“Why not me? (¿por qué no yo?)”, escribió en la cámara casi como un ritual después de cada triunfo en el ATP 250 de Estoril, en la medida que despachó a sus rivales: Joao Sousa en primera ronda, Marin Cilic en octavos, Richard Gasquet en cuartos, Albert Ramos Vinolas en semifinal. Tras superar por 6-3 y 6-2 a Frances Tiafoe en la final y consumado su primer título en las grandes ligas, Sebastián Báez tomó la fibra y martilló el mantra motivador: “Yes, it’s me (sí, soy yo)”. Como corolario, ascenderá hasta encima del puesto 40 del ranking ATP. Sí, por encima de una leyenda como Roger Federer, que todavía se mantiene inactivo. Todo un símbolo.
Sebastián Báez es la nueva aparición en el firmamento del tenis argentino. Después de haber alcanzado el N°1 del mundo Junior en 2018, en 2021 se lanzó detrás de su objetivo de crecimiento en el circuito profesional. No tuvo ayuda. No contó con invitaciones ni en torneos challengers, se encontró con un ranking congelado y protector que elevó la barrera del Top 100 a los 750 puntos, 200 más que lo habitual. Sin embargo y a pesar de su posición 308 en el ranking, consiguió seis títulos challengers y otras tres finales que le permitieron trepar al top 100.
El mundo comenzó a hablar de él por su irrupción y su paso por el certamen Next Gen Finals, torneo disputado en Milan, Italia, que reunió a los ocho mejores jugadores sub 21 del circuito profesional. En 2022 ya había llegado a la final del ATP de Santiago, donde cayó ante el español Pedro Martínez.
Los orígenes de Seba Báez tienen el común denominador de la mayoría de los tenistas argentinos. Familia humilde, de clase trabajadora, pero con las características propias de cada una de ellas. “Mi papá (José Luis) es veterano de Malvinas y trabajaba como portero cuando yo nací, mientras que mi mamá (Adela) era ama de casa. Gente común, de mucho trabajo”, explicó el joven tenista, de 21 años.
El tenis le llegó a temprana edad, con apenas dos años encontró una raqueta de su papá “y empecé a arrastrarla por toda la casa -comenta con una sonrisa en sus labios-. Entonces, mi mamá un día se cansó de ver cómo la arrastraba y me compró una pelotita. Ese fue el comienzo de mi historia con el tenis”.
El club no tardó en ser parte de su cotidianeidad y Villa Ballester lo vio jugar en diferentes disciplinas. “Cuando sos chico hacés todos los deportes, jugué al fútbol, al básquet, natación, lo que sea, pero el tenis siempre fue mi elección. Yo nunca tuve dudas, siempre tuve en claro que era el tenis por sobre todo y lo sigo sosteniendo”, detalló ante Infobae.
-Volviendo a tu familia, decís con mucha naturalidad que tu papá es ex combatiente de Malvinas. Pero, ¿qué te generó la primera vez que comprendiste que significaba eso?
-Cuando nací esto ya había pasado mucho antes y lo veía como algo muy lejano, pero cuando fui creciendo me di cuenta y tuve conciencia de lo que fue y en dónde estuvo. La realidad es que alguna que otra vez contó algunas historias, pero es algo que no lo tocamos mucho, porque pasó hace tanto tiempo, que no hace falta volver a tocarlo. Hoy hay otras historias lindas que pasamos en la familia o en los torneos, y hace que sea mejor contar un poco lo nuevo.
Desde chico se notó que tenía mucho potencial y eso contribuyó a su desarrollo tenístico. Sin embargo, la pensión de ex combatiente y el trabajo del papá en la portería, en el partido de San Martín, no alcanzaban para sostener este proyecto de jugador. Así, la aparición de José Luis Clerc en su camino se mostró como un alivio para poder solventar ese presupuesto y encaminar la carrera. El ex N° 4 del mundo sabía muy bien lo que tenía frente a él. Pero, pocos años después, esa relación terminó en una separación traumática, que aún tiene secuela por un contrato que no favorecería demasiado a la joven promesa.
Mucho tiempo antes, la competición en menores le hizo generar amistades que aún conserva y que le ayudaron a atravesar duros momentos. Son esos amigos, amigas y familias que lo apoyan, que lo alentaron a que no dejara los estudios, aunque Sebastián aseguró que “no hay un plan B”, el tenis es la única alternativa”.
El alcance del presupuesto familiar, en sus primeros torneos, no les permitía alejarse demasiado de su casa, como tampoco le daba tantas oportunidades para estar eligiendo en dónde hospedarse. “Me acuerdo de que siempre tratábamos de ir lo más cerca posible de Buenos Aires, lo que me hacía participar en los torneos más difíciles. Y no parábamos en los hoteles, nosotros íbamos directo a los campings, porque en ese momento no había comparación en lo económico. Pero mis padres nunca me hicieron faltar la comida en mi plato ni la ensalada de frutas antes o después de cada partido, siempre tuve esa suerte”, rememoró con una tenue sonrisa, porque Sebastián, lejos de autocompadecerse, hizo de las carencias su fortaleza: “Creo que el haberme tenido que alojar en los campings, me hizo aprender, me dio experiencia y una valoración de las cosas por lo que hoy, a mi edad y viviendo otro estilo de vida, me hacen sentir que he sido una persona afortunada.”
Su familia, en general, mantiene un perfil muy bajo. Lejos de la escena, en los escenarios en los que empieza a brillar la luz de su hijo. En especial Adela, su mamá, quien aún compra las entradas para asistir a cuanta presentación pueda de su hijo.
Las mejores acciones de Báez en su triunfo ante Tiafoe
La temporada 2021 no aparecía en el horizonte como tan prometedora. Desde la posición 308 que ocupaba en el ranking, arrancó en torneos Future, ganó su primer challenger en Concepción, Chile, jugó las Qualies de los ATP de Argentina, se lesionó, volvió a la competencia, ganó su segundo challenger, de nuevo en Chile. Viajó a Europa, continuó con buenos momentos, pero contrajo COVID-19 y quedó aislado dos semanas. El resto es más conocido, ingresó a competir en el Next Gen, ganó su sexto challenger y cruzó la barrera de los 100 primeros del mundo. “Fue todo parte de un proceso que no era esperado, pero sí buscado. Los pasos no fueron por casualidad, sino que fueron planificados y con mucho trabajo atrás, porque el trabajo no se negocia. Y yo creo que esa fue una de las claves de este año”, se explayaba a findes de 2021.
En el medio de su ascenso, en su paso al profesionalismo, tuvo que superar la compleja ruptura con Clerc y laseparación de sus padres que, lógicamente, le corrió el eje durante algún tiempo. En el medio, el recuerdo. De chico no tuvo apoyo, hay quienes dicen que hasta era relegado, el año pasado no recibió invitaciones para los torneos y el ranking congelado terminó por postergarlo por varios meses. “No me sentí discriminado. Yo lo cambiaría por afortunado, porque creo que soy muy afortunado por la calidad humana de las personas que tengo al lado”, subrayó.
En su discurso alejado de las polémicas se nota un dejo de influencia, tal vez, de uno de sus ídolos y referentes: Juan Martín del Potro, con quien mantiene contacto e incluso se ha entrenado.
Admirador de Roger Federer, de elegir un Grand Slam para alzar, elige “Wimbledon”. En marzo ya debutó con éxito con Argentina en la Copa Davis. Y sus presentaciones demuestran que no tiene techo, aunque él no se despega de su línea: “Éste es un camino largo en el que hay que ir logrando las cosas de a una”.
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