“El ambiente de Boca era tan malo que no se podía hacer nada”. De esta manera, se presenta Luiz Alberto Da Silva Oliveira, un ex marcador central brasileño que vistió la camiseta Azul y Oro en el 2010, época en la que el plantel estaba dividido por las diferencias que existían entre Juan Román Riquelme y Martín Palermo, que hoy parecen atravesar mejores tiempos, con diálogo fluido desde sus nuevos roles, uno como vice del Xeneize y el otro como director técnico de Aldosivi.
“No hubo un buen clima y se notaban las diferencias que había entre Román y Palermo, que eran dos estrellas con un ego muy grande dentro de Boca. Eso no ayudaba y no era bueno, principalmente para los chicos de la cantera que subían a Primera. Por eso no rendíamos, porque esas diferencias no le hacían bien al equipo, más allá de que en el campo de juego dejaban de lado sus problemas personales. El clima fue muy malo en todos los sentidos”, cuenta Da Silva, quien hoy con 44 años administra un taller mecánico y un club en Niterói, donde reside junto a su familia.
Había debutado a los 16 años en la primera de Flamengo (1993 a 2000), donde jugó 166 partidos y convirtió 5 goles, antes de partir al Viejo Continente. En Europa defendió los colores del Saint Etienne francés (2000/2001) y la Real Sociedad española (2001/2002 y 2004/2005). En su país, además, vistió las camisetas de Internacional (2002), Atlético Mineiro (2003/2004), Santos (2005/2006) y Fluminense (2007 a 2009).
Incluso, la historia de Luiz Alberto guarda un capítulo con la selección brasileña. Fue en la Copa Confederaciones de 1999, disputada en México (se quedó con el título al derrotar en la final a la selección local). Dirigido por Vanderlei Luxemburgo, compartió plantel con Dida, Ronaldinho Gaúcho, Alex, Marcos, Flávio Conceição, Zé Roberto y Vampeta, entre otros.
En febrero del 2010, el ex defensor carioca llegó a Boca. Su arribo generó expectativas. Tenía 32 años, llegaba libre, pero arrastraba una larga inactividad que cargaba luego de su polémica salida de Fluminense.
“Cuando llego, estaba Abel Alves como entrenador, a quien subieron desde la reserva tras la salida de Alfio Basile. El Chueco me dijo que quería contar conmigo y verme jugar. Pero me apuró, porque a los 10 días me puso frente a Estudiantes de La Plata. Yo pensé que iba a hacer una pretemporada de por lo menos tres semanas. Pero el club necesitaba un defensor urgente, que viniera, se pusiera la camiseta y jugara. Y yo no estaba en condiciones de hacerlo”, revela Luiz Alberto, en diálogo con Infobae.
Para colmo, apenas arribó al club de la Ribera, en su primera práctica se vio exigido físicamente y solo aguantó 20 minutos. “Al otro día que llegué a Buenos Aires, me levanté a las 6 para sacarme sangre y luego tuve que ir a entrenar. Quedé muerto, porque no estaba acostumbrado a tanta exigencia física”, relata quien disputó siete partidos oficiales, entre ellos el Superclásico, con victoria por 2 a 0 con goles de Gary Medel.
-Qué es de su vida, Luiz?
-Estoy en Brasil. Vivo en Niterói, Río de Janeiro, junto a mi esposa y mis tres hijos, dos chicos y una chica. Uno está atajando en las juveniles de Vasco de Gama con 16 años, y el otro juega en Bangú como defensor. Con el tiempo, pretendo ser agente de jugadores. Voy a empezar a representar a mis hijos, ya que están en el mercado. Si las cosas van bien, la idea es escoger otros futbolistas.
-¿Cómo observa el fútbol actual?
-Está muy dinámico, muy rápido, y totalmente diferente a cuando empecé a jugar en Brasil, que era mucho más tranquilo. Hoy se juega más rápido y con un juego muy físico.
-¿Qué recuerda de su paso por Boca?
-Fue muy difícil jugar en Boca. Primero, porque el club no estaba viviendo un buen momento como pasa hoy. Segundo, porque necesitaban fichar un defensor, yo había quedado libre de Fluminense en el 2009, me ofrecieron Boca, pero venía de un año parado, sin jugar, y me costó agarra ritmo. Igualmente, no lo pensé dos veces, imagínate, fui directo.
-¿Cómo fue su llegada al club de la Ribera?
-Arribé el 2 de febrero de 2010, en condición de libre, luego de mi paso por Fluminense. Cuando llegué, estaba Abel Alves como entrenador, que era el técnico de la Reserva y tras la salida de Alfio Basile lo subieron a Primera. El Chueco me dijo que quería contar conmigo y verme jugar. Pero me apuró, porque a los 10 días me puso frente a Estudiantes de La Plata.
