Las memorias de Daniel Carnevali: del día que Cruyff lo quiso llevar al Barcelona al caos de la selección argentina en el Mundial 74

El ex arquero, que hoy reside en las Islas Canarias, recorre su carrera. El pase frustrado a River Plate, sus enfrentamientos con Maradona y el partido en el que vio de rodillas al Bayern Múnich

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Carnevali en la actualidad y con su look de arquero
Carnevali en la actualidad y con su look de arquero

- ¿Cómo está la situación del volcán? Llegan noticias inquietantes.

-La situación no afecta a Las Palmas de Gran Canaria, que es donde yo estoy instalado, y la otra localidad es La Palma, que forma un triángulo con Tenerife y La Gomera. Está afectando la parte social. Cuando la naturaleza despierta, no hay nada que hacer. La lava arrasa poblaciones, sembrados, platanares, al cementerio, a la iglesia. No se salva nadie.

- Me imagino que conocerá casos de gente muy afectada.

- Sí, claro. Mi nieto juega en la Tercera Categoría, en El Paso, que está a cuatro kilómetros del volcán, está en el centro, pero a la noche se escucha el ruido, que se parece al de la turbina de un avión, con una cantidad de magma impresionante y se producen temblores en todos lados.

- ¿Se sabe cuándo puede terminar todo eso?

- Los expertos dicen que no se está abriendo otra boca. Yo ya hablo como si fuera vulcanógrafo. Hay días que la emisión de azufre es mayor y tuvimos setenta y pico de días problemáticos por movimientos sísmicos pero parece que ya está hecho el canal y la línea ya no buscará otro. Acá nos enteramos de todo porque la TV de las Islas Canarias da información constante desde sus dos canales.

- Hablaba de que su nieto juega al fútbol…

- Sí, él tiene 20 años y está en la tercera. Juega tanto de marcador central como de lateral, y tengo otro nieto de 18 años que es media punta o segundo delantero, zurdo, muy bueno, y participa en la División de Honor. Por suerte somos todos de una familia futbolera porque mi hijo también fue jugador. Era delantero, en los tres puestos de arriba y pasó por Rosario Central, Colón, San Martín de Tucumán y luego se fue al Orense, que fue cuando regresamos a vivir a España. Lamentablemente tuvo una lesión ligamentosa.

- ¿Qué hace usted ahora?

- Hay que estar en el momento justo en el lugar justo. Yo comencé en 2000 con una escuelita de fútbol. Se trataba de un club social, que tenía cinco canchas de fútbol y dos de fútbol siete para unos doscientos niños. Nos fue bien, transmitiendo lo aprendido en tantos años de carrera. Claro, yo era conocido aquí por mis años jugando en el Unión Deportiva Las Palmas. La gente me para por la calle para recordar los buenos tiempos y se me acercó un señor para preguntarme si quería participar de un curso, querían hacer canchas de fútbol siete pero no había de césped artificial, todas eran de tierra. Empezamos en 1998 con canchitas de fútbol y pádel, que era furor en ese entonces, y dos años más tarde federamos al primer equipo.

- ¿Y cómo están ahora?

- Hoy tenemos un club que lleva mi nombre, el “Club Deportivo Daniel Carnevali”, que cuenta con dieciocho equipos de todas las categorías (que son muchas más que en la Argentina) desde Pre-Benjamines hasta Juvenil. Son categorías regionales. Después ya vienen las nacionales pero es donde ya juegan equipos como Unión Deportiva Las Palmas en Segunda B o en Tercera (Regional) como Lanzarote.

- También llegó a colaborar en medios de comunicación.

- Sí, como comentarista en la TV canaria y en la plataforma audiovisual. Comento los partidos de Segunda y en la radio estaba en un programa matutino de lunes a viernes, pero ahora comento los partidos con el relator. Siempre estoy cerca de la Unión Deportiva Las Palmas, donde entreno a los arqueros y hasta 2020 colaboraba entregando informes de la estrategia de los equipos rivales para el director técnico o recomiendo arqueros para contratar para el futuro. Ahora mismo hay cinco o seis en carpeta y yo les doy mi opinión sobre a quién conviene contratar. Tengo muy buena relación con el presidente del club.

- Es que usted es toda una institución allí.

