La increíble y azarosa historia de cómo Carlos Bilardo llegó a dirigir a la selección nacional

A punto de estrenarse una serie de capítulos sobre su vida, el autor recuerda cómo el “enemigo futbolístico” de Julio Grondona se convirtió en el DT de la Argentina, que la llevó a lo más alto en México 86. Diálogos íntimos de una decisión acertada

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Bilardo junto a Maradona en México 86, el momento cumbre en la carrera de ambos
Bilardo junto a Maradona en México 86, el momento cumbre en la carrera de ambos

—¿Vos venís acá, a mi negocio y me invitas para que yo comparta una mesa de debate con Bilardo?

—Así es Julio, vengo a pedirte que aceptes participar de un panel para hablar sobre el futuro de la selección argentina de fútbol.

—Y entre esa gente ¿va a estar ese “pincha culos con alfileres”? .—, se preguntó el entonces presidente de la AFA tras el mostrador de su ferretería de Sarandí ese mediodía de septiembre de 1982.

— Bueno, entre otros, Julio…

— Ni loco voy: eso es anti fútbol, es Estudiantes de La Plata y yo soy Independiente, hay una pequeña diferencia: nosotros jugamos –dijo un Julio Grondona pasional – y ellos buscan el resultado a cualquier precio. No, con “ése” no me siento…

— Julio, por favor, escuchame – le exhorté – ni vos no sos más el presidente de Independiente, ni Bilardo es un “pincha culos”, además, la invitación no es nuestra…

—¿Y de quién es?—, repreguntó, aparentemente interesado.

— Es de la Sociedad de Distribuidores de Diarios, Revistas y Afines, gente muy buena y muy amiga que en septiembre realizará “El mes del Deporte”. O sea que cada viernes del mes habrá una mesa de debate con protagonistas de los diferentes deportes que abordarán su tema. El de la Selección será dentro de dos semanas…

—Dejámelo pensar— balbuceó Grondona pensando más en el compromiso con los organizadores que en los panelistas. Razonamiento absolutamente lógico y adecuado.

Lo que pasó esa tarde lo resume fenomenalmente Héctor Onesime, quien era Director de la revista “El Gráfico”, en su imperdible libro “Memorias de un Periodista Deportivo”. Y dado que mi misión en la convocatoria de la SDDRA era llevar a Julio Grondona de cualquier manera, el siguiente resumen podrá ayudarnos a entender cómo la AFA pasó de César Luis Menotti a Carlos Salvador Bilardo de manera casi azarosa: una reunión producida por una entidad, unos panelistas del riñón del fútbol, un técnico campeón de la temporada (Bilardo) y un presidente de la AFA asimétrico en el gusto y en las formas de este director técnico con quien jamás imaginó vínculo alguno.

Sin embargo veamos que pasó esa tarde, según Héctor Onesime:

“Ya nada sería igual. Al regreso de España, un virus invisible empezó a corroer mi vínculo afectivo con “El Gráfico”. La situación del país post guerra de las Malvinas y la situación del fútbol post Mundial construyeron un paraje poco propicio para el reencantamiento. No fue algo brusco ni repentino, pero conjeturé que en el corto o mediano plazo mi ciclo en la revista también tendría su punto final.

La casi segura salida de Menotti como conductor de las selecciones nacionales generó expectativas y especulaciones. En un almuerzo –Constancio Vigil completó la mesa— discutí el tema con Julio Grondona:

– Julio, ¿en quién estás pensando como sucesor de Menotti?

– Todavía es prematuro.

– Pareciera que hay dos candidatos naturales flotando: Carlos Timoteo Griguol y Carlos Salvador Bilardo.

– No ¿El fútbol de Bilardo en la Selección? ¡Por favor!

– Cuidado, Julio. No es bueno poner etiquetas. El estilo del Estudiantes que dirige Bilardo merece un juicio menos dogmático.

– Mirá, Héctor, vos serás muy bueno eligiendo periodistas para “El Gráfico”, pero al técnico de la Selección dejámelo elegir a mí.