-¿Con qué se encontró cuando arribó al club?
-Cuando llegué, pensé que iba a hacer una pretemporada de por lo menos tres o cuatro semanas, pero el club necesitaba un defensor urgente, que llegara, se pusiera la camiseta y jugara. Yo no estaba en condiciones, sin embargo, debuté de titular en La Bombonera.
-¿Cómo fue su debut?
-Estuvo bien, tranquilo. Las cosas no estaban bien en Boca, pero hicimos un buen juego. Fue mi primer partido en Lla Bombonera. Comenzamos ganando 1 a 0 con gol de Palermo, pero después nos empataron. Me sentí bien jugando de local. Pero luego se hizo difícil, porque el equipo no andaba bien y el clima del plantel era muy malo. Además, cuando estás mucho tiempo sin jugar se te complica entrar rápido en juego, ¿no?
-¿Le costó adaptarse?
-Sí, mucho. Si hubiera tenido un tiempo previo de preparación, hubiese rendido. Pero me apuraron a la semana y media de llegar, y no rendí; no pude prepararme bien. Llegaba con mucho tiempo sin haber sumado minutos en cancha y encima no entrenaba, porque había quedado libre del Flu.
-¿Por qué había un mal clima en Boca?
-Porque pasaba de todo. La dirigencia encabezada por Jorge Amor Ameal, actual presidente, manejaba mal el club. Encima, había muchos cambios de entrenadores. Me quedé durante cuatro meses y me fui. En ese tiempo, Boca tuvo tres directores técnicos y es muy difícil atravesar esa situación, debés adaptarte todo el tiempo. Por ese motivo, el club no pasaba por un buen momento y se hacía complicado mantenerse en la institución.
-¿Qué sintió al jugar en La Bombonera?
-Fue espectacular, especialmente cuando disputé el Superclásico. Se siente un poco de miedo por la afición que está cerca y vibra toda la cancha. Igualmente, he jugado con Flamengo en el Maracaná de Río de Janeiro la final de la Copa de Brasil contra Gremio ante 130 mil personas en 1997 y fue una locura. Así que estaba acostumbrado a un clima caliente y lleno de gente. Me encantaba jugar en La Bombonera.
-Jugó en Santos también.
-Sí, dos años, y la cancha es muy parecida a la de Boca. La afición no es parecida, pero la cancha sí, pequeñita y cerca del público. Me encantaba jugar en esas condiciones.
-Fue parte del plantel del Xeneize en el momento en el que estaba dividido con Riquelme de un lado y Palermo del otro. ¿Cómo vivió aquella situación?
-No había amistad entre Riquelme y Palermo. Era un vestuario raro y difícil de estar. Conmigo estaban tranquilos, no tuve problemas con ninguno. Nunca vi una pelea, tampoco un charla entre ambos, pero se notaba que no se llevaban. El entrenador no se metía ni hablaba con ellos, todos divididos.
-O sea, ¿no había ningún tipo de vínculos entre ellos?
-No, no lo había, no se hablaban ni se saludaban, pero en la cancha todo era diferente, porque los dos marcaban diferencias en el juego. Yo no era ni de un grupo ni del otro, me quedaba tranquilo, apartado y junto a Claudio Morel Rodríguez. No tenía trato cercano con ninguno de los dos, cada uno estaba en su sitio. Cuando el entrenador entregaba los trajes, la ropa de entrenamiento, hacíamos fútbol. Pero fuera del campo, cada uno tenía sus amigos. Nunca los vi charlar, pero en la cancha los dos se mataban.
-¿Compartió momentos fuera del ámbito laboral con alguno de ellos?
-Luego de los entrenamientos, como a Riquelme le gustaba ir comer choripanes a una parrilla pegada a La Bombonera, había días en los que me invitaba e iba junto a sus amigos del plantel. Román llegaba a la parrilla y se ponía a cocinar los choripanes y hacía el asado. Íbamos seguidos. Él era un amante de los choripanes (risas).
-¿Qué ambiente se generó en el plantel a raíz de las diferencias que existían entre Riquelme y Palermo?
-No había un buen ambiente y se notaban las diferencias que existían entre Román y Palermo, que eran estrellas, dos futbolistas que tenían un ego muy grande dentro de Boca. Eso no ayudaba al equipo y no era bueno, principalmente para los chicos de la cantera que subían al primer equipo. Por eso no rendíamos en el campo de juego, porque esas diferencias no le hacían bien al conjunto, más allá de qué en el campo de juego dejaban de lado las diferencias personales. El clima fue muy malo en todos los sentidos.
-¿Cómo fue su primer día de entrenamiento?
