Las anécdotas del ex entrenador de arqueros de Maradona: del día que recibió el regalo más excéntrico al equipo en el que más sufrió

Gastón Romero lo acompañó en Fujairah, Dorados de Sinaloa y Gimnasia, y cuenta su experiencia trabajando con el Diez. Referente histórico de Deportivo Laferrere, palpita el duelo del Villero ante River Plate por Copa Argentina

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Romero junto a Diego, en su etapa en el cuerpo técnico de Gimnasia (Archivo personal)
Romero junto a Diego, en su etapa en el cuerpo técnico de Gimnasia (Archivo personal)

Gastón Romero, alias el Pato, nació y se crió frente del estadio del Deportivo Laferrere. Surgido de las divisiones inferiores del Villero, el arquero debutó con 22 años en Primera en el 2000 y se quedó hasta el 2007, convirtiéndose en uno de los máximos referentes de la institución y conocedor como pocos del rival de River Plate en los 32avos. de final de la Copa Argentina.

“Lafe disputará el partido más importante de su vida. Y los jugadores lo saben. Más allá de los campeonatos y los sinsabores que padeció la entidad, deportivamente será enfrentar a un equipo grande e importante, al mejor de América. Es un encuentro que están esperando hace tiempo con mucha responsabilidad y con la idea de marcar historia”, recalca el hombre de 43 años.

Luego de colgar los guantes, comenzó a trabajar como preparador de arqueros en Deportivo Riestra, donde conoció a Diego Armando Maradona. En 2017, el Diez se convirtió en “DT emérito” del equipo del Bajo Flores por medio de su relación con Víctor Stinfale, abogado y gerenciador del club.

“Empecé a trabajar a su lado a partir del vínculo con la empresa. Cuando le salió la oportunidad de entrenar en Emiratos Árabes no tenía un cuerpo técnico armado, porque hacía rato que no dirigía. De Riestra le ofrecieron si quería al editor de video y a mí, que me desempeñaba como entrenador de arqueros. Tenía buenas referencias de nosotros”, cuenta Pato sobre el inicio de su relación con el astro argentino, a quien acompañó hasta el día de su fallecimiento.

Ambos compartieron plantel en Al-Fujairah hasta que Diego renunció a su cargo en 2018. Luego, estuvieron en Bielorrusia, donde el Diez fue Presidente Honorario del Dinamo Brest. “Cuando llegó al club, le dijo al presidente: ‘Vengo acá a ser técnico, no me voy a sentar en una oficina a ver la práctica detrás de un vidrio. Quiero mojarme y congelarme en el verde césped’. No lo eligieron como DT porque el club quería explotar su imagen desde el marketing y no como entrenador”, reconoció Romero.

“Al otro día que arribó a Bielorrusia, el presidente le regaló un tanque anfibio. En su presentación, cuando se paseó con el tanque por el estadio, las tribunas se vinieron abajo y se lo veía feliz”, relató risueño el ex golero, quien luego lo acompañó en Dorados de Sinaloa, su última experiencia en el exterior antes de arribar a Gimnasia y Esgrima La Plata.

“Me sorprendió la muerte de Pelusa. Lo notábamos que estaba triste, pero para nosotros fue una sorpresa. Cuando llegué a mi casa, me enteré de lo sucedido y no lo podía creer. Todavía hoy es muy duro saber que ya no está más con nosotros”, destacó en un mano a mano con Infobae desde la isla de Bali.

Romero, como arquero del Deportivo Laferrere (Archivo personal)
Romero, como arquero del Deportivo Laferrere (Archivo personal)

- Qué es de tu vida, Gastón?

-Estoy trabajando en Indonesia. Llegué a principios de enero por intermedio de unos amigos que no están ligados al futbol. Conocían a Gustavo López, ex futbolista de Lanús, quien se destacó durante seis temporadas en este país. Él es muy popular acá, le dicen “Leyenda”. Se contacto conmigo porque buscaba un entrenador de arqueros para Borneos, el club donde me desempeño. Me interesó la propuesta y aquí estoy.

-¿Te costó adaptarte rápidamente a otra cultura?

-La verdad que no. Me encontré con que, si bien el idioma no es parecido, en su vocabulario las palabras suenan fonéticamente similares. Entonces, se hace fácil aprender el dialecto, más el inglés, que algo entiendo.

-¿Qué tal es la vida en Indonesia?

-Cuando voy a otro país trato de no sufrir el cambio cultural, ni tampoco el de las comidas. En cuanto al cambio de horario tardás unos días en adaptarte, pero trato de adaptarme a sus costumbres para no sentir el desarraigo de nuestra cultura. Si venís y decís “extraño el asado, el mate y el dulce de leche” la vas a pasar mal todo el tiempo. Así que gracias a Dios no lo estoy padeciendo. Acá, la mayoría de la gente es hindú y, de esta manera, vivís cosas diferentes a las nuestras que también son lindas.

