La mente detrás de Talleres de Córdoba, animador de la última Liga Profesional y finalista de la Copa Argentina ante Boca Juniors es el uruguayo Alexander Jesús Medina Reobasco. El Cacique, apodo que se ganó en sus primeros días como delantero en el Liverpool uruguayo, aterrizó en silencio en el fútbol nacional en junio de 2019. Andrés Fassi, presidente de la T, lo convenció para descartar otras ofertas del fútbol mexicano y de Europa: en junio de 2019 lo anunció como sucesor de Juan Pablo Vojvoda en La Boutique.
El nombre de Medina era prácticamente desconocido en el ámbito local, más allá de los nueve encuentros que disputó en Arsenal de Sarandí en 2009. El Cacique se había forjado en el ascenso uruguayo hasta convertirse en ídolo absoluto de Nacional, uno de los gigantes charrúas en el que sus hinchas lo recuerdan como el delantero con más carácter y personalidad de su historia. Goleador nato, fue dos veces el máximo artillero de la Primera División de su país e incluso llegó a vestir la elástica Celeste.
Amén de sus etapas en el Racing de Ferrol y el Cádiz, donde anotó un memorable gol frente al Real Madrid en el Santiago Bernabéu en la tarde del 21 de enero de 2006, Medina se convirtió en un sinónimo del Bolso hasta su retiro en Fénix a sus 37 años. “No era un jugador con grandes virtudes técnicas. Ni fui un superdotado. Era bastante limitado, pero con esas limitaciones he conseguido cosas que si no fuera a través del trabajo, la dedicación, la profesionalidad, no hubiese conseguido”, evaluó en una entrevista en El Observador cuando ya había colgado los botines para calzarse el traje de entrenador.
Mientras celebraba goles adentro de la cancha con su característica vincha y pelo largo, en silencio se recibió de director técnico a los 30 años. Medina nació en Salto, un departamento que también es la cuna de Edinson Cavani y Luis Suárez, el 8 de agosto de 1978 y a los cinco años definió su futuro: “Se me encendió el fuego sagrado. Fueron muchos años jugando al fútbol y ahora se apagaron esas ganas de entrenar y seguir jugando”, definió después de su retiro al programa 100% Deporte de Sport 890.
Aunque no fue con la camiseta de Nacional, meses antes de su despedida del fútbol debió vencer a uno de los rivales más difíciles de su carrera: sufrió de vértigo periférico en una molestia que estuvo a punto de obligarlo a abandonar la práctica profesional. “Es un virus que se aloja en el oído medio y que regula el equilibrio. Es difícil de sobrellevar, te cuesta enfocarte y cuando girás parece que vas a caer. Me llevó como seis meses, fue un golpe al mentón bastante importante. Iba a dejar de jugar en diciembre, pero no me podía ir así del fútbol”, contó en 2015.
En su época como líder de Nacional compartió plantel con Israel Damonte, quien ilustró su ascendencia sobre el plantel con una anécdota escatológica. Medina llamó a varios compañeros durante una concentración y los condujo hasta el baño. Les señaló el inodoro mostrándoles lo que había depuesto y dijo: “Así caga un hombre. Nada de chirlito ni blandito que mancha. El hombre caga así”. Damonte lo calificó como “el número 1″.
Ya retirado, recibió su primera chance en su amado Bolso como entrenador de la tercera división y fue campeón de los torneos de reserva en una etapa en la que fue noticia por un decálogo que se le endilgó a su nombre en la previa de un clásico frente a Peñarol:
“1) No se saluda al rival, excepto al capitán.
2) Ceja fruncida todo el partido.
3) No se levanta al rival del césped, salvo producto de una patada subida de tono.
4) La primera patada es nuestra.
5) Ganamos todas las pelotas divididas.
6) Siempre mayoría de jugadores nuestros en caso de armarse tumulto.
7) Obviamente no se demuestra dolor por nada.
8) En los clásicos se empieza y se termina con los once soldados de pie.
9) Todos unidos, antes, durante y después del partido.