-Muy difícil. Al otro día de que llegué a Buenos Aires, me levanté a las 6 para ir a sacarme sangre, y luego tuve que ir a hacer mi primer entrenamiento físico como loco. Quedé muerto porque no estaba acostumbrado. Eso me pasó porque llegué la noche anterior y no dormí bien. Al día siguiente, tuve que hacer la revisión médica y no estaba en condiciones.
-¿Se pudo adaptar a la cultura argentina?
-Es muy distinta a la de mi país, muy diferente, y recibí otro trato. Para mi familia fue muy difícil porque los niños se quedaron cuatro meses sin poder ir a la escuela. Y mi esposa estaba preocupada por esa situación, ya que ellos no podían estudiar. Vivía en Puerto Madero y es increíble, un barrio muy lindo.
-¿Qué tipo de trato recibió?
-En primer lugar, la aceptación de mis compañeros no era buena. Estaba siempre solo. En el vestuario, estaba aislado. Después del entrenamiento, me bañaba y volvía casa. Estaba acostumbrado a otro trato en Brasil. En mi país, cuando un extranjero viene a jugar tiene mucha más contención que en Argentina, porque el brasileño te llama para ir a la casa, te lleva a comer afuera y se arma encuentros de familias. En cambio, allá es más difícil que eso suceda y recibí una trato más frío porque, salvo cuando fui un par de veces a la parrilla con Román, después no salía con mis compañeros y me la pasaba todo el día en mi casa, sin poder salir a la calle.
-¿Fue una buena experiencia venir a jugar a Boca?
-No fue una buena experiencia venir a jugar a Boca, una pena. Porque, mas allá de que no estaba preparado físicamente para hacer mi juego, vine con muchas expectativas y entusiasmo de jugar en el equipo más importante de Argentina. Fue un momento muy complicado por haber estado tanto tiempo sin jugar y por el mal clima que había en el plantel. No es lo mismo venir a Boca ya preparado físicamente para jugar, que si necesitás en mini pretemporada como yo pretendía.
-¿Qué promesas le hizo la dirigencia que no cumplió?
-La única promesa que no cumplieron fue la de entregarme un coche para trasladarme de mi casa al entrenamiento. Me lo habían prometido, pero nunca me lo dieron, y tuve que viajar en taxi todos los días.
-¿Pero después le reembolsaba la plata el club?
-No, lo pagaba yo de mi bolsillo, no me lo pagaba Boca. Con mi familia me movía por todo Buenos Aires en taxi. Eso no era bueno para nosotros y fue una de las cosas que puse en la balanza para decidir dejar el club y volver a Brasil. Fui a la Argentina junto con mi mujer, dos de mis tres hijos, una empleada doméstica, y teníamos mucha dificultad para ir al supermercado.
-¿Por qué?
-Cada vez que íbamos al supermercado necesitábamos dos taxis y muchas veces no podían cogerlos. No entrábamos todos en uno, ya que iba yo, mi mujer, mis dos niños y la empleada doméstica. Entonces, teníamos que tomarnos dos taxis, inclusive hasta para ir al centro porteño para conocer un poco la ciudad.
-¿Qué argumento le dio Boca para no darle un auto?
-Yo se lo pedí, pero nunca me lo habilitaron, lo habló mi representante. Eso fue un pedido en especial que le hice y es difícil comprar un coche en Brasil y traerlo a la Argentina. Es lo único que no me cumplieron. El resto, sí. Cobraba al día en pesos argentinos todos los meses y luego los cambiaba a dólares en el mercado negro.
-¿Por qué se dio su salida del club?
-A los cuatro meses de haber llegado fui a hablar con los dirigentes para pedirles irme de Boca y volver a Brasil con mi familia. Rescindí mi contrato que era por un año. Había un clima caliente y no me sentía cómodo. Cambiaron al entrenador a los dos meses de haber llegado y este nuevo no me tuvo en cuenta, ya que tenía su equipo formado y no contaba conmigo. Yo todavía tenía mercado en Brasil y decidí rescindir mi vinculo.
-¿Vivió una etapa difícil en Boca?
-Sí. Los cuatro meses que viví en Boca fueron los más difíciles de mi carrera, porque en los demás equipos de mi carrera yo no pedí salir, pero en Boca sí, escapé del club. No me sentía cómodo. Salía del entrenamiento, me iba a mi domicilio y me quedaba ahí, no hacia otra cosa y por eso me sentía mal. En mi país, vivo diferente y difícilmente me quede en mi casa, solo estoy para dormir. Me la pasaba de mi casa al entrenamiento y del club a mi casa, eso me hacía muy mal. Por el poco tiempo que estuve no pude hacer amistad y no podía moverme por Buenos Aires porque no tenía auto. Lo peor es estar viviendo aquella situación en familia, porque estando solo la podía soportar.
