La promesa desconocida que le sirvió como motor a Dibu Martínez para convertirse en el arquero de la Selección

Antes de transformarse en una de las figuras del plantel campeón de la Copa América, cuando no tenía continuidad en su club, el marplatense recibió un desafío inesperado. Su reacción cuando finalmente lo cumplió

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Omar Souto, gerente de selecciones nacionales, y Dibu Martínez, uno de sus "pollos"
Omar Souto, gerente de selecciones nacionales, y Dibu Martínez, uno de sus "pollos"

Sucedió antes de que, en junio de 2020, se lesionara Bernd Leno y, con Mikel Arteta como entrenador, al fin consiguiera continuidad en el Arsenal, club que lo había prestado en reiteradas oportunidades sin asignarle un rol protagónico. Mucho antes de esa explosión que lo llevó a convertirse en el guardameta argentino más caro de la historia, cuando el Aston Villa invirtió casi 22 millones de euros por su ficha. Sonó el teléfono de Omar Souto, histórico gerente de selecciones nacionales, y una figura paterna para muchos de los futbolistas que lo conocen desde cuando desembarcaron en Ezeiza con edad de juveniles. Del otro lado de la línea estaba Emiliano Martínez con un pedido: si le podía conseguir entradas para ver a la Selección junto a su hermano.

-Yo te consigo las entradas. Pero prometeme que la próxima vez que vayas a la cancha te voy a ver como arquero de Argentina, y no para sentarte en una tribuna.

La frase de Souto, una chicana cariñosa, y a la vez un aguijón, quedó resonando en la mente del arquero marplatense, competitivo por naturaleza, pero entonces sin la chance de asentarse para probar su valía. Y aceptó gustoso el desafío.

Se lo dije porque lo conocía bien. En el Sudamericano Sub 17 de 2009 había sido figura. Contra Uruguay se había atajado todo, en la final contra Brasil; también. Después la perdimos por penales. De ahí lo terminó vendiendo Independiente a la Premier League siendo tan chico”, explicó aquel lance el gerente. En efecto, Dibu atajó cinco partidos y recibió solo cuatro goles en aquel torneo jugado en Chile, en el que el máximo anotador fue un viejo conocido del fútbol argentino: Edwin Cardona, con 7 conquistas. Luego, también disputó el Mundial de la categoría, desarrollado en Nigeria. El combinado nacional tropezó en octavos de final frente a Colombia (2-3). Pero el Arsenal terminó adquiriendo su ficha por 500.000 euros por el 65% del pase.

Después, lo conocido. Su procesión por Oxford United, Sheffield Wednesday, Rotherdam United, Wolverhampton Wanderers, Getafe y Reading, con las idas y vueltas al Arsenal. Pero jamás perdió el foco. Igual que cuando a los 12 años abandonó su Mar del Plata natal para mudarse a Villa Domínico. O cuando hacía doble turno por iniciativa propia todas las tardes en Independiente, siendo apenas un adolescente, completando su preparación con dos o tres compañeros en el vestuario. O cuando le agregó yoga, pilates, o hasta clases de boxeo a su puesta punto, para estimular su evolución. También, la incorporación de un psicólogo a su staff. “Tiene muchas sesiones por teléfono, se analiza desde hace como tres años. Eso le viene muy bien a la cabeza. Está firme. Él se siente muy cómodo”, le contó Beto, el papá del golero, a Infobae.

En 2020 se reencontró con la senda que lo conducía a ser un arquero de élite. Ganó la FA Cup y la Community Shield con el Arsenal y apareció la oferta de alto impacto del Aston Villa. Al mismo tiempo, Lionel Scaloni lo cito a la Selección Mayor, con el respaldo de los informes de Martín Tocalli, entrenador de arqueros. En su primer día en Ezeiza, entró al predio y no paró hasta encontrarse cara a cara con Souto, con quien se estrechó en un abrazo. Había cumplido la promesa. Podía ayudar a que la Selección forjara su destino.

Dibu Martinez en los penales ante Brasil en el Sudamericano Sub 17 2009

Luego, el vértigo. El COVID-19 que seguía apareciendo en las pruebas que le practicaban a Franco Armani, la posibilidad de atajar en la previa de la Copa América, y la titularidad en el torneo. Las atajadas clave, los penales ante Colombia que lo entronizaron, el “mirá que te como, hermano” que lo empujó al póster, el deseo concretado de asistir a Messi para que lograra su primer título con la Albiceleste a nivel Mayor, los 28 años de sequía de títulos en modo pasado.

“Es un fenómeno”, lo elogia Souto, quien confió en su pollo cuando ni siquiera estaba en el radar, cuando buscaba su espacio a nivel clubes para recién ahí saltar en el trampolín hacia la Selección. Fue ahí que le lanzó el desafío, inocente, casi un deseo a viva voz. Hoy ya no necesita pedirle entradas. Los hinchas compran las suyas, gustosos de ovacionarlo.

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