-¿Cómo cuáles?

-Hace una semana festejaron fin de año. Como de costumbre, al día siguiente, tienen “el día del descanso”, donde la gente no sale de sus casas. Toda la ciudad se paraliza y no se puede salir a las calles. Yo resido en un hotel y los empleados taparon con bolsas negras los vidrios de las ventanas y las puertas para evitar el ingreso del demonio, porque no pueden entrar ni salir sonidos del establecimiento. Durante 24 horas, la ciudad se encuentra a oscuras.

-¿Como si fuera un apagón?

-Sí, desde las 6 AM hasta la misma hora del otro día a oscuras las calles como se fuese un apagón. Solo podés prender la luz de tu lugar de residencia. Así sucede todos los años y es parte de la cultura. Además, te obligan a que si prendés la radio o la televisión, que sea a un volumen muy bajo, ya que no pueden emitirse sonidos de la puerta para afuera.

-¿Qué más te sorprendió de Indonesia?

-Cada casa tiene su templo hindú para rezar. Cuando se levantan, se ponen a hacer sus ofrendas en sus casas, si no se acercan a templos grandes a orar. El rezo es muy importante en este país.

-Entrenaste arqueros en la Argentina y ahora lo hacés en Indonesia. ¿Qué diferencia notaste en la formación de uno y otro?

-Cuando llegué, pensaba encontrarme con los mismos tipos de arqueros que entrené en Emiratos Árabes y en México junto a Diego Maradona. En Dubái, los goleros cometen muchos errores y son más parecidos a los de Asia. Pero quedé sorprendido con el nivel que vi, muy parecido al nuestro. No tienen tantos errores como el arquero emiratí. Los hindúes conservan conceptos bastantes claros e intensos a la hora de trabajar, que podrían adaptarse al Nacional B.

-Hablando del Ascenso, naciste futbolísticamente en Deportivo Laferrere. ¿Cómo fue la experiencia en ese club?

-Hice todas las divisiones inferiores en el Verde, ya que mi hermano mayor arrancó jugando ahí y luego me sumé; nos veíamos todos los días. Pasé toda mi infancia en esa institución, desarrollándome en el Baby, en cancha de 11 y en el gimnasio. En el 2002 debuté en Primera División. Después, me fui dos años a préstamo a Leandro N. Alem, luego a Mitre, Midland, hasta que en el 2005 volví al Verde. En el 2008 recalé seis meses en Dock Sud, luego pasé un año y medio en Lamadrid; y terminé mi carrera en Alem, disputando mi último encuentro como profesional ante el Verde.

-¿Cómo fue jugar en Laferrere?

-Es un equipo muy popular en una localidad donde se respira mucho fútbol y todo el tiempo observás chicos jugando en potreros con la camiseta del Verde. Es una sensación linda, porque siempre jugás con gente. La presión que ejerce el público es importante, porque te mantiene vivo y disputás todos los encuentros con 8 mil personas en el estadio. Gracias a Dios estuve desde chico y pude estar en el Nacional B, en la Primera B y C. Soy uno de los máximos referentes del club. Para ídolos hay otros con más chapa como Chamorro, Garrafa Sánchez, el Chino Cafferatta o la Tortuga Fernandez. Por la trascendencia de haber trabajado con Diego Maradona, ser de la cantera y vivir a una cuadra del club, hace que sea representativo del Verde.

-¿Qué debe estar viviendo hoy el jugador de Laferrere que enfrentará a River?

-El club disputará el partido más importante de su historia. Lo jugadores lo saben. Más allá de los campeonatos y los sinsabores que tuvo la entidad, deportivamente será enfrentar a un equipo grande e importante, el mejor de Argentina y el de América. Es un partido que están esperando con mucha responsabilidad, pero también con la idea fija de hacer historia.

-¿Tenés contacto con los jugadores actuales del club?

-Sí, hablo con Carlos Morel, a quien lo tuve en Deportivo Riestra durante mucho tiempo. Me dijo que en los últimos encuentros no pudo concentrarse porque saben que están frente a un encuentro sumamente importante y los mata la ansiedad. Pero tienen noción de la responsabilidad que deben asumir con el objetivo de ascender a la Primera B.

-¿Qué lazos tuvo Maradona con Deportivo Laferrere?

-Siempre tuvo vínculos externos de manera directa e indirecta. Al principio de los 90, por su amistad con Martín Ruiz, iba al club y fue designado como Director Deportivo de Laferrere. Además, recomendó a Carlos Fren como entrenador y se lo podía ver por los pasillos de la institución. Luego, Diego dirigió Mandiyú por intermedio de Cruz, quien fuera presidente del Verde y gerenciador del equipo correntino. Entonces, cuando el Albo jugaba en Buenos Aires, entrenaba en la cancha del Lafe. Después, cuando jugó su hermano Lalo, también iba a verlo.

