Lola del Carril, la relatora que hizo historia en el fútbol argentino: “Me armé mi propio diccionario de las palabras que quiero utilizar”

Surgió de un reality que buscaba periodistas para narrar los partidos y a los 23 años ya se convirtió en una exponente: “Todavía no encontré mi sello, recién empiezo e imagino que voy a variar un montón de estilos”

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Lola del Carril surgió de
Lola del Carril surgió de un realty que buscaba relatoras y rápidamente se convirtió en una referente de la nueva generación

Lola del Carril entró, con sus temores a cuestas, al Estadio Único de La Plata. La licenciada de comunicación social, de apenas 23 años, tenía experiencia en circunstancias de presión extrema: poco tiempo atrás, a mediados de 2021, se había erigido como ganadora del reality “Relatoras argentinas” y afrontó su inmediata explosión. Pronto, los nervios mutaron y se convirtieron en pasión pura. El encuentro entre Villa San Carlos y River, por el campeonato de fútbol femenino, le dio la chance de saltar a la historia grande del periodismo. La comunicadora recaló en ESPN, señal en la que le da voz a los partidos de las principales ligas europeas, y la semana pasada, en el marco de la anteúltima fecha de las Eliminatorias Sudamericanas, le llegó la oportunidad de estar al frente de la transmisión de Perú-Paraguay, por la Televisión Pública.

Todavía faltaba para el premio mayor: este viernes se transformó en la primera mujer en relatar un cotejo de Primera División masculino –Central Córdoba de Santiago del Estero contra Huracán-, que se emitió por TV Pública. Con la prestancia y habilidad de un 10 clásico, y la potencia de un delantero rompe redes, Lola no se achica ante las críticas ni por los resabios de machismo en el deporte rey. El amor por el juego y el disfrute, con micrófono en mano, son el motor para destrozar los estereotipos.

-¿Cómo adquiriste esa pasión por el relato?

-No tengo recuerdos de mi persona sin pelota en mano. Yo iba siempre al club y jugaba al hockey, pero me la llevaba siempre. Me paraba en el punto del penal y hasta que no la metía en el ángulo no me iba. Siempre me gustó el fútbol y el relato también. Mis amigos me recuerdan, en este momento de auge, que relataba los partidos de hockey o los asados, sin saber que quería ser relatora. Era una pasión que tenía que ser descifrada y materializada.

Veía, como todo el mundo, los partidos del torneo local, y escuchaba a (Mariano) Closs, por lo que había algo de imitación, pero era chica. Era lúdico y en el círculo íntimo. Hace dos años yo estaba en un asado con amigas: cada una tiene su rol dentro del grupo y a mí me decían “che, mostrá tu gracia”. A veces relataba cómo salía la morcilla, las achuras (risas), era un poco eso. Mis viejos eran muy futboleros, pero lo mío era de mandarme, de sacar esa verborragia a relucir.

-¿Cuándo asumiste que ibas a estudiar comunicación social?

-Apenas terminé el colegio me había anotado en Derecho y estaba segura de que quería ser abogada, porque recuerdo que me la pasé toda la secundaria peleando y debatiendo con los hombres de mi clase. Yo estaba más con los varones que con las mujeres, porque jugábamos al fútbol en los recreos. Lo mío era siempre con una terquedad que mis profesoras me decían “vos te tenés que dedicar a esto”. El ímpetu tenía que estar puesto ahí. En el último año la directora propuso hacer un programa de radio y ahí, sin saber que podía ser lo que me gustaba, me pusieron al mando de la conducción con un compañero. Me empecé a sentir como pez en el agua. Ya el último día, cuando conduje un acto enfrente de todo el colegio, me di cuenta de que tenía que hacer algo en los medios. Entre las profesoras me empezaron a convencer y fue un giro inesperado. No quería estudiar solo periodismo porque buscaba amalgamar otras facetas, y eso me pareció lo más completo.

-¿Qué te decía tu familia en ese proceso?

-Creo que todos sabían que de alguna manera u otra iba a terminar relacionada al fútbol. Soy una persona muy intensa, y todo lo que hago, lo hago al 100%. Lo exteriorizo. Ellos estaban acostumbrados a ese fanatismo y fue todo totalmente natural. Por supuesto que se alegraban por mis logros, pero tuve que ir variando. Hice notas con Las Leonas, para ESPN en la reserva, pasé por un panel, de pronto no tuve trabajo, estuve en una radio… Eso tiene esta profesión: de repente pisás firme y cuando no te das cuenta, hay una baldosa floja. Hubo mucho apoyo en ese sentido.

-¿Cuándo te llegó esa primera oportunidad de relatar?

-Arranqué a hacerlo en el diario La Futbolista, que es federal, y ahí me llamaron de Radio Ensamble, que estaban buscando a una mujer para ocupar ese rol. Yo me animé aunque era nuevo para mí. El relato radial era nuevo para mí, y si hoy escucho lo que hice en ese momento, no me gusta para nada. No tenía tantas horas de vuelo y no estaba preparada, pero el relato se hace al andar, no hay una escuela. El salto fue en el reality de la TV Pública.

