El detrás de escena de la última vez que Maradona besó la Copa del Mundo: dónde está la réplica “berreta” de 190 pesos que se transformó en símbolo

Hace dos años, Diego visitó la Casa Rosada y se reunió con Alberto Fernández, ocasión que resultó ideal para recrear una de sus fotos más icónicas

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Diego, en el Balcón de la Rosada, en el 86 con la Copa original. Y hace dos años, con la réplica (Víctor Bugge)
Diego, en el Balcón de la Rosada, en el 86 con la Copa original. Y hace dos años, con la réplica (Víctor Bugge)

En la repisa del “altar” en el salón principal de su casa de Brandsen, donde exhibía varios de sus preciados recuerdos, Diego Maradona ostentaba una replica de la Copa del Mundo que alzó en México 86. A pocos, muy pocos, les permitía tocarla. Lo confirmó, por ejemplo, Fatura Broun, su arquero y referente en el plantel de Gimnasia La Plata: “Una vez, Diego me mandó una foto de él en el sillón de la casa con la Copa del Mundo. Nunca me quiso decir cuánto pesaba, porque decía que iba a usar esa información para algún chanchullo mío”.

Pero la última vez que la levantó, imitando el gesto glorioso del estadio Azteca, que la besó como cuando la ofrendó a su pueblo en 1986, fue el 26 de diciembre de 2019, precisamente hace dos años, en la Casa Rosada. Claro que no se trataba de la estatuilla de 368 centímetros con oro de 18 kilates, sino una versión mucho más humilde, “muy berreta”, tal como la describe el impulsor de la idea, aunque por la simbología del momento igual consiguió emocionar al astro.

Aquel día, el crack visitó a Alberto Fernández, entonces flamante presidente de la Nación, y le llevó le llevó un plan solidario para desarrollar en los potreros de los barrios humildes, el cual encabezó incluso en plena pandemia. Fue casi un año antes de su muerte, el 25 de noviembre de 2020.

Para la ocasión, decidió vestir camisa y saco, pero en lugar de pantalones y zapatos eligió ponerse una bermuda de vestir y zapatillas blancas. “Mirá cómo dejó Macri, Alberto, que no me alcanzó ni para los pantalones largos”, bromeó rompiendo cualquier formalidad cuando lo recibió Fernández.

Solo cuatro personas pudieron presenciar el diálogo entre Diego y Alberto: Matías Morla y Víctor Stinfale, ambos abogados del DT, Miguel Cuberos, integrante de la mesa chica del mandatario y gestor del encuentro, y Juan Pablo Biondi, ex secretario de Comunicación del Presidente. Luego se sumaron dos integrantes más del Gobierno, Wado de Pedro y Martín Guzmán.

Pero hubo un personaje clave para el reencuentro de Diego con la Copa del Mundo en el balcón de la Casa Rosada, aunque fuera una réplica floja de papeles: Víctor Bugge, Jefe de Fotografía del Gobierno de la Nación.

El histórico reportero llevó de la mano al Diez hasta el balcón (Víctor Bugge)
El histórico reportero llevó de la mano al Diez hasta el balcón (Víctor Bugge)

“Yo lo recibí en el 86, cuando vino con la original. Lo ayudé a llegar al balcón, lo encanuté por un pasillo, porque se le tiró toda la Rosada encima. Fuimos al balcón y le pedí que besara la Copa. Perdí el negativo, pero rescaté un ejemplar”, relata Bugge el primer acto, del que pasaron 35 años.

“Él volvió con Menem, con De la Rúa, con Néstor (Kirchner)... Mi relación con él fue netamente cuando vino a la Casa Rosada, pero parecía que nos conocíamos o éramos amigos toda la vida, había un buen feeling”, cuenta el histórico fotógrafo. Por eso se animó a anticiparse y buscar “producir” el contexto de la última visita.

“Al enterarme de que Alberto lo iba a recibir, llamé a un colaborador de él y le dije: ‘¿Por qué no le decís si tiene ganas de reconstruir el beso a la Copa en el balcón?’. ‘Le consulto, está durmiendo, se levanta y te aviso’, me respondió. A los 15 ó 20 minutos me llamó y me contó: ‘Está enloquecido, dice que sí, que sí'”, narra el germen de la historia.

“‘Dame la mano y no me soltés’, le dije cuando llegó. Alberto Fernández lo recibió con una camiseta, se hizo la reunión, y cuando terminó le dije a Diego: ‘¿Querés ir?’. ‘Vamos, vine para eso. Agarrame de la mano’, me respondió. Y nos fuimos caminando por los pasillos, porque era algo que había que hacer en privado”, llega al clímax de la historia el legendario reportero gráfico.

Faltaba algo fundamental para calcar aquel flash de romance: el trofeo. “La Copa no aparecía. Y le dije a un compañero que era muy berreta, había comprado una imitación en Mercado Libre a 190 pesos. Ni siquiera era una imitación en tamaño. “‘¿Qué me trajiste, es una porquería, es chiquitita’, me tiró Diego cuando la vio, je. Igual la besó y se hizo la foto”, se enorgullece por el objetivo cumplido.

Aquel revival, ante los transeúntes que incrédulos veían al mismísimo Maradona en el balcón de la Rosada como si fuese 1986, envalentonó a Pelusa. “Estaba súper emocionado. Cuando salió pedía el micrófono, quería hablar con la gente que estaba abajo”, revela alguien que compartió la intimidad con el Diez hasta sus últimos días.

La anécdota terminó con Diego en un rol poco habitual. “Después lo estaban esperando mis dos hijos, le llevaron la foto con él de cuando eran chiquitos. Le di la cámara y él me sacó una foto a mí”, completa Bugge.

¿Dónde está hoy el trofeo de juguete que ganó valor simbólico luego del beso de la historia? Una pista: Maradona se fue sin él de la Casa Rosada. “Lo tengo en casa, guardado en la vitrina. Es tan berreta que capaz le agarra el calor y se derrite”, se divierte el coprotagonista del cuento, mientras mira con devoción y acuna para la foto la última Copa del Mundo que alzó Pelusa.

El fotógrafo y la réplica, que hoy guarda en una vitrina en su hogar (Nadia ingaramo)
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Diego saluda a los fanáticos sorprendidos que lo detectaron desde la Plaza de Mayo. Detrás suyo, Víctor Bugge
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El encuentro con Alberto Fernández que precedió a la foto del beso a la Copa
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