Fernando Rapallini estará al frente del último River-Boca del 2021, tal como sucedió con el primero, jugado en enero en la Bombonera, por la Zona Campeonato de la Copa Diego Maradona. El azar eligió la bolilla N° 7 que llevaba su nombre (el otro que compitió en el sorteo fue Darío Herrera).
Platense, de 42 años, viene de representar a la Conmebol en la Eurocopa, dirigiendo con un nivel sobresaliente. Es gran candidato a conducir en el Mundial de Qatar 2022 y a dirigir una de las finales de la temporada a nivel clubes en el continente (Copa Libertadores o Sudamericana). Los antecedentes hablan de una decisión acertada.
Sus amigos lo llaman “Fefo”, es árbitro de Primera desde 2011, debutó dirigiendo un duelo entre Godoy Cruz y All Boys. Nominado internacional en el 2014, además de al referato se dedica a la construcción de piletas de natación, con reconocida experiencia en su ciudad natal.
Reside en City Bell, junto a su esposa Verito (su principal fan), y fue papá en 2020 de una pequeña (Martina); a ambas las define como “sus amores”, junto a su pasión que es el arbitraje, en la que comenzó siendo muy joven.
Rapallini ya había sido el juez del último clásico en el ámbito local pre pandemia, disputado el 1° de septiembre de 2019, anterior al cruce por las semifinales de la Copa Libertadores del mismo año, que dejó un resultado de 0-0 en el estadio Monumental.
Los que conocemos a Fernando desde sus comienzos sabemos los sacrificios que le ha demandado poder llegar a estas instancias, un árbitro que en sus comienzos tenía una lucha contra su peso y que lo llevó a esfuerzos para poder llegar a su ideal actual en la forma física para su desempeño profesional.
Por concepto de formación, es muy propenso al diálogo con los protagonistas, una estrategia que no siempre le ha sido útil para lograr un mejor control de los partidos.
Un saldo pendiente en su carrera: saber mutar según la temperatura del encuentro, sobre todo en los casos en los que el roce físico supera a lo técnico. Enfrentará la particularidad de que regresa el público a nivel local, con el condimento extra que supone la efervescencia que aportan los hinchas, en este caso de River Plate, desde las tribunas.
Al ser un aspirante al Mundial, cada encuentro representa un desafío para reafirmar esa posibilidad. Y no querrá fallar, lo mismo que les sucede a los dirigidos por Marcelo Gallardo y Sebastián Battaglia.
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