Los relatos de Lola Del Carrill

-¿Cómo surgió la posibilidad de anotarte en Relatoras Argentinas? Terminaste siendo la ganadora...

-Un día, viendo la tele, me enteré porque lo promocionó Ángela Lerena. Me interesó al momento y mis amigas se pusieron muy manijas, exigentes. Me resonaba la palabra reality, no quería meterme en un Gran Hermano, en una casa, no sabía cómo iba a ser el formato. Igual, me terminé anotando, y me acuerdo que en un momento el proyecto se estancó. Mandé un video relatando un gol de Sebastián Villa y me llamaron avisándome que quedé para participar. Pasé por todas las etapas: el nerviosismo, el miedo… pero ya estaba ahí.

Fue una experiencia muy linda porque el programa se hizo desde un lugar sano, real y transparente. Había muy buena relación y con el jurado teníamos cercanía, nos aconsejaban. Era una escuela, no fue banal ni tendiente únicamente al espectáculo. Obviamente hay rispideces y competencia porque todos queremos ganar, pero era interesante ver cómo profesaba el otro la manera de incorporar el relato. Aprendí a lidiar con la frustración y a apoyarnos, fue comunitario. No me arrepiento para nada, lo volvería a hacer y ojalá que haya otra temporada para que sigan sumando mujeres al medio. El fin es ese. Me entregaron el contrato el sábado siguiente y de repente estaba haciendo River-Villa San Carlos, con el micrófono en mano, con cámara, con la previa, saliendo con Gabriel Corrado en una presentación. Ese fue el primer pico y asumir que ser relatora ya no era un sueño, sino una realidad.

-¿Cómo te manejás en un ambiente tan machista como el del fútbol? ¿Te preocupa la mirada ajena, sobre todo en las redes sociales, de un sector que te critica por ser mujer y relatar?

-Somos personas y a todos nos interpela lo que puedan llegar a decir de nosotros. Soy bastante sensible y, como todo esto es nuevo, en el marco de un salto exponencial, no estoy acostumbrada a la exposición. Hay gente que opina de mí como si fuera un títere de vidriera. Cuando una empieza a ocupar esta clase de lugares, se desdibuja un poco el límite entre lo público y lo privado, y creen que hay potestad de decir cualquier cosa con total libertad y crueldad. A veces piensan que no los leés, te ven holograma y se imaginan que no tenés corazón. Yo lo he sufrido, tuve días de llorar y replantearme si quería poner el cuerpo de esa manera durante toda mi carrera. ¿Para recibir flechazos gratis?

Ojo, no es solo por ser mujer. Es porque no les gusta mi estilo, como lo hacen con todos los relatores. Por momentos me río como un mecanismo de defensa, en otros la persona me da lástima, porque se tomó el tiempo de etiquetarme para decirme cosas feas. No lo haría nunca y no entiendo cómo están configurados para derrochar odio. Detrás del celular somos todos piolas. Me ha pasado de contestar esos mensajes con altura y de encontrarme con respuestas como “no puedo creer que respondiste, te re banco”. Me acabás de decir que soy horrible, ¿qué onda? No sé qué es lo que buscan, pero intento aferrarme a la opinión de los colegas que de los outsiders al entorno. Lo que vale no es la crítica destructiva de Twitter.

-¿Qué fuiste incorporando, a los golpes y con experiencia, en tus relatos?

-Me parece que fui encontrando mi cadencia, mi ritmo. Pasé de estar muy acelerada a aprender el tempo televisivo, a conocer maneras de contar el fútbol. Analicé cómo conectar las distintas fases del juego, cuando hay pases en el fondo, de qué metáforas uso cuando la pelota está en el aire. Soy bastante metódica y por eso me armé mi propio diccionario de las palabras con las que quiero verbalizar el deporte. Mi sello no está encontrado, tengo 23 años, recién empiezo e imagino que voy a variar un montón de estilos. Estoy en la búsqueda constante, y el relato es hacer y deshacer. Son 90 minutos de vértigo armando sobre la marcha, habitando un universo lingüístico que es y que no es al mismo tiempo. Quizás en el partido siguiente estás creativo y se te ocurre todo; estoy abierta a todo lo que vaya sintiendo en el corazón, pero también de aprender de mis errores.

-Estuviste al frente de Perú-Paraguay y relataste Central Córdoba-Huracán. ¿Qué sentís sabiendo que te convertiste en la primera en relatar un partido de Primera División del fútbol masculino?

-No caigo (risas). Me cuesta un poco registrar y entender todo lo que me está pasando. Es fuerte y fue todo muy de golpe. Intento tener los pies sobre la tierra pero formar parte de algo tan histórico me emociona un montón. Me enorgullece que me den la oportunidad y que confíen en mí. Hablo en plural, porque ahora me toca poner la voz a mí, pero es para todas las que estamos en el campo deportivo. Hay muchas que pusieron el cuerpo en momentos mucho más incómodos. Intento estar a la altura y que me sigan conociendo.

