El desgarro de Nicolás Orsini produjo un hueco en la ofensiva del Boca Juniors de Sebastián Battaglia. Luis Vázquez, goleador de la Reserva el año pasado, se apoderó de esa plaza y será titular esta noche frente a Huracán en Parque Patricios. Al mismo tiempo, el entrenador xeneize que conoce de sobra a los pibes que asoman en Primera por haberlos dirigido durante todo 2020 y parte de este año, promovió a quien hoy es el máximo artillero y una de las figuras del segundo equipo hoy conducido por Hugo Ibarra y Mauricio Serna. Se trata de Vicente Taborda, que se ilusiona con su reestreno.
Nacido hace 20 años en Gualeguay, Entre Ríos, este enganche devenido en delantero que puede moverse por todo el frente de ataque es una de las debilidades del cuerpo técnico azul y oro. Es así que por la segunda y tercera fecha de la actual Liga Profesional le dio la confianza para ser titular. Disputó los 90 minutos en el empate sin goles contra Banfield en condición de visitante y fue reemplazado sobre el final en la derrota 2-0 con San Lorenzo en la Bombonera. Fueron los encuentros en los que el Xeneize tuvo que improvisar con los juveniles por el aislamiento obligatorio al que fue sometido el plantel luego de romper la burbuja en Brasil por Copa Libertadores.
A fines de agosto, el Consejo de Fútbol le hizo firmar su primer contrato (hasta 2025) y lo blindó junto a otras joyas de la cantera. Atrás del talentoso atacante al que no le pesa la número 10 en los cotejos preliminares y lucirá el dorsal 50 nuevamente en la Primera, hay una rica historia.
A los 5 años, Vicente empezó a jugar al fútbol con sus amigos por recomendación de su mamá, aunque en el Smash Tennis Club primero empuñó la raqueta antes de patear la redonda. De a poco, empezó a tomarle el gustito al nuevo deporte predilecto en la escuelita en la que militó hasta que se dio una prueba en Boca Juniors cuando tenía 9 años. Todo fue imprevisto: en realidad los emisarios xeneizes buscaban pibes categoría 98, pero la técnica de Taborda haciendo jueguitos afuera de la cancha le llamó la atención a Roberto Madoery, quien lo metió un rato y le vio pasta con los mayores.
A pesar de ser tres años menor, Taborda se destacó y su nombre fue anotado en carpeta. A fines de 2010 realizó el examen definitivo en Casa Amarilla y lo ficharon para el año siguiente. De arranque permaneció en Gualeguay y viajó cada 15 días para jugar algún partido o presenciar algunas prácticas cuando podía coordinar la agenda. Fue en ese tiempo cuando se cruzó con Juan Román Riquelme, quien por ese entonces todavía estaba más que vigente como futbolista. Hace precisamente una década se dio el lujo de charlar un rato con uno de sus ídolos, que le elogió la contextura de sus piernas y, casi como una premonición, le anticipó que iba a llegar a jugar en Primera.
El entrerriano nació el 14 de junio de 2001, justamente un día después de la que fue una de las mejores actuaciones individuales de la historia en un partido por Copa Libertadores. La referencia es para la performance de Riquelme ante Palmeiras por la revancha de las semifinales de aquella edición que vio retener el título de campeón a Boca contra Cruz Azul. ¿Otro lazo del destino?
De la increíble Libertadores disputada por Román en 2007 (quizás en su más alto nivel) le quedaron algunos fugaces recuerdos porque todavía era muy chico (6 años) y su familia tampoco era demasiado futbolera. Eso sí, es de Boca desde la cuna. Vicente se crió con su abuela “Ita”, su mamá María Cecilia y su hermana María Emilia, sostenes emocionales fundamentales durante su niñez y adolescencia. A Buenos Aires se mudó definitivamente a los 12 años aprovechando que su hermana se instalaría allí para llevar adelante sus estudios. Y la convivencia se armó con sus primos Joaquín y Federico, otros pilares importantes para él. En la pensión boquense apenas llegó a vivir medio año. En ese lapso conoció al defensor de Talleres de Córdoba surgido en la Ribera Juan Cruz Komar, que resultó una suerte de hermano mayor y con quien todavía tiene frecuente contacto.
Paso a paso, Taborda se fue puliendo en cada división infantil y juvenil. Ascendió en cada categoría y experimentó en todo el frente de ataque. Originalmente es enganche, pero no tiene ningún problema en ubicarse como centrodelantero, falso 9, segunda punta o recostarse por una banda para hacer las veces de extremo. En 2019 formó parte del plantel que se consagró bicampeón de la Weifang Cup en China, con otros chicos de la 2001 que hoy asoman en Primera como el arquero Ramiro García, los defensores Gabriel Aranda y Nicolás Valentini y el mediocampista ofensivo Tomás Díaz, hijo del Cata, al que conoce desde la Octava y se transformó en otro de sus amigos más fieles.
Battaglia solió tirarlo como extremo (en general, de wing derecho) con Israel Escalante o el Changuito Exequiel Zeballos por la otra punta. Pero la dupla Ibarra-Serna decidió tirarlo unos metros atrás dentro de un esquema con enganche en el que cuenta con total libertad. El miércoles pasado le dio una asistencia al Catita Díaz en la victoria de la Reserva ante Huracán en La Quemita pero ya venía de tener muy buenas actuaciones con gritos incluidos ante Banfield -doblete-, Racing, Defensa y Justicia, Atlético Tucumán y el Superclásico con goleada 3-0 en el River Camp.
“Es un pibe que juega bárbaro, lo pongas de enganche, media punta o cualquier posición del ataque. Tiene muchísima dinámica y gol. Excelente técnica y pegada”, lo describe uno de los entrenadores que lo tuvo en las inferiores en años anteriores.
En la Reserva está demostrando sus cualidades y ahora pide pista en Primera. Hoy Battaglia decidirá si lo incluye entre los suplentes frente al Globo en el estadio Ducó, donde puede llegar a tener su bautismo formal en Primera División. Por lo pronto, ya se cumplió la premonición de Román sobre su futuro profesional.
SEGUIR LEYENDO: