Raúl Maradona, “Lalo”, ha llegado a reconocerse, hasta con una dosis de humor, como el que menos talento tuvo para jugar al fútbol entre los tres hermanos varones, aunque lo intentó en distintos equipos, se convirtió en un trotamundos, participó en un Gran Hermano Vip en España y, si bien tampoco pudo estudiar medicina, como era su sueño, en cambio consiguió sacar el diploma de entrenador y se dedicó en los últimos años a la formación de jugadores.
El pasado 25 de marzo, al cumplirse cuatro meses de la muerte de su hermano Diego, “Lalo”, que lo admiraba y que gracias a él pudo tener una crianza en una mejor condición socioeconómica (el crack de la selección argentina, Argentinos Juniors, Boca y el Napoli debutó en Primera cuando él tenía diez años), escribió en las redes sociales la palabra “extrañar” junto a una foto del genial futbolista, tal como viene ocurriendo de manera frecuente para recordarlo con nostalgia.
“Hermano querido, conquistador de sueños, Pelu. Jamás iba a imaginar tanta tristeza junta. Me llevaste de la mano de chiquito, me enseñaste a creer que nada es imposible. En ese momento decía que vos eras ‘de otro planeta’. Con el transcurso de los años lo confirmé y ahora pude ver a tu país y al mundo entero despedirte, recordando tu magia –expresó-.. Siempre sentí orgullo de ser tu sangre. Este gran dolor que siento no se va a ir nunca. Tu familia siempre va a estar abrazada a vos y tus hijas son puro amor y coraje. Te pido que abraces a mamá y papá y no los sueltes. ¡Qué te digo de soltar si jamás nos soltaste? Creía que los duelos se tratan de soltar, pero a vos no te suelta nadie. Te amo hoy y siempre”.
En la última semana también tuvo que despedir a su hermano Hugo, el Turco, quien murió en Nápoles a los 52 años. “Toda la vida que vivimos juntos. Quedan en mi corazón esos recuerdos. Siempre quisiste volar y hoy volaste a encontrarte con Pelusa y los viejos. Abrazalos fuerte, Turco. El Marciano eras vos!!! Te voy a extrañar muchísimo”, escribió en su cuenta de Twitter.
Tal como cuando fue futbolista y luego entrenador (llegó a formar parte del cuerpo técnico de su hermano en Deportivo Mandiyú de Corrientes en 1994 y últimamente estuvo a cargo de categorías juveniles en Camioneros e Independiente y fundó su propia academia), “Lalo” siempre mantuvo un bajo perfil, que continuó pese a las polémicas familiares y no perdió contacto con sus sobrinas Dalma (estuvo en su casamiento hace tres años) y Gianinna (saludó a su hijo Benjamín por redes sociales para su cumpleaños) ni con su ex cuñada, Claudia Villafañe.
Raúl Alfredo Maradona Franco, “Lalo”, nació el 29 de noviembre de 1966 en Lanús y es el sexto de los ocho hijos de Diego Maradona y Dalma Franco (Ana María, Elsa –Lili-, Rita –Kitty-, María Rosa –Mary-, Diego, Hugo y Claudia –Cali-) y tal como sus hermanos Diego Armando y el más pequeño, Hugo Hernán, quiso ser futbolista, aunque también se considera en la familia como el que más quiso cultivarse, al punto de que soñaba con ser médico, pero abandonó los estudios en el tercer año del colegio secundario al admitir que “no es lo mío”. En su entorno familiar y deportivo se lo describe como dócil, calmo y reflexivo.
Cuando cursaba sexto grado del colegio primario “Francisco Beiró”, fue entrevistado por “El Gráfico” y contó que sus maestras Dora y Susana “me preguntan por mi hermano Diego. En la escuela no jugamos al fútbol. La profesora organiza partidos de vóley, pero a nosotros no nos gusta. Entonces nos vamos a las gradas a jugar a las figuritas”. Hugo, en cambio, en cuarto grado, eludía el control de los docentes de otra manera: “agarramos una pelota y nos vamos al patio del jardín a hacer picados”.
En su adolescencia, ya era claro que su calidad no era como la de sus hermanos, apuntados los dos como grandes figuras del fútbol (Hugo, “Turquito”, llegó a jugar en la selección juvenil sub-17 en un Sudamericano y vistió las camisetas de Ascoli y Rayo Vallecano). “Antes del Mundial 1978, Diego traía a sus hermanos al predio de la UOEM, a los entrenamientos de la Selección. Después, me llegaron más referencias por la gente de Argentinos Juniors, Hoy por hoy, tanto el más chico como el mayor están para grandes cosas. Son un cheque al portador. Por lo que vi, Huguito es una calcomanía de Diego. Es la gran ventaja de tener una familia como Dios manda. Así salen los hijos. Uno lo ve a Diego y parece un hombre, sus hermanitos son educados. Y el por qué está en el hogar que tienen”, decía Ernesto Duchini, maestro y forjador de grandes cracks, en 1979.
En una familia tan futbolera, no podía resultar difícil que los hermanos Maradona quisieran ser jugadores. Don Diego había sido wing derecho en Esquina, Corrientes y su hermano Cirilo, “Tapón”, arquero de San Martín de esa localidad. También los tres hermanos, Diego Armando, Raúl y Hugo, pasaron por el equipo de baby fútbol de “Chacabuquito”, dirigido por un primo, residente en la ciudad litoraleña.
Don Diego los había llevado a él y a Hugo a una consulta con el doctor Paladino “para que los fortalezca”. El médico ya había hecho un trabajo parecido con su hermano mayor, Diego Armando, cuando éste tenía nueve años, en 1970. En ese momento, los dos hermanos jugaban en el Club Parque y ya mucha gente iba a ver en acción al “Turquito”, un prometedor diez, aunque derecho. “Lalo”, en cambio, jugaba menos, pero lo entendió. “No me ponen, así que quizás tampoco vaya más. Ya hablé con Diego y le comenté que me gustaría seguir siendo uno de los pibes que alcanza la pelota en los partidos de Argentinos y que como también me gusta el tenis por ahí puedo ir a Gimnasia Esgrima de Villa del Parque. Él me dijo que está bien, que a lo mejor él también va conmigo porque le gusta mucho el tenis. Claro que lo que me gusta es el fútbol…”, explicó con sencillez.
La referencia al tenis no había sido una casualidad, porque Lalo lo llegó a jugar muy bien, al punto de ganar varios torneos de aficionados en Buenos Aires.
Tanto “Lalo” como “Turquito” aparecieron en varias entrevistas televisivas cuando Diego Armando comenzó a destacarse en el fútbol y describían a su hermano mayor como “un fenómeno”. Dalma, su madre, describía a Hugo como más temperamental, “tan loco como Diego cuando se levanta de mal humor”, en cambio Raúl es definido como “calmo y reflexivo”.
En un artículo de “El Gráfico” de los años setenta, el periodista Guillermo Blanco contó que “Lalo” quería una máquina de escribir y urdió una tramoya con Claudia, entonces novia de Diego, para que se la comprara. Ellos estaban en el living de la casa, y sabiendo que Diego estaba en el patio, “Lalo” levantó la voz y le preguntó a su futura cuñada “¿cuál es la máquina de escribir más chiquita como para un chico como yo?” y antes de que ella le respondiera, Diego entró en la habitación y le dijo “¿Querés aprender a escribir a máquina? Yo te regalo una”.
Pese a tener en claro que no tenía el talento de sus hermanos, “Lalo” llegó a integrar las divisiones inferiores de Argentinos Juniors, dirigido por José Pekerman y a formar parte de la selección argentina sub-18 y hasta se dio el lujo de jugar un clásico contra Brasil, ante la atenta mirada de seguidores que con ese apellido, imaginaban algún parecido a Diego, pero fue debut y despedida con un aburrido 0-0.
