Corría abril de 2021 y Bianca Tedesco, árbitra de básquet, llevaba más de un mes sin recibir ninguna designación para dirigir partidos. Su estado de desesperación era total. A la cuestión económica se sumaba una aún más grave: llevaba cinco años siendo acosada sexualmente y hostigada por la persona encargada de designar a los jueces, es decir, por su jefe. En ese momento dijo basta y, luego de un proceso que llevó varios meses, denunció -públicamente y en la Justicia- a Sebastián Moncloba.
Bianca hoy transita días en los que la ansiedad va mermando. Exponer a su agresor, iniciar una causa y lograr que la Confederación Argentina de Básquet (CAB) lo corriera de su puesto no fue un camino fácil. Aún hoy vive a nivel físico y psicológico las huellas que le dejó un maltrato que al principio no pudo reconocer como tal, pero que fue haciendo mella en su ánimo y en su integridad.
“La primera vez que recuerdo haber recibido acoso fue en 2016. Fue de manera presencial: estábamos en una fiesta y él se me insinuó. Yo no entendía lo que pasaba porque su novia estaba presente. Él me dijo que ella no tenía por qué enterarse y empezó a darle cierto morbo y cierta oscuridad a la situación. Fue algo que de a poquito se fue plantando hasta que logré reconocer lo que estaba pasando”, relató la árbitra de 30 años a Infobae.
Aquel acercamiento que propició quien fuera el director de la Escuela Argentina de Árbitros (EAAB) fue el puntapié inicial de una situación de acoso sexual que se extendió hasta febrero de 2021. La cuestión no se daba de manera continua: por algunos lapsos de tiempo cesaba y en otros se volvía más intensa. Incluso, hubo momentos en los que tuvieron lo que la joven denomina como “una relación normal entre jefe y empleada”, pero luego Moncloba volvía a la carga, sobre todo, con mensajes escritos y de audio a través de Whatsapp y de Instagram.
La primera alerta de que algo andaba mal llegó en el 2019. “Yo me sentía muy mal, muy incómoda con un montón de cuestiones y no entendía por qué. La estaba pasando mal y me angustiaba mucho. Yo vivía con mis papás y con mis hermanas y era un tema recurrente de conversación esto de que amaba lo que hacía pero que me sentía mal y me angustiaba mucho. Después me di cuenta de que eso venía por el silenciamiento de muchas cosas que yo había empezado a naturalizar, pero que por dentro me hacían mal y no lo podía ver, no lo reconocía”.
Fue una de sus hermanas la que le hizo abrir los ojos y le dijo que esos mensajes que estaba recibiendo de parte de Moncloba eran acoso sexual. Bianca primero lo negó. La invadía la culpa por no haberlo “mandado a la m…” o por haber contestado con un simple “jajaja” cada vez que esa persona que tenía en sus manos su carrera profesional le hacía una insinuación o un comentario íntimo. La joven sentía -erróneamente- que ella había avalado o permitido ese comportamiento por no reaccionar a tiempo.
“Ahí empecé a prestar un poco más de atención y a ver patrones que se repetían y que eran recurrentes en esa conversación. Fue en ese momento cuando comencé a entender lo que estaba pasando y que no tenía por qué aguantar eso. El tema es que como yo quería seguir dirigiendo, me la bancaba”, explicó.
Hasta ese momento, Bianca dirigía partidos de la rama masculina en la Liga Argentina (segunda competencia en importancia del país) y en el Torneo Federal. Ya la habían corrido del certamen femenino con el argumento de que había tenido malos rendimientos, a pesar de que ella ya había trabajado sobre las cuestiones -a su entender, dudosas- que le habían marcado para corregir. Luego de un mes sin designaciones (y sin ingresos económicos), la árbitra tuvo una crisis de ansiedad. Ese fue el detonante que la hizo romper el silencio respecto de lo que estaba pasando con Moncloba.
El primer paso fue acercarse a la Secretaría de Género de la Universidad de La Plata, institución en la que Bianca estudia periodismo deportivo en la sede de la ex ESMA. Allí la asesoraron y le confirmaron que estaba en lo cierto: que lo que estaba atravesando era una situación de acoso sexual y que las pruebas que tenía eran contundentes como para avanzar con una denuncia. Luego fue el turno de buscar asistencia psicológica. “Estuve más de un mes sin poder dormir. Me pasaban cosas horribles por la mente”, recuerda la árbitra con dolor.
La Colectiva Básquet, un agrupación feminista que lucha por la pluralidad y la equidad en esa disciplina, también la acompañó en el proceso. Fue Monica Santino, referenta de La Nuestra Fútbol Feminista y activista por los derechos de las mujeres, quien hizo el contacto con Melisa García (integrante de Abofem) y Paula Ojeda (vicepresidenta de FAMUD), las dos abogadas que decidieron trabajar de manera conjunta y Ad-honorem para llevar la causa de Bianca a la Justicia. “Tengo a Banini y Bonsegundo en mi equipo”, bromea Bianca respecto del acompañamiento legal que tiene.
