“Soy un ex futbolista, pero no un ex combatiente”, describe Carlos Gustavo De Luca cada vez que repasa su carrera como futbolista y su paso por la Guerra de Malvinas. Él integra el grupo de diez ex jugadores que en 1982 colgaron los botines para portar un arma y formar parte de los casi 24 mil soldados argentinos que fueron a la islas.
“Me convocaron el 2 de abril. Al quinto día, llegamos a las islas. Me encontré con muchos soldados a la deriva y no sabíamos lo que iba a suceder. Pensábamos que se iba a arreglar todo muy rápido y de manera pacífica. Pero todo comenzó con el hundimiento del General Belgrano. A partir de ahí, sabíamos que estábamos en guerra y caímos en lo que verdaderamente estaba sucediendo”, confesó el ex delantero, quien antes de ir a combatir jugó en la Reserva de River junto a Sergio Goycochea, el Chino Tapia y Néstor Pipo Gorosito.
El Pelado De Luca estuvo los 72 días de conflicto en Puerto Argentino, donde sufrió un herida de bala en su cintura producto de un rebote y lesiones por la explosión de una bomba que cayó muy cerca.
Ya de regreso a Buenos Aires, no pudo continuar en River porque el club lo rechazó, pero sí logró seguir jugando en Nueva Chicago, All Boys, Talleres (RE) y Douglas Haig. Luego se fue a Chile, para jugar en Santiago Wanderers, Cobreloa y Deportes La Serena. Tuvo un paso por el fútbol suizo y volvió al país trasandino para jugar en Colo Colo. También se desarrolló en Alianza Lima de Perú y finalizó en el Everton, en 1996.
De Luca hoy remarca que el fútbol lo “salvó de no quedar preso de esos recuerdos horribles”, y que tardó años en reunirse nuevamente con sus ex compañeros de guerra. “No estuve cuando ellos luchaban para que los reconocieran, ya que tardé 17 años en volverlos a ver. No podía. Fue muy duro todo eso”, recordó en un mano a mano con Infobae.
-¿Qué es de su vida, Gustavo?
-Me retiré como profesional en Chile a los 34 años, producto de una lesión en la rodilla que me impidió seguir jugando y estuve 12 meses más viviendo en ese país, donde me operé antes de regresar a la Argentina en 1998. Desde ese entonces, vivo acá, soy agente inmobiliario porque compré algunas propiedades y estoy en eso.
-¿Por qué te retiraste tan joven?
-A los 20 años, cuando volví de Malvinas estuve en River y ahí padecí una lesión en una de mis rodillas, que me llevó dos veces al quirófano. Tras la recuperación, me dijeron que iba a jugar entre 10 y 12 años como profesional, pero fueron 14 hasta la hora del retiro. No fue una decisión por lo futbolístico ni por nada en especial, solo producto de la lesión.
-¿Cómo manejaste el tema del retiro?
-No fue tan traumático porque rápidamente cambié de chip. No sabía qué iba a hacer de mi vida, entonces volví a la Argentina a hacer el curso de director técnico. En dos años me recibí, pero la decisión de ser entrenador no la tenía tomada. Luego, se fueron acomodando las cosas. La verdad es que tendría que haber regresado a Chile porque soy más conocido allá que acá para dirigir, pero no me quise mover de mi país de origen.
-¿Naciste futbolísticamente en River?
-Sí, empecé a los 16 años en las inferiores del Millonario y tuve tres años muy buenos. En la temporada 1980/1 ya jugaba en la Reserva y justo me tocó hacer el Servicio Militar. Estando ahí, pude zafar y entrenar a la par en el club de Nuñez, pero luego me convocaron para combatir en Malvinas los 72 días que duró el conflicto bélico.
-¿Por qué no llegaste a debutar en la Primera?
-Luego de la guerra, volví a River; era mi último año antes de firmar contrato como profesional con 20 años, y tuve la lesión que a raíz de eso, el club tomó la decisión de dejarme libre, recién operado, y tuve que empezar de nuevo de abajo.
-¿Cómo te manejaste con el hecho de hacer al mismo tiempo las inferiores y el servicio Militar en el Regimiento 3 de la Tablada?
-Venía bien en el club, pero me cortó mucho hacer las dos cosas al mismo tiempo. Me quitó ritmo de juego, y no estaba a la par del resto, que entrenaba todos los días. Fui perdiendo terreno. Igualmente, jugué en reserva algunos partidos y luego ya con el tema de Malvinas perdí aún más terreno.
-¿Con qué jugadores hiciste la colimba?
-Estuve con Omar De Felippe y otros dos que eran de San Lorenzo, que luego de la guerra no jugaron más, Héctor Rebasti y Héctor Cuceli. Nos juntaron a propósito en la compañía A porque había un teniente general al que le gustaba el fútbol.