-¿Le recomendaría a su hijo que venga a jugar a Boca?
-No se lo recomendaría, Boca es un club muy difícil. Igualmente, mi hijo de 16 años está en la selección base de Brasil, es portero, y es complicado que se vaya de su país.
-Con la camiseta Azul y Oro enfrentó a River. También, disputó con Flamengo un duelo contra Botafogo. ¿Hay similitudes o diferencias entre ambos clásicos?
-Son parecidos, pero en la Argentina se vive mucho más fuerte un Superclásico. Argentina se para cuándo se disputa un Boca-River. Es impresionante. Es el partido más importante del mundo, porque un Barcelona-Real Madrid es distinto, pero desde el lado futbolístico y en cuanto a la afición y las repercusiones que deja el juego, el Boca-River es único. Jugué un solo Superclásico en La Bombonera y ganamos 2 a 0. Ya está, no perdí contra River (risas).
-¿Se compara la hinchada de Boca con la de Flamengo?
-Es distinta. Una diferencia tiene que ver con el aliento, porque la hinchada xeneize no para de cantar, se pasa todo el partido alentando (risas). La del Flamengo en el Maracaná tiene momentos en los que se queda un poco más tranquila, pero las dos son bellísimas de observar.
-¿Es Flamengo el gran candidato a ganar la Copa Libertadores 2022?
-No, para nada porque no es un buen momento el que vive Flamengo en Brasil. Va a tener muchas dificultades, porque aún no está ajustado el equipo. Le falta un poco de ritmo y buen juego.
-Jugó en Santos, clásico de Corinthians. ¿Como observa al Timao, rival de Boca por Copa Libertadores?
-Corinthians tiene un buen equipo, será un duelo atrapante para ver. Cuenta con un buen plantel de futbolistas como Willian, que está viviendo un presente espectacular, con Paulinho, que es muy buen mediocampista con pasado en la selección brasileña, con Júnior Moraes que está recuperando su forma. El equipo está con ritmo. Vino a Rio de Janeiro a ganarle 3 a 0 a Botafogo, y le pudo haber hecho por más goles. En cambio, Boca no llega bien por el momento que está viviendo. Riquelme está teniendo problemas con Sebastián Battaglia y eso puede repercutir en el juego, es complicado entonces.
-Fue compañero de Román y Sebastián. ¿Se pelearon los dos algún vez en el vestuario?
-Ambos son personas de mucho carácter y se notaba cuando compartíamos plantel. No vi una pelea entre ellos cuando estábamos en el vestuario, pero espero que dejen sus diferencias de lado y hagan lo mejor para Boca. El club es solamente uno y si ocupan cargos dentro de la institución no tienen por qué pelear, eso perjudica al Xeneize.
-¿Cómo era Battaglia como compañero?
-Una buena persona, ya tenía perfil de entrenador. Era muy tranquilo, hablaba poco, pero bien. Apoyaba y motivaba a sus compañeros. Tenía un perfil de líder.
-¿Qué balance hace de su paso por el seleccionado brasileño?
-Me fue bien las cuatro veces que estuve, entre 1998 y 1999. El entrenador era Vanderlei Luxemburgo. Disputé la Copa de las Confederaciones en México, donde fuimos campeones ante el seleccionado local. Fue una muy buena experiencia. Además, disputé dos encuentros contra la selección argentina, uno en el Monumental de Núñez, y otro en el estadio del Inter de Porto Alegre. Me gustó mucho vestir la camiseta de mi país, representar a Brasil fue lo mejor de mi carrera.
-De cara a Qatar 2022, ¿considera que Brasil es una de las favoritas a ganar la Copa del Mundo?
-Sí, Brasil es una de las favoritas para ganar el Mundial de Qatar. Está jugando muy bien de la mano de Tite y ojalá que se consagre, el pueblo brasilero necesita una alegría. Argentina también es favorita. Ambas son dos grandes federaciones. Cuando se enfrentan, el mundo se paraliza para ver el partido. ¿Viste lo que sucedió en la final del Sub 17 en Francia que terminó con una pelea entre futbolistas de ambos equipos? La rivalidad viene por ahí. No me gusta la pelea, es fea y mala. Cuando juegan al fútbol, se transforma en un partido interesante por las ideas futbolísticas que muestran ambos seleccionados.
-¿Cómo observó la situación del partido que todavía está suspendido entre Brasil y Argentina por las Eliminatorias?
-Es una situación complicada. Yo todavía no conozco el motivo, pero espero que se termine de jugar, que se complete y espero que salga todo bien. Eso no puede volver a pasar. Esa interrupción en el campo de juego entre Brasil y Argentina no fue una buena imagen que dejaron dos de las selecciones más importantes del mundo.
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