mano y lo muestra cada vez que tiene que explicar su recorrido hasta llegar a estar rodeado de astros.

Es que antes de ser pieza clave en dos equipos de escuelas contrapuestas como Estudiantes de La Plata y Argentinos Juniors, Lemme, mediocampista, no tuvo suerte en Vélez y San Lorenzo, su carrera como futbolista parecía terminada definitivamente durante un año, hasta que lo rescató Flandria, club al que le rinde pleitesía por lo que significó en su camino: “Yo digo que salí de ahí, fue mi impulsor”.

“El anillo habla de viajar en colectivo horas y horas de San Martín hasta Flandria. Y yo laburaba, a las 6 de la mañana entraba a la fábrica de tuercas en Vicente López. Hay chicos que llegan fácil y otros, con sacrificio”, termina de grabar el sentido del objeto que resume su recorrido.

-¿Cómo se explica haber quedado en la historia de dos clubes con filosofías opuestas como el Pincha y el Bicho?

-Ojo que entre ese Estudiantes del 82 y ese Argentinos no había diferencias en el juego. Pasa que siempre está el mote de Estudiantes, y en Argentinos, el paladar, el semillero del mundo. Cuando llego a Estudiantes jugaba yo, Russo de 5 y Sabella por izquierda, después entra Trobbiani y salgo yo. Ponce... Hay mucha gente equivocada. Fijate cómo atacaba Estudiantes... Ya en el 82 jugábamos con línea de 3, mano a mano. Y salíamos jugando de abajo.

-Y de ahí a Argentinos, sin escalas...

-Ángel Labruna me llama y me dice: “Mire, no le miento, lo quise traer en el 76, cuando estaba en Flandria, y me recomendaron a Comisso. Éste va a ser el equipo. Hay un chico, Checho Batista, de 17 años, va a jugar en la Selección. Hay un chico Borghi, la va a romper, va a estar con nosotros. En el 83 nos vamos a salvar del descenso. Después se van a sumar JJ, Morete...”. Me dijo todo lo que iba a pasar. Ese grupo ganó la Libertadores, todo. Los grandes, que éramos 10, 12, apuntalábamos a los chicos. Si jugábamos, contentos; y si no, también. Encima se dio que en un partido salí yo y entró el Turco Maradona. En otro, salí y entró Redondo. Los dos debutaron reemplazándome.

-De aquel paso en Estudiantes quedó el vínculo irrompible con Bilardo.

-Pegué mucha onda con Carlos, iba a hablar con él a la mueblería. Me preguntaba por el Checho Batista: ‘Pero es lento’. ‘No -le decía- Tiene mucha claridad, llega a las dos áreas, y juega a un toque’. Siempre hablamos de fútbol. Me hacía mirar los videos, sube el 2, sube el 3, la barrera... Un tiempo nos dejamos de hablar. Un día suena el teléfono en mi casa. ‘¿Qué hacés Miguel, cómo andás, hace mucho que no hablamos, qué estás haciendo?’, me preguntó. ‘Estoy sin laburo’, le respondí. ‘Bueno -era un martes- el domingo vamos a Sevilla a dirigir’, me dijo. ‘No tengo pasaporte’, le avisé. ‘Qué pajarito. Siempre dije, pasaporte al día’, me tiró. El jueves me mandó una persona a Acoyte y Rivadavia, me llevó al centro a hacer el pasaporte. Viajábamos el domingo. El domingo a la mañana, a las 9, me dio el pasaporte.

-¿Era un adelantado?

-Estudiaba cómo era la familia de cada jugador, cómo se movía, se enteraba a qué lugar iba fulano de tal...

-¿Y eso para qué?