En septiembre pasado, tras presentar su denuncia en la Justicia y con un crudo comunicado en sus redes sociales, la árbitra anunció su alejamiento del básquet. Esa disciplina con la que se había apasionado desde los siete años al punto de no alejarse ni un fin de semana de las canchas, había empezado a causarle rechazo. Además, había otro motivo para correrse: “Tenía mucho miedo a todo lo que pudiera pasar, a perder el trabajo, a quedar expuesta, a que me traten de la ‘torta’ (lesbiana) resentida, de la que quiere cinco minutos de fama. Yo sabía que iba a ser muy difícil para mi salud mental estar en competencia y al mismo tiempo denunciar porque se iba a generar una gran exposición. Además, no es solamente Moncloba: todavía se siguen haciendo las cosas muy mal y hay muchos amigos del poder adentro”.
La Confederación Argentina de Básquet activó su protocolo de violencia de género una vez que el caso salió a la luz y apartó de sus funciones a Moncloba hasta tanto la situación se resuelva. Esto implica que el hombre por el momento no puede trabajar en el área de designaciones -aquella que privó a Bianca de sus tareas laborales- y tampoco puede desempeñarse como árbitro en la Liga Nacional.
“Todavía hay personas que están manejando las cosas mal. Sebastián era la persona a la que teníamos que rendir cuentas, la que decidía sí íbamos a estar y cuántos partidos íbamos a dirigir, pero él no puede manejar todo el país, entonces necesitaba tener amigos que trabajaran mancomunadamente con él. Esas son las personas que hoy quedan a cargo. Esto no es un solo nombre: es un sistema en el cual la cabeza era él -y afortunadamente ya no está-, pero no podemos hacernos los que no pasó nada. Es un sistema que se maneja con mucho hostigamiento y que hace daño. Tengo amigas que han dejado de arbitrar por maltrato de la persona que ahora queda en ese puesto. Por eso hay que seguir trabajando y sacar a las personas que le hacen mal a este deporte, a las que yo llamo ‘lacras’, y nosotras tenemos que quedar adentro. Ojalá esto sirva para mover las estructuras”, denunció con firmeza.
Ya con algo más de fuerza y ánimo, en las últimas semanas Bianca tomó la decisión de volver al arbitraje. Después de cuatro meses retomó sus entrenamientos y el viernes pasado tuvo una reunión con el Departamento de la Mujer de la CAB en la cual la institución se comprometió a respetar sus condiciones laborales y a garantizarle la firma de un contrato, algo que hasta la actualidad solo está reservado a sus colegas varones.
En cuanto a la causa judicial, Bianca y sus abogadas esperan que sea caratulada como acoso sexual agravado por su posición de poder. Ya presentaron todos sus testigos y sus pruebas. En el Centro de Investigación Judicial bajaron toda la información del celular de la árbitra y las autoridades dictaron una medida de protección por la cual Moncloba no puede acercarse a menos de 200 metros ni contactar por ninguna vía a la denunciante. El acusado debía presentarse a declarar el último viernes, pero pidió una prórroga y su versión será escuchada el próximo 14 de octubre.
La árbitra hoy está algo más tranquila. El avance de la causa, las medidas que se tomaron contra su acosador y los mensajes de apoyo que recibió le permitieron dejar atrás esas semanas en las que no salió de la cama y en las cuales debió iniciar un tratamiento psiquiátrico por sus ataques de pánico y de ansiedad, y por sus intenciones de autolesionarse.
“Esta es una situación que no tendría que haber vivido. Estoy buscando la mejor forma de que esto sirva, pero no solamente para mí, yo lo hago por otras compañeras, por las que no se animan, por las que tienen el mismo miedo que yo sentí de perderlo todo”, recalca. En ese sentido, afirma: “Mi mayor objetivo es que algo cambie. Lo más importante sería que la lucha se gane desde adentro, que no seamos nosotras las que tenemos que abandonar. Siempre el hombre denunciado queda en su posición de poder y una piensa ‘Pero si ya me sacaste todo, si ya hiciste todo lo que podías y querías conmigo’. No estaría mal tomar este caso como algo que mueva las estructuras, que otra diga ‘Yo me quedó adentro y el que se va sos vos’”.
Los cambios ya están ocurriendo: a partir del diálogo fluido de Bianca y sus abogadas con la CAB y con la Asociación Argentina de Árbitros, se está buscando que las mujeres tengan más espacios y que las designaciones se distribuyan de manera más equitativa.
Para Bianca, de todos modos, es probable que las situaciones de abuso de poder se sigan repitiendo, por lo que es crucial que otras mujeres sepan reconocer cuándo están siendo violentadas y que encuentren el respaldo necesario para poder denunciar: “Se trata de empezar a sacarlo para afuera, de decir lo que a una le está pasando y pensar qué se puede hacer con eso. Es importante abrir el juego y decir estas cosas, no callarlas ni sentir culpa cuando nos tratan de mentirosas o de exageradas ya que eso no nos pone en un lugar de inferioridad sino prácticamente de inexistencia”. Y, como un mantra que la ayuda a seguir adelante, repite una y otra vez: “Es por mí, es por todas”.
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