A lo largo de la temporada de 1980, Maradona había regalado momentos inolvidables, con la selección nacional y con la camiseta de Argentinos Juniors. Su trascendencia, ya se había recortados claramente por sobre los límites de las publicaciones deportivas y su vida privada era seguida por casi toda la población. El domingo 9 de noviembre debía enfrentar a Boca en cancha de Velez, en un cotejo muy importante para la clasificación de ambos a la segunda fase. En los días previos, Hugo Gatti fue entrevistado por el periodista santafesino Oscar Bergessio acerca del nuevo fenómeno y su respuesta fue: “Es muy buen jugador, a quien se está inflando de una manera increíble. Me preocupa su físico. Tengo la sensación que en pocos años más no va a lograr contener su tendencia a ser un gordito”. Esas palabras llegaron a oídos de Diego la misma mañana del match en Liniers, a través de su representante, Jorge Cyterszpiler. El crack, enojado, no dudó en anticiparle lo que haría pocas horas más tarde: “Hoy le meto cuatro goles”. Con una actuación fantástica suya (y con esa cantidad de tantos convertidos), Argentinos se impuso a Boca por 5a 3, dando un paso decisivo rumbo a los cuartos de final y dejando a los Xenezies cerca de la eliminación, que se concretó una fecha más tarde.
Las agotadoras gestiones entre los directivos de Boca y Argentinos llegaron a su fin el miércoles 18 de febrero de 1981 y Maradona pudo sentirse por fin jugador Xeneize. Una de las cláusulas era que ambos equipos debían disputar un partido amistoso, pero no había demasiado tiempo, porque el domingo 22 comenzaba el torneo oficial. El encuentro se pautó para el viernes 20 por la noche en la Bombonera, en la misma jornada (al estilo Maradona), donde firmó el contrato, almorzó con amigos, pasó un rato con sus nuevos compañeros en la localidad de San Justo, donde estaba el predio La Candela, sitio de concentración del plantel, y de allí nuevamente fue al estadio. Jugó un tiempo para cada equipo (el primero con la camiseta de los Bichitos, la cual le regaló a Francis Cornejo, su descubridor) y se dio el gusto de ponerse por primera vez la casaca azul y amarilla. Ganó Argentinos 3-2, pero el resultado fue simplemente un detalle. En una curiosidad para los tiempos que se viven actualmente, el cotejo fue televisado en diferido 24 horas más tarde, como antesala de su ya mítico debut oficial frente a Talleres de Córdoba.
Cuando se firmó el contrato por el pase de Maradona, se dejó expresa constancia en una cláusula, señalando que Diego no podía enfrentar a Argentinos en los partidos oficiales del torneo de primera división. En la primera rueda, Boca disimuló su ausencia, imponiéndose por 2 a 0 con una soberbia tarea de Brindisi, gran figura en la ronda inicial. Ese día el entrenador del cuadro de La Paternal fue Juan Carlos Lorenzo, muy mal recibido por el otrora incondicional público Xeneize. Había asumido una fecha antes y se alejó luego de esa derrota, dejando el extraño récord de apenas dos cotejos al frente del equipo. La falta del 10 se sintió en las revanchas, cuando la dependencia del equipo para con él era casi total. Fue empate en dos tantos en cancha de Velez y Ferro lo alcanzó en la cima de las posiciones, al vencer a Rosario Central por 2-0.
El Nacional de 1983 tuvo un sistema de disputa tan inédito como engorroso. Las cosas empezaron a quedar claras a partir de los emparejamientos de los octavos de final, y uno de ellos enfrentaba a Boca y Argentinos Juniors, en partidos de ida y vuelta. El primero fue en la Bombonera y el elenco de La Paternal logró rescatar un valioso empate en uno, ya que había sufrido la expulsión de su arquero César Mendoza a la media hora de juego y del lateral Domenech al promediar el complemento. La revancha fue tres días después en el estadio Monumental y durante 80 minutos fue una noche soñada para Boca, porque en ese momento se puso 2-0 y ya palpitaba el cruce de cuartos nada menos que ante River. Pero la historia se escribió de otro modo, porque Silvano Espíndola venció dos veces a Gatti (una de penal y la otra de tiro libre), enviando la definición al alargue, donde el Panza Mario Videla, definió con categoría ante la salida del arquero, poniendo el 3-2 de una clasificación increíble. Para colmo de males para los Xeneizes, el entrenador de Argentinos era un viejo verdugo suyo: Ángel Labruna
La asunción de César Luis Menotti como entrenador de Boca en el verano de 1987 causó una gran conmoción en el ambiente del fútbol nacional. Y se vio respaldada por los resultados, porque no solo ganó una festejada Copa de Oro en Mar del Plata sobre la hora ante River, sino que en el torneo local, hilvanó 7 triunfos consecutivos, que lo catapultaron del puesto 14° al 2°, a solo un punto del líder, que era San Lorenzo. En la jornada siguiente, debió enfrentar en una Bombonera repleta y ardiente, a un Argentinos Juniors que naufragaba en los últimos lugares de la tabla, pero contaba con buena parte de los integrantes del plantel que habían ganado la Copa Libertadores, como Olguín, Batista, Commisso, Videla, Castro y Ereros, entre otros. Con gran inteligencia, y sabiendo cómo contrarrestar el achique de espacios que proponían los hombres dirigidos por Menotti, se llevó merecidamente la victoria por 3-2. Boca jugó apurado, al ritmo de la tribuna, lejos de lo que pedía su entrenador y que mereció un excelente título de la revista El Gráfico: “Boca olvidó en una tarde lo aprendido en dos meses”.