-Para hablarlo, para distraerlo un poquito al rival... Mirá, yo tuve como técnicos a (Ernesto) Duchini, al Márquez Sosa, a Perico Mansilla, en Estudiantes a Carlos Salvador Bilardo, a Labruna, a Saporiti... Labruna era todo lo distinto a Carlos. Yo le preguntaba: “¿No hacemos pelota parada?”. “No, yo elijo jugadores”, te respondía. Y te decía la jugada que había que hacer. Carlos era más exigente en todo. Pero en el fondo todos pedían lo mismo, que los de blanco se la pasaran a los de blanco.

-En Sevilla trabaste relación con Maradona, al que llevó Bilardo como refuerzo

-Tengo una tristeza muy grande, murió un 25 de noviembre, y estábamos preparando todo con mi mujer, porque cumple años, y no festejamos nada. Nos ganó el llanto, la amargura. Carlos me llevó a Sevilla y ahí lo conocí bien a él, a Claudia, a las nenas. Salíamos del entrenamiento, vivíamos en un barrio privado, Había un barcito, teníamos un grupito de 8-10 jugadores que íbamos a almorzar. Hicimos una amistad muy linda. Tengo un cuadro en el comedor de una foto en Sierra Nevada, de Diego abrazado con mis dos hijos. Es el único cuadro que tengo de fútbol en la casa.

-Diego tuvo sus agarradas con Carlos en Sevilla

-Eran peleas como de padre e hijo, ¿viste cuando discutís con tu papá? Carlos tiene a Dani, la hija mujer, y Diego fue su hijo varón, que le sacaba canas verdes, porque discutían. Pero se querían mucho. Tenían un encontronazo, una pelea, una disputa, y al mes se arreglaban. Lo viví en carne propia dos o tres veces. Después del día de la pelea conocida (Bilardo le pidió a Pelusa que se infiltrara contra el Burgos, pero lo sacó en el segundo tiempo y el Diez explotó) estábamos comiendo un asado con Diego y los jugadores, y faltaba Carlos. Así que lo fuimos a buscar, vino, y listo.

-A Bilardo también lo acompañaste en el 2004, cuando asumió en Estudiantes para salvarlo del descenso

-Fue hermosa, esa etapa, Estudiantes y la selección son sus casas, una de soltero y la otra de casado. Había que acomodar el equipo, sacó varios grandes, se las jugó con los pibes. Y se la jugó por Krupoviesa, Gelabert, Carrusca, Pavone... Y los pibes se la jugaron. Muchos de esos jugadores no jugaban en Tercera, algunos sí y otros no. Todos se vendieron. Los hacía entrenar de noche, iluminábamos con los autos las canchas del Country y los tenía ahí, les enseñaba.

El Cabezón, de 69 años,
El Cabezón, de 69 años, junto a Bilardo. Lo visita asiduamente, hablan de fútbol y juegan al dominó

-Además tenía sus cábalas. O costumbres, como les dice él.

-Las costumbres no se cuentan...

-¿Cómo está hoy? Sos de los que lo visitan seguido -el Doctor sufre del síndrome Hakim-Adams, una enfermedad neurodegenerativa-

-Está bien, mira la tele, o está con música, sobre todo cumbia, cumbia colombiana, tomando algo, charlando con los chicos (los enfermeros). A veces hablamos poco, a veces bastante, a veces jugamos al dominó, y a veces no quiere hablar y mira la tele.

-¿Sigue siendo competitivo hasta en el dominó?

-Cuando juega es competitivo a todo, es muy competitivo. Tiene el cariño de la familia, que está siempre con él.

-¿Cómo creés que lo van a recordar? ¿Creés que quedó atrás la polémica con el Menottismo y las distintas maneras de jugar?

-Lo van a recordar de la mejor manera, como un técnico ganador, campeón y subcampeón del mundo. Es conocido, tiene amigos por todos lados, lo van a recordar de la mejor manera. Estarán los que no lo quieren, pero la mayoría de los que ama el fútbol, sí. Es muy exitoso.

-Después te convocó Diego para acompañarlo en la Selección, con Messi en el plantel

-Dos monstruos. Diego le decía que se pusiera el equipo al hombro, le daba la libertad para jugar. Le decía: “Vos hacé lo que quieras”.

