“¿Qué hacía usted el 5 de julio de 1969?”. El contador José Vázquez dudó por primera vez y por unos segundos se paralizó. Le había costado demasiado llegar a que le tomaran examen y que el “Gran Lama”, el doctor Ferrari, lo paseara por toda la historia de Rosario Central y de momentos claves (especialmente negativos) de Newell’s Old Boys como para quedarse en la orilla, y entonces reflexionó, trató de hacer memoria.
Sonrió cuando comenzó a hilar fechas, trató de recordar hechos que pudieran llevarlo a la conclusión definitiva y le vino un flash: un día de mediados de año en el que estaba viendo un partido por la televisión junto a su madre, una tía soltera y muy devota, y su esposa. No era otro que el que disputaban Unión de Santa Fe y Newell’s para definir la clasificación al torneo Nacional de ese año, en cancha de San Lorenzo.
Los datos empezaron a aparecer, nítidos. “Newell’s ganaba 3-0 y parecía todo terminado, pero descontó Unión y fue allí que mi tía se arrodilló y apeló a Santa Rita de los Imposibles. Mi mamá imitó sus movimientos y hasta mi esposa, que es judía. Y yo me sumé al grupo, y el milagro ocurrió. Unión lo dio vuelta, ganó 4-3 y consiguió lo que nosotros anhelábamos”.
Vázquez –que llegó en 1980 gracias a que conoció como auditor del Sindicato de Portuarios, es contador público y hoy tiene 81 años, fue aprobado y así pudo ingresar, por fin, a la llamada OCAL (Organización Canalla Anti Lepra, que luego disminuyó el tomo para denominarse Organización Canalla para América Latina), concebida un 13 de septiembre de 1966 en el ambiente médico rosarino (dos médicos- Ferrari del Sel y Juan Carlos Guida y un visitador, Luis Martorano) en el Sanatorio Americano. Las casualidades hicieron que a partir de 1971, cinco años después, comenzara a festejarse la Navidad el 14 de septiembre, un día después, por el nacimiento de Aldo Pedro Poy, autor del gol más emblemático, el de palomita ante Newell’s del 19 de diciembre de 1971 por la semifinal del Nacional en el Monumental.
Poy es el único integrante de la OCAL que tiene título de “Prócer”, mientras que Unión de Santa Fe tiene el de “Gran Benefactor”, por los “servicios prestados” en 1966 ante Newell’s en aquel 4-3.
Vázquez, “ministro” de Prensa de la OCAL, cuenta a Infobae que ese año en el que nació la idea de la OCAL, “fue horrible para Central” y que el primer acercamiento a la institución fue gracias al doctor Cresta, a quien conoció como auditor del Sindicato de Portuarios y le habló de esta organización. Fue cuando respondió (a modo de postulación para el examen) qué prefería más, que Rosario central saliera campeón o que Newell’s se fuera al descenso. Contestó lo segundo, correctamente.
El primer torneo Nacional se jugó en 1967 pero los rojinegros no lograron clasificarse hasta 1970, año en el que Rosario Central fue subcampeón, al caer ante Boca en la final del Monumental. “Hasta ese momento, todo pasaba por las desgracias de Newell’s”, recuerda.
“Todo cambió en 1971 –explica Vázquez- cuando se dio la conjunción de una gran derrota de Newell’s pero a costa de Rosario Central, con el gol de Poy. Lo que fue una gran alegría para nosotros porque además, se trató del primer equipo del interior campeón de un torneo de Primera de la AFA y esa es una marca que no nos la quitará nadie”.
Aquel triunfo ante Newell’s con el gol de Poy cambió todo y agrandó la leyenda sobre la OCAL. “Todo parece natural, hasta la rima, si usted se fija”, sostiene Vázquez con ironía. “El arquero de ellos era Carlos Fenoy, el club se llama Newells Old Boys, el gol lo hizo Poy”.
De ese partido surgieron mil historias, como la del secuestro del apéndice del defensor de Newell’s Ricardo de Rienzo. “Él no era el que tenía que marcar a Poy en el gol –describe Vázquez-, pero el tema es que en el momento del cabezazo, la pelota pasó a 20 centímetros del apéndice de este jugador, que al día siguiente fue operado de peritonitis y le extirparon el apéndice. Justo en ese momento, había una interna entre el Gran Lama de la OCAL y otro de los fundadores, que era médico y que parecía que quería derrocarlo, pero fue quien consiguió secuestrar el apéndice, lo puso en formol, y se lo ofreció de rodillas al Gran Lama en son de paz. Hoy lo conservamos en el museo”.
Otro hecho fundamental en la vida de la OCAL es el acercamiento del genial humorista Roberto Fontanarrosa, fanático de Rosario Central y autor del cuento “19 de diciembre de 1971″, que se convirtió en un clásico y que por sus vínculos generó interés por la organización desde distintos lugares del mundo. Al punto de que en varios festejos de la palomita de Poy (cada año se celebra con la presencia del ex jugador, que repite la jugada imaginaria con el grito de gol de todos los presentes, que luego lo abrazan) llegan periodistas de los principales medios deportivos de Europa o Sudamérica.
“El Negro Fontanarrosa –siguió Vázquez- solía decirnos que si nos dedicáramos con todo el esfuerzo que hacemos para el bien en vez de hacerlo por el mal, sería extraordinario, pero el de él fue un empujón tremendo. Su cuento nos dio una proyección única y por ejemplo, a fines de los años ochenta empezaron a acercarse distintas personalidades a interesarse por lo que hacíamos, como la gente de la revista ‘La Maga’ o Fabián Polosecki con su programa televisivo ‘El Tercer Ojo’. Eso nos introdujo en una frecuencia intelectual muy importante”.
