Juan Manuel Cruz es uno de los delanteros más prometedores del fútbol argentino. En sus primeros pasos en Primera demostró tener una tenacidad en el área similar a la que tenía su padre Julio, el histórico artillero que vistió la camiseta de la selección argentina entre 1997 y 2008.
La figura de Banfield lleva los goles en la sangre y sus conquistas en la Liga Profesional representan una herencia anticipada que recibió del Jardinero. En lo que va del torneo ya le marcó a Unión de Santa Fe, Platense, Rosario Central y Atlético Tucumán (2). Y sus producciones llamaron la atención de varios equipos de Europa. “Como delantero vivo del gol. Es algo que siempre hablo con mi viejo, porque es el trabajo que tenemos que hacer dentro de la cancha. Por suerte se me están dando y ojalá se me puedan dar muchísimos más”, dijo con un tono que mezcló la humildad con la timidez en el extenso diálogo que mantuvo con Infobae.
La convivencia con su padre significó una formación extraordinaria para su posición. Y su sacrificio durante el ciclo de Crespo en el Taladro completó el proceso. “Tener a mi viejo todo el día en casa marcándome cosas y enseñándome a toda hora es una posibilidad que otros chicos no pueden tener. Es algo muy importante que quiero capitalizar al máximo. También lo tuve a Hernán como director técnico, aunque estuve muy poco con él. En la pretemporada del 2019 me subió a entrenar con la Primera, pero después de tres partidos se fue a Defensa y Justicia. De todos modos, cuando lo tuve cerca intenté aprovecharlo al máximo porque era otro gran delantero que me dio muy buenos consejos”, recordó.
Su vínculo con El Jardinero se fortaleció gracias a la pelota. Durante la etapa más gloriosa del santiagueño, Juan observaba a su papá con una admiración radiante. “Me acuerdo de todo lo que viví a su lado. Es por eso que me gusta tanto el fútbol. De chiquito iba siempre a la cancha a verlo y pensaba que de grande quería ser como él”.
En su memoria permanece la Copa del Mundo que organizó Alemania en 2006. En aquel certamen, el conjunto que dirigió José Pekerman llegó hasta los cuartos de final, donde se despidió frente al anfitrión en los penales. Y Julio Cruz fue uno de los pocos que convirtió en la definición desde los doce pasos. “Yo era muy chiquito. Con 7 años no tenía la noción de lo que se estaba viviendo. Hoy, con 22, me pongo a pensar en todo lo que hizo y me da un orgullo tremendo. No todos tienen un papá que haya jugado un Mundial con la selección argentina, que es una de las mejores del mundo. Recuerdo que estaba con mi hermanita de 3 años y mis abuelos. Estaba toda la familia junta”, destacó Juan.
Si bien nació en Argentina, su infancia se dio en el Viejo Continente. Como su papá se encontraba en el Feyenoord, toda la familia se instaló en Rotterdam hasta que una nueva mudanza depositó a los Cruz en Italia. “Cuando era chico no era del todo consciente de lo que estaba viviendo. Mi viejo era muy amigo de Zlatan Ibrahimovic y Luis Figo, porque jugaron juntos en el Inter. Todavía tengo fotos de las cenas que compartimos y hoy cuando las veo no lo puedo creer. Son leyendas de la historia del fútbol y me sigo sorprendiendo de lo que viví”, reveló.
Siempre estuvo rodeado de estrellas internacionales, pero la referencia del sueco alimenta su sueño de compartir alguna cancha con el legendario artillero escandinavo. “Le tengo que decir que me aguante un par de años más”, aseguró entre risas, antes de analizar el presente de la estrella del Milan: “Es una locura lo que hace. Con la edad que tiene sigue en actividad en plenitud. Con 40 años está en la élite, no en un intercountry”.
En la Ciudad de la Moda tuvo sus primeros contactos con la pelota. Fue en la escuelita del Nerazzurro donde comenzó a gritar sus goles prematuros, aunque los viajes volvieron a aparecer en su vida y después del retiro del Jardinero la familia regresó a Buenos Aires. “Si bien con mis viejos siempre priorizamos el estudio, cuando él estaba en Italia me llevaban a entrenar a la tarde. Como mi papá estaba en el Inter, empecé a jugar ahí con 7 u 8 años. Fue donde comenzó todo, pero cuando volvimos a la Argentina se frenó un poco mi etapa como futbolista”.
Su caso es llamativo. Enfocado en la secundaria, el joven artillero se alejó de las canchas hasta tener la edad de Quinta División. “No tuve una etapa de formación completa. Arranqué de grande, a los 18 años. Mis compañeros ya venían laburando juntos desde inferiores, con muchos entrenamientos encima y durante los primeros meses me costó adaptarme; pero con el paso del tiempo logré acomodarme y hoy tengo la suerte de formar parte de un plantel profesional”, reflexionó.