Después llegó la chance de Boca, donde era llamado “Pelusita”, siempre en referencia a su hermano mayor, “Pelusa” donde debutó en Primera en un 0-0 ante Estudiantes en 1986, cinco años después de que Diego Armando se pusiera la misma camiseta y hasta se dio el gusto de ingresar por 16 minutos ante River en uno de los dos Superclásicos de la Copa Libertadores de ese año, jugado el 20 de agosto, integrando un equipo alternativo al no tener chance de pasar a la rueda siguiente. Tanto “Lalo” como “El Turquito” (con Argentinos Juniors) pudieron disputar el torneo continental de clubes que su hermano mayor no pudo jugar.
Con la misma fama que daba el apellido Maradona fue contratado por el Granada en 1987, para festejar su ascenso de Segunda B a Segunda en España. El entrenador era una gloria del fútbol de su país, Joaquín Peiró, pero el club no podía reunir los fondos para pagarle el pase a Boca (120.000 dólares de entonces) por lo que Diego, que en ese tiempo era futbolista del Napoli, se ofreció para formar parte de un amistoso para recaudar fondos. Se terminó jugando el 15 de noviembre ante el Malmoe, campeón sueco que en 1980 había llegado a la final de la Copa de Campeones de Europa y era dirigido por Roy Hodgson, y el crack del Mundial 1986 utilizó el número nueve en la espalda, y afirmó, generoso, que “Lalo” era “el bueno de los tres”.
Aquella fue una ocasión histórica porque coincidieron los tres hermanos Maradona. Hugo, “El Turquito”, se acercó desde Italia, donde jugaba en el Áscoli. El Granada alineó ese día en su estadio de Los Cármenes a Toni, Salva, Choya, Lina, Pedro, Leo, Delgado, Hugo Maradona, Diego Maradona, Lalo Maradona y Ramón. Enfrente, en el Malmoe, jugaron estrellas como Martin Dahlin y Stefan Schwartz. Terminaron 3-2 para los locales y dos de los tres goles fueron marcados por Diego y “Lalo”.
Sin embargo, de poco sirvió la pompa de ese partido. Cuando todo volvió a la normalidad del torneo oficial, el Granada volvió a descender a Tercera y el paso de Raúl Maradona fue sin pena ni gloria, Marcó un gol en su debut ante Deportivo La Coruña, pero se fue diluyendo por completo.
Tras el Mundial de Italia 1990, aprovechando nuevamente el tirón del apellido Maradona, “Lalo” viajó a Venezuela para incorporarse al Deportivo Italia en tiempos de estadios semivacío y escaso furor por la “Vinotinto”, pero también aún de bonanza económica del país. Llegó de la mano de su compatriota Antonio “Lobo” Gómez Benítez, ayudante del entrenador Richard García. El padre de Gómez era vecino y amigo de Don Diego y así se gestó la sonada transferencia, cuando los dirigentes del club, Tino Danesi y Walter Stipa, dieron el visto bueno.
Cuando “Lalo” llegó a Caracas, el ruido desde los medios fue total y se prometía la llegada de su hermano Diego para un amistoso. El debut se produjo un mediodía de domingo 4 de noviembre, en un calor insoportable y ante unas 150 personas en el estadio Brígido Iriarte ante Club Sport Marítimo, y se presentó diciendo “soy hábil, tengo potencia en el remate, casi como Diego”.
El partido fue televisado a todo el país, y jugó 71 minutos para salir extenuado. Los pocos aficionados que asistieron (se calcula que unos 150) agradecieron el esfuerzo y se fue al vestuario escuchando el “Maradoooo, Maradooooo” como si fuera su hermano mayor. El diario “Últimas Noticias” –cuenta Daniel Eguren, de “El Enganche”- dijo en su crónica del día siguiente que “no vimos, como se esperaba, la maravillosidad de Lalo Maradona”.