10) Lo más importante: nosotros jugamos al fútbol”.
El propio Medina desmintió estos mandamientos en una entrevista con ESPN: “Hay mitos o cuentos callejeros, que se le adjudican a algunas personas, y esto me adjudicaron a mí pero nada tiene que ver con lo que pregonamos como entrenador. Eso no es mío, y si fuera así, algunos puntos deberíamos analizarlos más en profundidad”, dijo como acordando con gran parte de ellos.
El 13 de diciembre de 2017 finalmente fue presentado como el nuevo DT del Bolso: “Es un día muy importante en mi vida, se está cumpliendo un sueño”. Durante su etapa, que finalizó un año después con su renuncia, consiguió el Torneo Intermedio y el Apertura. Tras un semestre sin trabajo, Fassi levantó el teléfono y Medina se mudó en silencio a Barrio Jardín.
Talleres rápidamente adoptó su identidad, un equipo protagonista con características propias del espíritu ofensivo del delantero que Medina supo ser: “Nuestro estilo se caracteriza por ser un fútbol de propuesta más que de respuesta. Tratamos de tener el dominio del balón, de jugar más tiempo en el campo rival que del propio. Tratar de crear circuitos, asociación por las bandas y finalización por dentro”.
Es indiscutible el sello Medina en una formación que, aunque pierda nombres propios, mantiene una clara vocación ofensiva y propone partidos de muchísima intensidad. Talleres defiende en campo contrario, con las líneas adelantadas para disputar la posesión, y cuando tiene la pelota en su poder ataca prácticamente con todos sus hombres, aunque no deja de ser versátil en ofensiva con un arsenal de opciones para evitar ser predecible. El repaso por sus formaciones denota una idea clara usualmente con dos cincos que custodian un cuarteto que juega con libertad en posiciones ofensivas.
En los entrenamientos, uno de esos hombres que integran el ataque de Talleres es el propio Medina. “En los reducidos va con todo. No quiere perder ni en los entrenamientos. También le metemos, no levantamos la pierna. Si te pega una patada, festeja. Si te tira un caño, también. No sabés lo que es”, contó Nahuel Tenaglia, uno de los pilares de su equipo, en ESPN. El Cacique imparte un sistema de premios y castigos para condimentar los entrenamientos: “Hay que pararlo. Si te hace un caño o un sombrero, hay que pagar”, confesó el lateral derecho Julián Malatini
“Me gusta interactuar con el jugador. En los rondos de inicio, en los ejercicios. Me gusta participar, pero, a veces, no me da el físico. Jugamos mucho como futbolista. No dejamos de vestir los cortos. A veces, nos gusta demostrar las cosas que hacíamos de jugadores”, detalló el propio Medina en una entrevista con Mundo D.
El ciclo Medina obtuvo rápidos resultados: fue octavo y logró la clasificación en su primera campaña pero principalmente fue capaz de afianzar su nueva genética. En la cuarentena por la irrupción del coronavirus que puso al mundo en pausa, su presencia fue de gran ayuda para varios de sus jugadores, especialmente para aquellos extranjeros como Diego Valoyes y Rafael Pérez que encontraron en él a un padre, a un amigo, a un hombre que se transformó por esos días en más que un entrenador.
Reanudado el fútbol local, Medina cambió su enfoque: “Nosotros no estamos en oferta, cambiamos la mentalidad después de la pandemia”. Y la T volvió a ser protagonista, quedó a un paso de acceder a la final de la Copa Maradona: terminó segundo en el Grupo B, apenas un punto por detrás del Banfield que cayó por penales frente a Boca en la definición. Decidido a ir por más, le dio batalla en la Liga al River de Marcelo Gallardo, un nombre que aparece en múltiples ocasiones en la historia del Cacique.