- Bueno, es que aquí coincidí con un tiempo muy bueno del club, junto con otros compatriotas como Quique Wolff, Miguel Brindisi, Carlos Morete, Pedro Verde, que había jugado antes en Estudiantes y Fernández, un mendocino. Ya antes de mi llegada, en 1969, Las Palmas tuvo un plantel bastante juvenil que había hecho una gran campaña y se logró mantener veinticinco años en Primera. Yo coincidí con siete u ocho años en ese período y la gente no se olvida. Es como mi casa. Cuando me ven por la calle hasta me comentan jugadas, momentos vividos en las canchas, es muy lindo. En aquella época el diario As ponía calificaciones a los jugadores y otorgaba el trofeo “Fabuloso de Oro”, que gané varias veces.

- Hoy la UD Las Palmas está en Segunda, aunque llegó a jugar en Primera algunas temporadas.

- Las cosas cambiaron mucho desde mis tiempos, se manejan otros valores. Antes, con un buen equipo, podías competir con los de arriba, pero eso hoy es muy difícil, y fijate que en la tabla de posiciones de la Liga Española son siempre los mismos los que están arriba: el Real Madrid, el Barcelona, el Atlético de Madrid o el Sevilla. Son los que más presupuesto tienen. Ya por el Fair Play económico se exige un determinado patrimonio y además, hay ojeadores de esos equipos por todos lados y se llevan jugadores hasta de categorías tempranas como Cadetes. Uno de los que hace eso es el Villarreal. Le suelen ofrecer trabajo a los padres y suelen irse, y no se puede competir contra eso.

- ¿Y no teme que se lleven jugadores de su club?

- Nuestro manejo es distinto. Si surge un jugador muy bueno en Benjamines, a los dos años puede irse a Las Palmas, porque ya cuando pinta para crack es difícil mantenerlos. Nosotros tenemos un convenio con UD Las Palmas, pero eso no lo podemos hacer con todos los clubes. Recibimos un dinero anual en esos casos, pero también está la parte afectiva que me une a esa institución.

El arquero, junto a Diego, en uno de los duelos de 1981
El arquero, junto a Diego, en uno de los duelos de 1981

- Usted tuvo una gran y prolongada carrera y entre otras cosas, pudo jugar un Mundial y como titular, el de Alemania Federal 1974.

- Así es. Mi participación en ese Mundial puede tener dos lecturas. Por un lado, el tener la suerte de jugarlo y de estar entre los mejores de mi país. Eso es un orgullo y una satisfacción, porque conseguimos la clasificación en la Bombonera en un grupo con Paraguay y Bolivia. Eso quedará por siempre en mi trayectoria. La otra es el resultado. Haber salido séptimos significa que no salieron las cosas. Teníamos un plantel para una actuación mejor, pero no estuvimos al nivel esperado y aunque hubo circunstancias alrededor de eso, no sirve de nada ponerlas como excusa cuando todo ya pasó. El haber jugado un Mundial es un hecho extraordinario que siempre recordaré porque es un acontecimiento por el que el mundo se paraliza por un mes.

- ¿Cómo recuerda ese tiempo?

- Aquello era una cosa de locos. La parafernalia que había alrededor nuestro era increíble, te asomabas para pedir azúcar y tres personas te la traían inmediatamente. Siempre había un coche de Policía y siete oficiales en donde nos concentrábamos. Cuando llegamos al aeropuerto había siete tanques alrededor. Es que ellos venían de aquellos Juegos Olímpicos de Munich en 1972, dos años antes, con aquella matanza de los israelíes y nos intimidamos mucho. La seguridad era total y un peso para nosotros, Había seguridad en cada puerta de cada habitación. En el hotel había un piso cerrado para nosotros.

- Entiendo que usted no quiera poner excusas, pero la AFA era un caos y jugaron la clasificación dirigidos por Enrique Omar Sívori y al Mundial fueron con un trío en el banco: Vladislao Cap, José Varacka y Víctor Rodríguez. Hasta se dijo que ustedes recibían de ellos indicaciones contradictorias.