-¿Y en la intimidad qué decía de Messi?

-En el grupo de trabajo era lo mismo. Siempre nos decía: “Este enano cuando se enchufa, la rompe, te pinta la cara”. Por suerte le salió el logro de la Copa América, todos criticábamos eso que no tenía títulos en la Selección, pero cuántos grandes jugadores no salieron campeones del mundo. Di Stéfano, Cruyff... Todos queremos que salga campeón del Mundial. Pero si tuvo todos los logros que tuvo... Es impresionante, superó a todos en goles, partidos, títulos.

-Fue en esa etapa cuando Diego le dio la master class para tiros libres

-Hasta estando mal físicamente, Maradona tenía un guante. Y le decía a Messi: “Vos ponele el cuerpo arriba de la pelota”. Y lo asimiló. ¿Viste cuando un chico ve a un profesor que quiere? Bueno, así era la relación. Con todo el grupo. Lamentablemente a Diego no lo tenemos más. Tenían carácteres distintos. Diego si tenía que insultar a alguien, insultaba. Messi es más pensante, menos visceral.

-¿Y Messi en el día a día cómo era?

-Es un extraterrestre. Messi es un chico sencillo, se daba, saludaba, era uno más. En el grupo, cuando lo veías que practicaba, en el desayuno, la cena, no se notaba que era el distinto. Una humildad terrible. Estoy re contento de haberlo dirigido. Todo lo que tiene se lo ganó con lo futbolístico y lo humano. Nosotros le buscábamos el pelo al caramelo, que no canta el himno, que no juega igual que en Europa... Y uno que convivió con él, es el de siempre. Lógico, la experiencia te da el crecimiento, siempre fue líder en la cancha. Ahora es más en la personalidad y que los chicos lo miran como lo miraban a Diego.

-¿Diego sabía como técnico? Sufrió críticas, y más después de la goleada ante Alemania en el Mundial 2010

-Era una fenómeno, sabía un montón. Les decía dos cosas a los jugadores y lo agarraban al vuelo. Lo que pasa es que hay anti Maradona, anti Bilardo, anti anti. Acá se criticó a Maradona, a Bilardo, a Messi... Diego tenía una llegada... les explicaba cortito. Esto es así, así, así... Cómo no va a saber, con todas las vivencias que tuvo en todo el mundo. Después no se da el resultado, pero es otra cosa. Cuántos técnicos dirigieron a la Selección y no salieron campeones del mundo.

-También te tocó ser entrenador en las selecciones juveniles. A muchos de los jugadores que hoy están en la Mayor los entrenaste en Ezeiza

-Hay un montón de juveniles que tuvimos que llegaron, como Mammana, Driussi, Fabricio Bustos, Pezzella, Tagliafico, Ocampos, Angelito Correa, el pibe Exequiel Palacios, los Funes Mori, el Cholito Simeone... Los tuvimos nosotros, con el grupo de trabajo. Me pone contento porque supimos elegir. Muchos técnicos se enojaban conmigo, pero no les avisaba ni a los jugadores ni a los coordinadores cuando los iba a ver. Tenía que ir a ver a un jugador de River, iba, miraba el partido, y recién al final lo saludaba. ¿Por qué? para que no se pusieran nerviosos. No avisaba nada. En Argentina salen jugadores, hay un montón de jugadores, todo el tiempo. No trascendió tanto nuestro trabajo, a nivel que sacamos jugadores como en otras épocas, pero uno lo tiene consciente. Los jugadores saben, los veo en una Selección mayor, o que están en un equipo chico y los compra un grande.

Lemme, detrás de Bilardo y
Lemme, detrás de Bilardo y Maradona, dos de los astros a los que supo acompañar. Como técnico principal, también tuvo una dilatada trayectoria en el Ascenso: "Drigí San Miguel, Chacarita, Brown de Adrogué, San Telmo... Me identifiqué mucho con eso, con el espíritu amateur"

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