Una maravillosa jornada de fútbol se vivió ayer desde temprano en el Predio Tita Mattiussi de Racing, terreno neutral para tres de las finales de divisiones inferiores que tuvieron como protagonista a Boca de un lado, Argentinos Juniors (en dos categorías) y San Lorenzo del otro. Bajo la tutela de Juan Román Riquelme -con el Consejo de Fútbol- y todos los cuerpos técnicos del fútbol amateur, el Xeneize festejó el título en Quinta y Sexta, mientras que cayó en la Séptima.
Hubo interesantes valores en los tres partidos. Para un club que viene apostando a los juveniles, sobre todo desde que Sebastián Battaglia tomó el mando del plantel profesional, y que proyecta darles cada vez más espacio arriba, pisar los encuentros definitorios de los campeonatos amateurs siempre es beneficioso. Claro que en este nivel el resultado tal vez no sea lo más relevante, ya que el proceso de aprendizaje -con errores a cuestas- es lo que formará a los futuros futbolistas, pero los especialistas aseguran que siempre es mejor acostumbrarse a ganar y corregir sobre el triunfo.
En primer turno, la Quinta dirigida por Walter Pico hizo méritos para liquidar el partido en tiempo reglamentario. Se imponía 2-0 con tantos de Valentín Fascendini y Rodrigo Pittavino, pero sobre el final se durmió y lo pagó caro: Argentinos le convirtió dos tantos y llevó la definición a los penales, donde prevaleció la Azul y Oro. Fascendini fue uno de los estandartes de un equipo que contó con varias oportunidades para liquidarlo de contra. El espigado central, capitán de su categoría, se mostró fuerte en el juego aéreo y también con excelente técnica.
El obrero principal del trabajador elenco de Pico es el centrocampista Santiago Gauna, incansable a la hora de ensayar relevos, distribuir el balón y tirarse al piso para quitar. Un relojito que ayuda al equilibrio de un once que prioriza el orden, raspa, mete y juega cuando se presta la ocasión. Y de esto da cuenta su centrodelantero Javier Morales, insoportable para la defensa de Argentinos durante toda la mañana hasta que fue reemplazado. El 9 que asoma en la Reserva y de lejos se asemeja a Wanchope Ábila, no teme luchar ni fajarse con sus marcadores, al mismo tiempo que puede salir del área para armar juego y no es para nada negado con la técnica. Aguanta de espaldas, juega en equipo y define.
A estas tres joyas de la Quinta se añadirán como menciones especiales para el arquero Sebastián Díaz Robles (tapó un penal clave en la tanda 7-6 a favor) y para Pittavino, delantero picante de una fuerte historia de vida, mimado del DT, que gritó el segundo y sentenció la victoria desde los 12 pasos.
La Sexta División dirigida por Matías Donnet y el Cata Díaz fue sin dudas la más vistosa de todas. Cuando se juntaron sus mejores intérpretes en tres cuartos de cancha, la pelota sonrió. El autor del primer gol fue Santiago Dalmasso, un espigado número 8 con fantástico pie derecho que hace recordar al mejor momento de Lucho González por su porte físico. Despliegue, gol y generosidad para la marca: completísimo
Junto a él en la ofensiva brilló Julián Ceballos, un enganche de los bajitos que causa desparramos en cualquier momento y es una piedra en el zapato para cualquier defensa por lo propenso que es para presionar. De los futbolistas a los que ningún defensor quiere tener enfrente. El número 2, Lautaro Di Lollo, es un marcador central de alta clase con potencia aérea, físico imponente y fantástico pie para romper líneas y profundizar con peligro. Si bien este equipo se caracteriza por su vocación de ataque, atrás es infranqueable con Simoni, Mendía y Ferraina, quien cubrió el lateral izquierdo del Colo Valentín Barco, desde hace rato en la Reserva y Primera. ¿El segundo tanto? Yael Ramallo.
Los pibes de la Séptima se despidieron con frustración por haber sido derrotados por San Lorenzo 3-0 en Sarandí. Sin embargo, el conjunto de Antonio Barijho y Martín Andrizzi (vale la pena mencionar, alentaron en todo momento pese a ir abajo en el tanteador y aportaron conceptos útiles en los 90 minutos), pudo despedirse con la cabeza en alto por haber ido en busca de un gol que se le negó toda la tarde. El Ciclón golpeó con un tanto de carambola y un bombazo de Miroglio (otro nene para seguir) y a Boca, que insinuaba más y mejor desde el inicio, se le hizo demasiado cuesta arriba desde ese momento.
Así y todo, hubo destacados: Aaron Anselmino, capitán y número 6, es una torre que despeja todo de cabeza y se impone casi siempre en el mano a mano. Inclusive, sobre el final, fue a jugar de 9 para ganar en los balones aéreos. Juan Pablo Moreno es un enganche delgado que maneja ambos perfiles, tiene mucho panorama y habilidad de sobra. Manejó los hilos, sobre todo en la primera mitad, cuando el Xeneize desplegó su mejor juego. El otro punto alto fue Jerónimo Campos, un todoterreno por la banda izquierda. Arrancó como volante con llegada por ese sector pero, ante la necesidad de ir en busca del descuento, jugó el segundo tiempo como lateral izquierdo. Buena pegada, desnivel con pelota dominada y hasta criterio para pisar el área y generar peligro. Terminó exhausto, producto de su incansable ida y vuelta por la banda.
Desde afuera, los coordinadores Diego Chiche Soñora y Blas Armando Giunta no se perdieron un minuto de la actividad. Mauricio Chicho Serna, ayudante de campo de Hugo Ibarra en la Reserva, interactuó permanentemente con el DT de turno, los juveniles y hasta los árbitros (no se perdió un detalle). Raúl Cascini y Marcelo Chelo Delgado empezaron a tomar nota de posibles primeros contratos para el 2022. Y Román, con dos títulos bajo el brazo en el primer año de competencia fuerte desde que agarró el fútbol de la institución de la Ribera, pero elementalmente por lo que ofrecieron los chicos más allá del resultado, se fue feliz.
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