El automovilismo siempre fue uno de los deportes más fuertes en la Argentina, con un gran arraigo popular, pero el 21 de febrero de 1982 hubo un hecho bisagra que fue la primera carrera televisada en vivo y en directo de una categoría nacional. Ocurrió en el Autódromo Juan Manuel Fangio de Balcarce, donde un grupo de corredores encabezó la movida con el estreno del Club Argentino de Pilotos (CAP), una categoría que fue un boom con los mejores volantes del país, que corrió en ruta, un parque industrial, circuitos callejeros, en una montaña, tuvo buen rating, una estrella del rock corrió en ella, y hasta llegó al cine.
Todo nació gracias a dos emprendedores históricos como Carlos Alberto Pairetti (campeón de TC en 1968) y Jorge Cupeiro (figura de los años 60 y principios de los 70), que en esa época estaban retirados, aunque se inspiraron en una categoría estadounidense nutrida de Datsun 280 ZX y crearon la versión local con el objetivo de fomentar el espectáculo y darle algo más al público.
“En una de las tantas comidas que teníamos con el ‘Gallego’ Cupeiro pensamos, ‘¿por qué no hacemos una categoría con todos autos iguales?’ En la definición del título de Fórmula 1 en 1981 en Las Vegas, cuando el Lole Reutemann perdió el título, vi el Datsun 280 ZX. Fuimos a una agencia que era importadora de Nissan y otra vez vi un Datsun. Nos decidimos por ese modelo. Acá tenían 27 y pedimos tres a Chile. Luego elegimos los mejores 30 pilotos que había en el automovilismo nacional y le terminamos de dar forma a la categoría. Creo que salieron 10 mil dólares cada coche y cada corredor pagó el suyo. Fuimos precursores en la televisación del automovilismo nacional. Esas competencias iban por ATC (hoy TV Pública) y hasta llegamos a correr algunas en ruta. Su motor preparado tenía unos 200 caballos a unas 6900 RPM”, recuerda Pairetti en diálogo con Infobae.
Como dijo Il Matto, lograron reunir a los mejores pilotos del momento y entre ellos estuvieron Juan María Traverso, Luis Rubén Di Palma, Roberto Mouras, Jorge Raúl Recalde, Osvaldo “Cocho” López, Esteban Fernandino, los ex F1 Miguel Ángel Guerra y Ricardo Zunino, Guillermo Kissling (el primer campeón) y otros veteranos que volvieron a ponerse el casco como los propios Pairetti y Cupeiro, Marito García, Néstor Jesús García Veiga, Francisco “Paco” Mayorga, Carlos Marincovich y algunos jóvenes tales Ernesto “Tito” Bessone y Gustavo Der Ohanessian. Esta amalgama de generaciones, todos con autos iguales, brindó un espectáculo único.
La categoría tuvo su glamour y su presentación se hizo en el boliche porteño New York City. En lo técnico a sus coches les agregaron alerones traseros y trompas que fueron armadas por Tulio Crespi, uno de los preparadores más importantes y que llegó a construir más de 1.000 autos de carrera en el país, y que hoy también exporta en Sudamérica. Los motores fueron mejorados para la competición y también les pusieron gomas deportivas.
“Todo nació gracias a Pairetti y Cupeiro, que eligieron a los 26 mejores pilotos de la Argentina. Con eso firmamos un compromiso que se lo entregamos a una empresa representante de Japón en el cual nosotros pagábamos en cuotas los autos y los kits (alerones y trompas) que estaba fabricando Tulio Crespi y con eso cada uno armó su equipo”, le cuenta a este medio “Cocho” López.
“Quienes pudimos avalar con una firma unos documentos para que ATC mandara sus técnicos y choferes, conseguimos un seguro para que salieran sus camiones y garantizamos que no se iban a romper porque eran bienes del Estado y tuvimos que poner otros camiones en garantías. Pudimos lograr que nos den el servicio y los camiones de exteriores, que eran muy modernos en ese momento”, explica López que fue tricampeón del CAP en 1985, 1986 y 1987.
Desde aquel domingo la gente se pegó a la pantalla chica. “En 1982 fuimos a Argentina Televisora Color, ATC (hoy la TV Pública) a proponerles transmitir las carreras del Club Argentino de Pilotos y con el fin de que usaran dos camiones de exteriores que tenían desuso desde el Mundial 1978. En el canal aceptaron a gusto y fue la primera categoría televisada en directo a todo el país”, agrega el ex piloto porteño.
Los móviles usados ya habían tenido una experiencia en el automovilismo. El 15 enero de 1978 el organismo a cargo del Mundial de Fútbol decidió probarlos en el Gran Premio de F1 y fue la primera transmisión a color en vivo y en directo desde la Argentina para el mundo. El ensayo salió perfecto y con el valor agregado de hacerlo en un predio mucho más grande que un estadio de fútbol como el Autódromo de Buenos Aires con 120 hectáreas.
