River sonríe, River celebra, River ruega por la continuidad de Marcelo Gallardo a partir de 2022. El flamante campeón del fútbol argentino vive horas de felicidad pero también de incertidumbre ante el suspenso que dejó instalado el director técnico sobre su futuro. Alrededor del equipo del Muñeco se tejen y se tejieron historias que forman parte de la intimidad del plantel. En esta nota, Infobae recrea algunas de ellas para realizar un viaje imaginario a las entrañas de los campeones.
1) El gen competitivo de Gallardo es una de las marcas registradas de este River. Al Muñeco no le gusta perder a nada, ni siquiera cuando practica alguna de las cuatro actividades que realiza para despejar un poco la mente y mantenerse activo físicamente: fútbol, tenis, golf y pádel. En la intimidad del plantel es un secreto a voces que el entrenador se fue a su casa molesto más de una vez porque perdió o porque no tuvo la mejor jornada en su rendimiento individual en alguna de esas actividades. Al fútbol suele jugar con los integrantes del cuerpo técnico y del resto del staff técnico los días previos a los partidos. Los socios de River suelen sorprenderse en esas mañanas o tardes en las que el Muñeco desembarca en alguna de las canchas de tenis del Monumental para jugar al tenis con Chirola, uno de sus amigos, quien vive en el Sur del país y de vez en cuando viaja a Buenos Aires. Algunos viernes, Gallardo suele jugar al golf junto a Rodolfo D’Onofrio, Enzo Francescoli y Matías Patanian. Y en el River Camp pidió que le construyeran una cancha de pádel para despuntar el vicio acompañado por Francescoli, Patanian y Jorge Brito, candidato a presidente de River por el oficialismo en las elecciones que se realizarán el sábado 4 de diciembre. “Podría decirse que juega bien a todos los deportes. Y no sabés lo bien que baila. Es un gran bailarín. En Madrid, después de ganarle a Boca la final de la Libertadores 2018, se bailó todo y la rompió”, afirma entre risas una de las personas que más lo conoce.
2) En un alto de la pretemporada de River en Orlando, a mitad de año, un grupo de futbolistas dialogaban acerca de la intensidad de los entrenamientos que diagramaban Pablo Dolce, Marcelo Tulbovitz y Diego Gamalero, los preparadores físicos del plantel. En un momento, José Paradela tomó la palabra y con una frase contundente resumió la exigencia con la que suele prepararse el plantel campeón del fútbol argentino. “En un día de pretemporada acá, corremos lo mismo que en diez días en Gimnasia”, dijo con una sonrisa, mitad en broma y mitad en serio, el ex mediocampista del equipo platense. Paradela, justamente, es uno de los futbolistas a los que más les costó la adaptación a la intensidad con que se entrena River. A principios de año, cuando llegó al equipo de Núñez, vomitó más de una vez al finalizar el entrenamiento por la exigencia de la preparación. Le llevó varias semanas adaptarse al ritmo del resto del plantel.
3) Mediados de noviembre. Agustín Palavecino sale en su auto del River Camp de Ezeiza luego del entrenamiento y se detiene ante unos treinta hinchas que esperan por un autógrafo o una selfie de los futbolistas. Detrás de los vidrios polarizados se divisa la silueta de una persona en el asiento de atrás. Un hincha le dice a otro, mientras esperan el turno para tener su recuerdo con el mediocampista: “Fijate que ‘Pala’ lleva a alguien atrás. ¿Será remisero en sus ratos libres?”. La ocurrencia despierta las risas de varios de los fanáticos, que se quedan con la duda respecto de quién es el pasajero que viaja atrás. Y esa persona no es otra que Felipe Peña, el juvenil de 20 años que se rompió el ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha en la goleada 5 a 0 del 7 de este mes ante Patronato, en el Monumental. Al tener esa pierna inmovilizada por una férula, Peña tiene que dejarla estirada en los viajes en auto y por eso su amigo Palavecino lo lleva hasta su casa de barrio River en el asiento trasero de su auto, cual chofer de remise.
4) Puede sonar candoroso, pero en la intimidad del plantel de River hay una frase que resume el espíritu del grupo y la buena salud del vestuario: “Somos familia”. La frase responde a muchos factores. El principal es que para el grupo son todos iguales: desde Leonardo Ponzio, el capitán, hasta Luis Valla, el encargado de la seguridad, o Marcelo Pudelka, el nutricionista del plantel. No hay tratos diferenciados entre ellos: Enzo Pérez, un futbolista de jerarquía internacional, abraza con la misma fuerza para festejar el título a un amigo suyo como Javier Pinola, que a Pichi Quiroga, uno de los utileros del plantel; o a Jorge Bombicino, el kinesiólogo principal. El plantel de River se mueve como una masa uniforme en la que están incluidos los futbolistas, el cuerpo técnico, el cuerpo médico, los empleados de seguridad, los utileros y el resto de los auxiliares. No hay vedetismos. Todos se reconocen pares a partir de lo que les inculca Gallardo y lo que pregonan las voces más experimentadas del plantel: Ponzio, Javier Pinola, Jonatan Maidana, Germán Lux, Enzo Pérez, Franco Armani y Enrique Bologna. Muchos jugadores hasta comparten las vacaciones con sus familias. Dos ejemplos puntuales: tras la consagración en la Copa Libertadores 2018 ante Boca, en Madrid, Maidana, Pinola, Lucas Martínez Quarta y Camilo Mayada se fueron a descansar a un mismo complejo hotelero en Punta del Este. Recientemente, el chileno Paulo Díaz y su familia compartieron unos días de descanso en Las Cataratas del Iguazú junto a Federico Girotti y su novia.
5) A varios de los principales dirigentes de River no les gustó lo que ocurrió el último jueves en la puerta principal del estadio Monumental, sobre la avenida Figueroa Alcorta, en la previa de la goleada 4 a 0 ante Racing. Al mediodía estacionó un auto del que salieron un hombre y una mujer. Bajo la lluvia, comenzaron a bajar unas bolsas en cuyo interior se veían las galeras, las serpentinas, las corbatas como la que usaba Ángel Labruna y el resto del cotillón con el que los jugadores celebraron el primer campeonato de Liga obtenido durante el ciclo de Gallardo. “A esas cosas hay que hacerlas sin que nadie se dé cuenta. Deberían haber entrado por la puerta de la avenida Udaondo, lejos de donde están la prensa y el público”, se le escuchó decir a uno de los dirigentes del club, afecto al mismo perfil bajo que cultiva Gallardo para el plantel.
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