Martín Cauteruccio, reflexiones de un goleador: “La cabeza es el 80 por ciento del deportista; si estás bien, vas a trabajar bien lo demás”

Capitán y líder de Aldosivi, el uruguayo habla de su amistad con Luis Suárez, del manejo del vestuario y de la importancia de la psicología en el deportista: “Lo más importante en un jugador de fútbol son las bases, la contención y las personas que desde chico te estuvieron hablando”

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Goleador y capitán: Martín Cauteruccio es una de las figuras de Aldosivi (Instagram)
Goleador y capitán: Martín Cauteruccio es una de las figuras de Aldosivi (Instagram)

“Vengo de una familia de clase media, mis padres se separaron cuando yo era muy chico y me crie con la imagen de ellos con sus respectivas parejas constituidas. Viví mucho con mi abuela”. El Martín Cauteruccio sagaz dentro del área no necesita presentación, el hombre que convive en perfil bajo detrás del capitán goleador de Aldosivi sí. Caute se crio en la tranquila Montevideo bajo la protección de su abuela mientras compartía algunos fines de semana con sus viejos cuando la separación de los padres todavía tenía cierto aroma a tabú.

El uruguayo de 34 años tiene una historia fructífera en el fútbol argentino brillando con la camiseta de Quilmes hace ya una década y afianzándose en uno de los mejores San Lorenzo de los últimos tiempos. Para entonces, le había costado ratificar sus pergaminos como máximo goleador histórico de las inferiores de Nacional y apenas pudo desplegar su potencial en sus tierras cruzó el charco. Hoy, después de estar en el ojo de varios clubes en el último mercado de pases, permaneció en el Tiburón para ser líder del equipo de Martín Palermo. ¿Cómo piensa la cabeza de un referente de un vestuario?

— Muchas veces Luis Suárez, con quien compartían puesto en inferiores de Nacional, dijo en entrevistas que te debía mucho, que vos lo ayudaste y hasta le prestabas ropa y demás... ¿Cómo era esa relación de chicos?

— Es que los dos proveníamos de clases similares. Por suerte nunca nos faltó nada, pero lo poco que teníamos lo compartíamos de los dos lados. Nos conocemos desde muy chicos con Luis. Empezamos a jugar en Nacional a los 12 o 13 años y de ahí en adelante fue creciendo nuestra carera. Cada uno después tomó su rumbo, pero nos conocemos desde chicos.

— Competían por el puesto, pero de todos modos pegaron onda, ¿por qué? ¿qué tenían en común?

— Nos llevábamos bien desde el primer momento. Siendo bien chicos, él quizás no jugaba tanto, después empezó a jugar. Nos alternábamos porque aparte de nosotros dos estaba Bruno Fornaroli (hoy en el fútbol australiano). Sinceramente la 87 de Nacional fue una categoría que sacó muchos jugadores, era muy poderosa. Nos fue muy bien. Muchos de los que empezamos por aquella época seguimos jugando, que no es tan normal. Con Luis compartíamos mucho tiempo dentro del club y después afuera. Yo iba a la casa de él, él venía a la mía. Como también unos años después compartimos con Bruno, que era del interior del país. La verdad que éramos muy unidos en esa categoría.

— ¿Hoy sigue la relación a la distancia?

— Sí, nos hablamos cada tanto. Obviamente hoy por hoy hay muchas cuestiones que no tenés del día a día, la distancia juega su rol. A medida que fuimos creciendo también cada uno ha formado sus relaciones. Él formó su familia, tiene una familia hermosa. Y eso hace que no tengas el día a día, pero sí mantenemos la relación y cada vez que hablamos es como si hablásemos todos los días. Generalmente nuestras juntadas después que siguió su carrera en Europa fueron cuando vino a Uruguay y yo coincidía ahí.

— Muchas veces se dijo que al principio le costó y después fue ganando el puesto, ¿ya se veía el goleador que terminó siendo?

— Siempre tuvo aptitudes y las fue mejorando muchísimo más con el tiempo. Es un jugador que fue de menos a más y cuando llegó al punto alto explotó. Se vio todo lo que se ha visto desde el momento que se fue de Uruguay. La verdad me pone muy contento porque la realidad es que es un chico que ha trabajado siempre y todo lo que tiene se lo merece.