“Decidieron hacer la carrera en Balcarce porque tuvo una ventaja para la televisación, ya que allí estaba la antena parabólica en la planta satelital que se usó en las transmisiones del Mundial. Faltaba una cosa que era ver si se podían subir las antenas en forma lineal. Los técnicos ya habían visto que se podía, pero para confirmar que todo estuviese bien, ellos el jueves subieron a la sierra La Barrosa con una mochila cada uno y ahí pudieron instalar las antenas microondas que enlazaban de forma directa las antenas grandes parabólicas que tenía la planta de Balcarce. De ahí se hizo el enlace y por handie se comunicaron con todos los que estábamos abajo. Todos ayudábamos”, cuenta.
“Le pedimos al club organizador que hiciera unos mangrullos de dos metros y dos metros y medio de alto para poder instalar las cinco cámaras que tenían un zoom increíble: una desde arriba de todo y las otras cuatro más abajo. Los pilotos fuimos con cada uno de los camarógrafos, los orientamos e hicimos un ensayo con autos particulares girando en la pista para que tuviesen una referencia por dónde pasarían los coches de carrera y así enfocarlos. Ese día se logró establecer la comunicación con microondas desde La Barrosa a la planta de Balcarce. Así se pudo televisar la primera carrera en vivo y en directo que fue el puntapié inicial”, describe.
“Cuando vimos los autos no lo podíamos creer porque tenían mucha potencia, suspensión independiente, giraban a 6.600 RPM, motores lineales de seis cilindros, inyección electrónica, todo muy moderno para la época y revolucionario. En Rafaela iban a 290 kilómetros por hora en los dos curvones. El primer año hubo 21 carreras y tuvimos tres seguidas en las que subieron los autos en Retiro, donde contratamos un tren entero con camarotes, restaurante y cine. Luego estaban los vagones con los mosquitos ferroviarios, en los que cargamos todos los autos de carrera y las camionetas de auxilios y ahí partimos rumbo a Mendoza, San Juan y La Rioja”, comenta.
“Tuvo mucho éxito porque fueron los últimos tiempos del Lole Reutemann en la F1 y los domingos al mediodía no había nada. Llegamos a tener un rating de 15/16 puntos, lo que quiere decir que todos estaban mirando las carreras de autos los domingos a la mañana. La categoría tuvo nombres, autos espectaculares y todos iguales, con mucha lucha en pista. Si se ven las fotos, en 1985 cuando gané el título en Autódromo de Buenos Aires, estallaba de público. Recuerdo que cuando iba a cobrarle a uno de mis sponsors, la cajera me decía ‘en mi casa por sus benditas carreras hasta las 14 no podemos comer’”, afirma.
En tanto que Pairetti siempre fue audaz y se la jugó con eventos especiales. En 1982 corrieron en la ruta al estilo del TC y fue en un trazado de nueve kilómetros en Pergamino (con tramos de tierra) donde ganó Di Palma. También fueron al semipermanente de Potrero de los Funes en San Luis, donde venció Cocho. Se buscaron autódromos rápidos como Rafaela, Nueve de Julio y el extinto perimetral de Alta Gracia. O en un parque industrial en Tandil, en el que se impuso Kissling, quien allí liquidó el campeonato. En 1983 compitieron en un callejero en Mar del Plata y hasta en una montaña en Tucumán, donde un miércoles hicieron una fecha con una trepada y bajada entre Raco y San Javier, evento que ganó Alfredo Pisandelli.
La categoría fue un boom y durante 1982 tuvo un total de 250 mil espectadores en sus escenarios. Sumó trascendencia gracias a la TV. En plena Guerra de Malvinas el Flaco Traverso tuvo una historia particular: su principal sponsor fue una marca de jeans y su coche era de color azul y tuvo una decoración con la bandera británica. Tras una “recomendación”, el de Ramallo debió cambiar los colores y reemplazó la franja roja por una amarilla.
Por otro lado, Infobae consultó al archivo RTA (material audiovisual y sonoro de Radio Nacional y Canal 7–Televisión Pública) y desde allí afirmaron que no tienen el material de esa carrera de Balcarce. También con Di Film, la recopilación histórica a cargo de la familia Di Chiara, quienes tampoco cuentan con las imágenes. Son pocos los registros en video del CAP y pueden verse en You Tube.
“Con el éxito que tuvimos el TC incorporó más fechas en los autódromos para empezar a ser televisado. Empezó a ser nuestra competencia, al igual que el TC 2000. La televisión llegó para quedarse en el automovilismo y de los seis años que corrí en la categoría pude ganar tres campeonatos: 1985, 1986 y 1986″, detalla López.
