El domingo 15 de octubre de 1978 se disputó un Superclásico especial por varios factores. River llevaba apenas un mes jugando nuevamente en su cancha por el torneo local, luego de las refacciones por el Mundial ‘78, y ese día enfrentaba por primera vez a su tradicional rival en su remodelada casa. Boca era el líder del torneo con ventaja sobre Quilmes y parecía encaminarse hacia el título, ya que restaban pocas fechas. El destino quiso que los grandes adversarios de nuestro fútbol tuvieran que verse las caras nuevamente dos días más tarde, otra vez en Núñez, por la decisiva semifinal de la Copa Libertadores. Fue por ello que pusieron formaciones alternativas en el cotejo del Metropolitano, con apellidos alejados de la habitual titularidad como Azzolini, Lonardi y Sosa en el local, o Tesare y dos Álvarez (Carlos y José Luis) en la visita. Para mantener la tradición histórica del clásico, hubo gol de Labruna. No de Ángel, que era el DT, sino de Omar, su hijo, quien clavó un gran tiro libre y fue el único grito de la tarde. También se lució Luis Landaburu, el arquero Millonario, al atajarle un penal a Carlos Squeo. 48 horas después, Boca se impuso 2-0 y avanzó a la final de la Libertadores, donde sería el campeón, pero esos dos puntos perdidos ante River, fueron claves dos semanas más tarde, cuando Quilmes dio la vuelta olímpica, superándolo por apenas una unidad.
No hay dudas que 1984 se va a inscribir entre los años más malos en la historia de Boca. A los flojos rendimientos deportivos, se sumaron las crisis económicas e institucionales que llevaron al club al borde de la quiebra. La Bombonera estaba clausurada desde agosto de 1983 y por eso debió hacer de local en diferentes canchas, como Atlanta, Ferro, Velez o Huracán. El domingo 24 de junio estaba pautado el Superclásico y los dirigentes Xeneizes le plantearon una situación a sus pares de River, que fue aceptada de inmediato, aunque 37 años más tarde parezca una locura. Esa lluviosa tarde, Boca fue local ante su tradicional adversario en el estadio Monumental. La irregularidad de ambos en lo que se llevaba disputado del torneo y las malas condiciones climáticas, hicieron que poca gente fuera testigo de ese hecho inédito. El marcador final fue empate en uno con goles de Ariel Krasouski y Carlos Tapia, pero como pocas veces en este partido, el score fue apenas una anécdota.
Si bien el fútbol tiene matices y es muy dinámico, está claro que a lo largo de la historia, el buen juego ha sido patrimonio de River Plate y la garra ante la adversidad, propiedad de Boca Juniors. Sin embargo, en el choque por el torneo Clausura 1997, ambos intercambiaron sus tradiciones en el césped del Monumental. Los Xeneizes tuvieron una media hora inicial de altísimo nivel, desmintiendo los altibajos de sus rendimientos anteriores, donde marcaron tres goles (dos de Sergio Manteca Martínez y uno de Gabriel Cedrés), que pudieron ser cuatro, porque con el marcador 2-0, Roberto Pompei convirtió un penal, que Javier Castrilli hizo ejecutar nuevamente por invasión de zona y en el segundo episodio, su remate fue atajado por Bonano. Bastó que Sergio Berti descontara cuando finalizaban los primeros 45 minutos, para que ello sirviera de empuje para River, que se llevó por delante a su rival en el complemento, acorralándolo contra su valla. Recién a los 75 logró el descuento por intermedio de Villalba y el heroico empate fue con un cabezazo de Celso Ayala a los 87.
El Superclásico del torneo Apertura 1997 quedó en el recuerdo por diversos factores. El primero fue que se disputó en día sábado (25 de octubre), porque el domingo se llevaron a cabo las elecciones de medio término, donde hizo su presentación la Alianza entre la Unión Cívica Radical y el Frepaso, con un triunfo como antesala de su victoria en las presidenciales de 1999. Otra particularidad es que el primer tiempo se desarrolló con sol pleno y ya en el segundo cayó una lluvia torrencial. Momentos antes del comienzo, Maradona se acercó al banco de suplentes local y estrechó su mano con Ramón Díaz, otrora compañero y amigo, pero con quien no se hablaba ni saludaba desde hacía más de 10 años. River se impuso con absoluta justicia en los 45 minutos iniciales con un gol de Sergio Berti, al tiempo que Boca no hacía pie y Diego era una sombra que deambulaba por el césped. Nadie supuso que era el acto final, porque jamás lo volveríamos a ver como futbolista en forma oficial. Se quedó en los vestuarios y por él ingresó un muchacho flaquito, que le dio otra dinámica al equipo: Juan Román Riquelme. Boca empató por intermedio de Toresani y el triunfo llegó con un cabezazo de quien señaló allí el primero de los muchos goles que marcaría con esa camiseta ante el rival de todos los tiempos: Martín Palermo.
El 7 de marzo de 1982 se produjo una gran victoria de Boca en el estadio Monumental, a tal punto que fue la única vez en la historia que le marcó 5 goles allí. La goleada fue por 5-1, pero hay un atenuante para tener en cuenta: River estaba ampliamente diezmado porque una buena parte de su plantel se encontraba a las órdenes de Menotti en plena preparación para España ‘82. Era casi un equipo entero: Fillol, Gordillo, Olarticoechea, Passarella, Tarantini, Búlleri, Gallego, Kempes y Ramón Díaz. Los chicos que salieron a la cancha tenían tantas ganas como inexperiencia y pese a ponerse en ventaja con gol de Jorge Tevez, fueron superados sin atenuantes por un rival con mayor recorrido y la espléndida labor de Ricardo Gareca, autor de dos goles y figura indiscutida de una tarde donde además se disputaron todos los otros clásicos al mismo tiempo por la 5° fecha del Nacional.
