Hay autos que marcaron la carrera deportiva de Juan Manuel Fangio, como los que corrió para ganar cinco títulos de Fórmula 1. Pero el coche al que el Chueco le tuvo un cariño muy especial fue con el que debutó de forma oficial en el automovilismo. Ese Ford ‘36 original luce inmaculado y tiene una historia muy especial, porque fue transformado en el taller del Quíntuple. Luego de unas pocas carreras tuvo que venderlo para seguir corriendo y lo recuperó 50 años después de aquel bautismo.
En el homenaje que se le hizo esta semana a Fangio y que fue encabezado por Sir Jackie Stewart, esta reliquia reapareció, ya que fue uno de los cuatro coches del museo que giraron en el autódromo de Balcarce en el segundo día del tributo al campeón de F1 en 1951, 1954, 1955, 1956 y 1957. Antes de llegar a Europa para conquistar el mundo, el balcarceño hizo sus inicios en el automovilismo local y luego brilló en el ámbito nacional donde plasmó dos coronas en el Turismo Carretera, en 1940 y 1941 con Chevrolet, el clásico rival de la marca con la que tuvo su bautismo oficial en el automovilismo.
El Chueco, apodo que nació en su época de futbolista, empezó barriendo un taller a los 11 años donde ponía en marcha los motores con la excusa de mover los coches para cumplir con su tarea. A los 13 aprendió a manejar en una concesionaria y a los 16 tuvo su primer vehículo, un Overland cuatro cilindros que se compró con sus sueldos. A los 18 debutó en las carreras como acompañante de Manuel Ayerza. Fue con un Chevrolet 1928 en una carrera de Coronel Vidal a General Guido, sobre la actual Autovía 2 “Juan Manuel Fangio”. Fueron segundos.
En 1932 se puso un taller con José Duffard. El 25 de octubre de 1936 arrancó como piloto y, como no quiso que se enteraran sus padres, usó el seudónimo de “Rivadavia”, el club con el que logró cuatro campeonatos en el fútbol. La carrera no fue oficial y se hizo en la localidad bonaerense de Benito Juárez. Abandonó por fundir una biela del motor del Ford A 1929, cuando era tercero y a dos vueltas del final.
En esa época Fangio corría con la ayuda de sus compañeros de los equipos de fútbol donde jugó y también con los premios que se daban en cada carrera. “Mi hermano ‘Toto’, sugirió que comprásemos el auto con el que José Cordonnier había ganado una vez en el circuito ‘La Chata’. Esteban y Juan Ezcurdia nos prestaron los dos mil pesos para pagar el auto”, contó Fangio.
El chasis era de una camioneta Ford 1936, con carrocería de baquet y un motor V8, también de la misma marca, pero de un modelo 1937. En su taller Fangio le metió mano y luego se inscribió para la carrera de inauguración del circuito de Necochea, de 6.400 metros de extensión. Fue el 27 de marzo de 1938 y se disputaron dos series eliminatorias y una final con los ocho primeros clasificados en cada una de las mangas. En premios hubo 10 mil pesos a repartir entre series y final, más un premio de diez 10 mil pesos exclusivo para los que compitieron con máquinas preparadas en el país.
En la clasificación logró el quinto puesto entre 24 inscriptos, con un motor de 3.923 cm3, 80 caballos (3.600 RPM) y una velocidad máxima de 170 kilómetros por hora. Fue la primera de sus 200 carreras oficiales, en lo que era la categoría de autos sin techo conocida como Fórmula Fuerza Libre, y el Chueco se midió con los referentes de ese momento, el “Reo” de Ernesto Blanco, el Alfa Romeo 8C de doble compresor de Carlos Arzani, el “Insignia de Oro” de Hugo Abramor y el Mercedes Benz SSK de 7.020 cm3. de Fermín Martín.
En la serie, el Alfa Romeo de Arzani se quedó patinando sobre un charco, Abramor no soltó a tiempo el embrague y Fangio picó en punta en los primeros metros y terminó tercero. En la final culminó séptimo y el Chueco siempre recordó con una sonrisa esa primera carrera que compitió bajo la fiscalización del Automóvil Club Argentino (ACA). Es que fue un promisorio debut contra los monstruos de la época.
“Aquel Ford V8 era un instrumento primitivo de competición que a través del volante te transmitía todas las imperfecciones de la pista. En la final de Necochea, donde largaba en la primera fila por los tiempos realizados en la Serie, limpiamos el piso debajo del auto y cuando bajaron la bandera tomé la punta. Unos centenares de metros más adelante, comenzaron a pasarme a notable velocidad. Eran los mejores pilotos de esa época, sobre máquinas de alta cilindrada y gran potencia”, contó el Chueco.
El compañero de Fangio de ese entonces era “Pichón” Bianculli y debieron esperar hasta el 13 de noviembre para hacer su segunda carrera que fue en los 400 Kilómetros de Tres Arroyo, que tuvieron un trágico accidente, en el que fallecieron tres pilotos, Fermín Martín, Plácido Ruiz y Miguel Zatuszek, y un espectador que intentó rescatar de las llamas a Ruiz. Fangio fue octavo en la final, mismo puesto que en su última carrera con este auto, el 7 de mayo de 1939 en el circuito “El Bosque”.
Para seguir corriendo Fangio tuvo que vender el auto y se lo compró un conocido que lo tuvo guardado por varios años. Más tarde se lo vendió a otro vecino de Balcarce conocido como “Chengo” Turconi, que le hizo algunas reformas y lo corrió algunas carreras zonales. En los años setenta lo usó en los desfiles de carnaval y los fines de semana paseó por las calles de la ciudad donde siempre hubo un cariño especial por ese auto por su valor simbólico.
Cuando en noviembre de 1986 se inauguró el museo del Quíntuple, la fundación a cargo empezó a buscar autos originales que condujo Fangio. Este Ford fue especial para el Quíntuple por haber sido el primero con el que compitió de forma oficial. Hasta que luego de mucho insistir, Turconi accedió y en 1988 el coche pudo ser adquirido para sumarse a la colección.
La conservación y mantenimiento de estos autos corre por cuenta de la fundación que conduce el museo y se sostiene con la venta de entradas, aunque principalmente con sponsors. “Por lo general, los autos están en condiciones de uso, pero la pandemia complicó las cosas, en especial al comienzo cuando estuvo todo cerrado. Ahora estamos arrancando otra vez a raíz de ese parate, hubo un saldo de autos sin uso. Muchos tienen combustible viejo y hay que limpiar los tanques por lo que lleva mucho tiempo poder hacerlo”, explica el representante del museo, Mauricio Parra, a Infobae.
Hay varios autos que están en reparación u otros que por espacio suelen intercalarse en el museo. De todas formas, cada visita a la galería de Fangio conforma una muestra cultural que se basa en la historia del automovilismo cada ejemplar es una joya única.
Este Ford ‘36 tiene un color rojo furioso y la particularidad de tener el tanque de nafta detrás de las butacas que son muy angostas, por lo que debe haber sido incómodo su manejo. Con escasas o nulas medidas de seguridad, es un testimonio del peligro que tuvieron los corredores de aquella época.
En particular para Fangio, cuyos inicios fueron en estos autos sin techo, antes de coronarse en el TC y de conquistar el mundo con la F1. Por eso ese coche siempre tuvo un valor muy especial para el Quíntuple y en su homenaje todos pudieron disfrutarlo.
FOTOS DEL FORD ‘36 DE FANGIO
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