Walter Erviti: “Nadie se anima a decirles a los hinchas que no se puede ganar todos los domingos”

El ex San Lorenzo, Banfield y Boca apuesta a un cambio contracultural desde el banco de Atlanta:”No quiero resultados superficiales”. “Pagué un precio muy alto por ser futbolista. A los 13, 14 años me fui de mi casa para tratar de ser futbolista y me perdí de vivir”, reflexiona

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Walter Erviti desde que se puso al frente de Atlanta, disputó 32 partidos ganó 9, empató 12 y perdió 11, pero él confía en un proyecto a largo plazo
Walter Erviti desde que se puso al frente de Atlanta, disputó 32 partidos ganó 9, empató 12 y perdió 11, pero él confía en un proyecto a largo plazo

A los 14 años, Walter Erviti dejó atrás su Mar del Plata natal y fue a probar suerte a Buenos Aires. En su cabeza había un primer objetivo claro: ser jugador de fútbol profesional. Ni bien puso un pie en el centro de la ciudad, buscó dónde empezar y llegó a River. En el club de Núñez se entusiasmaron con sus condiciones técnicas, pero como el físico no lo acompañaba le dijeron que no. Pese a la negativa, igual se quedó a entrenar, con expectativas de que las cosas cambiarían, pero todo se mantuvo igual. “No vas a jugar, pero sí podes seguir entrenando”, le dijeron. No lo soportó y se fue en busca de otros destinos. Recorrió varios clubes -en la mayoría le cerraron las puertas- hasta que llegó a San Lorenzo, se encontró con Oscar Ruggeri y a los 19 años llegó su momento soñado con la camiseta del Ciclón.

“Mientras los entrenadores no me veían yo entrenaba. En inferiores casi no jugué, pero entrenaba igual. Me preparaba porque tenía fe de que la oportunidad iba a aparecer. Cuando apareció y me pusieron dentro de la cancha, aproveché. Pero no aproveché por suerte, aproveché porque me preparé. Están los otros ejemplos de jugadores que se quejan y se quejan y cuando aparece la oportunidad, de tanto haberse quejado, no pudieron prepararse y se la pierden. Y qué te dicen: no, ésta no es la oportunidad que esperaba”, le cuenta Erviti a Infobae. En la actualidad el ex mediocampista multicampeón, que vistió las camisetas de Banfield, Boca, Independiente y Monterrey (México), se puso al frente del cuerpo técnico de Atlanta. Rodeado de gente joven, y con Leandro Gracián como su ladero, se embarcó en otro objetivo mayor: que el Bohemio vuelva a Primera

Erviti cuando compartía equipo con el hoy vicepresidente de Boca, Juan Román Riquelme
Erviti cuando compartía equipo con el hoy vicepresidente de Boca, Juan Román Riquelme

Es su primera experiencia como DT. Desde que se puso al frente del club de Villa Crespo, disputó 32 partidos y la estadística indica que ganó 9, empató 12 y perdió 11. Su postura, más allá de los resultados, es que en esta institución encontró el lugar para desplegar una filosofía de juego por fuera de las presiones habituales. Preocupado por dejar algo hacia el futuro, sus bases se solventan al margen de la inmediatez y la urgencia por el éxito. “Hace un tiempo, cuando decidí ser entrenador, me hice algunas preguntas con el fin de encontrar el para qué quería hacerlo y hubo dos respuestas que me terminaron de definir. La primera tiene que ver con el tiempo: hace muchos años entendí que es algo que no vuelve y que no puedo comprar. A partir de ahí empecé a disfrutarlo y a invertirlo en cosas que me gustan. Una de ellas, como hijo de Dios, es estar al servicio de las personas. Y en esta profesión encuentro que puedo estar al servicio de los jugadores. No estoy atrás de resultados superficiales, estoy atrás de hacer mejor a un ser humano, no solo en su profesión sino en su forma de vida”, explica desde el campo de entrenamiento que tiene Atlanta en Villa Celina.

Erviti, en el club de Villa Crespo encontró el lugar para desplegar una filosofía de juego por fuera de las presiones habituales
Erviti, en el club de Villa Crespo encontró el lugar para desplegar una filosofía de juego por fuera de las presiones habituales

No hace tanto que dejaste de jugar, pero de igual manera el fútbol viene mutando sus formas desde hace tiempo. ¿Qué diferencias encontrás en el juego hoy?

