Fue meteórica la campaña de Norberto Fontana, que en solo dos años pasó de vender rifas e invitaciones de cenas para recaudar los fondos que le permitieran correr, a subirse a un auto de Fórmula 1 antes de cumplir 20. El Gigante de Arrecifes, como se lo conoce, fue uno de los mejores exponentes argentinos a nivel internacional en los noventa y llegó a competir en la Máxima, pero la falta de presupuesto truncó su continuidad. En sus ocho temporadas por el mundo tuvo muchas anécdotas y recuerdas varias en diálogo con Infobae.
-¿Cuándo arrancaste?
-Fue en karting a los ocho años y primero no me dejaban correr porque era muy chiquito. En los campeonatos solo corrían de 14 años para arriba, pero como esa vez era una fecha nocturna me dejaron correr. Hice dos carreras y luego pude continuar gracias a una peña de amigos y familiares de Arrecifes, donde juntábamos plata con cenas y rifas.
-¿Cómo llegaste a Europa?
-Había ganado campeonatos en el karting y en 1992 conseguimos un autito de Fórmula Renault que mi viejo canjeó por una lancha. Corrí seis o siete carreras y se nos complicó porque quebró la empresa de mi papá y empecé a trabajar en el taller de Alberto Canapino. Igual acá la gente de Arrecifes nos siguió dando una mano. Esa fue la época que vendía rifas en una Juki (ciclomotor). Resulta que un preparador de motores en Europa habló con Rafael Calafell (director técnico argentino), le pidió que recomendara a un piloto de Sudamérica y lo llamó a un periodista, Juan José Perlo, y le dijo “por qué no le decís a un chico que te guste”. El muchacho vino a la FR y parcializaba en las curvas y fue todo el año a seguir la categoría. Y al final del año me explicó lo que estaba pasando y de todos los pilotos me eligió. Entonces le dije, “¿por qué me eligió, si no gané una carrera?” Me respondió: “porque saqué los parciales en todos los circuitos. También por tu corta edad” (17 años). Ahí empecé a vender todo lo que tenía y junté toda la plata que pude.
Fontanita viajó al Viejo Mundo y luego se sumó su padre, que fue una persona clave en su carrera. El recordado Héctor fue su hincha número uno y compañero inseparable de sus historias por todo el mundo. Norberto arrancó su camino internacional y corrió en la Fórmula Ford Suiza que en ese momento era una de las categorías promocionales más importantes. En su primer año brilló y fue campeón.
-¿Alguna historia de tus primeros tiempos en Europa?
-Al principio estuve en una pensión. Empecé a ganar y los programas de automovilismo me llamaban por la tarde de Argentina que es la noche de Europa. La mujer que era dueña del lugar se enojó y yo solo hablaba inglés para la parte técnica del auto. La primera carrera se la bancó, la segunda no tanto y la tercera nos echó (risas). Ya que nos movíamos de pista en pista para recortar gastos nos recomendaron comprar una casa rodante y conseguimos una en Lugano, cerca de Italia.
-¿Cómo fue vivir en una casa rodante?
-Estábamos con mi viejo y teníamos que esperar a que el camión del equipo nos pasara a buscar y nos llevara a los autódromos. Luego lo mismo para que nos trasladara a otro lugar. Recuerdo que teníamos un televisor en blanco y negro y mirábamos ALF. Hablábamos mucho con mi papá y pasamos frío. Fue un año difícil en lo anímico.
Pero el sacrificio valió la pena y sus triunfos lo llevaron a ser observado por los equipos de F1, entre ellos Sauber, que en 1993 ingresó de la mano de Mercedes, que volvió a la categoría como proveedor de motores. El team suizo y la casa germana fueron socios desde los últimos años de los ochenta en su participación en el Mundial de Endurance, escuadra en la que corrió Michael Schumacher. Fontana fue seleccionado como piloto de pruebas. En 1994 corrió en la Fórmula 3 Alemana y tocó el cielo con las manos ya que probó el Sauber de F1.
-¿Qué recordás de tu primera vez en un F1?
-El auto de F1 es muy cansador y no es un coche que lo puede manejar cualquier piloto. Demanda mucho más esfuerzo que otro auto. En ese momento la adaptación del físico obligaba a un arduo trabajo porque los coches tenían dirección directa y no hidráulica. Por eso en esa época tipos como Nigel Mansell o Ayrton Senna en ocasiones se bajaron exhaustos. Sentí que esa bestia era una animalada. La potencia, la frenada, su velocidad en las curvas, fue algo único.
