19 de Diciembre de 2001. El país era un caos. El presidente Fernando de la Rúa declaró el estado de sitio y la gente protestaba en las calles. Saqueos, violencia, destrozos y muertes. Ese mismo día, San Lorenzo iba a jugar la segunda final de la Copa Mercosur ante Flamengo en el Nuevo Gasómetro. Pero el estallido social fue tal que tuvo que suspenderse.
“Nos avisaron que no se jugaba por los hechos de violencia y el desorden que hubo en nuestro país producto del corralito. Tuvimos miedo de que no se jugase nunca más. Fue un momento muy complicado para todos y nos afectó. Yo perdí mucho dinero y hubo compañeros que perdieron más plata que yo. Teníamos un contrato firmado en dólares y todo fue a parar al corralito. Sin embargo, entrenábamos con la idea de que en algún momento se jugase el partido definitorio”, recordó Aldo Paredes, quien fue parte del plantel azulgrana multicampeón que comandaba Manuel Pellegrini.
Tuvieron que pasar unas semanas para que el Ciclón y el poderoso Fla pudieran disputarla. Precisamente, el 24 de enero del 2002 se vieron las caras en el estadio del Bajo Flores. Empataron 1 a 1. Como en la ida habían igualado sin goles en el mítico Maracaná, se definió por penales. Desde los 12 pasos, San Lorenzo ganó 4 a 2 y se consagró campeón internacional por primera vez en su historia.
“Fue la final más importante para aquel plantel del 2001. Había jugadores que arrastraban un tiempo en el club y no se querían ir sin ganar un título internacional. Fue un proceso muy positivo. En seis años ganamos tres títulos muy importantes: la Mercosur, el Clausura 01de punta a punta e invicto; y la Sudamérica 2002″, afirmó el defensor formoseño.
El Doctor Paredes debutó oficialmente en Primera División en 1994, como jugador de Boca y de la mano de César Luis Menotti. Dos años después, recaló en Ferro y en 1997 llegó al club de Boedo. Se quedó hasta el 2005, año que jugó en Quilmes hasta que finalmente se incorporó al club Almagro de la B Nacional, donde sufrió un hecho que lo dejó al borde de la muerte.
“Fue un momento difícil y me tocó la realidad que vive la gente día a día. Estaba manejando. Aparecieron dos jóvenes de frente y habré hecho un movimiento que ellos percibieron y uno me disparó. La bala me rebotó en una costilla. Estuve seis días en terapia intensiva tras la operación. Estuve al borde de la muerte”, describió Paredes en diálogo con Infobae.
Desde San Luis, el ex lateral derecho habló de su paso por San Lorenzo y de su salida producto de un motivo “tonto”. Además, recordó sus inicios en Boca, desnudó la interna de los “Halcones y Palomas”, las enseñanzas que les dejaron Pellegrini y Menotti, y el día de Diego Maradona llegó al entrenamiento xeneize con un Scania.
- ¿A qué se dedica, Aldo?
-Estoy viviendo en San Luis con mi familia. Hasta hace dos meses estaba trabajando en Estudiantes de San Luis. Tres años estuve como coordinador y los últimos 90 días como entrenador de la Primera. Se terminó mi contrato y no me lo renovaron. Por ahora sigo esperando alguna propuesta. Pero me iré a trabajar al exterior, a Paraguay, porque estoy detrás de un proyecto deportivo. Sigo ligado al fútbol como formador de chicos, con la idea de prepararlos para ser profesionales. Estoy bien económicamente gracias al fútbol. Me gusta trabajar con los jóvenes y lo hago por un desafío personal. Parece que es fácil pero no lo es. Gracias a San Lorenzo, sobre todo, me pude acomodar y hoy trabajo por placer. No me seduce dirigir en Primera. Nunca me gustó. Sí la idea de formar y preparar chicos.
- Mencionó a San Lorenzo y en enero próximo se cumplirán 20 años de la obtención de la Copa Mercosur, el primer titulo internacional en la historia del club. ¿Qué recuerdos se le vienen a la cabeza?
-Fue la final más importante para aquel plantel del 2001. En la ida en Río de Janeiro empatamos 0 a 0. La revancha se jugó un mes y medio después. Había un grupo de jugadores que arrastraba un tiempo en el club y no se quería ir sin ganar un título internacional. Gracias a Dios se nos dio. Fue un proceso muy positivo. En seis años, ganamos tres títulos muy importantes: la Mercosur, el Apertura 2001 de punta a punta e invictos, y la Sudamericana 2002.