— ¿Te debe algo de ropa o te devolvió todo...?

— Jajaja, no en realidad éramos muy unidos y lo mío era de él, lo de él era mío. No es que no tenía nada y yo le solventaba la zapatillas. Los dos teníamos poco y lo poco que teníamos lo compartíamos.

Una amistad que perdura en el tiempo: Suárez y Caute se conocieron en las inferiores de Nacional
Una amistad que perdura en el tiempo: Suárez y Caute se conocieron en las inferiores de Nacional

— Creciste como el máximo goleador de inferiores de Nacional, te asentaste en primer y lograste ser goleador, ¿se puede formar a un goleador o es algo que viene innato? ¿cuál es el chip que tienen distinto ustedes al resto de los jugadores?

— Me parece que es mucho la intención, lo que cada persona quiere. En mi caso es como que se fue dando. Siempre fui delantero desde chico, estuve en contacto más con el arco rival. Entonces fui generando esas ganas de todos los partidos estar en el tanteador. A medida que vas avanzando y se dan las posibilidades y vas marcando, es como que cada vez vas queriendo más. Siempre tuve la posibilidad y la dicha de poder mantenerme siempre en la misma posición. Tuve compañeros que empezaron como delanteros, empiezan a retroceder y terminan defendiendo. Es algo que me gusta porque está el desafío constante de tener que buscar y trabajar para poder crear las situaciones también.

— ¿Te acercas a hablar con Palermo para preguntarle secretos del puesto?

— Sí, por supuesto que me llama la atención tener a alguien como él de entrenador. No somos mucho de hablar mano a mano, pero sí obviamente está en todo lo que ver con la posición en momentos dados. Se acerca a mí y a todos los compañeros que necesitan algún consejo o una corrección.

— Tuviste un mercado de pases movido, se habló mucho de una transferencia pero te quedaste y ahora te toca ser capitán y pelear para realizar récords históricos del club (NdR: busca ser máximo goleador en primera de Aldosivi), ¿cómo se convive con eso?

— Estoy muy bien, muy motivado. Me parece que lo principal en esta situación es uno estar tranquilo. Sabiendo que todo lo que pasa, pasa por algo. Si ese algo hizo que tenga que seguir en Aldosivi, fue por un gran motivo. Ni hablar que me motiva lograr cosas en el club. Estas cosas son las que al jugador lo hacen encontrar la motivación más allá de hacer lo que le gusta. En el caso de los delanteros es poder dejar una huella, estar en la historia del club.

— Te toca ser capitán, ¿cómo se convive con esa responsabilidad? ¿qué tipo de liderazgo ejerces en el vestuario?

— Es importante para uno como capitán qué es lo que quiere marcar, si quiere solo llevar la cinta o también trasladar una forma de pensar, un comportamiento y que esa responsabilidad no solo la tenga yo, sino que abarque a todo el plantel. Acá no es solo un jugador, entre todos tenemos que hacer lo mejor por un bien común. Yo, como quizás hoy cabeza de grupo, trato de predicar con el ejemplo y que en este caso el lema sea mucho trabajo, mucha intensidad y no darse jamás por vencido. Predicar con el ejemplo es lo más importante. No hay contagio más intenso que el contagio del ejemplo. No puedo decir nada sin hacerlo primero. Eso es primordial para poder mantener un equipo sólido.

— Siempre te mostraste con un bajo perfil más allá de cómo te iba en el momento, ¿por momentos te hace ruido el ambiente del fútbol? Hablo de ver a la mayoría de los jugadores con los autos más lujosos, la ropa siempre de moda, ¿crees que eso puede confundir a un jugador que recién llega a primera?

— A veces pasa, yo tuve la dicha de tener una familia atrás que siempre estuvo ahí para aconsejarme, me dio una crianza que fue muy fructífera y siempre me aportó valores que me dieran a futuro la potestad para poder pensar qué era lo mejor para mí. Desde muy joven me tocó manejar mi dinero y me pude dar algún lujo que me quería dar porque tenía la posibilidad de ganarme mi dinero, pero siempre le agradezco a mis padres y a mi abuela por la crianza que me dieron para poder ver y entender qué es realmente lo importante para poder progresar y no andar mandándome locuras. Después en el fútbol sí se ven todos los casos. Hoy, que me toca ser uno de los grandes del plantel, quizás si viese algo de ese estilo lo que haría sería aconsejar, pero acá nadie es dueño de nadie y cada uno hace lo que le parece mejor...

