Sebastián Rincón es una de las apuestas que tiene Huracán para engrosar su promedio y evitar futuras complicaciones con el descenso. Por la ropa que viste, el Audi que conduce y el apellido que lleva podría tener una de esas personalidades que se caracterizan por su soberbia. Pero no. El colombiano participa de cada entrenamiento en la Quemita con una humildad notable. Su modestia y sentido del humor son algunas de las virtudes que fomentan la unión del grupo. Y su explosión en la ofensiva es un arma que pronto podría aparecer en el Tomás Adolfo Ducó.
Cuando nació, su padre ya había humillado a la selección del Coco Basile en el recordado 5 a 0 en el Monumental. También había hecho historia en el Mundial de Italia y había brillado en el Napoli y el Real Madrid. “Tengo flashes de las cosas que viví cuando estaba en Europa, pero mis mayores recuerdos son de su etapa en Brasil, cuando yo iba a la escuela y tenía más conciencia de las cosas que pasaban. Igualmente, nunca quise mencionar que era el hijo de Freddy Rincón hasta que empecé a jugar, cuando ya estaba metido en el fútbol. Siempre estuve orgulloso de tener un padre como él y trato de aprovecharlo al máximo”, dijo el delantero en diálogo con Infobae luego de una de las prácticas ideadas por Frank Darío Kudelka.
Palmeiras, Corinthians, Santos y Cruzeiro fueron los últimos equipos de la leyenda internacional. Y en la tierra del pentacampeón del mundo, Sebastián tuvo sus primeros contactos con la pelota. “El fútbol lo llevamos en la sangre. Desde pequeño pateaba todo lo que se me encontraba en el camino. En la escuela tuve problemas porque más de una vez le pegué a un compañero, pero eran cosas que sentía de muy chiquito. Desde que nací, mi sueño fue jugar profesionalmente y poco a poco se van logrando los sueños”, confesó entre risas.
Su carrera profesional comenzó a los 16 años en Independiente Santa Fe, pero un cambio de entrenador en el cuerpo técnico lo depositó en la Reserva. El retroceso no le representó ningún inconveniente y sus ganas de demostrar sus capacidades lo llevaron al exterior.
Por esas circunstancias del destino, en un torneo Sub 20 en el que varios captadores de talentos habían viajado a Colombia para observar de cerca al Trencito Valencia, se sorprendieron con las producciones de Rincón. Tras un partido contra Envigado, en el que el joven de Cali se destacó a base de goles, uno de los directivos extranjeros se le acercó para ofrecerle ir a jugar a Estados Unidos. “Con 17 años no entendía nada, al principio le decía que sí, pero no hacía nada para concretar la oferta, hasta que llegaron las vacaciones y me comunicaron que no me tenía que reportar con el equipo, porque me iba para Portland”, recordó.
Sin embargo, cuando arribó a la Major League Soccer se encontró con una situación ajena a la de sus expectativas. “Era una liga que no tenía la competencia que se ve hoy por hoy. Si bien había una gran organización, sentía que era un lugar para el retiro, porque los jugadores jóvenes eran los que salían de las universidades con 21 o 22 años. Como yo tenía 18 recién cumplidos, era prácticamente un bebé y me consideraban un proyecto a futuro. Y yo quería jugar”.
El mote de “promesa” y la propuesta de marchar hacia una franquicia de la segunda división no fue para nada tentador, y luego de una conversación profunda con su representante surgió la posibilidad del desembarco en el fútbol argentino. “Imaginate lo pintado que estaba, que en el medio de la temporada me dejaron viajar a Buenos Aires para hacer unas pruebas en Tigre”, subrayó.
Victoria fue la tierra prometida para Sebastián Rincón. Aquellos exámenes iluminaron la mirada de Fabián Alegre, quien le pidió que resolviera su situación con el Portland Timbers para que se sumase a la pretemporada que iba a encarar el Matador en el verano siguiente. “Lo único que sabía era que el equipo estaba peleando el descenso. Por suerte pude irme de Estados Unidos y logré tener los mejores años de mi carrera”, reveló.
