De mecánico a jefe de la barra de San Lorenzo: quién es el hombre por el que la popular del Ciclón lució un hueco en el centro

Como Francisco Rescia fue incluido en la lista del derecho de admisión, toda la barra decidió no entrar al estadio contra Sarmiento y evitó que se colgaran banderas. Especialista en Muay Thai, asumió como líder en 2019

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La popular, con el hueco en el centro a modo de protesta. Y la imagen de Rescia
La popular, con el hueco en el centro a modo de protesta. Y la imagen de Rescia

De ser mecánico de autos a jefe de una barrabrava. De hacer chapa y pintura a decidir en lo que constituyó un hecho inédito en la historia de San Lorenzo, que no se cuelgue ninguna bandera en el estadio y que la barra no ingrese dejando un hueco en su lugar en la popular. Y todo porque la Justicia cayó sobre sus espaldas y le aplicaron el derecho de admisión. Esa fue la razón por la cual la Butteler, nombre de los violentos del Ciclón que debe su apodo a la plazoleta ubicada en el límite entre Parque Chacabuco y Boedo (hoy rebautizada Enrique Santos Discépolo), no estuvo en el Nuevo Gasómetro en la victoria frente a Sarmiento de Junín.

Así de simple, aunque suene increíble. Ni en Boca con Rafael Di Zeo o River con Guillermo Caverna Godoy, ambos con la misma restricción hace largos cinco años, se dio esta situación, lo que habla del poder de convencimiento de José Francisco Rescia, el capo de la tribuna azulgrana desde 2019. Y si bien desde la barra intentaron comunicar que la decisión era para protestar por la crisis futbolística y dirigencial de San Lorenzo, cualquiera que haya concurrido al Nuevo Gasómetro en los últimos meses sabrá que mientras el hincha común se expresaba contra la Comisión Directiva, la Butteler tapaba esos cantitos con otros que sólo tenían que ver con alentar al equipo. Todo esto se produjo además en una fecha cara para el sentir azulgrana: el día del hincha, en homenaje al 30 de noviembre del 2000, cuando la masa societaria evitó que una empresa privada tomara los derechos de imagen del club por 10 años.

Ahora bien, ¿quién es Francisco Rescia, cómo llegó a la cúpula del poder y por qué tiene derecho de admisión? Apodado Francisquito de chico por su familia y conocido como Pancho en el ambiente barra, siempre estuvo a la sombra del ex jefe de la Butteler, Christian Evangelista, alias Sando por el pirata Sandokán. Si bien su cuerpo trabajado en altas horas de gimnasio y en las clases de artes marciales en la Ciudad Deportiva del club podían ser intimidantes (su especialidad es el Muay Thai), su bajo perfil lo sacó siempre de los reflectores. Amigo de Evangelista desde siempre, participante de la murga Los Chiflados de Boedo, fue construyendo poder de a poco y desde que Sando tomó el mando de la popular en 2011 se convirtió en su invisible mano derecha y en un interlocutor válido para la dirigencia, que veía en sus modos de clase media un avance con respecto a otros integrantes de la barra, ya sea el legendario Gordo Ito o quienes también integraban la nueva cúpula como Maximiliano Vaccaro o Gonzalo Silva, éste último siempre afecto a terminar en las páginas policiales.

También ganó peso cuando La Butteler se impuso de manera definitiva contra el grupo disidente que le disputaba el poder, llamado la banda del Mástil por un mástil ubicado en la avenida Boedo entre Carlos Calvo y Humberto Primo, y que casualmente tenía entre sus principales integrantes a otro mecánico de autos.

