Una situación insólita se dio este martes en el partido entre Independiente le ganó 4-0 a General Caballero por la Copa Sudamericana, donde las dos facciones de la hinchada del Rojo se ubicaron en sendas cabeceras del Estadio Manuel Ferreira de Olimpia. Fue el corolario de unas horas muy tensas en el mundo del equipo de Avellaneda que fue seguido a Asunción por las dos barras que pugnan por el liderazgo en la parcialidad roja.
La barra oficial está a cargo de Juan Ignacio Lecznicki apodada Los Dueños de Avellaneda y la disidente, Los Diablos Rojos, al mando del histórico Pablo “Bebote” Álvarez. La previa se encendió con un video en el que un hincha paraguayo de Cerro Porteño amenazó con un arma a Bebote Álvarez, que regresó a las tribunas y busca recuperar el mando, y su grupo fue apoyado por aficionados de Olimpia.
En el camino hacia el estadio circuló un video por las redes sociales en el que se vio a cinco micros y varios autos. En uno de ellos viajó Álvarez y se lo observa pegando un grito desafiante.
Antes del partido hubo más novedades, ya que en la frontera entre los dos países 40 hinchas de Independiente fueron deportados por tener antecedentes penales y querer ingresar con drogas y armas de fuego. “También se detectaron cuchillos”, dijo el efectivo de la Policía guaraní, quien, no obstante, aseguró que todos los hinchas contaron con entradas, pero iban a chequear la legalidad de los tickets.
Hubo un fuerte control en las adyacencias de la cancha para evitar inconvenientes, al menos dentro de las instalaciones, donde el duelo estuvo cantado. Se vieron bombos y banderas en una atmósfera que nada hizo extrañar a la que se vive en cada partido en Adolfo Alsina y Ricardo Bochini, las calles que cruzan al estadio del Rojo.
Con una fuerte custodia policial, las dos facciones llegaron a Asunción y se dirigieron al recinto para presenciar el encuentro y en la previa del partido los dos grupos ocuparon tribunas separadas y se cantaron con agravio. “Nosotros no pedimos custodia policial”, le cantó el grupo de Álvarez al otro sector.
A lo largo del partido se siguieron cantando en contra uno y otros y con una custodia policial cerca de los codos del estadio, más allá de que en el sector frente a la platea se observaron las rejas que separan todos los sectores.
No obstante, el clima de tensión fue alto por la fuerte previa que se vivió al encuentro entre General Caballero e Independiente. El panorama es delicado y la lucha de poder continuará, aunque los episodios vividos en Asunción tuvieron el valor agregado de la participación de las dos parcialidades paraguayas, con uno y otro bando.
Más tarde, minutos previos a ingresar en las gradas, se difundió una nota en la que Álvarez habló con la prensa paraguaya. A Bebote le preguntaron por el video del barra guaraní con el arma e ignoró el tema: “No sé de qué video me hablás porque no veo televisión y no tengo Internet acá. Entonces no tengo conocimiento de lo que pase en las redes sociales ni en la televisión”.
“Entre los los Diablos Rojos no hay divisiones. ¿Dueños de Avellaneda? Dueño de Avellaneda soy yo. No hay otro título, tengo la escritura de Avellaneda. Está a nombre mío, no hay otro dueño, hay uno solo”, sentenció Bebote.
Eliminado en la Copa de la Liga, las chances de seguir en la Sudamericana en el único aliciente que tiene el Rojo en lo que va de 2022. Por ahora, sigue segundo en el Grupo G a tres puntos del Ceará y en caso de persistir esa diferencia la “final” la tendrá con los brasileños en el Libertadores de América-Ricardo Bochini. Solo el primero de cada zona clasificará a los octavos de final.
A la crisis institucional que vive el club de Avellaneda se suma esta guerra entre sus dos barras. En caso de que Independiente pueda avanzar en el torneo sudamericano, habrá que ver cómo se podrá dar la presencia de las ambas facciones en otros países.
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