Fuera de la cancha, cuando da notas, piensa cada pregunta y cuida las palabras, pero no porque tema lo que vaya a decir… Sólo quiere ser preciso en lo que pretende transmitir. Juan Fernández es así. Tiene 19 años recién cumplidos, pero luce muy maduro y determinado. Su mirada y la forma en que se expresa lo dicen todo. Socialmente es algo cerrado, también tímido, dos cosas que él reconoce, pero cuando tiene que hablar, habla. En la nota y en la cancha, dando indicaciones o consejos a sus compañeros. “Es mi personalidad, pero no es que doy consejos ni indicaciones, son apenas opiniones... Yo soy así. No tengo idea como soy en comparación a otros chicos de la edad. Pero me gusta hablar, no lo puedo evitar”, explicó antes de su debut -jugó seis minutos- en la selección mayor de básquet en el triunfo ante Paraguay por 93-67 en esta doble fecha de Eliminatorias que se inició en el estadio de Obras este viernes y continuará este sábado a partir de las 22.10.
“Esperé mucho este momento, me sacrifiqué un montón, desde que dejé mi casa a los 16 años para perseguir mi sueño en Europa. Hubo momentos duros, en los que dije ‘no aguanto más, me vuelvo’ pero por suerte aguanté, mi representante me ayudó y tuve todo el apoyo de mis amigos y la familia. Ahora es como un recompensa. Estoy feliz, aunque tranquilo, tratando de no pensar mucho en eso y disfrutando el momento por el cual me vengo esforzando mucho. También intentando aprender a cada momento en estos días de concentración”, explica este ala pivote de 19 años y 2m10 que la temporada pasada brilló en la tercera división –ascendió a segunda con su equipo-, cedido por el Fuenlabrada. Pero, claro, para esta temporada, viendo su presente y potencial, el equipo tradicional de la Liga Endesa española –la mejor competencia de Europa- lo convocó y el santafesino ya debutó, nada menos que ante el Real Madrid.
Jugador de fútbol hasta los nueve años (“empecé de nueve y luego era marcador central”, aclara), se mudó al básquet por su altura, puntualmente en Unión de Santa Fe. Y, desde el principio, fue un talento precoz: jugó dos Mundiales (U17 y U19), dando años de ventaja. Hasta que hace meses tuvo la chance de jugar con su categoría su tercera copa mundial. Fue en Letonia, donde Argentina se metió entre los ocho mejores y el pibe rindió como se esperaba. “Sí, el Mundial U19 me dejó muy satisfecho, primero por el trabajo como grupo que hicimos, nos esforzamos para estar entre los 8, lo logramos y si bien me hubiese gustado salir campeón, creo que completamos un muy buen Mundial y nos fuimos contentos. En mi caso, venía queriendo tener estas responsabilidades. En los anteriores torneos había ido siendo más chico y en este caso me tocaba asumir otra responsabilidad, tomando más decisiones. Pero era lo que buscaba. Quería jugar bien y sabía que lo iba a hacer bien, porque me había preparado mucho. Más que nada jugar para el equipo, para que le vaya bien. Y si te fijás en las estadísticas te das cuenta que fue así”, explica.
Pero, claro, ir al Mundial no le permitió estar en la preparación de la Selección Mayor para los Juegos Olímpicos de Tokio. Fue citado por Sergio Hernández pero la previa olímpica se superpuso con el Mundial de la categoría. “Me quedé con las ganas de estar, de aprender y medirme, ver cómo estaba en comparación a los mejores jugadores de nuestro país”, cuenta.
-Y ahora, cuando te llamó Néstor García para esta ventana eliminatoria, ¿cómo fue? ¿Te costó decir que sí, teniendo en cuenta que tenías que dejar tu equipo en España y viajar por por pocos días?
-No, para nada. Cuando recibí el llamado, ya sabía que iba a ser un sí. Ni la pensé. No tenía dudas de decir que sí, fue fácil, no pregunté nada... Jugar con la Selección, representar a mi país, me encanta, es lo máximo.
-¿Qué expectativa tenés para estos dos partidos? ¿Cómo esperás tu debut en la Mayor?
-Lo espero con tranquilidad. Trato de no ponerme expectativas altas. Por si juego mal, no decepcionarme. Quiero hacer mi juego, aportar al equipo en todo lo que pueda, porque yo realmente soy un jugador de equipo y las estadísticas y lo que yo haga queda en un segundo plano.
-¿Y fuera de la cancha cómo ha sido, siendo joven, en un grupo nuevo?
-Sí, realmente con casi ninguno había compartido equipo y he tratado de charlar, integrarme, porque yo soy un poco cerrado y uno de los aprendizajes que debo hacer es abrirme un poco socialmente. Cada día se aprende algo y en ese camino estoy, siendo muy joven.
-¿Y cómo llevás que te digan la nueva joya, el futuro del básquet argentino?
-Bien, depende de quién lo diga. Si veo que no sabe tanto de básquet, no le doy importancia. Si es alguien que veo que sabe, que respeto, lo tomo como motivación, aunque por mi personalidad trato de no escuchar mucho, ni lo bueno ni lo malo. Evito dejarme llevar por si dicen que soy la joya, el futuro del básquet argentino. Todavía soy joven, tengo mucho que trabajar, y el tiempo dirá en qué me convierto.
-Se nota, además de su madurez, una marcada exigencia en vos.
-Sí (se ríe). Es mi forma de vida, no me conformo con hacerlo bien, sino quiero hacer todo excelente. Esa manera me viene bien en el mundo del básquet, porque me exijo yo y a todos a mi alrededor. En realidad, compito a todo, dentro y fuera de la cancha, ya sea en la Playstation o en el truco. Me pone loco perder y que me carguen. El otro día me pasó de jugar al FIFA con un amigo, me ganó cinco partidos seguidos y me dijo ‘¿querés uno más?’. Claro, le dije, me ganó tres más, hasta que uno le saqué y me fui (se ríe). Así soy yo.
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