Cuando se sumó al conjunto del norte del conurbano bonaerense los resultados apresuraron el final del ciclo de Alegre, y Gustavo Alfaro asumió el cargo de entrenador. “Sin verme jugar me dijo que me iba a poner contra Rosario Central de titular. Era un equipo que venía muy bien, con el Loco Abreu que estaba haciendo muchos goles. Nosotros estábamos últimos y yo todavía me estaba adaptando, jugando 15 minutos por partido. Cuando me dijo que iba de arranque, le comenté que yo no había nacido el Día de los Temblores (un término que se utiliza en Colombia), porque le quería hacer creer que no tenía miedo, pero por dentro estaba muy cagado”, confesó.
Esa tarde fue la jornada de los cafeteros. El Trencito José Valencia había puesto en ventaja al Canalla, pero la gran producción de Rincón le permitió a Tigre revertir el marcador con un aplastante 4 a 1. Al hijo de Freddy le cometieron un penal que el Chino Luna intercambió por gol, y luego confirmó el triunfo con una buena definición. “Gustavo (Alfaro) fue el entrenador que más confianza me dio y supo encontrar a ese jugador que ni yo sabía que podía dar”, analizó.
Aquellas presentaciones le abrieron las puertas de Europa. Y Portugal fue su próximo destino. Sin embargo, su paso por el Vitória Guimarães no empezó de la mejor manera. En los primeros exámenes médicos le detectaron un inconveniente en el corazón y debió regresar a la Argentina para hacerse otros estudios en un centro especializado. “Yo sabía que no tenía nada. Como los resultados dieron bien, me pudieron incorporar, pero la realidad es que estuve asustado durante 15 días y no pude hacer la pretemporada completa”, recordó.
A pesar de su debut auspicioso con gol y victoria en el clásico lusitano, una interna inesperada entre el director técnico y los dirigentes atentó contra sus ilusiones. “Como el entrenador se quería ir, comenzaron a surgir cosas raras. Él aparentemente tenía otra oferta y se empezaron a dar cambios extraños con posiciones que no entendíamos. Una vez me llegaron a poner de doble cinco y fue lamentable. Tenía muchas ganas de seguir mi carrera en Europa, porque me había costado mucho tener esa oportunidad y por estos motivos no logré adaptarme. Fue una experiencia, pero creo que todavía tengo la edad para volver a jugar allá. Hoy estoy tranquilo, porque me encuentro en un lugar donde hay mucha visibilidad. Huracán es un grande”, analizó.
Sin continuidad en el Viejo Continente, el colombiano regresó a la Argentina para sumarse al plantel de Aldosivi, donde se metió en el corazón del Tiburón, pero sufrió uno de los graves problemas que afectan al fútbol en todo el mundo: el racismo.
En tiempos previos a la pandemia, cuando los hinchas invadían las tribunas sin limitaciones de aforo, en el José Amalfitani sufrió las agresiones verbales por parte del público local debido a su color de piel. “No soy de dejarme llevar por esas cosas. Para mí es la forma en que la gente intenta sacarte de tu foco. Buscan desconcentrarte. Y yo nunca permitiré que alguien que no sé ni quién es, me saque de mi foco. Ese día estábamos perdiendo, era un partido caliente y la platea de Vélez estaba picante por su cercanía. Yo estaba estresado porque el árbitro pitaba cualquier cosa y no podíamos llegar al empate. Después de tantos gritos, me saqué y le respondí, pero es algo que siempre pasa en el fútbol”, subrayó.
Su mirada es profunda sobre la grave situación que se observa en los distintos escenarios del planeta. En Europa también se dan casos en los que los simpatizantes son sancionados de por vida y las penas también pueden involucrar a los clubes con multas económicas o quita de puntos. “Pero cuando acá todos te dicen Negro, no veo que tenga una connotación negativa, porque al Negro lo quieren mucho y lo dicen de una forma afectiva. Algunas veces mis compañeros me cargan, porque si llego a hacer una bicicleta con una pelota, todos los hinchas ya van a a destacar al Negro”, confesó Rincón sobre las bromas que le hacía el Pato Galmarini durante su etapa en Victoria. Y agregó: “He sentido mucho cariño en la hinchada de Tigre y de Aldosivi. No dejo que esas cosas se interpongan entre lo que deseo y mi trabajo. Esa vez en Vélez quedó ahí y trato de no reaccionar”.
