En diciembre de 2017, la Policía detuvo a un delincuente luego de haber intentado asaltar a una mujer de 25 años en la puerta de su casa, en el barrio de Mataderos, utilizando una pistola calibre 6.25. Horas después, se supo que el hombre era nada menos que el ex futbolista Marcelo Couceiro, quien desde marzo de ese año estaba siendo buscando por su propia familia, que temía por su vida.
Ahora, el ex jugador que pasó por Estudiantes de la Plata, Nueva Chicago y Quilmes, entre otros, goza de la libertad asistida y esta semana le concedió una entrevista al programa López 910 de La Red, en la que hizo público su arrepentimiento por su pasado como criminal y se contó algunas de las vivencias en prisión.
“En el año 2017 decido salir a robar. Antes me habían pasado muchas cosas como el fallecimiento de mi papá, me separé de mi pareja, pasé a vivir en un hotel, me chocó un camión la camioneta con la que trabajaba en un frigorífico en Mataderos. Yo antes no había robado ni un caramelo y es el día de hoy que no entiendo lo que hice”, contó sobre cómo una serie de hechos lo llevaron a cometer errores. Aunque, el ex jugado de 49 años asumió toda la responsabilidad de sus actos: “Lo decidí yo, no voy a responsabilizar a nadie. Yo fui solo con un auto, hice una serie de robos a unos comercios hasta que me detienen, pero de todo esto estoy totalmente arrepentido y le quiero pedir perdón a toda la gente a la que le hice daño”.
Couceiro, quien había atravesado una depresión aguda, fue detenido luego de una serie de robos: “Me encerraron los de la Comisaría 42 y ahí empezó el calvario. Primero fui a Tribunales, estaba en un lugar muy feo, en un subsuelo al que se le dice ‘leonera’. Es para unas 10 personas y a veces había 30. Dormís en el piso o donde podés, donde hay un lugarcito o a veces ni dormís. Ahí te tienen una semanita hasta que te trasladan a un penal. Yo nunca había entrado a una cárcel, ni siquiera a una comisaría”.
El ex futbolista que se retiró en 2008 tras ascender con Colegiales de la Primera C a la B Metropolitana, contó compartió el encierros con varios presos vinculados a la política: “Yo no la pasé mal en Ezeiza, estaba en la pabellón de los presos que venían de la política como Ricardo Jaime, José López, Lázaro Báez... Eran 12 celdas, teníamos una relación muy buena. La vida privada de ellos era muy privada, eran muy reservados. Ellos me preguntaban más a mí sobre el fútbol que yo a ellos″.
Luego, fue trasladado a Marcos Paz en donde tuvo bastante suerte porque su pasado en el fútbol le evitó varios problemas: “Apenas ingreso, levanto la cabeza y veo a un muchacho con el pantalón de Chicago con el número 10 y era un pibe que había jugado conmigo de chiquito. Era uno de los que manejaba el pabellón. Éramos 50 y había que hacerle caso a los tres o cuatro que manejaban el pabellón y él era uno de esos, por eso no la pasé tan mal ahí”. Y agregó: “Después de Marcos Paz pasé a un módulo y vi cosas feísimas. Gracias a Dios nunca me pasó nada, pero vi cosas muy pesadas. Había internos de la contra de los equipos donde yo jugué, pero no me pasó nada, incluso no entendían por qué yo estaba ahí y me preguntaban”.
Couceiro se mostró completamente arrepentido de sus actos, aunque remarcó que su intención nunca fue hacerle un daño físico a sus víctimas: “Quiero pedirle perdón a la gente a la que le robé, pero yo no les hice daño, yo sabía que no les iba a hacer daño porque salía con un arma sin balas”.
El ex futbolista fue liberado tres meses antes de cumplir su condena gracias al trabajo de un abogado penalista que había sido ex jugador de Nueva Chicago y decidió tomar su caso. Tras pasar algún tiempo en un penal de La Pampa, se encontraba en uno de Mendoza cuando recibió la noticia: “Con los papeles de la libertad fui a la terminal y saqué los pasajes para volver a Buenos Aires. A la primera persona que llamé cuando me dieron la libertad fue a mi hijo. En realidad lo quise llamar cuando me bajé en Liniers y buscaba un teléfono público pero me dijeron que ya no había, que no existían más. Yo no entendía nada...No tenía celular”.
Ahora, busca reinsertase en la sociedad y ya ha conseguido un trabajo en una empresa de productos químicos gracias a la recomendación del ex jugador de la selección argentina Héctor el Negro Enrique. Él justamente lo había dirigido junto al Tata Brown durante la gran campaña que Almagro protagonizó en el Apertura 2005.
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