– ¿Y cuál es tu hombre?

No se manifestó sino luego de un breve acoso.

– Es una pena que se haya peleado con el presidente de “mi” club (Independiente) y que se haya ido al exterior (México), pero me gustaba el “Zurdo” Miguel Ángel López.

En plena desazón post Mundial de España y “bajoneados” por la situación político-social que sufríamos, miembros de la Sociedad de Distribuidores de Diarios, Revistas y Afines nos trajeron la propuesta de organizar “El Mes del Deporte” dedicando un día de la semana a una disciplina diferente en cuatro sesiones consecutivas. “Nuestro ánimo no está para estos esfuerzos”, le dije a Constancio Vigil. “A esta gente (los “canillitas”) no podemos negarnos”, decretó.

Analizamos estas disciplinas: automovilismo, boxeo, básquetbol y fútbol, especialidad que obviamente cayó bajo mi tutela. El viernes 24 de septiembre de 1982 puse a mi lado en el panel a Alberto Tarantini (mundialista del 78 y 82), Jorge Benítez (jugador de Boca Juniors), Carlos Bilardo (director técnico de Estudiantes de La Plata), José Francisco Sanfilippo (ilustre e inigualable goleador de los 60) y Julio Humberto Grondona (presidente de la Asociación del Fútbol Argentino). Garanticé diversidad en las opiniones, delegando en Adrián Paenza la función de moderador. Agotadas las exposiciones, partieron las instrucciones para el público, iniciándose el juego dialéctico de preguntas y respuestas. La exposición de Bilardo fue ingeniosa y novedosa, arrancando aplausos. Al bajar del estrado, Cherquis me sorprendió con un comentario: “Conseguiste lo que querías. Bilardo va a ser el técnico de la Selección”. Le precisé, en el mismo tono lúdico, que mis prioridades habitaban fuera de esa nominación. “Ya sé –agregó Cherquis risueño— lo que pasa es que la cara de Grondona hacía fácil deducir que esta noche abandonó su veto al “Narigón”. Es mi impresión”.

El vaticinio tardó unos meses en materializarse.

Esos coloquios patrocinados por los “canillitas” dejaron dos secuelas imborrables: 1) Orcasitas concretó allí un hito en la fundación de la Liga Nacional, pedestal desde el cual el básquetbol argentino logró un firme crecimiento. 2) Con Bilardo, el fútbol volvió a adjudicarse la Copa del Mundo en México ‘86″

Supe de inmediato que Julio Grondona había quedado sorprendido con la exposición de Bilardo, “su enemigo futbolístico”. Y además le habían causado gratificación dos definiciones: a) “El técnico de la Selección debe apoyarse y hablar mucho con los dirigentes” y b) estar la frente de la selección nacional es el máximo honor para un técnico, ya está, ya llegó a lo máximo y debe morir trabajando, estudiando, viajando…”

Bilardo como técnico de Estudiantes en 1982, poco tiempo antes de ser elegido para conducir al seleccionado argentino
Bilardo como técnico de Estudiantes en 1982, poco tiempo antes de ser elegido para conducir al seleccionado argentino

Esto ocurrió en septiembre de 1982. El contrato de César Luis Menotti –remiso a hablar demasiado con los dirigentes— habría de vencer en diciembre de ese año. Para Grondona el ciclo del “Flaco” había finalizado tras el último partido en el Mundial de España. Sin embargo se reunió con él en Mar del Plata en Enero de 1983 para discutir formalmente la continuidad de un vínculo inviable.

— “No nos pusimos de acuerdo en lo económico”—, declaró Grondona, quien siempre evitó cualquier degradación profesional con el actor que fuere. Decir “no nos pusimos de acuerdo en los términos económicos” era parte de una “verdad piadosa y provocada”, pues Grondona le ofreció a Menotti una renovación cuyo monto resultaba inferior al que había ganado en los últimos cuatro años. Era lógico “no ponerse de acuerdo”. En definitiva al presidente de la AFA le pareció muy preocupante la indisciplina, la falta de compromiso en el plantel respecto del 78 y la actitud en cierto modo laxa del seleccionado nacional en España 82.