Norberto siguió en 1995 en la F3 Alemana y sin correr en un equipo oficial aplastó con 11 triunfos sobre 17 carreras, 10 poles positions y 7 récords de vuelta. Les ganó a más de 20 corredores y entre ellos estuvieron Ralf Schumacher (hermano de Michael) y otros ex F1 como Jarno Trulli y Alex Wurz. En sus victorias se incluye la del Master de Fórmula 3 en Zandvoort, en los Países Bajos, una carrera emblemática que también ganaron Lewis Hamilton (2005) y Max Verstappen (2014). Fontana es el único argentino en haber vencido en esa competencia y en conseguir el título de la F3 germana.
-¿Qué recordás del Master de F3?
-Fue impresionante porque en esa pista se corría con gomas Yokohama y nosotros en Alemania corríamos con las Michelin. Por un tema de presupuesto fuimos a Zandvoort sin conocer el neumático. Estuvo muy peleado y fui mejorando cada vez que salí a la pista y en las últimas vueltas de clasificación logré la pole positions. Hubo 200 mil personas, una atmósfera distinta y mucho polvo porque ese autódromo está pegado al mar. Tuve la suerte de ganarla y fue muy especial.
-¿Por qué fuiste tan superior en la F3 en 1995?
-Hubo una buena preparación en la temporada anterior. Ese año pude ganar carreras y de a poco fui subiendo escalón por escalón. Se dio justo en 1994, que entré como tester de Sauber. En 1995 tuve un gran equipo (KMS Motorsports) y pudimos pelearles y ganarles a las escuderías oficiales.
“Tuve Europa en mis manos y era el piloto del momento”, recuerda. Con 20 años, sus méritos lo llevaron a ser uno de los jóvenes más codiciados en el mundo de la F1, pero respetó su contrato con Sauber, que para 1996 le ofreció un vínculo para ser titular en la Máxima, pero un accidente le cambió la vida.
-¿Fue un error haber corrido en Macao?
-Es fácil decirlo con el diario del lunes y a más de 25 años, pero uno quería correr en Macao porque era una carrera tan importante como el Master de Zandvoort. No fue un error porque nunca pensás que vas tener un accidente. Además, para la jerga es una carrera muy importante. Yo era el candidato para ganar esa carrera y cuando uno puede poner su nombre como lo hizo Senna (1983) es muy motivador para cualquier piloto. Sobre el contrato con Sauber para F1 en 1996, no estaba firmado, pero ya estaba acordado que iba Frentzen (Heinz-Harald) como número uno y yo como número dos. Por las consecuencias de mi choque en Macao no pude correr y ahí el que se salva es Johnny Herbert y ocupó el lugar que estaba para mí. Ahí Sauber me mandó a correr a Japón en 1996.
-¿Cuáles fueron las consecuencias del accidente?
-Fractura en cervical de una vértebra y aplastamiento de médula. Tenía sangre en la médula. Me querían operar en China, pero Peter Sauber y mi preparador físico quisieron que me operaran en Europa. Tuve que firmar una responsabilidad para poder retirarme del hospital. Hubo mucha preocupación de parte de ellos porque tenía que viajar con un corset muy apretado. Me sacaron un boleto en primera en la parte de arriba del Jumbo y al piloto le avisaron del problema para que hiciera un aterrizaje lo más suave posible, porque un golpe en la columna me podía dejar con secuelas o tal vez paralítico. Por suerte no hubo problemas y el piloto fue un genio. Me mandaron a una clínica suiza llamada Dr. Grob. Hablé con el médico que me iba a operar y me dijo “si no te operás, mi consejo es que no corras más. Pero si le ponemos una placa vas a quedar bien”. A todo esto, a mi viejo, que estaba en Arrecifes, le agarró un infarto… La noche anterior a la operación nos reunieron en un subsuelo a todos los que nos íbamos a operar y dijeron “el último es el que peor está” y ese era yo. Luego de la operación recuerdo que no podía estar con gente y después me enteré que tuve un ataques de pánico por el choque, la operación y haberme quedado afuera de la F1. Seguí con el corset y en Arrecifes logré reponerme haciendo bicicleta fija.
Tras su recuperación volvió a correr y Sauber lo mandó a Japón en la Formula Nippon, que eran autos similares a la Fórmula 3000, entonces la categoría antesala de la F1. En su tercera carrera pudo ganar y demostró que su calidad estaba intacta. Siguió como tester de Sauber, aseguró su continuidad para 1997 y pudo debutar en la Máxima.
-¿Qué recordás del debut en la F1?
-Estábamos en la oficina de Felipe Mc Gough y recibimos una llamada en la que nos informan que Gianni Morbidelli tuvo un accidente, se quebró un brazo y Sauber habló conmigo. Al día siguiente se confirmó que tenía que reemplazarlo. Ese primer fin de semana en Magny-Cours (Francia) tuve que hacer dos butacas, una más alta y otra más baja. Encima llovió y nunca pude andar con el auto en piso seco. En tanque llenos anduve mejor. En carrera me despisté en la curva uno cuando empezó a lloviznar. No conocía el auto y durante el año no había podido probarlo.