- La segunda final se iba a disputar el 19 de diciembre del 2001 en el Nuevo Gasómetro, pero se suspendió
-Nos avisaron que no se jugaba por los hechos de violencia y el desorden que hubo en nuestro país producto del corralito. Fue una sorpresa para todos. Nos veníamos preparando para ese partido y se habían vendido todas las entradas. Estaba todo agotado y había muchas expectativas para la revancha con el Flamengo.
- ¿Tuvieron miedo de no disputarla?
-Sí, no se sabía si se iba a jugar. El país era un caos y nos afectó. Pero entrenábamos igual con la idea de que en algún momento se jugase. Existía mucha incertidumbre. Luego, se confirmó la fecha para el 24 de enero de 2002. Tuvimos miedo de que no se jugase y pensábamos que no se iba a disputar. Pero, cuando tuvimos la confirmación, nos quedamos más tranquilos.
- ¿De qué manera les afectó la situación?
-Yo perdí mucho dinero y hubo compañeros que perdieron más plata que yo. Teníamos un contrato firmado en dólares y todo fue a parar al corralito. En esa época, con la Asociación del Futbol Argentino (AFA) los contratos se firmaban en la moneda estadounidense. Entonces, nos pesificaron y nos perjudicó a todos. Pero lo tuvimos que aceptar. Fue una situación muy difícil. No sólo para los jugadores sino también para la institución en sí. Obviamente, nos afectó. Pero fue un situación que tuvimos que aceptar y no quedaba otra.
- Recuerdo que había arrancado mal el año para San Lorenzo, con deudas que tenía la dirigencia con los jugadores…
-Económicamente en 2001 San Lorenzo no estaba bien. Vivíamos situaciones complicadas y fue muy importante la unión del grupo. Se priorizó lo deportivo por sobre lo económico. La parte económica la íbamos a mejorar si los resultados eran positivos; nuestro objetivo era deportivo. También fuimos afectados por todo lo que fue el corralito.
- ¿Qué tenía ese equipo que ganaba todo lo que se proponía y se consagró, además, campeón invicto del Clausura 2001?
-Muy buenos jugadores en todas sus líneas. Una mezcla de experimentados con jóvenes con mucho talento. Un entrenador que fue el mejor que tuve en mi carrera: Manuel Pellegrini. También agrego al Coco Basile y a Oscar Ruggeri, quien fue el que armó el equipo que lo termina dirigiendo el ingeniero. Era un combo completo: jugadores, cuerpo técnico y dirigentes. Se consiguieron los objetivos gracias a un orden y a un grupo de futbolistas con hambre de gloria.
- ¿Que enseñanza le dejó Pellegrini como entrenador?
-Manuel es el entrenador más completo que tuve. Tiene cosas de Basile, Ruggeri y es un tipo con un muy buen manejo de grupo, muy adelantado para esa época. Con el tiempo, uno se da cuenta de lo que pretendía el entrenador que en ese momento no percibimos. Por algo después fue muy exitoso en el exterior. Un tipo humilde, sencillo y uno más del grupo; muy capaz. Un manejo de vestuario espectacular que incluía futbolistas muy importantes. No era fácil manejar ese plantel y él lo sacó adelante cumpliendo los objetivos que nos planteamos.
- ¿Qué tenían en común Pellegrini y Ruggeri?
Oscar era un amigo más. Formó el equipo y nos enseñó mucho de lo que vivió como futbolista. No lo acompañaron los resultados. Y, de esa manera, no pudo sostenerse en el cargo. Un tipo muy sencillo y laburador, como Manuel. Con el paso del tiempo se dio cuenta de que su pasión no era dirigir. Pero fue el que armó todo para después consagrarnos.
- ¿Por qué Ruggeri dejó de dirigir?
-Hay veces que el jugador no lo siente y dirige por dirigir. Yo no lo siento. Puedo ser un ayudante de campo, pero no me llama ser el entrenador. A Oscar le pasaba lo mismo. Encontró el lugar que nos gusta a todos: ser panelista de televisión. Donde hoy está trabajando es fundamental porque cuenta todo lo que vivió.
- ¿Cómo fue su salida de San Lorenzo?
-Me fui porque no estaba en los planes de Gustavo Alfaro. Fui el último jugador de la camada que lo había ganado todo. En un primer momento, Gustavo me dijo que seguía. Y después cambió de opinión. Cumplí un ciclo porque venía de muchos años de estar en el club. Pero no fue la mejor forma de irme.