Vázquez considera que los festejos de la palomita de Poy “tiene características diferentes una de otra”. La OCAL comenzó a viajar para conectar con hinchas de Rosario Central de todo el mundo, invirtiendo mucho dinero del bolsillo de sus integrantes.
“Una vez hicimos la conmemoración en Miami y Poy era el pedacito de tierra de todos los inmigrantes argentinos que no podían volver a su tierra por falta de papeles. Fue un momento de enorme emoción y llanto –a Vázquez se le entrecorta la voz-. Ese día pensé que a Aldo lo mataban. El centro para que él cabeceara se lo tiró nada menos que ‘El Tula’ (aquel que tocaba el bombo en las marchas peronistas y que acompañaba a la selección argentina en los torneos internacionales). Fue en la avenida Collins. Poy se tiró en la arena y fue a parar con la boca directo al piso y se le tiraron cuarenta tipos encima pero él zafó con un movimiento”.
En otra ocasión, la OCAL decidió celebrar el gol de Poy en Cuba. “Teníamos pocos elementos para confirmar si el ‘Che’ Guevara era hincha de Rosario Central- rememora Vázquez-. Sólo disponíamos del libro del historiador Hugo Gambini. Fue entonces que Ricardo Centurión, de la llamada “Mesa de los Galanes” del bar ‘El Cairo’ -que integró y en la que participó el Negro Fontanarrosa- viajó y visitó el Museo de la Revolución vistiendo la camiseta de Central y preguntó por qué no estaba entre los objetos. Lo contó en la mesa al regresar y empezamos a pergeñar la campaña para volver a la isla a promover el asunto. Terminamos yendo unos setenta miembros de la OCAL, todos uniformados con los colores”.
“En el club estaban preocupados –cuenta con humor- y nos preguntaron si había muchos ‘zurditos’ entre nosotros, que no somos ni yanquis no marxistas, sino ocalistas, y le aclaramos que la mayoría de nosotros somos pequeños burgueses, para que se tranquilizara”. Pero Vázquez cuenta que la aventura “empezó mal”, porque se reunieron con el embajador de Cuba en la Argentina para contarle la idea del viaje y organizar encuentros culturales con la gente de allí. “Y se nos ocurrió presentarnos diciendo que el Che era Cnalla, así que tuvimos que aclararlo de inmediato”, aclara.
“El viaje tuvo un tinte casi oficial -comenta-. Se nos acercó gente de ‘Radio rebelde’, la embajadora argentina estuvo presente en varios actos, un editor de la OCAL llevó muchos libros para obsequiar e hicimos un intercambio con escritores cubanos e hicimos regalos a rolete: útiles, camisetas y hasta distribuimos fotocopias con la partida de nacimiento del Che. Nos sentimos Papa Noel por diez días y todo terminó con un amistoso contra un equipo de médicos cubanos al que se sumó Ernestico, el hijo del Che, que luego participó en un festejo tirándole el centro para que Poy hiciera su tradicional palomita”.
“Tenemos una Universidad Autónoma Ocalista que tiene una cátedra de Historia y se toman algunas partes de la Biblia que se vinculan a Newell’s, lo que representa todo un desgaste intelectual- afirma Vázquez-, pero también hemos compartido tantos viajes y palomitas, visitamos enfermos en los hospitales, organizamos bautismos, casamientos con la liturgia ocalista y todo con humor, risa, sin violencia. Laburamos como locos”.
Entre otras actividades culturales, Vázquez destaca: “Convocamos a un artista plástico que había diseñado la careta de látex de Carlos Menem para que hiciera la de Poy y resultó que era un gran amigo de Aldo desde los tiempos de la juventud y eso implicaba que podía captar bien sus gestos, que conocía de memoria, su forma de ser. Esas caretas se agotaron y en 1997 llegamos a reunir 1800 personas –pocos meses después del llamado “Día del Abandono” del 23 de noviembre, cuando Central ganaba el clásico 4-0 y se suspendió cuando se lesionó un jugador de Newell’s porque ya tenía cuatro expulsados- por lo que desde ese momento decidimos atomizar los actos, hacerlos más acotados, en muchas reuniones de menos gente con el lema “Hoy soy Poy” y el uso de la careta. Nos asustamos una vez que Rosario Central nos ofreció realizar la conmemoración del gol en el Gigante de Arroyito. Pero Poy no quiso y eso nos salvó. Hoy hacemos actos para 150 personas como máximo con periodistas o amigos y no hay más ingresos a la OCAL; sí damos invitaciones”.
Entre los fanáticos de Rosario Central que tomaron contacto con la OCAL, cita a Reynaldo Sietecase, Gerardo Rozín, Fito Páez (conmemoran el día que ofreció un recital en el Coloso Marcelo Bielsa con la camiseta auriazul), Juan Carlos Baglietto y Lalo de los Santos, poeta de la Trova Rosarina, y autor de la canción “Vuela, Aldo, vuela”.
La OCAL “cuenta con encíclicas, cuentos, relatos, sentido del humor especial y adoración por el tango”, señala Vázquez, quien piensa jubilarse en pocos meses. “Nos divertimos mucho”, comenta, a modo de balance.
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