A Julio Grondona, tal lo expresado por él mismo, le gustaba para director técnico de la Selección nacional Miguel Ángel López, un brillante ex marcador central ganador de todo con Independiente tras sus exitosas etapas en Estudiantes y River. Ya como técnico había dirigido a Diego Armando Maradona en Argentinos Juniors en 1979 y luego a Independiente con quien logró torneos y predicamento hasta llegar como conductor a Boca.

Pero el “Zurdo” López estaba enojado con Pedro Iso, presidente de Independiente y gran amigo de Julio Grondona. Más aún fue su exitoso sucesor en diferentes períodos y, bajo su mandato, Independiente le ganó al Liverpool de Inglaterra la Copa “Intercontinental” en 1984 . O sea, López, el preferido de Grondona, no.

La alternativa era Carlos Griguol, un maestro del fútbol y de la vida quien bajo la presidencia de Santiago Leyden habían convertido a Ferro Carril Oeste en un club modelo. La institución tenía por entonces más de 70.000 socios. Ferro había salido doblemente subcampeón en 1981 ( Metropolitano y Nacional) y marchaba como enorme candidato al Campeonato de 1982, primer logro que obtuvo brillantemente.

Bilardo y Grondona, pese a las diferencias iniciales, la Selección los unió
Bilardo y Grondona, pese a las diferencias iniciales, la Selección los unió

El doctor Santiago Leyden – luego con cargos oficiales en las áreas de Deporte de la Ciudad y de la Nación – era muy valorado por toda la comunidad futbolística. Y a su vez un gran soporte para la AFA cuyo Tesorero era otro dirigente de Ferro: Julián Pascual.

Una noche de sobremesa, Julio Grondona mencionó a Carlos Griguol como un potencial sucesor de César Luis Menotti. Fue tras un partido de verano en Mar del Plata.

—Julio, por favor –exhortó Pascual – no se te ocurrirá sacarnos a Timoteo, ¿no?.. Y de inmediato –tal como lo contaba Grondona – le agregó: “Se muere Santiago (por Leyden) si haces eso.

— Quedate tranquilo— respondió el presidente de la AFA—; estoy pensando en otro—, mintiendo pues su intención real era saber qué pensaban los dirigentes de Ferro.

Miguel Ángel López no; ahora Carlos Griguol tampoco. ¿Cuál sería la alternativa? Julio Grondona, frente a estas respuestas negativas exhumó el nombre de Carlos Bilardo. Para lo cual antes que nada llamó y logró la aprobación del Presidente de Estudiantes de la Plata, Raúl Correbo.

—Raúl, ¿te perjudica si tengo una charla con tu técnico, con Bilardo, para ver si encuadra con lo que quiero para la Selección?.

—Al contrario Julio, para nosotros sería un honor que un hombre de Estudiantes, agarre la selección nacional.

Así lo contaba El Gráfico: “La historia dirá que a las 20:24 horas del viernes 18 de marzo de 1983, Carlos Salvador Bilardo dio a conocer en la antesala del salón de presidencia de la AFA la nómina de dieciocho jugadores que, a partir de ese momento, eran los integrantes del seleccionado.

Antes de firmar le había dicho al presidente de la AFA, Julio Grondona tres cosas: 1°) que le agradecía porque para él era un honor haber llegado a ser el técnico de la selección nacional, 2°) que los términos del contrato ni pensaba leerlos: “Firmo en las condiciones que usted ponga Julio, esto no es por plata” y 3°) “antes que nada presidente y quiero que lo sepa de entrada, vamos a hacer una Selección que acompañe a Diego a quien le voy a dar la capitanía”.

