Debutó en Primera a los 17 años. Con San Lorenzo ganó la Copa Libertadores 2014 y la Supercopa Argentina 2015 (anotándole dos goles a Boca). Pasó por Europa, jugó con Messi en la Selección. Y hoy es... presidente. Pablo César Barrientos, el Pitu, fue elegido hace 10 días titular de Jorge Newbery de Comodoro Rivadavia, el club de su corazón en la ciudad en la que se crió. Sucedió en una asamblea en la que se entronizaron las nuevas autoridades, ya que no hubo otra lista competidora.
A los 37 años, el ex mediocampista ofensivo ya venía colaborando en el fútbol del club, además de gestionar un corralón de materiales de construcción. Sin embargo, dio el salto en la responsabilidad con el mismo desenfado con el que encaraba rivales con su zurda.
“El club lleva un montón de gente. Lo hago por pasión, por cariño al club, y quiero devolverle un poco al fútbol todo lo que me dio a mí”, le dijo a Infobae Barrientos, orgulloso del paso que dio.
“Que me hayan elegido fue algo muy fuerte, siempre estuve en el club, pero para mí es una experiencia pesada, porque hay que estar a la altura; las dirigencias anteriores fueron muy buenas. Mínimo tengo que igualar o mejorar lo que hicieron. Va a llevar tiempo, compromiso y trabajo, me vuelvo a aferrar al fútbol como lo que lo hice como jugador”, agregó el hoy presidente de la institución que se encuentra en la cuarta ronda del Torneo Regional Amateur (el domingo comienza la serie ante Boxing Club).
A los 14 años, Barrientos se marchó a la pensión de San Lorenzo, con el que generó un lazo afectivo potente. “El club me dio mi primer auto, mi primer manguito, la primera ropa, los botines espectaculares... Me terminó de formar como hombre”, le dijo a Infobae hace un año. Pero nunca perdió el vínculo con el Lobo de Comodoro Rivadavia.
El destino de la pelota, claro, seguirá siendo trascendente. “Necesitamos un ascenso, porque lo demanda la gente, todos los torneos se renueva la ilusión. Tenemos la suerte de que varios jugadores son nacidos en el club. La base es de chicos de 20, 21, 22, 23 años, que ya son hombres”, describió las herramientas con las que cuenta para soñar con el brinco al torneo Federal A, la antesala de la Primera Nacional.
El porvenir de su equipo, al que defendió dentro del campo de juego en el epílogo de su carrera como futbolista, ya no dependerá de su panorama, gambetas y picardía, que lo llevaron a destacarse en el Ciclón, en el FC Moscú, Catania, Estudiantes de La Plata, Toluca de México y Nacional de Montevideo, además de vestir la camiseta de la selección a nivel juvenil y Mayor. Es más, el 29 de junio de 2004 el fútbol colocó un mojón en su historia. Lionel Messi debutó en la selección argentina frente a un combinado Sub 22 de Paraguay. La albiceleste se impuso por 8 a 0 y la Pulga saltó al campo con el dorsal N° 17, anotó el 7-0 y asistió a Pablo Vitti y Federico Almerares en otras dos conquistas. Quien le dejó su lugar en el césped fue... Barrientos, quien había convertido un doblete antes de la irrupción de la entonces enigmática promesa rosarina.
“Teníamos un lindo grupo, éramos todos de la misma edad, nos cagábamos de risa todo el tiempo. La primera vez que lo vimos, él venía de afuera, y lo saludamos, por supuesto, en AFA predomina el respeto antes que cualquier otra cosa. Pero cuando lo vimos jugar nos miramos entre todos. Agarró la pelota y aceleró de 0 a 100 como si nada”, le narró a Infobae. Atesora un souvenir de la posibilidad de haber podido jugar junto a la estrella del PSG: “Una vez, por Eliminatorias contra Chile, fui al banco, y me senté al lado. Él usaba el N° 18, te daban dos camisetas por tiempo. Entre el primero y el segundo dejó una ahí y... Me la quedé”. Juntos, además, lograron la clasificación para la Albiceleste al Mundial Sub 20 de Holanda 2005.
Hoy, el Pitu no se ve con el buzo de entrenador. “Ser técnico no es mi perfil. No estoy preparado hoy. Más adelante puede llegar a ser, pero lo dudo, aunque no hay que cerrar las puertas. Tal vez en otra función. O siendo parte de un cuerpo técnico”, confesó. Pero sintió que el rol dirigencial le cuadraba mejor para este momento de su vida. Y se aventuró, hasta sentarse en el sillón de Jorge Newbery.
“Siempre se dice que se traslada al fútbol los problemas de la sociedad, y queremos cambiar esa imagen. Queremos darle prioridad a lo social y que impacte en la ciudad”, se planteó como misión, hoy con la camisa y el traje reemplazando a la camiseta y el short que le dieron un nombre en el mundo de la redonda.
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