Sebastián tiene una fórmula para que los insultos no le despierten ninguna molestia. “Desafortunadamente el racismo siempre va a existir. No solo la discriminación se dará contra los negros, sino también contra los homosexuales, los árabes, los asiáticos y todas las minorías. Creo que el tema está en cómo lo toma cada uno. Como ocurría en la escuela: si a mí me molestaban, y yo me enojaba; el que se calentaba perdía. Uno tiene que buscar la manera de reaccionar con una risa o con ignorancia hacia esas agresiones. Hoy, cuando estoy en una cancha pienso que esa persona que me está insultando siente un temor, porque le represento una amenaza para él y su equipo. Entonces, esas agresiones las convierto en gasolina para llenarme de motivación y cerrarle la boca. Tal vez hay gente que es más débil mentalmente o se deja influenciar por ese tipo de situaciones, pero todo lo que sirva para frenar esas agresiones será positivo”.
Su papá Freddy Rincón es uno de los pilares de su vida. Los diálogos que mantiene con él le sirven para despojarse de las presiones ajenas y adoptar consejos que lo influyen en su crecimiento continuo. “Hablo mucho con mi papá. Escuché mil veces sus historias con la selección. El gol contra Alemania en el Mundial de 1990, el 5 a 0 en el Monumental o el equipo de 1994 son temas que tratamos seguido. Cada vez que termino un partido, me llama para corregirme cosas, porque es muy crítico. Más de una vez salí de la cancha sabiendo que había hecho las cosas bien, pero cuando él me llamaba siempre había algo por corregir. Si bien reconoce cuando tuve una tarea destacada, me remarca que en tal minuto di un pase mal, no retrocedí como debía o no me perfilé bien para definir. Si en un partido hago dos goles, él me va a decir que podría haber hecho tres″.
Como si se tratara de un posgrado a cargo de un profesor estricto, “siempre hay algo para corregir”. “Está bueno, porque no todo el mundo tiene la posibilidad de tener a una leyenda del fútbol tan cerca, que te fomenta el crecimiento y la motivación”, describió el delantero sin olvidar los momentos para las bromas: “También lo molesto y jodemos mucho. Cuando fui a Portugal, quise mearlo con una pregunta sobre cuántos partidos de la Europa League había jugado, pero me respondió que en ese torneo no había participado porque estaba ocupado con la Champions ¡Me cagó! Igualmente me gusta picantearlo, porque se prende rápido”.
Su admiración hacia su padre es perceptible. Por ello lleva en una de sus piernas un tatuaje emblemático que marca la carrera del ex volante. El grito de gol a los alemanes en el Mundial de Italia es una marca imborrable que se observa en la piel de Sebastián y la reacción de Freddy cuando lo vio por primera vez quedó para el recuerdo familiar. “Es emblemático. Cuando me lo hice se sorprendió mucho y no lo podía creer. Lo subió a sus redes sociales en agradecimiento, pero yo le dije que era un vendehumo”, aseguró entre risas.
Hoy es una de las apuestas de Huracán para ir en busca de la clasificación a una competición internacional y engrosar su promedio para evitar futuros inconvenientes con el descenso. Sabe que deberá trabajar duro para ganarse un lugar entre los once y demostrar que está a la altura del Sexto Grande. “Soy consciente de que llegué sin ser la primera opción en los refuerzos por el presente que llevaba. No tenía muchos minutos y mi paso por Sarmiento fue muy fugaz. No tenía ritmo de competencia y no había hecho una pretemporada completa. Creo que esas cosas me jugaron en contra para adaptarme, pero ahora me siento mucho mejor: más rápido, con mayor resistencia y con más técnica. Hoy trabajo para demostrarle al entrenador que estoy listo para cuando me toque la oportunidad”.
Con el recuerdo de su mejor etapa en Tigre, Rincón sueña con repetir sus goles en Parque Patricios para que el Globo vuele lo más alto posible. Y una vez allí, reconstruir su mayor anhelo junto al Trencito Valencia para defender los colores de su país. “Ojalá podamos tener la posibilidad de convertirnos en los herederos. Sabemos que hay grandísimos jugadores en la selección y que tenemos que trabajar con mucho esfuerzo para poder alcanzar el nivel de ellos. A base de sacrificio y dedicación ambos sabemos que se puede llegar a dar”. Su ilusión ya está en marcha.
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