“Todos los convocados (solo jugadores que actuaban en el país) comenzarán a trabajar hoy en las instalaciones del Sindicato de Empleados de Comercio, en Ezeiza, lugar elegido por Bilardo y alquilado por la AFA, para esta etapa previa de preparación. Junto a Bilardo trabajarán el profesor Ricardo Echevarría como preparador físico, el doctor Raúl Horacio Madero como médico y Aldo Divinsky como kinesiólogo. La Selección Juvenil seguirá al mando de Carlos Oscar Pachamé y el profesor Jorge Alberto Daguerre.

De los dieciocho jugadores nominados sólo cuatro nacieron en la Capital Federal: Gareca, Garré, Sabella y Calderón. Otros tres lo hicieron en el Gran Buenos Aires: Alonso (Vicente López), Morete (Florida) y Arregui (José C. Paz). Cuatro en el interior de la provincia de Buenos Aires: Fillol (Monte), Brown (Ranchos), Camino (Maipú) y Olarticoechea (Saladillo). Cuatro en Santa Fe, pero solo uno de ellos en Rosario: Marangoni. Los otros: Pumpido (Santa Fe), Trossero (Esmeralda) y Giusti (Albarellos). En Córdoba (Corral de Bustos), Ruggeri. Magallanes en el Chaco (Resistencia) y Burruchaga en Entre Ríos (Gualeguay). El mayor de todos es Ubaldo Matildo Fillol: 32 años (nació el 21 de julio de 1950) y el menor, con 20 años, es Jorge Luis Burruchaga (9 de octubre de 1962).

De fiesta: Carlos Bilardo, en la boda de Claudia Villafañe y Diego Maradona, y Julio Grondona. Tres apellidos ligados por una historia con broche de oro en 1986
De fiesta: Carlos Bilardo, en la boda de Claudia Villafañe y Diego Maradona, y Julio Grondona. Tres apellidos ligados por una historia con broche de oro en 1986

El Director Técnico aclaró que estos nombres son la base de la Selección y por lo tanto la lista no es definitiva: “Pueden producirse ingresos y egresos en cualquier momento” .

Tres años antes del Mundial, Carlos Bilardo tenía claro aquello que quería. Por cierto su primer viaje a Europa fue para hablar con Maradona y con otros actores fundamentales del fútbol mundial: Alfredo Di Stéfano, Ulrich Stielicke, Enzo Bearzot y Paolo Maldini, entre muchos.

A Diego le aclaró reglas de juego y le transmitió las ideas tácticas de un nuevo diseño estratégico. No le consultó sobre cómo jugar ni quienes debieran ser convocados . O sea que Bilardo asumió el liderazgo desde el primer día y el equipo jugaba con quien él designaba y de la forma en que él lo planteaba.

A Alfredo Di Stéfano y Enzo Bearzot les consultó con humildad sobre los nuevos ordenes tácticos del fútbol. Con Ulrich Stielicke y Paolo Maldini (monumentales defensores del Real y del Milan y de las selecciones de Alemania e Italia) preguntó sobre el pressing y el líbero, sus funciones y aquellas cuestiones específicas de los defensores modernos de la época.

Bilardo no hacía viajes ociosos, todos tenían un sentido. Y mucho más en tiempos de preglobalización en los cuales se carecía de la visión directa de la que hoy se disfruta. Y además si se repasa la lista del primer día – tres años antes— podrá advertirse el elevado porcentaje de jugadores que terminaron ganando el Mundial del 86.

Una de las más claras definiciones sobre la vida la dio el filosofo español José Ortega y Gasset. Dijo sintetizando respecto de que es la vida: “La vida es azar, determinación y destino…”.

El azar llevó a Bilardo a una charla que habría de compartir con un archienemigo de gusto futbolístico: Julio Grondona. Luego otros candidatos elegidos por éste no pudieron ser por diferentes razones relacionadas con terceros. Más tarde se le designa por decantación al frente de la selección nacional a la que conduce con determinación. Y finalmente el destino, consecuencia de la determinación otorgada por el azar, lo consagra campeón (1986) y sub campeón del mundo (1990).

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