Eran las dos de la tarde del sábado pasado cuando los vecinos de Moreno miraron cómo pasaban tres micros llenos de barras hacia el estadio de Fénix, ubicado detrás de la ruta 25. No había partido programado, por lo cual el evento era extraño. Es más, en los colectivos no iban sólo barras del Cuervo, que milita actualmente en la Primera B, sino barras de otros conjuntos del ascenso. Quizá, pensaron algunos, se trataba de un evento para confraternizar previo al inicio del torneo. Estaban bastante equivocados. Un rato después de romper el candado y copar la tribuna del estadio, varios se dirigieron, tras pasar las dos canchas auxiliares que están en el medio, a la parrilla que está en el ingreso al club. Allí buscaban dar con el gerenciador del fútbol infantil, femenino y senior, Matías Zárate y con el protesorero de la institución, Horacio Rodríguez Pini. Al no divisarlos de entrada empezaron a robarle a todos los que almorzaban allí, a romper las mesas y las sillas y, cuando la Policía alertada se acercó al lugar, se fueron disparando 14 tiros contra los autos estacionados en el frente del lugar. No fue una masacre de milagro.
Insólitamente, los tres micros repletos de barras pudieron huir sin ser detenidos, no así un auto Fiat Palio que circulaba detrás y que tenía en su interior a cuatro barras de Deportivo Merlo munidos con una pistola nueve milímetros con numeración limada y siete cartuchos en su interior, quienes quedaron detenidos en medio de una historia más del insólito y criminal far west que rodea al fútbol argentino.
El conflicto con la barra viene desde hace tiempo, pero este hecho puntual tiene que ver con una interna dirigencial para ver quién se pone al frente de los destinos de la institución. Hasta el año pasado el club era conducido sin discusión por Jorge Colqui, con quien Infobae intentó comunicarse, pero no respondió los llamados. Los problemas empezaron cuando Fénix vendió en 450.000 dólares su sede de Colegiales para armar su estadio en Moreno. Con 300.000 dólares se compró el terreno y el resto era para la construcción. Pero hubo dinero que pareció quedar en el camino. Es más, el propio Colqui tuvo sus problemas con la barra a punto tal que lo amenazaron de muerte en octubre de 2020 tras exigir a quien manejaba las finanzas del club los comprobantes de compra de materiales para la construcción del nuevo estadio de Fénix, dado que muchas cosas no parecían estar en regla. Las malas lenguas decían que supuestamente quien había liderado la amenaza era el jefe de la barra, Juan Ayala, una especie de reclutador de mano de obra en Pilar que trabajó históricamente para el PJ. Pero los rumores no se concretaron en denuncias penales y todo terminó como terminan habitualmente las denuncias en el fútbol: en la nada.
La situación interna se caldeó y el oficialismo se partió. De un lado quedó Colqui Lastra y del otro quien se le puso enfrente denunciando los faltantes de dinero, su hasta entonces protesorero, Horacio Rodríguez Pini. En el fútbol también hubo una división: el gerenciamiento de la Primera quedó para Omar el Turco Asad, mientras que el resto para Matías Zárate, quien se alió a Rodríguez Pini. Y entonces se llamó a nuevas elecciones en plena pandemia. Viendo que la oposición iba a ganar, hubo denuncias de maniobras poco claras en el padrón y en la votación que le dio la victoria al oficialista Colqui. Así la oposición impugnó todo ante la Inspección General de Justicia, que terminó dándole la razón a la oposición. Y eso habría sido el motivo, según los denunciantes, del ataque con barras perpetrado por la dirigencia rival, ya que según afirmó el propio Rodríguez Pini “hay testigos que dicen que en la tribuna con esos barras o como se llamen estaban Colqui Lastra junto a José de Rosa, quien es el protesorero de su lista”.
El nombre de José de Rosa parece clave en esta historia. Sindicalista, presidente de la Asociación Argentina de Técnicos y Auxiliares de Laboratorios de Análisis Clínicos (AATALAC) se acercó a Fénix en el último tiempo y trabó alianza con Colqui y, según los socios, también con Ayala, el jefe de la barra. Los antecedentes de De Rosa podrían sugerir que los rumores no están exentos de realidad: promovió el año pasado una agrupación llamada Juntos X el Fútbol, que parecía remedar aquella frustrada y trágica ONG barra llamada HInchadas Unidas Argentinas. En su presentación en sociedad en el estadio de Deportivo Merlo, en octubre de 2021, se reunieron referentes de las tribunas de 20 equipos del Ascenso que desplegaron todas las banderas de las barras en la tribuna. En esa misma jornada De Rosa, presentándose como presidente de la Asociación, aseguraba al diario Olé: “La idea empezó a gestarse en 2017, cuando varias hinchadas del país comenzaron a relacionarse y a intercambiar mensajes por WhatsApp. Juntos x el Fútbol es la unión de hinchas de distintos equipos que formarán parte de la misma institución y trabajarán en conjunto. De hecho, Juntos tendrá una Comisión Directiva y los miembros de las distintas hinchadas serán también socios. Habrá balances, libros contables, todo bien clarito”, decía De Rosa.
La historia muestra que cada vez que sindicalistas y barras armaron una ONG en el fútbol todo terminó mal, muy mal. Es más, la presencia de barras de esos equipos en los incidentes del sábado parece no coincidir con la plataforma de la nueva asociación civil. De hecho en la causa que se inició por intervención de la comisaría cuarta de Moreno queda claro que los cuatro detenidos son barras de Deportivo Merlo, lo que torna todo más sugestivo aún y refuerza la hipótesis clásica del fútbol argentino: la utilización de las barras como mano de obra desocupada para beneficio propio que después, siempre, termina pagándose con sangre.
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