El juego en sí tiene que ver con la velocidad que ha tomado y con el desarrollo físico del deportista. Esa velocidad le ha quitado tiempo y espacio. En mi época de jugador recibíamos una pelota más lenta, con mucho más espacio a nuestro alrededor para poder tomar decisiones y la cualidad técnica no era tan necesaria para conducir o recepcionar. Hoy los jugadores no solo que necesitan de cualidad técnica para poder recibir una pelota rápida, sino que además tienen que ser muy rápidos para tomar decisiones porque los jugadores rivales están muy cerca. A partir de ahí se dificulta. Después, fuera de lo técnico y lo táctico, viene lo emocional. Nosotros éramos criticados una vez en la semana por un diario que nos ponía un puntaje, hoy la critica es segundo a segundo. Si erraste un penal, no tenés que esperar al lunes para ver qué dice el diario, está en Twitter, en Instagram. Convivir con eso te lleva de arriba abajo todo el tiempo y eso necesita de un equilibrio emocional. La parte psicológica y estar entrenado de la cabeza es muy importante para asimilar situaciones que son momentáneas y que uno a veces cree que son eternas.

¿Por qué decidiste por Atlanta?

Porque me encontré con un club integrado por personas con las que me identifiqué rápido. Eso fue lo que más me llamó la atención. Desde que me retiré hasta que llegué a Atlanta, estuve varios años fuera del fútbol, estudiando, aprendiendo, pero también buscando la oportunidad de encontrar un lugar para trabajar donde me sintiera cómodo. Me costó dar con eso. Por lo general, los clubes quieren resultados inmediatos sin tener las herramientas para conseguirlo. Este deporte no es de resultados inmediatos. Solo un 20 % de los equipos se preparan para ser campeones, tienen las herramientas para serlo, el otro 80 % tiene el deseo, pero no tiene la forma ni se prepara para llegar al objetivo. Yo me encontré con un club claro en cuanto a su momento y eso me ayudó a poder tomar la decisión de incorporarme a trabajar en el día a día. Otra cosa importante es que este club está conducido por una comisión que no necesita de que un entrenador la conduzca. Eso para mí es fundamental. Yo soy un entrenador que entrena jugadores, no marco el camino de una institución.

¿Y el plantel en qué situación estaba?

Encontré un plantel muy disminuido, en un periodo de transición, y lo acepté. En este año lo hemos fortalecido: jerarquicé nombres propios y a jugadores de inferiores los puse en contexto profesional. Hoy tienen sentido de pertenencia y son parte de la institución. Económicamente el plantel tiene más valor que al principio. Se fue creciendo de a poco y con el objetivo de ser competitivos. Todo lleva tiempo. En Argentina hay un gran problema: nadie se anima a decirles a los hinchas que no se puede ganar todos los domingos. Cuando falta ese valor o cuando uno no le cuenta la realidad a los hinchas, a la larga o a la corta se enfrenta con un problema. Nosotros hemos sido sinceros siempre. Mostramos nuestro trabajo, la institución mostró sus objetivos y claramente convivimos con la cuestión emocional del hincha de querer ganar, pero también convivimos con la realidad de ir creciendo para poder lograr que en un futuro Atlanta juegue en primera.

¿Qué cosas destacarías de este tiempo como DT?

Nuestra primera obligación es competir y sabemos que nos contratan para ganar. Se sabe que cuanto más ganas mejor sos, lo tengo claro. Vivo de esto hace más de veinte años. Pero lo más importante para mí es competir con mis valores. Saber que todos los fines de semana presentamos un equipo competitivo que juega de igual a igual y al que a veces le toca ganar y juega mejor y otras veces le toca perder y no juega tan bien, pero siempre compite. Eso fue un paso importante este año porque tuvimos que armar un plantel nuevo, con gente muy joven, que tiene dos años menos de promedio que el resto. Estamos dentro de los trece planteles más jóvenes de la competencia, con muchos jugadores nacidos en la institución. Llegar a eso lleva tiempo.

Walter Erviti hace dupla con Leandro Gracián como ayudante de campo
Walter Erviti hace dupla con Leandro Gracián como ayudante de campo

¿Es difícil plantear un proyecto a largo plazo en el fútbol?