-¿Es cierto que el partido de Laferrere contra Estudiantes de La Plata por Copa Argentina se sentó a verlo con vos en el predio de Gimnasia?

-Sí, yo lo estaba viendo y se me sentó al lado. Nos pusimos a ver el partido, a alentar y a gritar por el Verde. Tenía ganas de que ganara Laferrere por su pica con el Pincha. Se quedó todo el partido mirándolo y fue una de las sensaciones más lindas de mi vida porque estaba observando a mi club junto a mi ídolo y a mi compañero de trabajo.

-¿Cómo fue la incursión de Lalo en Laferrere?

-Yo arranqué en el 96 entrenando en Primera División y ya no estaba. Fue un futbolista técnicamente muy bueno, pero lamentablemente a los chicos que tienen el apellido Maradona, que es tan fuerte, se les hace más complicado jugar, porque irremediablemente es difícil que no se generen las comparaciones. Queríamos que Lalo fuese Diego y mantenía esa presión extra. Fue el paso de un jugador normal por el club.

Romero junto a Diego en Dorados de Sinaloa, donde el ex arquero señala que Pelusa sufrió las críticas (Archivo personal)
Romero junto a Diego en Dorados de Sinaloa, donde el ex arquero señala que Pelusa sufrió las críticas (Archivo personal)

-¿Diego se pudo sacar alguna vez como entrenador la presión que tenía por haber sido el mejor futbolista del mundo?

-Él disfrutó mucho el día a día como entrenador y el estar dentro de un campo de juego. Pudo haber dirigido en cualquier parte del mundo. El entrenar en el verde césped lo mantenía vivo. Disfrutaba mucho de los entrenamientos, estar en el día a día con el jugador, el hecho de haber entrenado al plantel y el olor al pasto. Se lo veía contento, llegaba a las prácticas de Gimnasia feliz. Arribaba temprano y se iba último.

-¿Cómo llegaste a trabajar en el cuerpo técnico de Pelusa?

Lo conocí en Deportivo Riestra, a través de la empresa que trabaja en el club. Venía seguido cuando estaba en Argentina a comer asados y a dar charlas técnicas. En las concentraciones llegaba a hablar con los jugadores. De esta manera, se fue generando un vínculo y cuando tuvo la posibilidad de dirigir en Emiratos Árabes, no tenía el cuerpo técnico armado y me convocó. También a Bruno Maffoni, analista de videos.

-¿Tu primera experiencia con él fue en el Al Fujairah?

-Sí, me sume a su cuerpo técnico en Dubai. Luego, salió la posibilidad de ir Bielorrusia, donde al principio iba a ser el director técnico de Dinamo Brest. Primero Maradona viajó a Rusia, luego a Bielorrusia; y se quedó tres días. Pero no se terminó dando, porque quería dirigir y el club pretendía que fuera una especie de Manager deportivo. Entonces, dijo que “no” y nos fuimos..

-¿Terminó siendo presidente?

-Sí, presidente honorario de Dinamo Brest. Cuando llegó le dijo al presidente del club: “Vengo acá a ser técnico, no me voy a sentar en una oficina a ver la práctica detrás de un vidrio. Quiero mojarme y congelarme en el verde césped”. No lo eligieron como DT porque el club quería explotar su imagen desde el marketing y no como entrenador. Entonces, salió la posibilidad de Dorados de Sinaloa y para allá fuimos. Estuvimos un año completo. Luego, Pelusa decidió volver a la Argentina a operarse de una de sus rodillas. Al estar allá, se encariño con su familia y no se quiso ir más. De esta manera, salió lo de Gimnasia y Esgrima La Plata, decidió permanecer en el país, me llamó y fue toda una locura lo que vivimos en el Lobo.

-¿Es cierto que a Diego le regalaron un tanque de guerra en Bielorrusia?

-Sí. Al otro día que arribó a Bielorrusia, el presidente le regaló un tanque anfibio. En su presentación, cuando se paseó con el tanque por el estadio, las tribunas se vinieron abajo y se lo veía feliz. Estuvimos con él en el hotel. Después, fuimos para la cancha, vimos el partido en la platea y cuando terminó, pasamos a saludar por el vestuario. Al otro día, presenciamos el entrenamiento del Dinamo. Hablamos con los jugadores y les dijo que quería dirigir y no estar sentado al lado de un vidrio. Inmediatamente, nos pidió que hagamos un informe completo de lo que es la liga local. Nos quedamos durante tres meses junto a Maffoni viendo los partidos de local y de visitante, además de los lugares de entrenamientos y el hotel donde íbamos a hospedarnos, pero final no se dio y nos tuvimos que volver.