- ¿Y con quiénes entrenabas en River de los que llegaron a debutar en Primera?
-Jugué en Reserva con Sergio Goycochea, Carlos Russo, Pipo Gorosito, Adrián De Vicente, el Tapón Gordillo y el Chino Tapia, entre otros. Mi categoría era la 62.
-¿Fue todo muy rápido el hecho de pasar de jugar en River a la guerra de Malvinas?
-Sí, muy rápido. Todos los regimientos convocaron a los que habían hecho el Servicio Militar en 1981 y después hubo algunos que fueron a la guerra y otros que no. Cuando me convocaron fui por mis compañeros y no sabíamos a dónde íbamos a parar. Los altos mandos tampoco tenían noción hasta el último día. Me convocaron el 2 de abril. Al quinto día llegamos a las Islas.
-¿Con qué te encontraste cuando llegaste a las Islas?
-Me encontré con muchos soldados a la deriva y no sabíamos lo que iba a suceder, pensábamos que se iba a arreglar todo muy rápido y de manera pacífica. Pero todo comenzó con el hundimiento del General Belgrano. A partir de ahí, sabíamos que estábamos en guerra y caímos en lo que verdaderamente estaba sucediendo.
-Estando allá, ¿podías entender lo que pasaba en nuestro país?
-No lo entendía. Estando allá no podíamos creer que todo siguiera igual con nuestros amigos, que se entrenaban, vivían, salían, iban a la cancha, y nosotros estábamos en la guerra. Yo pude olvidarme rápido y enfocarme en el fútbol cuando regresé, pero tardé años en contar lo que había vivido. No existía el celular ni otro tipo de comunicación, sólo cada 15 días nos comunicábamos a través de cartas manuscritas con mis amigos y con mi familia. En Argentina todo seguía igual y nosotros en Malvinas luchando en la guerra. Encima, después empezó el Mundial de España y la selección participó.
-¿No tendría que haber participado?
-Sí, me parecía insólito y raro, no entendíamos nada. Cuando terminó la guerra, veníamos escuchando los partidos del Mundial por la radio. Había empezado la Copa del Mundo y Argentina participó como si nada pasara. Me parecía raro también que mis amigos fueran a los boliches y que todo siguiera normal, mientras existían compatriotas que estaban en guerra. Cuando llegamos a Buenos Aires nos dimos cuenta de que todo seguía igual. Hoy está la guerra entre Ucrania y Rusia y el fútbol ruso se sigue desarrollando, son cosas que no se entienden.
-¿Cuál es tu primera imagen de Malvinas?
-El primer bombardeo que sufrimos en mayo, después del hundimiento del general Belgrano. Estábamos en Puerto Argentino, a dos kilómetros de la ciudad. Ahí tuvimos primera sensación de que estábamos en guerra, que no fuimos en vano y que era el comienzo, tras el bombardeo de suelo argentino. Todo comenzó ahí.
-¿Qué difícil habrá sido dejar de patear una pelota para ir a portar un arma?
-Sí, la verdad que sí. Estábamos en Malvinas y nadie tenía ganas de estar ahí. Todos teníamos otros sueños para cumplir. No éramos militares de carrera, solo hicimos el servicio militar para cumplir con ese requisito, con la intención luego de volver a nuestras casas para hacer lo que quisiéramos. Tras lo sucedido, se le cortó el sueño a mucha gente que fue a la guerra, porque muchos muchachos no volvieron bien física ni psíquicamente.
-Y todavía lo están padeciendo
-Si. Se cumplen cuatro décadas y la mayoría de mis ex compañeros, con quienes me reuní luego de 17 años, no están bien y psicológicamente se quedaron en Malvinas, porque no se pueden recuperar de todo lo que sufrieron. Nunca cumplieron sus sueños y se quedaron con el tema de la guerra.
-En su momento, ¿que sensación te dio saber que tenías que ir a defender a tu país?
-Era como ser parte de una película sin darme cuenta de lo estaba sucediendo en Malvinas. Una vez ahí te tenés que defender, sino te morís, porque te quieren atacar y matar. No estábamos preparados para eso, pero lo tuvimos que hacer para sobrevivir.
-¿Volverías a luchar por tu país?
-No, la verdad que no. Cuando me junto con mis ex compañeros, algunos me dicen: “Viva la patria, volvería a Malvinas”. Pero yo no, porque no estoy ni estuve preparado para eso. Hay gente que sí y otra que no. No me cierra visitar las Islas ni como turista. Jamás lo hice ni tampoco busqué cerrar el círculo volviendo a ese lugar. Fue una etapa que ya pasó, la pude superar y no la quiero repetir.