-De tus cuatro carreras en F1, ¿cuál fue la mejor?
-En Silverstone (Gran Bretaña), porque no conocía el circuito y clasifiqué 14º (entre 22 pilotos). Por un error mío y del equipo me penalizaron y largué último. Peleé con Rubens Barrichello y la disfruté mucho. De todos los Grandes Premios que corrí ese fue el mejor.
-¿Recibiste la orden para tapar a Jacques Villeneuve en la definición del título?
-Nos mandaron a todos que si pudiéramos lo hiciéramos. Sauber corría con motores Ferrari y Michael Schumacher peleaba por el título con Villeneuve (Williams). Lástima que Ferrari perdió el campeonato.
-¿Qué pasó en 1998 cuando estuvo cerrado tu ingreso a Tyrrell y te bajaron?
-Estaba todo acordado porque Sauber confirma en su equipo a Jean Alesi y nosotros cerramos el convenio con Tyrrell. Firmamos el aval por 4 millones de dólares. Llegué un viernes a Inglaterra y me quedé en el hotel Hilton. Estuve entrenando con el equipo y me vinieron a buscar. Pero en ese fin de semana el representante de Ricardo Rosset lo llamó a Ken Tyrrell y le ofreció dos millones de dólares más que lo que poníamos nosotros. El lunes me enteré por Tom Coronel que vio el tema por los noticieros. Por televisión confirmé que estaba abajo. Así de crudo y cruel. También en ese momento me jugó en contra que BAR (British American Racing) había cerrado también la compra del equipo Tyrrell y luego tomaron su lugar en 1999.
-En las categorías menores les ganaste a varios que luego estuvieron muchos años en la F1. ¿Eso fue una frustración?
-No, porque si recuerdo que en 1992 vendía rifas en una Juki para poder correr y en dos años me subí a un auto de F1, fue muy importante lo que conseguí. Hice mucho más de lo que esperaba y más aún viniendo de un pueblo como Arrecifes. En mi época solo 22/24 pilotos en todo el planeta pudieron correr en F1 y tuve esa posibilidad. No puedo pedir más. Además, por ejemplo, Jarno Trulli entró en la F1 porque era italiano y por eso Benetton le dio lugar. Vos en ese momento decías “Fontana-Argentina” y, ¿qué teníamos para ofrecerle a la F1?
-El año pasado encontraste por las redes el Sauber con el que corriste, ¿lo vas a poder tener?
-Normalmente los equipos de F1 hacen doce o trece autos. Uno de esos autos está en Bélgica y lo venden con el motor. Hubo mucha iniciativa de la gente por las redes sociales y quisieron juntar plata para poder comprarlo, pero el tema quedó ahí. Luego apareció un empresario argentino (no pudo dar más detalles) que quiere comprar el auto, pero ahora se complicó para comprar cosas afuera.
-¿Sin ayuda del Estado es imposible que un argentino llegue a la F1?
-No sé por qué no tuve más apoyo del Estado. Yo sé que fui abriendo puertas. En mi primer año en la F3, en 1994, tuve el patrocinio de YPF y ellos luego hablaron con el equipo para poder tener dos autos con argentinos en 1995, pero eso no se concretó. Peter Sauber y Peter Kaufmann (N. de la R: dueño del equipo de F3 KMS Motorsports) se enojaron un poco y si bien tuve algunas discusiones, ellos me bancaron en el comienzo. Logramos ayuda de un fanático mío que construía túneles de viento. Pero cuando gané en Nürburgring ante 150 mil personas, el dueño de Red Bull, Dietrich Mateschitz, se volvió loco y le dijo a Peter que Red Bull suplantaba el patrocinio que no se tuvo de YPF. En 1995, con el título de la F3 Alemana, fue el primer campeonato que ganó Red Bull.
-¿Volveremos a tener otro argentino en la F1?
-Veo muchos esfuerzos personales, pero nada con un sustento oficial. Si la Argentina estuviese metida donde está España o Francia sin dudas estaría en la F1. Acá solo llama la atención cuando sube un piloto a la F1. Cuando gané el campeonato de F3 Alemana acá no le dieron importancia y varios medios no le dieron difusión. Ojalá que se pueda lograr. Hoy lo veo difícil porque el tipo de cambio está complicado para los argentinos.
