Cuando este sábado empiece a rodar la bocha en el primer Mundial Femenino de Polo se habrá dado un paso más en la evolución constante desde que las chicas argentinas empezaron a jugar rompiendo una tradición masculina que parecía eterna. Con pequeños torneos primero, con cotejos internacionales luego, el polo femenino argentino fue creciendo hasta ser anfitrión de este encuentro con la presencia de seis países. Una de las chicas que hizo su camino primero en soledad y luego asociándose con otros impulsores del polo femenino, le contó a Infobae cuáles eran los desafíos del comienzo y cuál es la situación actual.
Lía Salvo es jugadora de nueve goles de handicap, se coronó campeona dos veces del Abierto Femenino de Polo en Argentina y con la Selección Argentina en la Women’s Cup al final de la temporada 2021. Jugó junto a G-String en el Abierto Femenino de los Estados Unidos y forma parte de la Subcomisión de Polo Femenino de la Asociación Argentina de Polo.
-¿Cómo comenzó tu vida en el polo? ¿Cuándo fueron tus primeros encuentros con un taco?
-Empecé a jugar al polo a los nueve años en América, en el club de mi pueblo, Namucurá. Obviamente era la única mujer. Jugaba con amigos de papá, con hijos de sus amigos, algunos primos. Papá en casa tenía una canchita y siempre recibió a muchos chicos de mi edad, me hizo mucha pata cuando se dio cuenta me gustaba.
Empecé a agarrar un taco a los siete u ocho años cuando lo pude dominar, levantar por el peso y la verdad que ahí empezamos, era algo que comparto con papá, hasta el día de hoy que lo compartimos y la verdad que hemos pasado buenos momentos juntos y pasamos. Así como con mamá compartí algunas cosas, con papá era andar para todos lados a caballo. Me divertía muchísimo el campo y poder hacer un deporte con los caballos fue espectacular.
-¿Cuándo decidiste comenzar a hacer este de manera profesional o que ya sabías que te querías dedicar a eso?
-Terminó el colegio, fui una alumna bastante buena, no me costaba el estudio para nada. Se acercaba fin de año y en mi cabeza estaba que podía empezar a estudiar. La carrera no aparecía entonces le propuse a mis papás probar hacer algo con el polo. Mi mamá no estaba muy de acuerdo, mi papá no decía nada, pero obvio estaba feliz. Me bancaba le gustaba la idea. Pero me pusieron una condición, que si en un año o dos me iba mal, o no lograba cosas o no llegaba a demostrar que podía llegar a hacer algo con esto, me iba inmediatamente a estudiar con mis hermanas a Buenos Aires (una es médica la otra es abogada). “Perfecto”, dije yo. Desde ahí no paré de moverme hasta que me empezaron a surgir invitaciones. Fui a Singapur, ahí conocí a una de las mujeres con las que juego hasta el día de hoy. Al tiempo fui a Inglaterra con un solo torneo, me pagué el pasaje yo, todo remándola de una forma u otra. Tres amigas inglesas que había conocido en un torneo en Argentina, una me pagó el pasaje, la otra me hospedaba, la otra me prestaba un caballo. Bueno así llegué a Inglaterra que era el sueño de mi vida. Tenía mucha curiosidad, me llamaba mucho la atención el país y la cultura inglesa. Llegué y jugué, y me pedían que me quede algún fin de semana más. Ahí empecé a hacer todas mis colecciones, los que fueron mis primeros contactos afuera.
-En ese momento, ¿contaste con el apoyo de tu familia?
-Conté siempre con el apoyo de mi familia. Nosotros somos de América, a 400 kilómetros de Buenos Aires, mi papá es de allá de toda la vida, soy la hija más chica de tres hermanas mujeres. Papá nunca se imaginó que alguien seguiría con lo de él, con el tema caballo, polo. De hecho había dejado de criar, dijo “listo, tuve tres mujeres”. En esa época no era ni opción. Si bien había algunas jugadoras en esa época en Argentina eran muy pocas, y la verdad que en América mucho no estábamos con el tema del polo femenino.
-¿Comenzaste a viajar por el exterior y notaste diferencia con Argentina?
-En ese momento comencé a viajar al exterior, llegué a Inglaterra y me di cuenta que había muchas mujeres, que había algo ya organizado de chicas. Estaban adelantadísimas, iban años luz de nosotros. Entonces ahí me di cuenta que esto iba para adelante, acá también hay chicas que juegan, hay torneos. Ahí me convencí de que sí era una realidad el polo femenino y que se podían hacer muchas cosas y sobre todo en mi país.