- Con Sívori tuvimos dos años de trabajo muy buenos. Teníamos una gran relación con él y estábamos a gusto de ambos lados, pero se fue antes del Mundial, vino el cambio y empezamos mal. Ya hubo problemas con el “Equipo Fantasma” que se preparó en Cuzco para jugar ante Bolivia en la altura. Hubo notas discordantes, aunque todos nos queríamos clasificar al Mundial. Después hubo dos grupos que se fueron separando y eso generó una tirantez innecesaria. Hubo un gran desorden y eso afectó a los jugadores. Algunos eran del fútbol local, otros venían de afuera. Por mi posición en la cancha, yo no escuchaba lo que se gritaba desde el banco, pero alguna discordancia, había y salían cosas desde adentro que no debían salir. A mí me llamaron para integrarme cuando terminó la Liga. Fui a Granada y no había nadie esperándome para recibirme. Es verdad que tampoco la comunicación era como ahora que basta un Whatsapp. De todos modos, no me gusta poner excusas.

- Hace unos años, un jugador de la selección argentina de ese Mundial admitió que hicieron una vaquita entre todos para incentivar a los jugadores polacos para que le ganaran a Italia en el último partido de la fase de grupos para ayudarlos a clasificarse porque con ese resultado y ganándole ustedes a Haití, avanzaban a la segunda fase.

- Yo no participé de eso. Siempre digo lo mismo. Se hacían cosas que unos se enteraban y otros, no. Son rumores. Está en cada uno participar o no. De todos modos, pasamos de ronda tranquilamente.

- Y allí se encontraron con la “Naranja Mecánica” holandesa de Johan Cruyff..

- Sí, nosotros ya habíamos jugado un amistoso en Holanda en el que nos ganaron 4-1 y a los pocos meses, por el Mundial, nos ganaron 4-0. Los dos partidos fueron una cosa de locos. Venían por todos lados, parecían veinticinco (risas). Parecían aviones. Había una enorme diferencia. Ellos hacían una rotación constante y sentí impotencia sabiendo que por televisión nos estaban viendo millones de argentinos, pero no pudimos hacer nada.

- Usted conocía a Johan Cruyff de la liga española.

- Así es, y tengo una anécdota con él. Me llamó por teléfono cuando se enteró de que yo me podía nacionalizar (eso se podía hacer desde la segunda temporada de participación) y me pidió que parara, que el Barcelona me quería, que el técnico Rinus Michels estaba interesado en mí para la temporada siguiente. Le dije que no lo haría, que se quedara tranquilo, pero el Barcelona fue campeón y luego Michels se fue y todo quedó en la nada.

- ¿Volvió a jugar contra él?

- Sí, claro, en la temporada 1974/75. Tuvimos grandes enfrentamientos. Nosotros le hacíamos mucho partido a todos como locales, aunque perdíamos afuera.

- Después, ante Brasil, en el segundo partido, se jugaban la última chance de llegar a disputar el partido por el tercer puesto.

- Sí, pero nos tocó en ese Mundial jugar contra tres selecciones fuertes como ellos, Holanda y Polonia. Con Brasil había una rivalidad constante y éramos bastante parejos. Se decidió por un gol en el que pelota rebotó en un compañero. Nosotros ya empezamos a sufrir muchos cambios.

- Especialmente en el último partido contra Alemania Oriental, en el contexto de la muerte de Juan Domingo Perón.

- Sí, yo estaba mal porque me dijeron que no iba a jugar y resulta que el día del partido me dicen que sí, pero les dije que ya no me sentía con ganas, era todo un lío bárbaro. Yo ya no estaba en condiciones anímicas. Imagínese que lo sacan del equipo y parece que le trasladan toda la responsabilidad de lo que pasó y al final le vienen con que sí juega. Terminó jugando (Ubaldo) Fillol porque (Miguel) Santoro creo que no quiso jugar tampoco. Con el tiempo, me reencontré con Sívori, que estaba mucho en San Nicolás, y me dijo que hice bien, que ese día no tenía que haber jugado.

- ¿Hasta cuándo jugó en la UD Las Palmas?

- Hasta la temporada 1979/80. El último director técnico que tuve allí fue Miguel Muñóz, que decía que quería jugar igual como local que como visitante y todo cambió, porque llegaron muchos más triunfos. A mí me costaba mucho adaptarme a esa mentalidad de lo que ellos llamaban “positivos” o “negativos” que era arañar un punto o perder un punto. Yo siempre pensé “perdimos la fecha anterior, vamos a ganar la siguiente para recuperarnos porque al final, si ahora sacás tres empates en tres partidos, son los mismos puntos que si ganás uno, entonces te conviene salir a ganar. Al menos esa fue siempre mi mentalidad. Pero ellos no pensaban así. Yo no soy reactivo, soy proactivo.