Es un desafío porque el público de nuestro fútbol es distinto, hay otra aceptación y otro rechazo. Hay que estar firme y no trastabillar, porque siempre está la opinión y el revuelo. No tengo que perder el foco de que es mi trabajo y es lo que amo. Lo hago porque me divierte. Cuesta no cargarme de cierta responsabilidad, aunque no me siento referente. Quizás la historia pueda ponerme en ese lugar, pero soy solo una persona haciendo lo que le gusta.

-¿Cómo solés preparar los partidos y diagramar lo que tenés por delante?

-Depende mucho del tiempo que tengo para prepararlo. Este fin de semana me toca relatar de viernes a lunes, entonces solo tengo el día previo. En ese caso, hago un estudio bastante atomizado. Hago énfasis en el contexto, en lo que se espera de cada equipo, la historia que el club tiene detrás. Después, tengo que pasar jugador por jugador, el currículum, la nacionalidad, alturas. Muchos datos y recursos; si están las transmisiones disponibles, miro uno o dos encuentros de cada institución. Eso me ayuda a reconocerlos fisonómicamente, anotarme los distintivos, los colores de los botines… Quiero achicar lo más que pueda el margen de error. En ESPN, particularmente, les importa mucho la pronunciación de los nombres, algunos bastantes extraños para nuestra lengua (risas). Si es un partido épico, de esos en los que está bueno enaltecer ciertos aspectos, me armo alguna frase poética. Tienen que ser poderosas, por eso las armo previamente y las saco de la galera.

"Quiero que llegue del otro
"Quiero que llegue del otro lado cómo le imprimo el sentimiento al deporte", asegura

-Si tuvieras que sintetizar tu forma de relatar en pocas palabras, ¿qué dirías?

-¡Qué difícil! Me considero muy pasional y quiero que llegue del otro lado cómo le imprimo el sentimiento al deporte, que es lo que yo siento. Eso es lo más lindo, que se vea el amor y la vehemencia con la que relato. Además, estudié comunicación, y me importa mucho la elección de las palabras. Como se puede, mecho el universo académico que me gusta.

-Hace algunos días, 91.000 personas estuvieron presentes en el Camp Nou para ver el Barcelona-Real Madrid de fútbol femenino. ¿Qué creés que falta para que podamos ver un Monumental o una Bombonera repleta?

-Es mucho más complejo de lo que parece porque se vincula con un montón de necesidades que no se han abordado. Falta estructura en los clubes, que haya gente preparada para estar al mando, que empiece también a equipararse en lo salarial. Más allá de los saltos que se consiguieron, queda un montón, porque estamos en la era semi-profesional. Ojalá que las jugadoras puedan dedicarse full time, porque eso va a elevar el nivel y hacerlo más atractivo como producto. Los hombres simplemente van, entrenan, juegan y se van. Si las chicas están en constante lucha, eso es energía que se gasta. Hace falta que haya una inversión, que empiecen a permitirles recibir público porque es decisión de los clubes que no se abran las puertas de los estadios. Eso no puede pasar. Estamos en un momento de crecimiento y tienen que acompañar, dándoles el lugar que merece. Ni más ni menos, ni mejor ni peor, es el mismo deporte, solo que jugado por mujeres. Me parece que cada vez más gente se está interesando, las futbolistas ilusionan a las que se quieren dedicar a eso y hoy hay otro movimiento. Confío en que en unos años vamos a poder vivir eso que planteás. Celebremos que, por primera vez en la historia, Estudiantes, el otro club que faltaba, vaya a poner el UNO a disposición.

-¿Qué sueños tenés de cara al futuro? Sobre todo, teniendo en cuenta que el Mundial llega en breve

-Me encantaría relatar una Copa del Mundo, sería muy emocionante. Pero también me gustaría estar a cargo de una transmisión de la Champions League, escuchando ese himno hermoso y ponerle voz. Mismo la Copa Libertadores, o un Superclásico. Cuando se van cumpliendo esos sueños, se renuevan otros, y es muy lindo tenerlos porque nos motorizan. Es una zanahoria que nos hace laburar mejor: si uno no tiene una motivación, no tiene mucho sentido la vida. Igualmente, lo que más me importa es ser feliz y llevar de la mejor manera la exposición. Quiero disfrutarlo todo, porque es mucho más que trabajo. Es difícil, porque siempre hay fantasmas personales, pero busco el equilibrio.

-¿Qué legado querés dejar para las futuras relatoras y para vos?

-Quisiera demostrar que las mujeres pueden ocupar roles jerárquicos en el periodismo deportivo. Que sigan soñando, que impriman su pasión, que levanten sus banderas y vayan por su distintivo dentro del campo. Anímense, porque hubo otras periodistas que pusieron el cuerpo para que las nuevas generaciones puedan irrumpir con fuerza dentro del fútbol. Me gustaría que se naturalice que una mujer esté relatando y una chiquita diga “yo quiero hacer lo que hace ella”. ¡Háganlo! Porque yo lo soñaba y recién lo pude hacer cuando llegó la oportunidad. Ahora que ya está la tierra más fértil para que nos metamos de lleno, hay una conexión que no se puede desandar entre el fútbol y nosotras. Ojalá pueda dejar la mejor referencia. Acá vamos a estar siempre.

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