En Argentina estaban atrasadísimos, porque en Inglaterra había chicas manejando los camiones con caballos, petiseras (cuidadoras) por todos lados, ni hablar veterinarias y jugadoras. Estaba lleno de mujeres en torno al polo. La verdad que eso fue un gran impacto para mí. A mi edad ver eso, dije ¿Qué estamos haciendo en mi país que no estamos haciendo esto? Me pareció tremendo eso, no me lo voy a olvidar nunca. Ahí fui evolucionando, eso fue un gran apoyo, porque ver que en otros países, en culturas mucho más avanzadas ya la mujer estaba instaladísima en muchos roles que solían ser solo de hombres, fue espectacular.
A partir de ahí, pasaron algunos años hasta que el polo se empezó a desarrollar un poco más acá. Fue clave la decisión la subcomisión femenina en Argentina hace quince años, se inventó un handicap para mujeres, solo para torneos femeninos, y eso fue un antes y un después en el polo femenino.
Fue gracias a Luis Lalor que surgió esta idea del handicap de 0 a 10 para mujeres y bueno así pudimos calificar a las jugadoras, y por ende a los equipos y a los torneos. Al principio los handicaps no estaban bien puestos y costó, llevó entre tres y cuatro años ajustarlos para que los partidos empiecen a salir realmente parejos entre dos equipos de 16 goles a 20 goles. Este fue un gran paso que dio la Argentina aunque al principio se resistieron muchos países, muchas asociaciones, las más importantes del mundo pero finalmente vieron que funcionaban y decidieron adoptarlo.
-¿Cuándo empezó a crecer el polo femenino?
-En Argentina empezó a crecer cuando apareció un calendario de mujeres, antes solo existía la Miria Megui, que era el único torneo femenino, se jugaba en Indios. Apareció otra copa más, y otra y otra, y hoy tenemos un calendario de mujeres en la temporada de primavera y en la temporada de otoño. Ha crecido muchísimo, la mentalidad evolucionó también, una aceptación mayor con que la mujer también juegue, había muchas hijas de polistas, hermanas, novias que empezaron a jugar. Y se dieron cuenta de que las mujeres también podían jugar, más allá de que si sos profesional o no, te divierte jugar al polo y punto. Contar con el apoyo de grandes jugadores y jugadoras hacia sus hijas, sobrinas, fue buenísimo. Entonces eso llevó a que hace cinco años atrás estuviéramos jugando el primer Abierto Argentino de mujeres con final en Palermo.
-¿Cómo ves la actualidad del polo femenino sobre todo que se viene por delante el primer mundial femenino?
-El polo femenino sigue creciendo en el mundo y en Argentina. Este año, Delfín Uranga que es un gran promotor del polo de mujeres, sigue apoyando al mayor crecimiento todavía y se va a jugar el primer mundial, que creo que también es un éxito. Mundial con seis naciones, seis países participando. Está todo puesto para que salga muy bien, se está trabajando mucho en la selección de caballos y con las chicas del equipo (Agustina Imaz, Azucena Uranga, Catalina Lavinia, Paulina Vasquetto, Malena Martínez, Luisa Del Carril, Alexia Laprida, Jazmín Dupont y Fátima Balzano). Esto es bueno, no solo que las que fueron seleccionadas están felices, sino que las que no lograron estarlo, añoran también estar seleccionadas. Eso hace que quieras evolucionar, que quieras superarte, son todas motivaciones que logran motivar a jugadoras de todos el mundo.
-¿Qué le aconsejas a aquellas que están dando sus primeros pasos?
-Es un deporte muy lindo que se puede hacer en familia y al aire libre, se mezclan muchas generaciones, no importa la edad. Podés jugar con tu papá, tu mamá, tus hermanos, tus tíos o tus abuelos en la misma cancha. El que tiene la posibilidad de jugar al polo, subirse a un caballo primero y pegarle a la pelota, que no se la pierda, porque es un deporte sano, en un lindo ambiente al aire libre, en contacto con uno de los animales más nobles a mi criterio. Es un deporte peligroso también, por eso, tal vez, un mensaje que me gustaría dar a los que empiecen, es que se tomen tiempo para lograr andar bien a caballo. Los accidentes pasan, pero podés evitar grandes lesiones andando bien a caballo, teniendo el control del mismo. Pero para mí es el deporte más lindo que hay.
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