El capitán de aquel equipo de Deportivo Italia, Robi Carballo, afirmó que la contratación de “Lalo” fue “extraordinaria para el fútbol venezolano” porque “rompía con el clima de nuestro ambiente”. Lo definió como “un gran jugador, inteligente y de zurda exquisita”, y recordó que “le pegaban mucho porque en esos años, el fútbol venezolano todavía era tosco y de pierna muy fuerte”, y que le costó adaptarse y que hasta “un defensor del Valencia FC le dio un planchazo que casi le produjo conmoción cerebral”, y que desde ese día “Lalo comenzó a irse de Venezuela”. Mantuvieron una relación muy cercana y le quedó el recuerdo de cómo el argentino y su mujer, Marcela, “quedaron encantados con la tradición de aquí de romper una piñata en los cumpleaños infantiles”.
Finalmente, aquel amistoso con la presencia de Diego Maradona nunca se concretó y muchos creen que ese fue el detonante para que “Lalo” decidiera irse y regresar a la Argentina para jugar en el ascenso para Defensa y Justicia, y en 1992/93 en Deportivo Laferrere para volver a emigrar, esta vez al continente norteamericano.
Jugó primero en el Fort Lauderdale Strikers de la American Professional Soccer League (APSL) en 1993, y en 1995 firmó para Toronto Italia de la Canadian National Soccer League (CNSL) (ahora Canadian Soccer League) donde fue campeón en 1996 al derrotar en la final al St Catharines Wolves en una serie de dos partidos, 5.0 y 6-0. Luego firmó por el Toronto Shooting Stars de la NPSL con 12 goles en 27 partidos en 1996/97 y volvió a la CNSL para vestir la camiseta del North York Talons, para terminar este ciclo jugando para los Buffalo Blizzard hasta 1998.
En el medio, en 1994, dejó todo para acompañar a su hermano Diego como parte del cuerpo técnico de Deportivo Mandiyú de Corrientes. El preparador físico de ese equipo, Elvio Paolorroso, lo describió a Infobae como “sumamente tranquilo y bueno”. “Era muy jovencito en ese entonces y hacía caso absolutamente a todo lo que le requería su hermano”.
“Recuerdo que una vez tuvimos que viajar a Buenos Aires y Lalo aprovechó para visitar a la familia, Cuando Diego se enteró, le dijo “Acá el único que visita a la familia soy yo. Vos sos uno más y tenés que cumplir y si no, te vas. Acá hay que trabajar’, contó el preparador físico, que también tiene “gratos recuerdos” de los asados de Don Diego padre y de “los miércoles de pesca en paso de la Patria con Diego Armando, Carlos Fren y Lalo”.
“Con Lalo compartíamos habitación –rememora Paolorroso- y era tan respetuoso, que me daba el control remoto de la TV para que lo manejara yo, y si se despertaba antes, se quedaba quietito para no hacer ruido y no molestarme. Era extremadamente respetuoso”.
En 1998, viajó a Perú para terminar su carrera en el Deportivo Municipal, donde coincidió con el ghanés Prince Koranteng Amoako. La euforia, a sus inicios era total, y le cantaban como si fuera el astro del Mundial 1986, especialmente cuando le marcó un gol al Platense argentino en un amistoso, pero luego no pudo mantener el nivel ni la expectativa, al punto que el dirigente Luis Saettone llegó a afirmar que el equipo “juega prácticamente con diez hombres, porque Maradona no aporta nada”.
Una vez que colgó los botines, se dedicó a la formación de juveniles desde la dirección técnica. En Canadá había sacado el diploma de Técnico Deportivo de Infantiles nivel 3 en el club North York Weston de Toronto y más adelante se recibió de director técnico en la escuela de César Luis Menotti.
