Fernando Redondo podría comenzar su carrera como director técnico en el fútbol argentino. El ex mediocampista central, de 52 años, aparece como gran candidato a dirigir Talleres de Córdoba, que este fin de semana se quedó sin orientador tras la renuncia de Ángel Guillermo Hoyos luego de la derrota ante San Lorenzo.
Se trata de un deseo de la dirigencia que encabeza Andrés Fassi, sabiendo de la intención del ex Real Madrid de iniciar su camino en el banco de suplentes. Pablo Guiñazú, ídolo del club (y con una experiencia como DT en Atlético Tucumán), Gabriel Heinze y Gustavo Coleoni son otros de los nombres en la carpeta de la conducción de la T.
En los últimos meses, el embajador de la Liga de España había esbozado su intención de volver a sumergirse en el mundo del fútbol desde otro rol. “Creo que la única forma en la que pudiese volver al fútbol es como entrenador. Es así. Si lo hago, que realmente tengo ganas, sería así. Creo que es donde podría aportar y yo me sentiría útil realmente. Sería volver a vivir esa adrenalina que es lo que echo en falta desde que dejé de jugar, porque el resto lo sigo disfrutando como espectador”, le dijo a Infobae en una entrevista realizada en 2020.
En la misma nota, había dejado algunos tips de su perfil como DT. Por ejemplo, las libertades para los habilidosos. “Nos cuesta encontrar gambeteadores. Es indudable que una gambeta resuelve toda una ingeniería para poder superar una línea de presión rival. Tener esa condición es fantástico. Fundamentalmente en las edades tempranas es donde hay que estimularla. Hoy vemos cada vez más en las divisiones pequeñas que los jugadores son correctos, que entienden lo que es no encerrar de un lado, jugar a uno o dos toques. Bárbaro. Pero en momentos donde es necesario atreverse la gambeta es un recurso fantástico que te soluciona eso, muchísimas cosas. Te planta en una situación de superioridad numérica que es lo que te hace generar desequilibrio”, decía entonces.
“El fútbol, cuanto más simple, mejor. Pero el que vos ves que tiene la capacidad, que tiene esa cualidad, que no es común a todos; creo que ahí es donde hay que intensificarla. También que se reconozca dentro del equipo el que tiene esa posibilidad. Y que la sepa usar donde la tiene que usar. Quizás ahí está la equivocación: en entender que a veces quien gambetea juega mal porque, como decimos en Argentina, es un morfón. Y pasa por otro lado. Por una lectura mucho más amplia teniendo en cuenta que es un as tener un gambeteador en un equipo. Entonces, creo que desde chico, cuando se ven esas posibilidades, hay que intensificarlas. Porque es verdad que el fútbol sigue evolucionando y hoy si empezamos a hacer un análisis desde el arquero y los defensores, de una época a esta parte, han evolucionado muchísimo. El solo hecho de ver a los arqueros jugar con los pies y a los centrales cómo salen jugando, eso te indica que hay una evolución clarísima en el fútbol. Pero justamente creo que se perdió un poco de vista eso. La corrección y la estructura en cuanto a lo que es jugar bien, ha hecho desaparecer un poco esto. El gambeteador, el que tiene regate, es el que de alguna manera te saca esa exclamación y el que te emociona, lo que todos queremos ver, queremos ver algo diferente. Y, además, no solo se queda en lo estético, es productivo para el equipo bien utilizado”, amplió el concepto.
Redondo surgió en Argentinos Juniors, pero su estampa de volante fino, todocampista, enseguida llamó la atención de los grandes de Europa. Del Tenerife saltó al Real Madrid, donde ganó seis títulos, incluyendo dos Champions League. En el Milan repetiría la corona del Viejo Continente. Con la Selección jugó el Mundial de Estados Unidos 94 y no tuvo mayor rodaje por diferencias primero con Carlos Bilardo y luego con Daniel Passarella.
Hoy, uno de sus hijos, Federico Redondo, amaga con continuar su legado: firmó su primer contrato como profesional en Argentinos y fue citado a la Selección Sub 20.
SEGUIR LEYENDO: