Daniela trata de mostrarse entera. O por lo menos lo más entera que se puede estar después de enterarse de que mataron a tu hermano y haber pasado por Tribunales para comprobar, en carne propia, la inhumanidad de todo el sistema. Daniela, la hermana de Juan Calvente, el hincha de Independiente que recibió un balazo mortal en la autopista cuando iba a ver al club de sus amores, dice que tiene que estar fuerte para que el caso no quede impune, para sostener a su madre y a sus sobrinos, dos chiquitos de ocho y seis años que de un día para el otro se quedaron sin padre. Pero la entereza de Daniela se mezcla con la indignación y la bronca. Hacia sus asesinos, obvio, primero, pero hacia la Justicia, la Policía, la barra de Independiente, el club y todo lo que rodea al fútbol después. Porque a 48 horas del hecho, Daniela no sabe nada. Fue con su abogado, Juan Manuel Lugones, hasta la fiscalía número 3 de Avellaneda que lleva la causa. Y se encontró con que no tenían nada. Ni siquiera un mísero papel. Que la Policía aún no había mandado el sumario y que ni siquiera se había realizado la autopsia. “Está todo demorado por el corte de luz”, le dijeron a alguien que acaba de perder el familiar más querido. Una postal de la Argentina, donde la vida no vale nada.
“Me gustaría confiar en la Justicia pero sé que si yo no empujo, esta causa queda en la nada. Porque matan a una persona y parece que a nadie le importa. El fiscal (NdR: ser refiere al doctor Elvio Laborde) ni nos atendió: nos mandó al secretario que nos informó que no tenía nada para decirnos porque hasta que la Policía no enviara el sumario, no tenían conocimiento de nada. ¡La misma Policía que liberó la zona, que debía custodiar a los micros y apenas empezó todo se fue! Esa Policía está investigando. Ni siquiera le hicieron la autopsia. ¿Sabés qué nos dijeron? Que por el corte de luz no habían podido trabajar en la morgue y hay 14 cuerpos antes que el de mi hermano para periciar. Llevamos 48 horas y todavía ni siquiera nos dan el cuerpo para enterrarlo y despedirlo en paz. Me mataron a mi hermano y la respuesta que recibo es nula, vacía. ¿Pero yo no voy a abandonar, eh? Que el fiscal y la Policía lo sepan. Porque si la familia no empuja, esto queda en la nada”.
-Vos siempre aclarás que tu hermano no era barra, pero iba en la caravana de micros que encabezaba la barra. ¿Por qué se dio esta situación?
-Porque mi hermano a la cancha iba siempre en los micros de la peña de San Fernando. Nosotros vivimos en Don Torcuato y de ahí a la cancha es mucho trayecto. Entonces él iba a Panamericana y 202, donde se detenía el micro de la peña, pagaba su boleto y podía subir. Pero no tenía actividad ni con los de la peña, creo que no sabía ni dónde quedaba. Fijate cómo será el tema que ninguno siquiera se bajó a acompañarlo a la clínica cuando recibió el balazo y empezó a escupir sangre. ¿Sabés lo que hicieron?
-No.
-Entre dos lo bajaron del micro, tenía toda la cara ensangrentada, se lo entregaron a la Policía que se lo llevó en una camioneta particular a la clínica y siguieron viaje a la cancha. ¿Existe algo más inhumano qué eso? Vos sabés muy bien que si el muerto hubiese sido de la barra, el partido ni siquiera se hubiera jugado. Porque ellos manejan todo. Pero acá la caravana fue a la cancha como si nada y los que después vinieron a darme el pésame estaban en la tribuna cantando como si nada. NI uno lo acompañó. Ni uno.
-¿Y el club qué actitud tomó?
-Lo mismo. Hoy vinieron a la fiscalía a decirnos que se ponían a disposición para pagar todos los gastos que tengamos. ¿En serio? Nosotros no queremos plata, queremos justicia. Y no es lo mismo que Daniela Calvente intente hablar con el fiscal que lo haga Hugo Moyano con el poder que tiene. Esto no puede quedar impune y hasta ahora el único acompañamiento que tenemos es de la prensa.
Daniela habla con bronca. Pero hay un momento en que su voz cambia de timbre porque quiere contar quién era su hermano. “Juan era una persona hermosa. Como todo capricorniano tenía sus viajes, pero era bueno, divertido, súper compañero. Había cumplido años la semana pasada, el 10 de enero, podés creer. Todavía veo los videos de ese día y no entiendo nada. Se desvivía por mi mamá y por sus hijos de ocho y seis años, porque si bien estaba separado era un padre súper presente. Y muy laburador. Trabajaba como cocinero en el restaurante Rosa Negra y cuando éste cerró por la pandemia, Juan me dijo: ‘Yo tengo que darles de comer a mis hijos’. Y se puso a hacer churros a mano que vendía en el barrio y después consiguió una máquina para poder producir más y así ganarse el sustento, hasta que volvió a abrir el restaurante. Él vivía para sus hijos y para Independiente. Era re fanático, iba a todos lados. Nosotros somos seis hermanos, él era el segundo y el más futbolero de todos. Y ahora ya no lo tenemos. Pero no vamos a dejar que se salgan con la suya, que su muerte pase como una muerte más sin que nadie haga nada. Por su memoria, te lo juro, vamos a estar día y noche en donde haga falta para que se haga justicia”.
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