* Enviado especial a San Juan
En la fila hay caras de alegrías y algunas de decepción. Quedan pocas entradas y algunos empiezan a oler que no será su día de suerte. Una mano pasa del otro lado del contenedor convertido en boletería y le entrega un ticket. El hincha observa levemente el cielo, agita el puño por unos segundos y se va mirando la entrada. No es el tan preciado boleto dorado de la famosa película de Johnny Depp, es aún más importante. Acaba de convertirse en uno de los cerca de 25 mil privilegiados que pudo completar la travesía: estará en las tribunas del Estadio Bicentenario de San Juan para ver el Argentina-Brasil de este martes, que podría marcar la clasificación de la Scaloneta para Qatar 2022.
El hecho de poder conseguir una entrada fue verdaderamente una aventura para los fanáticos. La organización decidió lanzar la venta de entradas este lunes 15 de noviembre desde las 9 de la mañana con la intención de impedir falsificaciones o estafas. Todo se desmadró casi 12 horas antes. Ya cerca de la medianoche del domingo, mientras en todo el país se definían los comicios nacionales, la cola de más de 4 kilómetros cercana al Autódromo El Villicum de repente se desmadró. Los videos se hicieron virales en redes sociales: cuando la noche comenzaba a ganar terreno, en un descampado, cientos de personas corrían –conservadora y reposera en mano– sin destino. Un instante más propio de las películas de zombies que obligó a las autoridades a adelantar el despacho de los tickets para ese preciso momento.
A alrededor de las 13 del lunes, la imagen era otra. Filas de personas segmentadas en casi un kilómetro, con orden, soñaban con conseguir los últimos tickets. Más de 300 fanáticos se quedaron con las ganas en ese preciso momento y abandonaron el Autódromo cabizbajos, pero sin ningún enojo evidente más allá de mascullar bronca. Los otros, los más afortunados, celebraron con abrazos, gestos o simplemente con miradas cómplices de satisfacción. Para entonces, se mezclaban llamativamente los que acumulaban toda una noche en la fila y aquellos que jugaron un pleno en la ruleta y tuvieron suerte a pesar de haber aparecido por el lugar en las primeras horas de la mañana del lunes.
“Intenté sacar por Internet pero no se pudo, así que me vine para acá. Está todo muy ordenado ahora”, comentó Patricio, que llegó hace casi una semana en auto desde Quilmes –en el Sur del Conurbano– y logró conseguir el boleto, casi al mismo tiempo que su equipo se juega buena parte de la chance de ascender a la Liga Profesional en Córdoba contra Belgrano. Con una particularidad: los boletos sólo se podían adquirir en efectivo y cuando notó que no le alcanzaba la plata empezó a tejer una red improvisada de financistas. Un camarada de travesía sanjuanino le prestó, apenas sacaron las entradas hicieron una transferencia bancaria desde los celulares. “Decí que el otro muchacho tenía efectivo. ¡Lo usé de cajero automático!”, se divierte con la situación. “Estoy de prestamista, ¿necesitás plata?”, bromea ante Infobae el improvisado banco humano que, lógicamente, no aplicó ninguna tasa de interés al gesto. “Si no nos ayudamos entre nosotros...”, se ríen ambos. Previamente, le había mostrado que la transferencia online desde su celular ya estaba completada.
“Lástima que no aceptan débito, por lo menos pude conseguir dos entradas”, se queja de lo mismo Pedro, otro hincha que apareció a las 7 de la mañana por el lugar y pudo obtener el acceso.
No fue una mañana alegre para todos. “Nosotros vinimos el domingo a las 4 de la tarde y nos decían que la prioridad las iban a tener los autos. Por eso nos quedamos todos tranquilos, haciendo una cola por 12 horas mas o menos. A la madrugada se desbordó todo, dejaron pasar a todos los que estaban caminando y ahí ya decían que nos quedábamos sin entrada. Los que estábamos nos volvimos. Hoy a la mañana cuando nos enteramos que otra vez aparecieron nuevas entradas, volvimos. Y se volvieron a acabar”, resumen su experiencia negativa Ignacio y Fernando, dos amigos sanjuaninos que quedaron entre el grupo que no podrá entrar a las cabeceras del Bicentenario.
En algo coinciden todos en voz baja. Desde los vecinos de San Juan, hasta las autoridades. “Lo podrían haber hecho en el Estadio Aldo Cantoni –ubicado en una zona céntrica de San Juan–, no en un lugar tan lejos, abajo del sol, sin sombra”, se queja Victorio, un taxista que conoce de primera mano lo sucedido porque su sobrino también estuvo en el grupo de la madrugada que vivió las escenas de desesperación. El evento sobrepasó las expectativas, las planificaciones, los cálculos. La euforia por ver al campeón de América con Lionel Messi en cancha se les fue de las manos a las autoridades, reconocen en tono bajo en off. Algunos Policías también murmuraron su queja a regañadientes en el Villicum porque consideran que no se tuvieron en cuenta que las elecciones nacionales se celebraron ayer y que requirieron también de un amplio despliegue de las fuerzas. No lograron palpar el clima eufórico que hay en el aire. Y para muestra de la manija que se vive alcanza con un look. En el avión de Buenos Aires a San Juan un hincha viajó listo para el evento: camiseta 10 suplente de la selección argentina versión Mundial 2018 con el Messi en la espalda, short al tono con el dorsal de Lio y tatuaje de Messi en el gemelo.
El autódromo queda a más de 20 minutos del centro de San Juan en un camino que por momentos tiene a los viñedos como testigos. El acceso no es tan sencillo si no se tiene movilidad y encontrar un taxi en el lugar cotiza en bolsa. Y, para peor, durante la mañana el calor se sintió con fuerza cuando el termómetro empezó a caminar rumbo a la barrera de los 30 grados y los espacios con sombra cotizaban a dólar blue.
Pero el esfuerzo tuvo su recompensa. Las escenas de desborde que se vivieron durante la madrugada se transformaron en espacios de orden. Los desmanes quedaron en un segundo plano y llegó el momento de la alegría para los que soportaron. En la ruta hasta el Autódromo había hasta tres controles policiales que consultaban con detalle hacia dónde se dirigía el vehículo en cuestión. “Al fin conseguí entradas, después de tanta locura que hubo al principio ya tenemos la entradita para ver a la Selección. Estuvimos casi 12 horas parados. Aguantando el calor, las correteadas de la gente, una locura. Teníamos como 6 mil personas adelante, pero la gente que venía de atrás se agolpaba. Nos trajimos de todo porque sabíamos que la espera iba a valer la pena”, reconoce otro de los más de 20 mil privilegiados que este martes podrá cruzar los férreos controles que habrá en las inmediaciones del Bicentenario para evitar otra imagen caótica. Los precios oscilaron entre los $3.000 y los $7.500, aunque las quejas de los hinchas estuvieron más enfocadas en los pícaros de siempre que ya están intentando revender las entradas al precio del alquiler de un dos ambientes.
Mientras tanto, en el centro de San Juan todo corre a una cámara lenta veloz. Pasacalles para recibir tanto a Argentina como a Brasil, publicidades con Scaloni como protagonista y camisetas de fútbol variadas que van desde Atlético Tucumán hasta Lanús o Arsenal. Hinchas de todas partes del país decidieron arriesgar a ver si conseguían ver el Argentina-Brasil en el estadio y hasta saturaron la capacidad hotelera de la ciudad. La tropa de la Scaloneta ya está lista.
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