A mediados de 1987 llegó Carlos Griguol a la dirección técnica de River, cuando de manera sorpresiva, no se le renovó el contrato a Héctor Bambino Veira, tras su exitoso ciclo. El viejo Timoteo comenzó su tarea, pero las presunciones se cumplieron más temprano que tarde: su estilo era complejo para sintonizar con el gusto histórico del hincha Millonario. A eso se sumó cierta distancia con el plantel, para que el combo estuviera lejos del idilio. En eso andaba River cuando, el 22 de noviembre recibió a un Boca que estaba muy mal con la conducción de Juan Carlos Lorenzo. Apenas comenzando el cotejo, los locales tuvieron un penal que Omar Palma ejecutó por sobre el travesaño. Entre el final del primer tiempo y el inicio del segundo, Jorge Rinaldi señaló dos goles que parecían pintar la tarde de azul y oro, pero la pronta reacción de los Millonarios los puso rápidamente 2-2 con goles de cabeza calcados de Corti y Da Silva. Cuando el duelo agonizaba, Palma tuvo su desquite marcando el 3-2 que certificaba una remontada inolvidable. Pero quedaba un resquicio para algo más, ya que en la última jugada, Juan Carlos Loustau cobró un penal para Boca. El ejecutor fue Jorge Comas, habitual verdugo de la banda roja. Pero dejó a un costado esa tradición y su remate salió desviado y muy lejos del arco de Nery Pumpido.
Un viejo anhelo del entonces presidente de River, Hugo Santilli, era poder contar con César Menotti como entrenador del plantel superior. Y el hecho se concretó a mediados de 1988, generando una verdadera conmoción en el ambiente del fútbol, por la presencia del Flaco y por la cantidad de futbolistas destacados que arribaron al club, como Ángel Comizzo, Daniel Passarella, Jorge Higuaín, Carlos Enrique, Sergio Batista, Claudio Borghi y Abel Balbo, entre otros. Boca no se quedó atrás y contrató a Carlos Navarro Montoya, Juan Simón, Claudio Marangoni y Walter Perazzo. El fixture los enfrentó en el Monumental en la segunda fecha, luego de sendas y sorpresivas derrotas en el debut: River con Platense 2-1 en cancha de Velez y Boca ante Deportivo Armenio 1-0 en la Bombonera, en el último partido oficial de Hugo Gatti. Fue un choque parejo y disputado, pero con poco juego, a despecho de lo que podía esperarse por tantas figuras. Fue una celebrada victoria Xeneize por 2-0 con tantos convertidos sobre el final por Walter Perazzo y Alfredo Graciani.
Hay dos Superclásicos en el estadio Monumental con similitudes, que son poco recordados y ambos pertenecen a la Copa Libertadores. La programación quiso que en las dos ocasiones, el partido fuera el del cierre del grupo y en las dos oportunidades, River ya estaba clasificado, en tiempos en donde solo avanzaba uno por zona y por ello Boca presentó alineaciones alternativas, con el detalle curioso de encontrar allí algunos apellidos de poco recorrido con esa camiseta. En 1982 atajó Oscar Vijande y actuaron Eduardo Bargas, Carlos Acevedo, Jorge Cechi y Julio Apariente, entre otros. En 1986, edición donde los Millonarios alzaron por primera vez el trofeo, para los Xeneizes jugaron Sergio Genaro, Juan Amador Sánchez, Héctor Monroig y Raúl Lalo Maradona, hermano de Diego.
La década del ‘90 había comenzado bien para River en los Superclásicos en el Monumental, ya que empató 1-1 en febrero del ‘90 y ganó 2-0 en el mes de septiembre, por la 6° fecha de un torneo Apertura donde Boca estaba, hasta allí, puntero e invicto. Pero ese éxito significó el punto de partida de una racha de ocho encuentros por torneos locales, donde no pudo ganar. Debieron pasar casi 10 años para reencontrarse con el triunfo y fue un recordado 2-0 el 17 de octubre de 1999 ante el equipo que dirigía Carlos Bianchi, que era bicampeón del fútbol argentino. Hasta el día de hoy los hinchas Millonarios siguen gritando los goles de Pablo Aimar y Juan Pablo Ángel
En los últimos años se han enfrentando en muchas definiciones de los torneos internacionales, pero antes no era tan común. Quizás por eso la semifinal de la Copa Libertadores 2004 tuvo tanta expectativa como repercusión. Boca se impuso en Bombonera 1-0, dejando la serie abierta, porque aún no estaba en vigencia el doble valor para los goles en condición de visitante. El desquite fue en el Monumental y River se puso en ventaja con un golazo de Lucho González, igualó Carlos Tevez, con su polémico festejo que valió la tarjeta roja y Nasuti puso el 2-1 sobre la hora que depositó la definición en la siempre pantanosa zona de los penales. Y allí está el detalle más curioso, porque Carlos Bianchi eligió para las ejecuciones a elementos jóvenes, que no sintieron ninguna presión, como Pablo Álvarez, Pablo Ledesma o el caso de Javier Villarreal, que nunca había rematado uno en primera división y marcó el decisivo.
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