- ¿Le molestó?
-Sí, por qué yo ya era una persona grande y me podían haber dicho la verdad de entrada. Cuando llegó Gustavo se acercó a hablarme y me dijo que iba a tenerme en cuenta. Luego, me aseguró que “no iba a continuar”. Me llamó la atención ese cambio repentino porque jugaba todos los partidos, mantenía un nivel regular. Soy de los defensores que más vistieron la camiseta de San Lorenzo. Pero no entré en el armado del equipo y el motivo que me dieron fue “tonto”.
- ¿Qué le dijeron desde el cuerpo técnico?
“Sos un jugador que hace tiempo está en el club y la hinchada te insultó. Por ende, no te vamos a tener en cuenta”. El que sabe de fútbol entiende que siempre están los insultos de los hinchas mientras los resultados no sean positivos. Fui titular con todos los técnicos que pasaron en aquella época por San Lorenzo. Nadie me regaló nada. Pero que no vengan a decirme que me dejaban ir porque me habían insultado.
- Luego pasó a Almagro. Al año de llegar, sufrió un hecho que cambió su vida para siempre
-Era mi segundo año en Almagro. Me afectó la inseguridad del país, directamente. Me acuerdo de una frase de la actual vicepresidenta de la Nación, Cristina Fernández, cuando manifestó que en la Argentina existía “una sensación de inseguridad”. Seguramente a ella nunca le pasó, pero yo lo viví en carne propia.
- ¿Cómo le afectó la inseguridad?
-Estaba manejando. Aparecieron dos jóvenes de frente, habré hecho un movimiento que ellos percibieron y uno me disparó. La bala me rebotó en una costilla. Fue un intento de asalto. No me resistí. Me pegaron un tiro aunque no me sacaron un peso. El hecho ocurrió a la 1 de la madrugada, cuando regresaba a mi casa en la localidad de Gutiérrez, partido de Berazategui. Manejaba mi camioneta Toyota Hilux. Salía del hotel Hilton, donde se realizó una cena de festejo por la reciente obtención de torneo Clausura 07 por parte de San Lorenzo. Fue un momento difícil y me tocó la realidad que vive la gente día a día. El país sigue estando mal en todos sentidos. A mí me tocaron dos ladrones. A Lucas González, ex juvenil de Barracas Central, le tocó fallecer por tres policías. Es complicado vivir en la Argentina.
- ¿Cuánto tiempo estuvo en terapia intensiva?
-Estuve seis días en terapia intensiva. Estuve al borde de la muerte, sí no salía bien la operación... Me recuperé lo más rápido posible. A los dos meses jugué un partido con Almagro. Fue un hecho que puso en peligro mi vida. Pero me operaron y toda salió muy bien.
- ¿Qué cambió en su vida luego de ese suceso?
-Hubo un cambio después de ese hecho. Hoy valoro mucho más las cosas que antes. Dentro de lo malo, recojo lo bueno que fue aprender cosas.
-Debutó como profesional en Boca. ¿Como fue su llegada a ese club?
-A través de un vecino en Formosa, que tenía un pariente que trabajaba como portero del club xeneize. Se llamaba Nicolás Giménez, quien me consiguió la vacante. Con 17 años, me probé y me aceptaron. Viví a dos cuadras de la Bombonera durante un tiempo, en la casa de Giménez, hasta que pude ir a la pensión. Me dio una mano importante. Fue una experiencia hermosa, no sólo a nivel deportivo sino de vida.
- ¿Por qué?
-Porque viví en la Boca y caminé mucho tiempo por Caminito y conocí las cantinas del barrio que hoy ya no existen. Para mí, que llegaba por primera vez a Buenos Aires desde Formosa, vivir en un conventillo de la Boca fue espectacular. Había cosas muy positivas.
- ¿Por qué le costó afianzarse?
-Porque era otra época. Tenía compañeros con mucha más experiencia y yo venía de las juveniles, se me hizo difícil afianzarme. Fue muy complicado en ese sentido. Debuté en octubre de 1993 en un amistoso frente al Sevilla con Oscar Tabárez como entrenador. Luego, estuve casi un año parado, entrenando y no me tocaba jugar. Hasta que llegó Cesar Luis Menotti y me puso ante Racing por el torneo Clausura 94. Después de una temporada, cuando contrataron a Silvio Marzolini como coordinador de las divisiones inferiores, me tuve que ir a préstamo a Ferro y luego recalé en San Lorenzo. Tuve mas chances de jugar en el Ciclón que en el Xeneize.