Guillermo Kissling fue el ganador de aquella carrera en Balcarce y también su primer campeón. “Fue un año extraordinario por la paridad. Yo venía de la Fórmula y mi única experiencia en autos con techo había sido con Fiat 600. Fue gracias a Jorge Cupeiro que pude llegar a correr”, le indica a Infobae el ex piloto que brilló en la Fórmula 2 Nacional, la Codasur y la F3 Sudamericana. Ahora es ingeniero en el equipo Dole del Turismo Carretera.
“Siempre me habían invitado a correr en autos de turismo. El Datsun era un coche de turismo de alta gama y tenía muy potente el motor, casi estándar, pero el chasis sí se había modificado. Ese conjunto en pista tenía tiempos excelentes. Fue muy importante el aprendizaje que traje de la Fórmula 2 Nacional que era muy fuerte”, relata.
“Esa carrera fue un show importantísimo ya que desde mucho antes hubo festejos por el inicio del campeonato en Mar del Plata. La categoría tuvo mucha notoriedad gracias al trabajo de Pairetti y Cupeiro. El CAP ese año fue lo más fuerte del automovilismo nacional. Fue muy fuerte la trascendencia periodística que tuvo por la TV”, apunta. Pero hubo un hecho que lo marcó de ese fin de semana: “La entrega de premios de Juan Manuel Fangio”.
También recuerda una anécdota con Di Palma: “En todas las carreras Luis me llevó en su avioneta. En la pista nos matábamos y cuando le ganaba hablábamos poco. Peleamos el campeonato, pero él tuvo mucha honestidad deportiva porque fuimos rivales y tranquilamente me podría haber dicho ‘¿por qué te voy a llevar?’ Así eran los rivales de esa época como Yoyo Maldonado, entre otros. Era otro tipo de automovilismo”.
Tal fue el éxito del CAP que en 1986 dos de sus autos participaron en la película Brigada Z y hasta Cocho tuvo un cameo. Incluso una figura del rock nacional corrió en la categoría como Norberto Aníbal Napolitano, más conocido como “Pappo”, cuyo primer contacto fue en diciembre de 1982 en una producción que Riff, la banda que formó, hizo junto a Kissling en el Autódromo de Buenos Aires Oscar y Juan Gálvez. Años más tarde, el conocido guitarrista y compositor corrió en la especialidad con un Datsun.
En 1986 Pairetti promovió la renovación del parque e introdujeron los Nissan 300 y al año siguiente llegaron a organizar una carrera especial en Buenos Aires donde corrió como invitado Emerson Fittipaldi. Aunque en la cresta de la ola la categoría tuvo su debacle.
“En 1987 y 1988 comenzaron los problemas de los costos infernales porque eran elementos importados. La otra razón fue que al haber dividido la categoría en Datsun y Nissan, pasó lo que ocurre ahora con muchas categorías, se dividen los esfuerzos y los pilotos empezaron a irse. Los cinco o seis más importantes nos fuimos a otras categorías y los que quedaron no pudieron mantenerla”, resume “Cocho”. La divisional siguió hasta 1992 y con el remanente de autos al año siguiente la Asociación Corredores Turismo Carretera (ACTC) la reemplazó por el Súper Turismo 3000. La mayoría de los autos se perdieron y de los pocos que se rescataron se destacan un Nissan de Traverso que lo guarda en su galpón de Ramallo y recientemente apareció el Datsun campeón de Cocho de 1985.
Con la llegada de la TV en vivo,k el automovilismo nacional pegó un salto de calidad y potenció el profesionalismo, ya que los corredores tuvieron más herramientas para vender la publicidad de sus autos. Si bien este deporte se adueñó de la programación de los domingos al mediodía, en los últimos años perdió su espacio en la pantalla chica. Por ejemplo, el TC y Turismo Nacional sigue por la TV Pública, pero habrá parte de su actividad (las series por ejemplo) que sólo se puede ver por una plataforma, Motor Play, donde los usuarios deberán pagar 620 pesos mensuales, lo que generó una fuerte polémica en las redes sociales con los fanáticos. En tanto que el Súper TC 2000 y el Top Race continúan por Canal 13, pero entregan sus transmisiones a las 13 horas (una menos).
El automovilismo argentino deberá trabajar para recuperar su espacio. Volver a generar el interés para incorporar a un público cautivo y la expectativa para los tuercas de siempre, esa que tuvo hace 40 años cuando irrumpió en la televisión y las carreras de autos a nivel nacional captó a una teleaudiencia que por muchos años no cambió de canal.
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