Rescia (con la remera de Muay Thai), junto con Sandokán y Ortigoza
Rescia (con la remera de Muay Thai), junto con Sandokán y Ortigoza

De esta forma, Pancho Rescia empezó a tener cada vez mayor consideración mientras desde 2018 también veía como crecía su taller particular. Y su ascenso al primer lugar de la barra se visualizó en 2019 y se concretó en pandemia. Por un lado, Evangelista decidió salir ya en 2017 del foco de atención porque esto le complicaba otros negocios, varios de ellos vinculados a la política de la Ciudad y a su relación con los sindicatos Suterh y Utedyc. Su sucesor natural fue Maximiliano Vaccaro, con antecedentes por una agresión a Jonathan Bottinelli cuando era jugador del club, investigado en su momento junto a su pareja por darle cobertura a Pablo Migliore cuando era buscado por la Justicia en 2013, detenido en Belo Horizonte durante el Mundial 2014 en Brasil una hora antes del partido contra Irán, y como profesor del club de Yin Tao (una rama de las artes marciales) había quedado en el ojo de la tormenta cuando alumnos de esta disciplina atacaron a facazos a jugadores de las Inferiores por un problema suscitado en la Ciudad Deportiva en 2012.

Pero, en pandemia, Vaccaro falleció. Muchos creían que sería Gonzalo Silva, alias Gonzalito, el que recibiría el bastón de mando. Pero fue vetado por la dirigencia y hasta por sectores de la misma barra porque, dicen, no tendría el equilibrio necesario. -Como antecedentes, Gonzalito tiene el robo de la utilería del propio club, una amenaza de muerte a Matías Lammens cuando el actual ministro de Turismo y Deportes era presidente del club y una larga lista de conflictos vinculados a los estupefacientes. Fue entonces cuando el nombre de Francisco Rescia tomó definitivamente el lugar del número uno. Y contó con la bendición de todo el arco político y del tablón vinculado al Ciclón. Pero ese nuevo poder lo llevó a creerse impune. Y empezó a concurrir al Nuevo Gasómetro en plena restricción de público por el Coronavirus. Hasta que la Justicia lo descubrió.

Fue nada menos que en el clásico frente a Huracán, jugado el seis de marzo de este año. La división de Conductas Delictivas de la Policía lo encontró en un palco junto a otras tres personas. Privilegios de ser jefe barra mientras los hinchas comunes lo tenían que ver por televisión. Pero claro, como sólo podían ingresar por entonces miembros de Comisión Directiva y prensa, no había forma de justificar su presencia. Se pidieron las actas al club para cotejar los autorizados al evento y allí no estaba. Entonces se le labró una causa que se radicó en la fiscalía 40 a cargo de Matías Michienzi por infracción al artículo 109 del Código Contravencional porteño. Y su nombre fue a parar a la lista de Tribuna Segura junto con otros cuatro barras de San Lorenzo.

Se suponía que cuando volviera el público (lo que sucedió con un aforo del 50% en octubre) ya no podría ingresar. Pero por la burocracia estatal, las 214 personas que fueron condenadas o imputadas recién aparecieron en el derecho de admisión 15 días atrás. Rescia se enteró de su situación en el partido de local frente a Gimnasia del viernes 19 de noviembre. Y montó en cólera. Estuvo varios días intentando que la dirigencia hiciera gestiones para sacarlo de esa lista. Es más, hasta en su entorno piensan que el que le dio el dato a la Policía de su presencia en la cancha en aquella jornada frente a Huracán fue alguien que quería cortar su crecimiento de poder. Lo cierto es que todas las diligencias para regularizar su situación se frustraron. Y supo que contra Sarmiento tampoco podría ingresar. Eso activó la protesta bajo la idea de “tanto apoyamos a esta dirigencia tapando a la gente y nos pagan de esta manera”. Y por eso dio la orden “nadie entra”, ni barras ni banderas. En la tribuna, el hincha común tuvo una tarde de fiesta. Se expresó a su antojo y San Lorenzo ganó después de mucho tiempo. En las calles, la barra dejó una advertencia. A punto tal que en el festejo del día del hincha, donde reapareció activo Sandokán, hubo un comunicado donde además de advertir el evidente deterioro institucional, se habla de que la dirigencia rompió los códigos utilizando entre otras cosas el derecho de admisión. Un mensaje directo avalado por aquel hombre que de un día para otro pasó de mecánico de autos a jefe barrabrava.

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