En 2011, en una de sus tres etapas en Nacional, Medina fue dirigido por un Muñeco que daba sus primeros pasos sin saber que pronto escribiría varias de las páginas más gloriosas en la historia del Millonario. El Cacique fue designado como capitán por Gallardo, quien le dejó una frase marcada a fuego en una anécdota que Medina narró en CBA24: “Yo tenía una lesión en el gemelo y no me podía recuperar. Estaba fastidiado, veía que el tiempo pasaba y yo no podía recuperarme. Llevaba un mes y pico con ese problema. Un día se acercó Gallardo y me dijo: ‘No hagas locuras y recuperate tranquilo. El clásico lo van a jugar vos y 10 más. Después no sé si jugarás algún otro partido’. Son cuestiones que marcan a un entrenador. Me agarró en el momento justo y faltaba más de un mes para el clásico. Me sacó una mochila porque yo estaba desesperado y no encontraba mejoría. Comencé a quemar etapas. En el partido anterior me puso unos minutos y en el clásico fui titular, cuando en la semana no había parado el equipo. Yo me preguntaba si cumpliría y si se acordaba de lo que me había dicho. Yo venía lesionado y él ya tenía una base de equipo. Llegó el viernes previo al clásico y me dijo que iba a jugar. Después cumplió con su palabra y no jugué más”.
Gallardo siguió su camino después de consagrarse campeón del fútbol uruguayo hasta que en mayo de 2014 inició su gloriosa etapa en Núñez. Con ambos ya en la Argentina, el estilo de Medina es permanentemente emparentado con el de Gallardo: “No me molesta, pero preferiría seguir mi camino, marcar mi propio estilo e impronta. La comparación no me incomoda para nada, al contrario, es un elogio porque estamos hablando de uno de los entrenadores top a nivel mundial, es un elogio que se compare el juego de Talleres con el de River”.
Fue Carlos Auzqui, quien hoy es dirigido por Medina y recuperó su nivel como extremo por derecha en la formación del Cacique, quien lo postuló como posible sucesor ante una eventual partida de Gallardo: “Después de la era Gallardo, no sé quién se va a animar a agarrar a River. Medina tiene todas las condiciones, lo viene demostrando en Talleres desde que llegó. Él siempre nos dice que tenemos que ser protagonistas, salir a ganar de visitantes y de locales. Y eso no lo tienen todos los equipos. Él lo está demostrando en Talleres. Si fuera a River, va a pasar lo mismo. Le van a exigir lo mismo: ganar cada partido. Alexander tiene peso y es parecido a Gallardo. Al Cacique lo veo un poco más loco”, analizó en una nota en TyC Sports.
Fassi también estableció un paralelismo entre Medina y Gallardo: “Son los dos mejores entrenadores que tiene el fútbol argentino. Coinciden en la agresividad que tienen para que sus equipos busquen protagonismo, eso los une. Tal vez, River ha tenido a lo largo de los años jugadores de una gran jerarquía. Por eso, es todavía mas aplaudible lo que Alexander Medina está haciendo con Talleres, porque lo hace con jugadores muy jóvenes y le da confianza a jugadores que no vienen de equipos significativos o jugadores que aún no debutaron en primera división”, reflexionó en Súper Deportivo Radio.
Los méritos del Cacique van más allá de lo que evidencian los resultados, en un Talleres que durante su etapa se desprendió de una veintena de jugadores que llegaban a Barrio Jardín como descartes y que fueron potenciados por la mano del entrenador. Con la obligación de reinventarse permanentemente, el scouting del equipo y la influencia de Medina resultan claves: “Buscamos futbolistas rápidos con buena asociación, intensidad, despliegue y buen pie”.
“Se han ido muchos jugadores desde hace un año a esta parte pero el funcionamiento de Talleres no ha cambiado; cada uno conoce su rol dentro y fuera del campo, eso es fundamental. La forma y el resultado van de la mano, sin el resultado se va a perder confianza en la forma”, detalló al Súper Deportivo precisamente después de vencer a Boca en La Bombonera en marzo. El Xeneize fue uno de los que más sufrió al Cacique, quien en noviembre de 2020 había interrumpido un invicto de 16 partidos sin derrotas de Russo.
Ahora Boca volverá a toparse con él en Santiago del Estero, ni más ni menos que en una final.
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