En este fin de semana en el Autódromo El Villicum de San Juan, donde corrió el Mundial de Superbikes (SBK), el cordobés Luciano Ribodino se mostró con la sonrisa de siempre. Derrochó felicidad ya que cumplió uno de sus sueños, que es poder llegar a un campeonato mundial, algo muy meritorio para alguien que no vive del motociclismo, pero brilla en este deporte en el que fue campeón y puede competir gracias a su trabajo en el campo.
El cordobés de 27 años tiene una historia muy especial,m porque fue una promesa argentina de las dos ruedas y se formó en los Estados Unidos. Arrancó corriendo a los cinco años y a los 14 consiguió una beca para poder competir en la Red Bull AMA US Rookie Cup en Norteamérica, una división promocional (todas motos marca KTM) que buscó captar jóvenes talentos. Allí Luciano creció de golpe y tuvo una dura experiencia ya que se vio involucrado en un fatal accidente.
La categoría a cargo de la bebida energizante se cortó en 2009 y con 15 años empezó a correr en el Campeonato Argentino de Velocidad con las motos de 600 cm3 y en 2012 y 2013 fue campeón nacional. También se consagró en el motociclismo brasileño, en el Superbike, en 2012 y 2017.
“Empecé a correr cuando tenía cinco años en el campo familiar. Heredé la pasión de las motos por mi viejo que corría en los óvalos de tierra, algo muy común en Córdoba”, le cuenta el de San Francisco a Infobae. “Conseguí participar en la selección y quedé entre los 23 pilotos. Fui becado para correr en los Estados Unidos y solo tenía que pagarme los viajes”, recuerda.
Fue una experiencia muy fuerte siendo tan chico, pero también enriquecedora porque su entrenador fue Kevin Schwantz, campeón mundial de 500 cm3 (hoy MotoGP) en 1993. El carismático texano en 1988 le mandó un inmenso ramo de flores a Gabriela Sabatini y admitió que estuvo enamorado de la ex tenista argentina.
“De Kevin tengo los mejores recuerdos. Su esposa de ese momento era española y ella era mi traductora. Él siempre estaba con nosotros y nos enseñó mucho sobre lo que teníamos que hacer en la pista. Me quería llevar a su escuela de pilotos en Atlanta, pero yo tenía solo 14 años y era muy chico. Por ahí, a la distancia siento que fue un error”, reflexiona.
En Norteamérica tuvo uno de los momentos más duros de su vida. El domingo 17 de agosto de 2008 en el Virginia International Raceway largó desde la 20ª posición y luego una mala partida, llegó la fatalidad pues se vio involucrado en un trágico accidente con Garet Tomlinson y Toriano Wilson, quien fue embestido por el argentino y, por las heridas sufridas, perdió la vida.
“Fue un accidente fuerte, donde chocamos tres pilotos. En la largada la moto de 125 cm3 se me quedó como atorada y no moví bien, por lo que quedé atrás. Era la primera vuelta y todos iban en fila india. Uno se cayó en la entrada de una “S” (curva con esa forma) y cruzó toda la variante arrastrando por el pasto y cuando volvió a meterse en la pista, otro de los chicos lo esquivó con lo justo y se cayó. Por la tierra que se levantó, yo no pude ver nada y tuve la mala suerte de que al venir doblando lo choqué con todo el cuerpo. En el impacto me quebré el codo, cúbito y radio, los dedos de la mano izquierda, el fémur y la pelvis del lado izquierdo. Fue un accidente feo y muy fuerte para lo que era la cilindrada”, cuenta.
A Lucho lo trasladaron al Duke University Medical Center de la ciudad de Durham, Carolina del Norte y dos días más tarde fue operado durante seis horas. Durante la intervención, los médicos le colocaron placas metálicas para tratar las múltiples fracturas. Al día siguiente fue dado de alta.
Aquella experiencia traumática lo marcó. “En su momento estuve con psicólogo para superar ese momento tan feo, pero lo tomé como accidente. Me ayudó mucho la actitud de la familia del chico (Wilson). Hice contacto con ellos, entendieron que fue un accidente y me pidieron que siguiera en honor a él”, confiesa.
Schwantz vio que su pupilo estaba golpeado también en lo anímico y emocional. Pero encontró la manera de brindarle un mimo al alma. “El MotoGP corrió en Indianápolis y Kevin me preguntó, ‘¿quién es tu ídolo?’ Le dije ‘Valentino Rossi’. Entonces arregló para ir a su box y pude conocerlo”, comenta. “Vale me preguntó de dónde venía y en qué categoría corría. Le dije para sacarme una foto y cuando me le acerqué me dijo ‘no, subite a mi moto’. No lo podía creer. Sabía que era muy carismático, pero resultó ser muy piola y no tenía drama en nada. Me firmó el yeso y lo tengo guardado”, agrega sobre la anécdota con The Doctor, nueve veces campeón mundial (1 en 125 cm3 y 250 cm3 y 7 en MotoGP) y el más famoso de todos los corredores de motos.
Otro que le dejó registrado su autógrafo fue Casey Stoner, quien fue campeón del MotoGP en 2007. “Estuvimos en un camarín que tienen los pilotos para cambiarse. Mediante un traductor charlamos y también resultó muy buena onda. Él en ese momento era el campeón vigente y se mostró como uno más”, revive sobre su encuentro con el australiano.
Recuperado de ese incidente, en 2009 estuvo en condiciones de retornar a USA, pero aclara que “cancelaron el certamen para América y tuve que empezar correr en el Campeonato Argentino de Velocidad”. Se convirtió en uno de los animadores y con 18 años logró su primer título en el principal certamen nacional de velocidad y esa temporada también festejó en el Superbike de Brasil.
“A Brasil llegué también gracias a Kevin, que es amigo de Alex Barros (ex piloto del MotoGP). Empecé a correr allí en 2012 y pude ser campeón y también lo logré en 2017. Corrimos en 201. Fue lindo salir campeón y con los brasileños tuve la mejor relación, no hay rivalidad como el fútbol”, sostiene.
Pero con su talento no alcanza solo para subirse a una moto del Superbike Argentino donde por fin de semana se requieren entre 500 a 600 mil pesos de costo operativo. Tiene patrocinantes que le dan una mano que se suman a la ayuda familiar y al principal ingreso: su trabajo en el campo.
“Sembramos y cosechamos en un campo familiar en San Francisco, pero soy uno más. Soy un empleado rural. Estoy casi todo el día desde las ocho de mañana hasta las cinco de la tarde. Paso más tiempo arriba de la cosechadora o el tractor que sobre una moto de carrera. Pero me gusta mucho el laburo en el campo. Sé que no voy a poder vivir del motociclismo, pero intento hacerlo de la forma más profesional posible y me entreno mucho”, indica.
En el certamen argentino Lucho corre en la clase Superbike 1000 con una Kawasaki ZX10. Con la misma marca hizo su bautismo en el Mundial. “Hay un piloto australiano (Lachlan Epis) que no pudo venir y nos pusimos en contacto con el team Pedercini para poder estar en su lugar. Fue todo muy rápido y en una semana reunimos el presupuesto para poder correr”.
Sobre su primera vez en el Mundial de Superbikes explica que “es algo muy diferente a la que corro en la Argentina. No estaba acostumbrado a tanta cantidad de vueltas (21), ya que acá corremos la mitad. La moto cambia mucho y fui aprendiendo en cada salida a pista. Por ahí el resultado no fue el que esperaba. Pero lo importante fue el aprendizaje”.
“Me llama la atención los frenos con sus discos más grandes y hay que parar antes las motos y medio que vas en una inercia. Tiene una potencia de 230 caballos y pesa 170 kilos”, describe. Acerca de cómo hace un piloto que no suele superar los 70/75 kilos para domar esa máquina, responde que “uno se entrena mucho”. De las clásicas postales con el corredor inclinado sobre la moto en una curva, revela cómo se hace: “frenás antes de llegar a una curva, te inclinás y cuando se suelta el freno, antes de acelerar, empezás a levantarte junto con la moto”.
Ribodino fue 19º en las dos carreras (una el sábado y otra el domingo), pero nadie le quita el haber competido contra los mejores del planeta en la especialidad como el múltiple campeón, el norirlandés Jonathan Rea (Kawasaki), y el turco Toprak Razgatlıoglu (Yamaha), que busca terminar con la racha del británico y lidera el campeonato. “Es increíble estar al lado de ellos”, resume Lucho.
Y más allá de los resultados resaltó el nivel del motociclismo argentino. “Competimos contra los mejores. Estar a cuatro segundo de ellos en una primera vez es muy meritorio. Tal vez nos falta experiencia en la categoría, pero eso se logra con mucho presupuesto y hoy estamos muy lejos. Por eso cada fecha acá hay que aprovecharla al máximo”, concluye.
La élite del Motociclismo
El Mundial de Superbikes tiene tres clases, la mayor, la WorldSBK, que es donde corrió Ribodino y otros dos argentinos, Leandro Mercado (corre toda la temporada para el equipo MIE Racing Honda Racing) y Marcos Solorza. Le siguen la Súper Sport o WorldSSP, donde compitieron los compatriotas Matías Pretratti y Andrés González, y la WorldSSP 300, que ya terminó su temporada. Es el primer evento internacional del deporte motor que regresó a la Argentina desde que comenzó la pandemia de COVID-19.
El Superbikes es uno de los dos campeonatos mundiales de velocidad y las motos que corren son de producción, pero preparadas con la mayor tecnología y tienen la presencia de seis fábricas con sus equipos oficiales como Kawasaki, Ducati, Honda, Yamaha, BMW y Suzuki. Utilizan la especialidad como banco de prueba para sus motos de calle. En el MotoGP también hay equipos escuderías oficiales (Yamaha, Honda, Suzuki, Ducati y KTM), pero sus motos son prototipos hechos sólo para la competición. Ambas categorías son manejadas de forma comercial por la empresa española Dorna.
El Mundial de Superbikes corre en San Juan desde 2018 cuando se inauguró el circuito que es de primer nivel, que fue concebido para el motociclismo, pero sus anchas curvas y rectas permiten la visita del automovilismo. Por ejemplo, el Turismo Carretera cerró allí su campeonato 2020 y también lo hará este año.
La Argentina es el único país de Latinoamérica que tiene los tres mundiales de las dos ruedas más importantes: el MotoGP (volverá en 2022 y renovó hasta 2025) en Termas de Río Hondo, el Superbikes y el de Motocross, que se disputó en Villa La Angostura y que se espera también pueda retornar el año próximo. En San Juan, gracias al Mundial de Superbikes, se genera un gran impacto económico y, como referencia, el de 2019 fue de 411 millones de pesos.
Este fin de semana, en el Autódromo El Villicum los ganadores fueron: en la WorldSBK, Razgatlıoglu, que en la primera carrera fue escoltado por Rea y el italiano Michael Ruben Rinaldi (Ducati). En la segunda se impuso el inglés Scott Reeding (Ducati) y detrás llegaron Rea y Razgatlıoglu.
Mientras que en la Súper Sport, las dos competencias fueron para el francés Jules Clusel (Yamaha). El sábado podio lo completaron el español Manuel González (Yamaha) y Can Alexander Oncu (Kawasaki). En la prueba complementaria subieron a la tarima el propio Oncu y el suizo Dominique Aegerter (Yamaha), quien se consagró campeón.
El domingo se anunció que Dorna renovó contrato con San Juan para 2022 y 2023 y allí espera estar otra vez Ribodino. Mientras tanto, seguirá arriba de su cosechadora y siendo protagonista en el motociclismo nacional.
Agradecimientos: Federico Amateis, Augusto Lobo y Marcelo Otonello
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