-¿Sufriste alguna herida?
-Sí, me agarró la onda expansiva de una bomba y sufrí varias esquirlas en las rodillas y en la cara. Después, me entró una bala en la cintura de rebote, porque estaba la punta al revés. Pero no fue grave. Yo estaba con un mortero y una 9 mm y tenía poco manejo de la situación.
-¿Qué pasaba por tu cabeza estando allá?
-Pensábamos “qué estamos haciendo acá”. Después, vino la realidad. Pasamos frío y hambre, todo lo que te puedas imaginar. En los primeros días de mayo, los ingleses hicieron un cerco para que no pasaran los aviones argentinos que traían los alimentos y, entonces, con el tiempo empezó a escasear, y empezamos a tener mucho miedo a morir, a no ver nunca más a la familia, a los amigos. Fue duro.
-¿Pasaste mucho tiempo sin poder alimentarte bien?
-Sí, muchos días sin poder comer, con muchachos que sufrieron mucha pérdida de peso. Faltó comida, ropa de invierno producto de las temperaturas bajas, ya que era invierno y empezó a nevar, y no teníamos con qué protegernos. También carecimos de armamento. No nos podíamos comparar con Inglaterra. Había mucha diferencia, además, en las edades de los soldados. Ellos eran todos profesionales militares de entre 26 y 27 años. Nosotros, entre 19 y 20 años, con muy poquito manejo de armas, que muchas se probaron antes del combate y no funcionaban bien. Fue una locura. Pensaron que poniendo 12 mil soldados en las islas los ingleses no iban a venir. Fue el ultimo manotazo de ahogado para quedarse en el poder. Fueron muchas cosas las que desencadenó la guerra. Además, ni los altos mandos estaban preparados para combatir con el poderío militar de los ingleses.
-¿Cómo fue la convivencia entre los soldados?
-Entre nosotros, bien. Al principio, hubo problemas con los cabos, porque nos trataban mal como si estuviéramos haciendo la colimba. Luego, nos pusimos todos del mismo lado y fuimos para adelante, no nos trataban tan mal como se lo trató siempre al soldado en el servicio militar.
-¿Cómo fue tu regreso a la vida normal post guerra?
-Fueron 72 días de conflicto bélico y una experiencia mala. Enseguida, al volver cambié el chip. El fútbol me salvó de no quedar preso de los recuerdos, fue la escapatoria que tuve. Tenia la idea fija de seguir en eso y me costó muchísimo, porque tuve que empezar de nuevo, ya que River me dejó libre y lesionado.
-¿Te quedó alguna secuela?
-No. Me metí enseguida en el deporte y no tuve el problema que tiene la mayoría de mis ex compañeros. Uno se siente bien por un lado, mal por el otro, puedo dormir de noche. No como ellos que no duermen más de cuatro horas por día luego de lo que les pasó. Después de 40 años hay ex combatientes que todavía no lo pueden superar.
-¿Es cierto que River te rechazó cuando volviste de Malvinas?
-Sí, River no actuó bien conmigo en ese momento, cuando regresé de la guerra, pero nunca me enojé con la institución. 35 años después tuve un reconocimiento porque el ex presidente, Rodolfo D’Onofrio, se enteró de que hubo un ex combatiente de Malvinas que jugó en la institución. Me invitó a ver un partido al palco oficial, me entregó una camiseta con mi nombre, me homenajeó en el campo de juego y me afirmó que “se había enterado unos días antes” de mi pasado. Me pedía perdón por lo que había hecho el club. Pero él no tenía la culpa. Le creí todo lo que me dijo.
-Luego del abandono de River, ¿continuaste tu carrera en el Ascenso argentino?
-Sí, después estuve en All Boys y jugué en una selección que participó de un torneo en Malasia. Después pasé a Douglas Haig y de Pergamino me fui a Chile, donde me recordaron lo de Malvinas. Pude desarrollarme durante 9 años en la Primera División chilena. Me fue muy bien, ya que fui el máximo goleador con Santiago Wanders y en Deportivo La Serena, en dos torneos. Quería ser futbolista y lo logré. Tuve la contención de mis amigos y de mi familia. Saqué fuerzas desde donde no tenía para cumplir mi sueño de ser profesional.
-¿Qué te cantaban los chilenos en las tribunas?
-Las hinchadas rivales me cantaban canciones del tipo “te robamos las Malvinas”. Era una minoría, porque en su momento Chile ayudó a Inglaterra en la guerra. Pero nunca pensé que me iban a cantar eso. Muchos me trataron muy bien, pero hubo otros idiotas que me querían amedrentar, pero no me afectaba y lo tomaba como algo positivo para cerrarle la boca a ese grupo minúsculo de inadaptados.
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