Creó su propia escuela “Lalo Maradona” en el complejo “Club Muni” de la Ciudad de Buenos Aires, un proyecto con licencia de la empresa “World Eleven”, dirigido por el agente Guillermo Toffoni en el que “Lalo” era encargado de la capacitación y formación de talentos de chicos entre 6 y 12 años, y fue subcampeón tras caer en la final ante Boca, en Lobos.
En 2006 ingresó a Camioneros para dirigir las divisiones inferiores y para la gestión deportiva, social y psicológica en los juveniles. Ya en 2008 comenzó su carrera profesional dirigiendo a Alvarado de Mar del Plata que competía en el Torneo Federal Argentino, en dupla con Horacio Yonadis, con quien también se dedicó a reclutar chicos con talento para Club Parque.
En 2011 entró a trabajar en las divisiones inferiores de Independiente hasta 2018, cuando ya se dedicó de lleno a la actividad privada como CEO de la empresa Recrevent. En 2013 fundó en Toronto la “Diego Maradona Soccer Academy” con uno de sus hijos, especializada en entrenamiento y desarrollo de jugadores para oportunidades profesionales y becas escolares, y es el director deportivo de los torneos “Maradona Cup” y proyectaba también un programa educativo con el fútbol para países emergentes.
A su esposa Marcela la conoció cuando ambos cursaban el sexto grado del colegio primario, y tuvieron tres hijos, Diego, Jorge y Matías Alexander, todos dedicados al fútbol.
En 2005, fue invitado por la TV española para participar en el programa “Gran Hermano VIP 2”, en el que compartió casa con personajes como “Guadalix”, “King África” o “Chayo Mohedano”, aunque no pareció disfrutar mucho de la experiencia, que abandonó pronto. Su tiempo de protagonismo lo dedicó a enseñar en el jardín, a sus compañeros ocasionales, algunos trucos con la pelota.
En 2010 fue protagonista de un sonado hecho policial cuando, víctima de un robo (el quinto que padecía) se arrojó de un coche en movimiento en el que viajaban también sus hermanas Ana y Rita, que venían de visitar en una clínica a su madre Dalma y fueron interceptados.
Una vez liberado, “Lalo” llamó entonces al 911 para denunciar el asalto y el robo a la comisaría 41 y contó lo ocurrido y sus hermanas fueron liberadas poco después en el cruce de Gerchunoff y Generfal Paz, en Saavedra. “Era lo único que me quedaba. Por suerte mis hermanos y mis viejos no tienen que llorar que me mataron”.
Acaso la mayor autocrítica de su vida como futbolista, y en tono humorístico, la llevó a cabo en 2012 para promocionar el juego “El Gran DT” del diario “Clarín” cuando lo convocó la agencia de publicidad “Kepel & Mata” para protagonizar un divertido anuncio publicitario llamado “La revancha de Lalo Maradona”.
En esa publicidad, acepta, de manera exagerada según el guión , haber estado siempre a la sombra de su hermano mayor, exacerbando la torpeza, con el fondo de una banda sonora que cambia la letra de la canción “La mano de Dios”, de Rodrigo: “A poco que debutó, el Laló, el Laló, la Doce fue quien coreó, vendanló, vendanló”.
“Es lindo que a uno lo comparen con su hermano. Lo que pasa es que de ahí a que uno sea como Diego, hay años luz. El que quería ver en Lalo a Diego, se habrá equivocado de fichaje porque nada que ver. No hubo ni habrá otro como mi hermano. Yo siempre sé que me destaqué y que juego bien, pero no soy Diego”, explicó una vez Raúl Alfredo Maradona a modo de síntesis de su vida, y acaso con esto pueda entenderse por qué siempre sostenía que “le rompía las bolas” que le dijeran “Pelusita”, aunque amara, idolatrara, y en los últimos meses añorara, a su hermano mayor.
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