— ¿Cómo conviviste con ese sube y baja que te tocó vivir en San Lorenzo de hacer goles, tener una lesión grave y después poder volver en buen nivel?

— El paso por San Lorenzo me marcó, viví muchas cosas. Muchos momentos opuestos. Poder hacer goles, sentirme bien y después lesionarme. Fue muy duro porque estuve parado seis meses en medio de todo ese cambio de pasar desde Quilmes a San Lorenzo. No es fácil volver de una lesión así y tuve el premio de poder jugar la final de la Libertadores, salir capeón. Estar en un equipo protagonista y todos los partidos en consecuencia de eso, jugar con Milan, Roma, ir a jugar el Partido por La Paz y conocer al Papa. Fue un momento que después del cachetazo vino toda esa gloria.

— En ese sube y baja de la lesión previa (se rompió los ligamentos de la rodilla), se expone eso de que el fútbol un día tenés completo éxito y de golpe te pegan un hondazo. ¿Tuviste dudas?

— Sinceramente en mi cabeza nunca estuvo el “pasó mi tren”, pero es complicado. La cabeza empieza a generar preguntas sobre cómo vas a volver. De algo estuve siempre seguro: me iba a recuperar bien e iba a volver para repetir lo que ya había empezado a hacer. La cabeza es el 80% del deportista; si estás bien, vas a trabajar bien todo lo demás. Si estás mal de arriba, todo lo demás no va a ser suficiente.

— ¿Llegas a confundirte cuando pasas del amor absoluto de la gente que te dice que sos el mejor y a los otros días que te va mal empiezan las críticas feroces?

— Puede pasar, más cuando los cambios son muy abruptos. Un día quizás sos juvenil, estás entrenando en primera y al otro día debutaste, te fue muy bien y a los dos meses te vinieron a buscar para venderte por millones. Lo más importante en un jugador de fútbol, que en definitiva es una persona, son las bases, la contención y las personas que desde chico te estuvieron hablando e inculcando un poco lo que puede llegar a pasar con las decisiones que se tomen a futuro. Nunca hice locuras en mi carrera.

— Hoy te toca ser capitán y podes mirar en retrospectiva, en algún momento te inventaron un romance con un compañero en México, más allá de que aclaraste ese tema en su momento y quedó desmentido, ¿por qué sigue siendo un tabú la homosexualidad en el fútbol?

— En realidad incluso ni salí a aclarar porque no tenía nada que decir. Era algo que se había inventado y escapaba a lo que yo pudiese opinar. Sinceramente hasta me pareció gracioso, porque en mi caso era impensado. Pero es parte de quién lo toma y en el momento que salió quizás estaban buscando generar algún problema dentro del club o en el plantel. Uno a la vez, que tiene mucha exposición, sabe que somos propensos a todo este tipo de cosas. Después va en cómo uno tome las cosas. Yo lo tomé con tranquilidad porque sabía que mi familia y mi entorno me conocen, en definitiva si me hubiese puesto de novio con un compañero no tendría problema de decirlo. Pero no son mis gustos personales.

— Cuando estuviste lesionado en San Lorenzo decidiste terminar la escuela, ¿por qué?

— Sabía que tenía que terminarla y era algo que venía acarreando por tiempos y un poco de vagancia. La fui postergando. Cuando estaba lesionado, más allá que entrenaba el doble, entendí que era el momento para terminar lo que me había quedado inconcluso. Es importante porque te sirve para la vida y principalmente para uno sentir que se terminó un ciclo.

— En base a esa decisión, ¿crees que el día de mañana vas a seguir ligado al fútbol o vas a estudiar otra cosa?

— La verdad, no sé qué me puede deparar el futuro. Lo primordial para cualquier persona es prepararse. Después los caminos se van moviendo y va a ir fluctuando en la medida que piense que un camino es mejor que otro. Lo más importante es la preparación, después uno toma la decisión. Hoy no te puedo decir qué puedo terminar haciendo porque pienso en mañana, y mañana es entrenamiento. Después veré, pero sí, me quiero preparar y tener las bases sólidas para poder elegir.

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