En los primeros minutos de un domingo de madrugada cerrada, el 911 recibe un llamado: habían tiroteado la sede del club Los Andes. Un móvil policial de la departamental de Lomas de Zamora que estaba a pocas cuadras del lugar empieza la persecución. Son minutos que parecen sacados de un capítulo de Policías en acción: el móvil policial corre a un Volkswagen Gol de color azul, cuyo conductor cada tanto saca la cabeza por la ventanilla y dispara para atrás.
Son casi ocho kilómetros de persecución hasta que el delincuente logra eludir el cerco y se pierde de vista. Un rato después, el auto aparecerá abandonado apenas pasando la Unidad Carcelaria 40 de Lomas de Zamora, en el cruce de Giacchino y Peñaloza, en Villa Centenario, patria chica de una de las facciones de la barra de Los Andes que se disputa el control de la tribuna.
Una barra que viene en guerra hace más de un lustro, que se cobró cinco vidas, la última a comienzo de este año, que tiene por jefe a un capo de La Doce, Walter Coronel, considerado el barra más peligroso de la actualidad y al que lo enfrenta la familia del histórico José Anacleto Paz, quien fue condenado en 2014 a 14 años de prisión por el homicidio de un hincha de Banfield.
El Milrayitas, tal como le dicen al equipo del club, juega mañana a las 21 horas de local frente a Flandria por el torneo de la Primera B, el primer partido con público en el estadio Eduardo Gallardón desde la pandemia. Y las promesas de un enfrentamiento están a la orden del día, a punto tal que la Agencia de Prevención de la Violencia en el Deporte (Aprevide) acaba de reforzar el operativo de seguridad para que todo se desarrolle en paz.
La historia de esta guerra que tiene en estado de conmoción al sur del conurbano viene desde mucho tiempo atrás pero recrudeció tras la caída de Paz en prisión y la salida de la misma de Coronel, quién enfrenta un proceso por doble homicidio en el marco de la interna de La Doce. El grupo de Coronel terminó ganando la barra hace más de tres años a sangre y fuego y desde entonces fue constante la guerra de guerrillas por todo Lomas de Zamora.
Lo que se juegan es un botín mucho más interesante que lo que deja la recaudación ilegal los días de partido: la seguridad del predio de La Salada y todas las saladitas callejeras de la zona, el manejo de los torneos en el predio de entrenamiento de Los Andes que genera mucho dinero, el monopolio de las pintadas políticas para los partidos en época de elecciones como la actual y ser la mano de obra de los sindicatos a la hora de los conflictos. De hecho, en la actual comisión directiva que tiene al frente como presidente a Víctor Grosi, está de vocal Adolfo Aguilera, alias Manguera, que fue uno de los hombres fuertes de la tribuna en toda la década pasada.
El día de la presentación de listas, a Grosi, titular del Sindicato de Trabajadores de la Construcción (Satraic) lo enfrentaba Omar Plaini, titular del Sindicato de los Canillitas. En la puerta, para intimidar a la oposición, se dio cita toda la barra con Coronel a la cabeza ¿Resultado? Se impidió la presentación de la lista opositora y Grosi fue reelecto.
El ataque en la madrugada a la sede de Los Andes es una práctica habitual en la guerra entre facciones. Antes del comienzo de la temporada 19/20, ante la consagración de Coronel como nuevo jefe, sus rivales balearon en agosto de 2019 la sede y lograron la renuncia de cuatro miembros de comisión directiva a los que amenazaron de muerte.
El 4 de febrero de 2020, justo antes del regreso del fútbol tras el parate veraniego, en la noche previa al partido de reanudación en el Gallardón, hubo un incendio intencional en uno de los ingresos del estadio, justo donde funcionaba la tienda oficial del club que según todos los implicados también maneja la barra. En ninguno de esos dos episodios hubo detenidos. Se verá que sucede en éste, donde ya actúa la UFI 1 de la zona a cargo de la fiscal Karina Lameiro bajo la carátula de abuso de armas que tiene una pena de hasta tres años de prisión.
Por lo pronto, la tesorera de la institución reconoció los hechos y verificó que hubo tres orificios de bala sobre la persiana metálica del club y también que el vídeo del hecho le llegó en la madrugada del domingo, apenas minutos después de producirse la balacera, lo que representa un claro mensaje mafioso de la barra.
A todo esto se suma un dato adicional que muestra Infobae: a Walter Coronel, que estaba preso como presunto jefe de asociación ilícita y además por intentar copar la barra de Excursionistas (en un juicio abreviado a fines de 2020 fue condenado a dos años y medio de prisión), le dieron hace algo más de un mes el beneficio de la prisión domiciliaria, pero parece que puede recibir visitas: en las imágenes a las que accedió Infobae se ve a toda su facción en su hogar, cantando “es la barra de Coronel” y dejando en claro que si hay guerra, su grupo ya está velando las armas.
Del otro lado también están dispuestos a todo y la balacera de la madrugada de ayer obró como un anticipo. Mañana juega Los Andes y el miedo recorre el barrio mientras en los organismos de seguridad aún no entienden cómo la AFA programó el partido en horario nocturno a sabiendas del conflicto a muerte que hace tiempo se viene disputando.
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