-¿Qué te exigía como cabeza del grupo para que trabajaras con los arqueros?

-Que sea simple y que no necesitaba un golero que tenga el pase perfecto, pretendía uno serio, que maneje los tiempos y no se complicara con la pelota en los pies. Fue un gran compañero. Nos permitía trabajar con mucha libertad y nos tenía mucho respeto. Una persona súper humilde. Se daba cuenta cuando estabas mal y si te pasaba algo. Cuando algún arquero que yo entrenaba cometía un error durante los partidos, te llamaba y te decía: “Quedate tranquilo que no es tu culpa, es normal que pase”. Te transmitía paz y tranquilidad. Para él, siempre el fútbol fue uno mas uno, dos.

-¿Qué tal fue tu primer día de trabajo a su lado?

-Armé una sesión de arqueros alejados de Héctor Enrique, Luis Islas y del Diez por una cuestión de respeto. Me fui bien lejos y cuando empezó el entrenamiento vi que Diego se cruzó toda la cancha para ver como trabajábamos. Se quedó durante 45 minutos mientras al mismo tiempo yo estaba sudado, presionado y muy nervioso. Una vez terminada la práctica, me tocó el hombro y me dijo: “Buen entrenamiento, Pato”. Y se fue.

En el Fujairah, su primera experiencia como parte del CT de Diego Armando (Archivo personal)
En el Fujairah, su primera experiencia como parte del CT de Diego Armando (Archivo personal)

-¿En qué equipo lo viste más feliz dirigiendo?

-En los primeros meses en México sufrió bastante. Fueron días tristes, porque lo criticaron mucho, ya que la prensa pensaba que Diego venía de paseo. Al conocerlo un poco y sabiendo que era un obsesivo, me pareció duro lo que decían de él. Después, demostró sus formas y maneras para comprarse a todo el mundo. Lo disfrutó muchísimo porque sus jugadores lo querían mucho y lo respetaban. Pero su paso por Gimnasia fue algo que no lo esperaba.

-¿Por qué?

-Por el recibimiento y el cariño que le brindaba la gente. Íbamos a todas las canchas y éramos locales. Recuerdo el día con Godoy Cruz en Mendoza o con Talleres en Córdoba, el hincha local le decía: “Diego, queremos que se salvé Gimnasia. No importan el Tomba o la T”. Ese cariño que recibió lo llenaba mucho y su último paso por el Lobo fue el que más disfrutó.

-En la previa a Boca contra Gimnasia, ¿se mostró ansioso por pisar nuevamente la Bombonera?

-Estuvo toda la semana como un chico que iba a debutar en Primera División. Nervioso por volver a su casa y, encima, por la situación que vivía Boca que peleaba el torneo. Tuvo una mezcla de sensaciones. Igualmente, donde más se lo alabó fue en el Estadio Marcelo Bielsa de Rosario, donde vivió cosas increíbles. Fue impresionante el cariño que recibió por parte de Newells, con una procesión para ir a la cancha, para volver y en el momento de ingresar a la ciudad.

-¿Se quedó con gusto a poco por el recibimiento que tuvo en el estadio de Boca?

-No, se fue satisfecho, aunque le quedó la sensación de que merecía un poco más. Igualmente, Diego era feliz en un campo de juego, sea donde fuera.

-¿Superó la muerte de sus padres?

-No, Diego recordaba a sus papás todo el tiempo; ese vínculo es inquebrantable. El dolor siempre lo tuvo por la muerte, especialmente de su mamá, y lo marcó por el resto de su vida. Incluso, recuerdo que el primer día de entrenamiento en Gimnasia lo recibieron con una bandera de sus padres y no pudo contener las lágrimas. Me contó que se le pasaron muchas cosas por la cabeza y momentos vividos.

Pelusa, arriba de la camioneta anfibia que le regalaron en Bielorrusia
Pelusa, arriba de la camioneta anfibia que le regalaron en Bielorrusia

-¿Te sorprendió su fallecimiento?

-Me sorprendió la muerte de Diego. Lo notábamos que estaba triste, pero para nosotros fue una sorpresa. El 25 de noviembre de 2020 estábamos con Sebastián Méndez, Adrián González, Hernán Castex, el preparador físico. y el resto de los integrantes del cuerpo técnico comiendo un asado en el predio del Lobo y hablando de lo que significaba trabajar junto a Diego, quien no podía asistir a los entrenamientos producto de la pandemia. Cuando llegué a mi casa, me enteré de la noticia y no lo podía creer. Todavía hoy es muy triste saber ya no está más con nosotros.

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