- ¿Y por qué se fue?

- Ellos querían renovarme contrato por un año y yo quería por tres. Para renovar se miraba mucho el tema de la edad, especialmente para los mayores de treinta y yo tenía 31 años. Pero ellos sabían de mi manera de trabajar. El otro problema es que se aceptaban dos extranjeros por equipo y tenían dos delanteros, a Carlos Manuel Morete y al paraguayo Maciel. Justo me llamó el escribano Víctor Vesco, el presidente de Rosario central, para decirme que volviera, que estaban armando un equipo para salir campeones. Yo tenía ofertas de Atlético nacional de Colombia y del Sevilla pero era volver al lugar donde nací futbolísticamente y sólo había podido jugar dos partidos de Copa Argentina antes de pasar a Atlanta. Cuando llegué, estaba el “Oso”(Ricardo) Ferrero y me habían dicho otra cosa, así que quedó él como titular y como yo ya había firmado, me tuve que bancar jugar en la reserva para mantener la forma luego de cientos de partidos en Las Palmas. Esperé mi oportunidad y en la octava o novena fecha expulsaron a Ferrero y terminé saliendo campeón como visitante ante Racing de Córdoba. Nuestro director técnico era don Ángel Tulio Zof, uno de los mejores que tuve, por su capacidad de ver quién era mejor o peor jugador. Jugábamos siempre igual, de local o de visitante, sin perder identidad.

Tiene un club que lleva su nombre, el “Club Deportivo Daniel Carnevali”, que cuenta con dieciocho equipos de todas las categorías
Tiene un club que lleva su nombre, el “Club Deportivo Daniel Carnevali”, que cuenta con dieciocho equipos de todas las categorías

- En 1981 pudo enfrentar a Diego Maradona

- Sí, jugué en Rosario central contra aquel equipo de Maradona y Miguel Brindisi. Nos ganaron en la Bombonera y en Arroyito jugamos por la anteúltima fecha. Ese día Boca podía ser campeón y tuvieron un penal pero el remate de Diego terminó con la pelota en el travesaño. Ya me había hecho uno en la ida, así que esta vez lo aguanté más. Antes, en el segundo tiempo, Jorge García hizo el gol de tiro libre y postergamos la vuelta olímpica de ellos hasta la semana siguiente. En central me quedé tres años pero desde 1981 empezó a perder futbolistas de calidad, pusieron juveniles y ya no era lo mismo, hasta que en 1983 me fui al Junior de Barranquilla.

- ¿Qué tal la experiencia allá?

- Me llevaron los Solari. Estaba el “Indio” Jorge y su hermano, Eduardo y estaba lleno de argentinos, el “Patón” (Edgardo) Bauza, Carlos Babington, Santiago “Cucurucho” Santamaría y además, cuatro o cinco jugadores locales de selección. Ganamos dos campeonatos y llegamos otra vez a un subcampeonato. Cuando ya pensaba no jugar más, luego de esa etapa, me llamaron desde Colón con la idea de ascender y jugué allí tres años, pero no lo conseguimos pese a que traían jugadores de buen nivel aunque nunca fuimos un bloque, un equipo con identidad y me fui a Central Córdoba de Rosario porque conocía al presidente del club, que me pidió por favor. Yo ya tenía 42 años.

- Usted salió campeón varias veces e integró varios equipos históricos, como el de Chacarita Juniors.

- Así es. Llegué en 1970, al año siguiente de que saliera campeón del Metropolitano. En el Nacional llegamos a semifinales, donde nos eliminó Boca, que luego fue campeón y en el metropolitano veníamos muy bien pero ante Vélez nos expulsaron a Ángel Bargas, a Ángel Marcos y a Carlos García Cambón y nos desarticularon. Teníamos un equipazo.

- Le ganaron al Bayern Munich en la Copa Joan Gamper.

