Si seducir o gustar futbolísticamente otorgara puntos, la Selección Argentina seguiría pugnando, preocupada, por ir al Mundial. Pero el fútbol se define en las áreas y allí el conjunto nacional ofrece escaso margen para la discusión: tiene asegurado su boleto para Qatar 2022 con cuatro fechas de antelación y con la victoria ante Chile estiró a 28 partidos el invicto más largo del mundo a nivel selecciones. Ahora bien, ¿alcanzará con la condición de equipo pragmático y utilitario para ir a Qatar a pelear el Mundial?
El presente de Argentina puede analizarse desde ópticas marcadamente contrapuestas. Una mirada complaciente, conformista u optimista podría decir que ganó en los 2.260 metros de altura de Calama sin Lionel Messi y también con las bajas de Cristian Romero, un baluarte de la defensa, y de otros ocho futbolistas que no forman parte de la base titular: Germán Pezzella, Juan Foyth, Guido Rodríguez, Nicolás Domínguez, Exequiel Palacios, Alexis Mac Allister, Emiliano Buendía y Joaquín Correa.
También podría afirmarse que volvió a sumar de a tres con la ausencia de Lionel Scaloni porque el técnico dio positivo de Coronavirus en los testeos previos al viaje. Y que supo hacer pie y sobreponerse a un ambiente hostil en Chile: los jugadores se quejaron de las demoras y el celo policial que sufrieron en el aeropuerto al llegar el miércoles a Calama, y también de que en el hotel no funcionaban los aires acondicionados ni tuvieron agua durante más de cuatro horas en la previa del encuentro.
Podría elogiarse la personalidad que mostró Argentina para no dejarse llevar por delante por un Chile nervioso y de a ratos violento al verse cada vez más lejos de Qatar, o los reflejos de Emiliano Martínez, el “Dibu” que ataja como un arquero top del mundo y que viene mostrando un perfil demasiado alto fuera de la cancha.
También podría ponderarse la notable eficacia del equipo, que generó dos jugadas de verdadero peligro y las finalizó en gol: el primero de Ángel Di María y el segundo de Lautaro Martínez, el máximo artillero del ciclo de Scaloni con 18 festejos. Ambos goles tuvieron un rasgo en común: nacieron de sendas recuperaciones cerca de la mitad de la cancha, con el equipo rival en situación de retroceso desesperado. A la Selección, está más que claro, le sientan mejor los ataques directos que los que requieren de mayor elaboración.
Pero el análisis carecería de rigurosidad si se obviaran algunas de las cuestiones que no dejan tan bien parado al equipo. La figura de Argentina volvió a ser “Dibu” Martínez con sus reflejos y su rapidez de piernas para evitar el empate rival en cuatro situaciones claras de gol. Cuando un arquero es el más destacado de su equipo con frecuencia, la conclusión resulta evidente: a ese conjunto le llegan con cierta facilidad.
Argentina es un equipo que prescinde por completo de las formas: solo parece importarle llegar a buen puerto. Los resultados parecen darle la razón, pero la pregunta es qué podría pasar en el Mundial si le toca medirse con un conjunto de un potencial mayor a los que viene enfrentando, que los habrá y mucho. En ese sentido, la final de la Copa Euroamericana que jugará el 1 de junio en Londres, ante Italia, asoma como una buena medida para tener otro parámetro de dónde está parado el equipo.
En tren de mencionar más aspectos que generan dudas, cabe otra pregunta: ¿no exagera Argentina cuando pasa por tramos tan extensos de los partidos concediéndole la iniciativa y el control de la pelota al rival? Más: ¿no resulta demasiado mezquino que los laterales prácticamente no pasen al ataque durante todo un partido, como ocurrió en Calama con Nahuel Molina y Nicolás Tagliafico?
Son preguntas que solo el tiempo y el devenir del Mundial -para el que faltan diez meses- irán respondiendo. Mientras tanto, Scaloni deberá rearmar las piezas para el partido del martes ante Colombia, en Córdoba. Nicolás Otamendi, Tagliafico, Rodrigo De Paul y Leandro Paredes están suspendidos por haber llegado a la segunda amarilla y por eso es posible que en la zaga central jueguen Germán Pezzella y Lucas Martínez Quarta, que Marcos Acuña reemplace a Tagliafico, que Giovanni Lo Celso juegue por De Paul y que Lisandro Martínez se corra a la mitad de la cancha (un puesto que conoce del Ajax) para ocupar el lugar de Paredes.
Habría que intentar considerar en su justa medida las dos caras de Argentina: valorar los aspectos positivos porque una racha de 28 partidos sin perder (18 victorias y 10 empates) no puede ser nunca fruto de la casualidad, y esperar una mejoría, un crecimiento; en fin, un salto de calidad, para que el viaje a Qatar se parezca más a una ilusión que a un acertijo.
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