Me resultó conmovedor todo cuanto vi en el primer capítulo. Más aún, el incesante desfile testimonial de inolvidables campeones, logran mostrar a un Bilardo más sabio y más grande…
Este episodio inicial nos acompañará hasta el momento más dramático en la historia de Bilardo como director técnico de la Selección Nacional: estábamos perdiendo frente a Perú 1-2 en el estadio de River y con ese resultado quedábamos eliminados para ir al Mundial de México 86′…
Ningún amante del fútbol debería perderse esta historia, pues en ella queda reflejada con rigurosa objetividad todo lo previo a la última gesta del fútbol argentino. Y la misma está contada por los propios actores, quienes hoy, 36 años después, le tributan a Bilardo el reconocimiento a su obsesión por el fútbol como la parte esencial de un amor excluyente.
Resulta maravilloso ver a aquellos campeones y adivinar los rostros del glorioso ayer. Están casi todos en este episodio inicial. Y en el vértigo de la reconstrucción la dirección consigue alternar estéticamente las épocas con imágenes emocionantes . En el desfile pueden verse a los Verón –padre e hijo –, a Osvaldo Zubeldía – el “padre de la escuela tacticista “, de la que Bilardo es su abanderado-, al Flaco Poletti, a Ruggeri, a Goycochea, al Cholo Simeone, a Humbertito Grondona, al Cabezón Lemme –su fiel ayudante de siempre-, a Pumpido, a Giusti, a Burruchaga, al Checho Batista, a Olarticoechea…
La producción ha hallado imágenes de la final en Manchester 68′ relatadas en inglés cuando Estudiantes se consagra campeón Intercontinental en Old Traford. Y es en tales secuencias donde podrían mezclarse el gol de Verón –padre- con un Maradona de rulos brillantes y aquella vocecita de conceptos firmes: “Nunca vi a un entrenador que trabaje como Carlos”, dijo después de una práctica que duró tres horas en el predio que Empleados de Comercio (Ezeiza) cuando corría el año 85′ y durante la cual nadie podía permanecer parado, ni llevar las manos en jarra, ni mirar al cielo aun cuando surcaran el aire cuadrillas de aviones de guerra.
También se recogen impecables testimonios de periodistas que cubrieron muchos años de Bilardo como José Luis Barrio y Daniel Lagares, y otros como el de Andrés Burgo, quien lo ha investigado minuciosamente. Y entre algunas escenas necesarias y melancólicas de aquellos partidos de la Selección se escucha la inconfundible voz del entrañable Marcelo Araujo acompañado por otro joven que siempre apoyó a Bilardo: Fernando Niembro…
Sí, todo es emotivo. Por ejemplo verlo al doctor discutiendo con el público y los panelistas en “Polémica en el Futbol”- un popular programa de entonces- durante el cual Bilardo, quien era el principal invitado, se levantó de su asiento y fue a encarar a cada uno de los hinchas que lo criticaban por el juego de la Selección… Maravilloso momento de una época irrepetible… El técnico del seleccionado en un programa de televisión discutiendo con los aficionados cara a cara. Nunca más.
No faltaran ni las agujas con las cuales el jugador Bilardo pinchaba sus rivales - y lo reconocerá con una insólita explicación- ni las sinceras expresiones de Menotti, líder del “conceptualismo” quien dirá por qué no le gustaba el fútbol táctico con stopper y una línea de 5 atrás… Más aún, el profe Signorini – afin a Menotti, preparador físico de casi todos los planteles dirigidos por Diego – gritará que “Bilardo es un cagón, porque lo no quiere es perder…”.
Para quienes pasaron los 50 y evocan con registro adolecente o juvenil el Mundial del 86′, esta docuserie les resultara emotiva, pues habrá de retrotraerlos a un momento feliz de sus vidas. Y a los chicos les recomiendo que no dejen de verla pues luego de ello habrán de entender como la convicción, el trabajo y el profesionalismo puede llevarte de la agonía al máximo logro…
Que distinto es poder ver hoy aquel ayer. Todo cuanto escribimos, dijimos e interpretamos en la coyuntura resulta tan ridículo como la grieta que alimentamos. El tiempo dejó registrada una historia y esa historia es indiscutible.
Por cierto que entre Claudia Villafañe, su hermano Jorge – todo cariño y apoyo – y otros testimonios, hay dos que resultan imprescindibles: el de su esposa Gloria Di Bello –baluarte principal del amor convertido en soporte incondicional- y Daniela, quien creció teniendo que ver videos de partidos que jamás le importaron. Surge de su testimonio una frase aspiracional: “Hacemos todo esto porque yo quiero que se sepa quién es Bilardo”.
Quedó claro Daniela, tu padre es el doctor del fútbol.
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