El torneo de la temporada 1988/89 será siempre recordado por la particular variante reglamentaria de la ejecución de penales cuando los partidos finalizaban empatados, otorgándosele un punto más al vencedor. Desde el arranque Boca fue uno de los principales animadores, peleando la punta con Racing en la rueda inicial y luego con Independiente. Pero siempre amenazante estuvo allí Argentinos Juniors, con un excelente plantel, donde al grupo de promisorios valores de la inferiores, como Redondo, Cagna, Mac Allister, Lorenzo, Cáceres, Rudman, se había sumado un goleador implacable como Oscar Dertycia. El domingo 26 de febrero se vieron las caras en campo de Ferro, donde los Bichos hacían de local y que tenían la chance de quedar a dos puntos de su rival, que era el líder, en caso de vencerlo. Fue un partido espectacular, de los mejores y más emotivos que se hayan disputado en mucho tiempo con 7 goles, 5 expulsados (2 de Argentinos y 3 de Boca) y varias polémicas en el arbitraje de Francisco Lamolina. En una fiesta de fútbol ofensivo, las figuras fueron los goleadores, porque entre Dertycia, Comas y Graciani, anotaron cinco de los siete tantos.
La primera fecha del torneo Clausura 1991 tenía como partido más destacado el choque entre Argentinos y Boca en cancha de Velez, porque el cuadro de La Paternal había finalizado muy bien 1990, llegando hasta las semifinales de la Supercopa, mientras que Boca renovaba sus ilusiones en la temporada que cumplía 10 años sin títulos locales. Para cortar el maleficio había contratado a un entrenador que no había trabajado aún en el país, pero que refrendaría sus buenos antecedentes, para quedar en la historia de la institución: Oscar Washington Tabarez. Los directivos estaban desesperados para conseguir un delantero de área, la gran falencia de los últimos tiempos, pero a la segunda práctica, el maestro los tranquilizó, sentenciado que el goleador anhelado estaba en el plantel y era, nada menos, que Gabriel Batistuta. Aquella tarde frente a Argentinos marcó el debut oficial del uruguayo como DT de Boca, con una victoria por 3-2, con tantos marcados por la dupla letal que tan bien supo conformar: Uno de Bati y dos de Diego Latorre.
Tras las infinitas curvas de su inigualable vida, su carrera futbolística había entrado en la recta final. Un año después del doping del Mundial de los Estados Unidos, Maradona cumplió la sanción y se dio el gusto de volver a jugar con la camiseta de Boca en el torneo Apertura 1995. El regreso fue ante Colón de Santa Fe en la Bombonera, con el recordado incidente con Julio Toresani, y una semana más tarde, el domingo 15 de octubre, el destino le cruzó en el camino al club de sus inicios. Se dio un partido cerrado, donde Argentinos supo como marcarlo y anticiparlo, pero bastó que Diego tuviera la chance de un tiro libre en el borde del área, ideal para su perfil, para que con la precisión de su zurda sin tiempo, colgara la pelota de un ángulo. Alcanzó para ganar 1-0 y para que él no lo gritara por respeto a aquellos colores con olor a cebollitas. El bonus track fue porque era el día de la madre y la dedicatoria fue, por supuesto, para Doña Tota.
Luego de una temporada en el Nacional B, donde logró el ascenso sin discusiones, Argentinos Juniors regresó a la primera división a mediados de 1997. Y la vuelta fue muy especial, porque en la fecha inicial debió visitar a Boca en la Bombonera, en el que sería el último torneo oficial de Maradona, con el agregado que esa tarde fue el único partido oficial en la historia en que Diego y Juan Román Riquelme compartieron un equipo desde el arranque. Los Xeneizes se impusieron por 4-2 (uno del 10 de penal) con una alineación impactante, sobre todo de mitad de cancha en adelante, donde además de ellos dos estuvieron Diego Latorre y Claudio Caniggia. Ese encuentro también dejó una curiosidad: en el segundo tiempo ingresó Sebastián Rambert, quien a los pocos días fue transferido a River, configurando el particular caso de haber disputado el mismo torneo en los dos equipos más grandes de nuestro fútbol.
El ascenso que Argentinos logró a mediados de 2004 fue muy celebrado por dos razones fundamentales: lo consiguió en una promoción muy difícil ante Talleres de Córdoba, de gran campaña en primera y condenado por los promedios, ganándole los dos partidos, y porque en su regreso podría volver a jugar en la máxima categoría en su estadio remodelado. En la 12° fecha del torneo Apertura se produjo una festejada victoria ante Boca por 1-0 con gol de Facundo Pérez Castro, sumado al hecho que no se enfrentaban en la cancha de Juan Agustín García y Boyacá desde el 2 de octubre de 1960, cuando también se habían impuesto los locales, pero por 2-0.
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