- ¿Era una época tranquila en Boca?
-No te creas, porque estuve en la época de los Halcones y las Palomas, ya que entrenaba con la Primera. Fue una etapa buena y mala al mismo tiempo. Salieron campeones del Apertura 92, pero existían jugadores con mucho ego, con mucha trayectoria y nombre, sobre todo quienes manejaban el vestuario. Oscar Tabárez tardó, pero alineó a los dos grupos, acomodó el vestuario, supo manejar la situación y se acabaron las diferencias.
- ¿Cómo nació Halcones y Palomas?
-Por distintos pensamientos. Cuando tenés jugadores pesados que toman decisiones es complicado porque entre ellos no coinciden. Entonces, se generan grupos dentro de un mismo plantel. Hasta que aparece un técnico con trayectoria para dejar las diferencias de lado y hacerles entender que priorizar lo deportivo. Con Carlos Bianchi pasó lo mismo. Comandaba un plantel ganador, pero no estaban alineados. El Virrey lo supo manejar y dejaron las diferencias de lado. En mi época, llegabas al entrenamiento y el plantel estaba dividido. Había un grupo de un lado y el resto del otro. Pasa que en los planteles hay gente que tiene más afinidad con unos que con otros y ahí se notaba más esa diferencia.
- ¿En qué lo perjudicó que hubiera dos grupos?
-En nada. Los dos se portaron muy bien con nosotros. Éramos los mas pibes que entrenábamos con ellos. El Beto Márcico por un lado, Navarro Montoya por el otro. Ambos se portaron bien con los mas chicos. Nunca hicieron diferencias.
- ¿Por qué pasa seguido en Boca la división de grupos?
-Por la lucha de egos y falta de sencillez en sus jugadores. Son futbolistas que se creen más importantes que el escudo de la camiseta. Los jugadores pasarán, pero el club estará siempre.
- ¿Qué enseñanza le dejó Menotti como director técnico?
-Manuel Pellegrini tiene muchas cosas de Menotti. Un tipo bárbaro. Me formó en el poco tiempo que lo tuve en Boca. Me ayudó a sacarme la presión de ser futbolista. No es un tipo que dramatiza mucho.
- Fue en la época que Diego Maradona entrenaba con ustedes pero estaba inhabilitado para jugar…
-Sí, fue en la etapa que venía a entrenar con los camiones. Un día llegó al entrenamiento con un Scania. No lo podíamos creer. Bajó del camión y saludó a uno por uno. Solo él podía hacer esas cosas. Después, verlo entrenar día a día fue algo espectacular. Mirábamos detenidamente cómo le pegaba a la pelota, cómo la paraba y los pases que daba. Entrenaba un rato y después se iba a su casa, como para mantenerse en forma. Casi no tuve trato fuera de la cancha.
- Luego, lo enfrenó en un Boca 2 - Ferro 1 en la cancha de Vélez. ¿Le costó marcarlo?
-Sí, recuerdo aquel partido. Él jugaba para el Xeneize. Tuve ganas de pegarle una patada, pero nunca lo agarré porque era mucho más rápido (risas). Tenerlo enfrente me daba mucha admiración.
- ¿Lo sigue a San Lorenzo a la distancia?
-Sí, veo todos sus partidos. No está pasando por un buen momento, pero cuando se alineen todos para el mismo lado, saldrá adelante. En el 2001 conseguimos el objetivo deportivo cuando nos alineamos todos juntos: jugadores, técnicos, la hinchadas y dirigencia, pensando en el bien del club. A la distancia uno observa que hay distintas corrientes. Si tiran todos para el mismo lado, San Lorenzo saldrá adelante. Deberá armar un equipo competitivo que represente ciento por ciento a la institución.
- Fue compañero del Pipi Romagnoli. ¿Cree que es el indicado para tomar el cargo de entrenador?
-Si él está convencido, le irá muy bien. Conoce el club de punta a punta y tiene espalda para bancar la situación. Debería tener su oportunidad porque es ídolo del club. Por algo debutó a sus 17 años. Mas allá de que es calladito y habla poco en el vestuario, es una persona con mucho carácter y no le va a faltar personalidad para sacar el equipo adelante.
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