Si sale del deporte, esto pasa a nivel país. Ningún gobierno se quiere comer el proceso de invertir en educación y salud a largo plazo, porque los resultados no van a ser inmediatos. Prefieren seguir para delante y que la brecha de pobreza se siga agrandando. Nadie quiere decir basta y ver los frutos hacia el futuro. Cuando sos entrenador pasa los mismo. Nadie quiere comerse el proceso de educar, crecer, porque eso lo va a disfrutar otra persona. Los chicos que hoy están empezando a jugar conmigo, quizá salgan campeón con otro entrenador y yo voy a estar feliz porque va a ser algo que formamos nosotros. Va a ser parte del proceso que decidí asumir y que es inevitable si se quiere gestionar un proyecto. Y me hago cargo de esto porque siento que el fútbol hay que cambiarlo. Hay que darle lugar y oportunidad al crecimiento, al desarrollo y a ciertos valores. Nos hicimos cargo de un proceso en el cual creemos y en el cual deseamos dejar una enseñanza para el día de mañana.

¿Reconoces alguna influencia en este camino?

La más cercana es mi creencia en Dios. También leí mucho a Mandela. Cuando una persona deja de lado sus deseos por la mejora del otro, y esto tiene que ver con lo que dice la Biblia, me llama mucho la atención. Es difícil dejar de lado el beneficio propio e ir por el beneficio del prójimo. Cuando vi que Mandela lo hizo, me conmoví. Cuando veo que hay personas que dejan cosas de lado para darle una mejor vida a otros, me llama mucho la atención. No son los ejemplos que hay en el mundo. Hoy todos buscan el beneficio propio y a corto plazo y eso nos está llevando por mal camino.

Erviti hace un silencio breve, mira el piso, levanta la mirada, ve hacia sus costados y agrega:

Una vez escuché a mi abuelo decir que quería un país mejor para mi papá, escuché a mi papá decirlo para mí y hoy yo quiero un país mejor para mis hijos. Aunque ya me resigné, como se resignaron mi abuelo y mi papá, no quiero irme sin haberlo intentado. Por lo menos en el ámbito que me tocó a mí: el deporte. Me gustaría que el día de mañana, mis hijos vayan a un club en donde le den valores, oportunidades y traten de enseñarles. Que no todo sea si patea bien o mal una pelota.

Walter Erviti "No estoy atrás de resultados superficiales, estoy atrás de hacer mejor a un ser humano, no solo en su profesión sino en su forma de vida”
Walter Erviti "No estoy atrás de resultados superficiales, estoy atrás de hacer mejor a un ser humano, no solo en su profesión sino en su forma de vida”

¿Y del mundo del fútbol ubicas algún referente?

Me cuesta. Hay muy pocas personas que han tenido la capacidad de no involucrarse en toda la exigencia, necesidades y hasta obscenidades que hay en este deporte. Normalmente arrancan con ciertos deseos de poder ayudar, pero cuando empiezan a ver que la plata da vuelta y surgen comentarios, todo se empieza a contaminar. Se me hace difícil encontrar ejemplos que realmente me hayan querido acompañar o mejorarme como ser humano. Con el que no tuve problemas de dinero, tuve diferencias de intereses. Una vez le pregunté a un presidente por qué ponía de capitán a un compañero que no lo representaba en pensamiento y me contestó que era porque lo iba a vender más caro si tenía la cinta de capitán. Esas cosas no las comparto y mucho menos en un capitán. La persona a la que se le designa esa responsabilidad tiene que ser un ejemplo. Con otro presidente me pasó que si yo decía cosas que a él le gustaban me aplaudía y cuando decía algo no le gustaba me enterraba. Un día ese presidente me entregó una plaqueta, diciendo que era el capitán eterno del club y al otro día me dijo que no tenía valores porque reclamé algo que era grupal. “Si a vos no te falta, para qué reclamas. No te metas en este quilombo”, fue su respuesta.

Hace un tiempo, en un reportaje, dijiste que pagaste un precio muy alto por ser futbolista, ¿Por qué?

Porque cuando descubrí que el tiempo no vuelve y que la vida es una sola, me empecé a observar y descubrí que no tuve infancia, que no hice otra cosa más que jugar a la pelota. A los 13, 14 años me fui de mi casa para dedicarme a tratar de ser futbolista y me perdí de vivir. Y una vez que llegué, me dediqué exclusivamente porque sabía que no tenía condiciones físicas, no era dotado técnicamente y me costaba mucho ser profesional en cuanto a la exigencia que tiene el juego. Comía, entrenaba, descansaba, no salía con mis hijos, no salía con mi señora. Si Vero (su mujer) quería ir al cine, iba a sola. Si quería viajar con los nenes, se iba ella. Si mis hijos tenían una reunión en el colegio lo mismo. Fue el precio que tuve que pagar.

Fotos: Maximiliano Luna

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