El Embajador de Japón, Nakamae Takahiro, recibió hace unos días a los medallistas olímpicos argentinos que tuvieron una histórica labor en Tokio, con el deseo rendirles un sentido agasajo. Por unos instantes el coqueto barrio de Belgrano se disfrazó de la capital asiática con su cultura milenaria, sus tradicionales platos exquisitos y su música inconfundible. Y los atletas albicelestes recibieron el afecto de sus anfitriones.
“Es un honor y una verdadera alegría poder estar junto a ustedes, quisiera primero felicitar a los medallistas olímpicos por sus excelentes resultados. Luego de 57 años Tokio, hospedó por segunda vez a los Juegos Olímpicos y su objetivo de contribuir al desarrollo del ser humano y la paz mundial a través del deporte sigue firme e intacto. Durante Tokio 2020 pudimos sentir y comprobar la extraordinaria fuerza que posee el deporte”, sostuvo Takahiro durante sus palabras de bienvenida.
Uno de los invitados fue Marcelo Méndez, el entrenador del seleccionado masculino de vóley que llevó a su equipo al tercer escalón del podio, luego de una batalla inolvidable en el clásico frente a Brasil. “Fue algo muy grande lo que se consiguió. Creo que todavía no tomamos consciencia de lo que representa. Fue algo histórico para nuestro país y para nuestro deporte. Los jugadores dieron lo mejor de sí en todo momento y gracias a ellos pudimos conseguir el resultado deseado”, deslizó en diálogo con Infobae.
El estratega también apeló al humor para recordar el agradecimiento a los que madrugaron durante aquella jornada inolvidable que se resolvió en el tie-break. “Es algo que no nos lo va a sacar nadie”, dijo entre risas. Pero también tiene una mirada profunda sobre el futuro, dado que en las próximas metas con miras a París 2024 todavía hay mucho por hacer: “Ahora hay que trabajar para que nuestro deporte esté a la altura de esa medalla olímpica. Me parece que ese es el gran desafío que tenemos que afrontar. Insisto en que habrá que duplicar los esfuerzos para que el vóley esté a la altura de esa medalla”.
Sin la mochila pesada de lo que significaba la herencia de la edición de Seúl ‘88, Marcelo Méndez confía en que la progresión se tiene que “atacar por varios frentes”. “En principio hay que ampliar la base de jugadores seleccionables, pero también debemos trabajar con los jóvenes, porque si bien tenemos más de 60 escuelas que están trabajando en todo el país, hay que seguir ampliando esa base para que haya vóley de nivel por mucho tiempo. Se trata de fomentar a jóvenes con altura, que tengan condiciones físicas apropiadas para jugar a este deporte y mantener el plan de masificación del vóley. La idea es que sea masivo y que todo el mundo lo practique. Dentro de este trabajo continuamos esforzándonos en tener un Centro de Alto Rendimiento que sea exclusivo para el vóley. Es importante que no sólo se trabaje en el Cenard, sino que además podamos contar con un complejo propio que nos permita trabajar mucho mejor”, explicó.
El proyecto no es ninguna utopía. El bronce en Tokio fue un incentivo para continuar con el crecimiento del vóley. Y el objetivo de contar con un espacio propio dedicado a la disciplina está instalado en el radar del entrenador. “Estamos analizando la ubicación, porque estamos visitando a varios clubes de distintos municipios cercanos a Buenos Aires y sus alrededores. Queremos ver si podemos aprovechar alguno de sus gimnasios, algún playón o galpón que podamos convertirlo en un Centro de Alto Rendimiento”, detalló.
El reclutamiento de promesas se da en todo el territorio nacional, ya que según su mirada, “en el Interior no sólo se sigue a la Selección”. “Hoy tenemos 64 escuelitas en todo el país, y gracias al convenio que se firmó en 2020 entre la Secretaría de Deportes y la Selección Nacional hoy comenzaron a verse los frutos de los chicos que ya están saliendo. Son generaciones del 2005 y 2006, que en promedio están por encima del metro 95 o los dos metros y ya se están incorporando a nuestras selecciones”, argumentó.
Un caso similar se dio durante el proceso olímpico que concluyó con el souvenir de metal en la capital de Japón, dado que tuvo que conformar dos equipos distintos para disputar los Juegos Panamericanos y afrontar la clasificación para Tokio. “Nos vimos obligados a tener dos grupos que actuaron de forma exitosa, porque se ganó en Lima y se obtuvo la clasificación olímpica en primera instancia. Después tuvimos que reducir la lista a doce jugadores para ir a Tokio, pero lo importante es que pudimos capitalizar ese caudal de 26 jugadores para fortalecer a los que lograron la medalla”, analizó.
Si bien todavía falta mucho camino por recorrer hasta el 26 de julio de 2024 (fecha que marcará el inicio de los JJOO de París), Méndez comprende que habrá un recambio generacional en el plantel que logró la hazaña ante Brasil: “Falta mucho, pero hay algunos que no llegarán y otros que sí. Igualmente, hay que tener en cuenta que la clasificación olímpica ahora es más compleja, porque no es a nivel continental, sino que es mundial. Entonces, vamos a tener que tener un ojo en la formación y otro en el rendimiento”.
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