Por el talento que demuestra día a día en el Florencio Sola, aquella decisión pudo privarlo de potenciales convocatorias para los representativos juveniles. Sin embargo, Juan Manuel entiende que pensar en ello es en vano “porque las cosas se dieron así”. “Varias veces lo hablé con mi papá, pero nunca analicé la oportunidad que se hubiese presentado ante un posible llamado a la Selección. Es algo que no se me pasa por la cabeza porque nunca sabremos qué hubiera pasado. Arrancar de chico tampoco me garantizaba llegar a Primera. Son cosas que uno nunca sabe. El destino quiso que fuera así y no me quejo de nada”.
A diferencia de lo que ocurría con la realidad de varios de sus compañeros en las divisiones menores del Taladro, el goleador tampoco sintió el desprecio por parte de otros juveniles. En ocasiones, la discrepancia económica entre unos y otros puede despertar la envidia o generar malestar en los menos afortunados. Pero eso no ocurrió con el grupo que se entusiasmó con ganar el campeonato de Reserva. Y su Audi A 3 con el que llegaba a sus compromisos pasaba desapercibido debido al vínculo que formó con sus colegas. “Nunca me hicieron sentir incómodo por el lugar de donde vengo. Tal vez alguien se puede haber molestado, pero no me enteré. Ese grupo fue maravilloso. Cuando llegué, me sentí uno más. No parecía el ambiente del fútbol. En los primeros meses hice muchas amistades, y cuando llegamos a la última fecha con posibilidades de ser campeones en un torneo de 30 equipos, todos estábamos muy unidos. Hasta el día de hoy seguimos hablando y organizamos varias juntadas”, subrayó en referencia a Giuliano Galoppo y otros chicos que en la actualidad se encuentran en el Ascenso.
Para esas alturas todavía no era conocido como El Jardinerito (apodo impuesto por la prensa). Tampoco lo llamaban el Bomber (como le dice su papá). Y nadie sabía que Chicharito (por su parecido físico con la estrella mexicana) era otro de sus pseudónimos. “Era el hijo de Julio”, confesó entre risas. “Pero si tengo que elegir uno, es El Bomber, que es el que me puso mi viejo y en Italia también le decían así a él”, agregó.
En la actualidad su principal referente es Luis Suárez, “sobre todo cuando jugaba en el Barcelona con Neymar y Messi”, pero también trata de copiar a Robert Lewandowski y a Karim Benzema, porque “son jugadores que viven del gol y en todos los partidos se destacan”.
Sus últimas presentaciones acapararon la atención de equipos europeos como el Bologna y el Atlético Madrid, mientras que en el ámbito doméstico Racing también lo tiene en carpeta para la renovación que hará en diciembre. “Si uno hace las cosas bien, es probable que pregunten, pero eso le pasa a cualquier jugador. Hoy en día estoy muy tranquilo, recién estoy comenzando en Banfield y me debo al club que me dio todo. Por ahora solo pienso en ganar el próximo partido”, confesó.
Como le sucede a la mayoría de los protagonistas, las ligas que más lo atraen son las de Italia, España e Inglaterra, “pero con lo que está pasando en Francia ¿a quién no le gustaría jugar un ratito en el PSG?”, se animó a bromear.
Como tiene doble nacionalidad porque vivió más de la mitad de su vida en el extranjero, una hipotética encrucijada podría darse en el futuro ante un posible llamado de la Azzurra. “La prioridad la tengo con Argentina, porque nací acá y es un país que amo, pero si no se llegara a dar y me llegaran a llamar de Italia, lo analizaría con mi familia. Se hablará en su momento”, advirtió.
Su jerarquía dentro del área va acompañada de una personalidad ganadora y una capacidad goleadora voraz. Sus atributos hacen suponer que el futuro de Juan Manuel Cruz se fijará en celebrando sus conquistas en las canchas del Viejo Continente. Para ello, además de los entrenamientos que idea Javier Sanguinetti, se esfuerza en el gimnasio los martes y jueves en doble turno.
Su vida pasa por el fútbol, pero antes de afianzarse en Banfield incursionó en la universidad para formarse como contador público. Por lo tanto, cuando se le consulta sobre las dificultades y desafíos que debió superar a lo largo de su vida, el Bomber no lo duda: “Es una pregunta difícil. Pero juro que desde mi punto de vista es más fácil hacer lo que me pide el técnico antes que meter un cuatrimestre en la facultad (risas). Fue duro, porque cuando te metés en algo en lo que no estás convencido, te cuesta el doble. Ahí decidí probar con el fútbol. Y por suerte se está dando”. Y sus logros también son festejados por los hinchas del Taladro.
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