Sin lugar en la F1, en 1999 corrió en la Fórmula 3000 y en 2000 emigró a los Estados Unidos para correr en la IndyCar. Primero fue una invitación para una prueba en el equipo del recordado argentino Juan Carlos “John” Della Penna. Pero en los ensayos anduvo muy bien y eso le valió ser piloto titular para la temporada. Uno de los principales auspiciantes fue VideoMatch, pero cuando el programa de Marcelo Tinelli bajó su apoyo las cosas se complicaron para Fontana.
-¿Qué pasó con el apoyo de Tinelli en la IndyCar?
-Fui a Homestead a probar por el pedido de Della Penna. Anduve muy bien. En el segundo día quedé primero y en USA tuvo mucha prensa. Estaban Fittipaldi, Andretti. Como Richie Hearn, que era uno de los pilotos del equipo, tuvo un accidente, me quedé para toda la temporada. Había ido con una valija y un casco y me tuve que quedar a vivir allá. El equipo me pagó el sueldo con los premios de la categoría que siempre fueron buenos. En este proyecto me dieron una gran mano los hermanos Marcos y Federico Gastaldi. Se sumó Marcelo (Tinelli) con VideoMatch y también ESPN ya que transmitía las carreras, pero luego se bajaron y no tuve presupuesto para seguir. Todo el presupuesto lo ponía John y no quise complicarlo.
-¿Cómo fue la anécdota con Sylvester Stallone?
-Stallone estaba filmando su película que era de automovilismo (Driven). Della Penna había armado dos autos para el film con motores de motos. John trabajó mucho con todo lo que era película y conocía a los directores y el staff. En la carrera de Long Beach vi mucho revuelo de gente en el box y cuando llegué lo vi a Stallone sentado en mi auto. Estuvimos charlando un rato y fue alucinante porque era tener a Rocky o Rambo en mi coche. Un tipo muy agradable. Le gustó mucho el casco mío y quiso hacer uno igual, pero con la bandera yanqui. Recuerdo que como él no entraba en el auto pedí que le sacaran la butaca. Era un lío porque todos los boxes eran dobles para la escenografía y estaban todos los actores.
Sin presupuesto para seguir a nivel internacional, en 2000 regresó a la Argentina y pronto se convirtió en uno de los referentes nacionales. En 2002 logró el título del TC 2000 con Toyota y repitió en 2010, con Ford. Antes, en 2006, se coronó en el Turismo Carretera y ese año le dio el último título a Dodge en la categoría en la que aún sigue corriendo Fontana.
-¿Te costó la vuelta al ámbito nacional?
- Fue lindo, pero nada es comparable con lo de Europa. Mi campaña la separo, por un lado el auto de Fórmula y luego el auto de turismo. Yo me considero mejor piloto de autos de Fórmula que de un auto con techo. Como acá no hay otras cosas, son muy fuertes los autos con techo. Acá me divierto, me gusta, puedo vivir del automovilismo, pero lo que más me gustó fue lo de afuera. Lo mejor de Argentina es la gente y compartís mucho con ellos en el TC y TC 2000.
-¿Es verdad que el TC cuesta 3,5 millones de pesos por fecha?
- En dólares está más barato o igual. No saqué el costo de mi primera carrera en este año, pero, más o menos el TC siempre anduvo en 20 mil dólares. El problema es para juntar el presupuesto. El TC es muy difícil y por ahí es complicado vender un proyecto. No pasa por un resultado en sí sino por generarle interés a las empresas. Hoy la publicidad está por las redes sociales (Fontana tiene mucha exposición en ellas) y que eso les sirva a las empresas y de ir en conjunto. El TC es una mini expo chacra.
-Tu nene ya anda en karting, ¿te gustaría que sea piloto?
-Por ahora está tranquilo. Cuando yo empecé a correr mi viejo me acompañó porque nació de mí. El nene vive mucho en el taller. Un día me fui a entrenar y mi mujer me mandó un video en el que él dijo que quería un karting. Me consiguieron un Tony Kart y ahora lo anda por hobby. Tiene que nacer de él si quiere correr y no porque al padre le gusta. Si él quiere hacerlo, lo voy a acompañar.
-¿Qué te parece el automovilismo argentino?
-Al TC lo veo bien, tiene 50 autos. También al Turismo Nacional. Veo un poco quedado al ACA (Automóvil Club Argentino), como que está un poco ausente. Si bien no tienen nada que ver con el manejo de las categorías, deberían involucrarse más. Veo muy metido en el día a día a la ACTC (Asociación Corredores Turismo Carretera). El TC 2000 debe recuperarse. En definitiva, creo que deberían estar todos unidos y tirando para un mismo lado. Siempre digo que, si midieran el rating del automovilismo desde Salta a Río Gallegos, los números serían otros. En cualquier lugar me dicen “mi marido mira las carreras”. Y sobre todo el TC que es muy federal.
SEGUIR LEYENDO