- Así es y con baile. En el Barcelona organizaron todo pensando en jugar ellos una final con el Bayern pero llegamos nosotros y perdimos 1-0. Había algunos jugadores bárbaros, el “Tanque” (Carlos) Neumann se fue a jugar a Italia, (Rodolfo) Orife al Betis, Bargas y Marcos, a Francia,. En el medio estaban (Luis) Recúpero, (Juan Carlos) Puntorero. Ellos hacían lo que ahora se llama juego de posesión. A mí me vendieron a Las Palmas por 180.000 dólares, en lo que fue el pase más caro del año en la Argentina. Sigo siempre la actualidad del club y como me pasa con la UD Las Palmas, agarré una etapa histórica porque hoy la realidad es diferente.

- Antes de Chacarita usted pasó por Atlanta, al que accedió desde Rosario Central.

- Sí, debuté en Central con dos partidos de Copa Argentina ante Cenral Córdoba y Newell’s Old Boys pero Miguel Ignomiriello me pedía que me quedara de suplente pero vino Carlos Biasutto desde Atlanta y pasamos como parte de pago Rogelio Poncini, José Ainza y yo más 10 millones. Ya en el primer partido en la Bombonera me mataron a pelotazos, anduve bárbaro y luego en la revista “El Grafico”, Dante Panzeri escribió que había aparecido un arquero mezcla de Julio Elías Mussimessi y Amadeo Carrizo y eso me abrió todas las puertas. Llegamos a la final de la Copa Argentina y perdimos contra Boca. En dos meses estaba en la selección juvenil y en los cuatro, en la mayor. Y es más, cuando terminó el año pude pasar a River, que me compró…

- No lo tengo en River. ¿Cuándo fue?

- Espere, espere… Lo que pasó es que estaba en la revisación médica en la sede y pasó Ángel Labruna por ahí y me preguntó qué hacía, me dijo que fuera a Atlanta de nuevo. Me hicieron daño para mi vida deportiva. Me sacaron una placa de la rodilla y me dijeron que no daba seguridad a futuro cuando yo venía de jugar sesenta y pico de partidos en Atlanta. En ese momento no estaba el director del cuerpo médico, el doctor Cobaro así que lo llamé y le dije que dijera lo que pasaba, que era mentira que yo tenía problemas, y aunque caí en una pequeña intervención quirúrgica y tuve un yeso por un tiempo, ellos admitieron que no era real y me terminó comprando Chacarita cuando yo todavía estaba escayolado. Le ganamos 2-1 a River en el Monumental y recuerdo que la revista “River” tituló después algo así como “menos mal que tenía nueve dedos…” Aquello de River había significado para mí la pérdida de una ilusión, pero seguí adelante. De todos modos, a Atlanta volví a una segunda etapa al regreso de Colombia, en 1983, a pedido de mis amigos Carlos Pandolfi, Carlos Della Savia y Juan Carlos Touriño pero como dicen, segundas partes nunca fueron buenas y todo terminó muy mal. Mis amigos se fueron a los tres o cuatro meses, vino Carmelo Faraone y puso en el arco a (Miguel) Laino. Entramos en una crisis, los más veteranos nos hicimos cargo de alguna manera pero descendimos. Lo que se dice, un año de mierda.

Brindisi, Wolff, Morete y Carnevali
Brindisi, Wolff, Morete y Carnevali

- Como experto de arqueros que es y con su gran experiencia en la selección argentina, ¿cómo ve a Emliano “Dibu” Martínez?

- Cuando me preguntaban antes por arqueros de la selección argentina, siempre lo mencionaba y eso que estaban Franco Armani o Esteban Andrada , que arriesga un poco, pero son arqueros sólidos. Me dio confianza su personalidad y lo demostró en aquella tanda de penales ante Colombia porque es lo que hace falta: creer ciegamente en lo que uno hace.

- ¿Cree que la selección argentina tiene futuro en el próximo Mundial?

- Ganando la Copa América se sacó un peso de encima y eso se vio con Brasil. Ahora juega cada vez mejor y está llamada a estar arriba con las más gran des selecciones. Anda con mucha confianza y es muy buena la relación entre los jugadores y el director técnico y hasta el trato con la prensa ya es otro porque las cosas que le dijeron a (Lionel) Messi fueron tremendas y él jamás quiso hacerse español porque siempre quiso jugar por Argentina. Hoy todo cambió a favor.

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