“Te vamos a dar a préstamo a algún club hasta fin de año. Conocemos a tu papá, si crecés y alcanzás la altura de él, firmás contrato. Te esperamos hasta diciembre”. Eso fue lo que le prometió el entrenador de la Categoría 95 de Sarmiento a Rafael Crocinelli, autor del libro Cuerpos que (no) importan, cuando militaba en las inferiores del club de Junín. A la edad de 18 años y con la latente aspiración de convertirse en futbolista profesional, despidió sus sueños por una cuestión de “porte”. Esa fue, seguramente, la primera llama de esta fogata de cuestionamientos hacia los estereotipos instalados en el mundo del fútbol que menciona esta obra.
Este ensayo que cuenta con entrevistas a futbolistas profesionales, amateurs e integrantes de cuerpos técnicos de experiencia en Argentina y el exterior, busca abordar mediante sus relatos los preconceptos instaurados sobre los biotipos de jugadores de fútbol aceptados en este deporte. Al margen de la experiencia personal del autor en Sarmiento, muchos testimonios surgieron de otra importantísima institución del fútbol nacional como Estudiantes de La Plata, con una remarcada filosofía histórica, y Everton de La Plata, para darle cuerpo al reflexivo texto.
Un 97% de los jugadores de inferiores que se inician en una Novena División ven cómo su anhelo se frustra camino a la firma del contrato profesional. La picadora de carne es grande y pocas son las plazas libres dentro del que es el deporte más popular del planeta. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), apenas entre un 2% y 3% tiene su bautismo en la máxima categoría y abre las puertas para vivir de esa profesión.
Existen innumerables variables para que jóvenes promesas queden en el camino como las vinculadas a lo deportivo (cualidades técnicas, tácticas y aeróbicas), la madurez mental, la explosión de las condiciones y mejoras de las mismas durante el recorrido, calidad del entorno y apoyo familiar. Pero uno de los filtros más importantes es el descarte de los jugadores que, a priori, no cuentan con potencial para desempeñarse en el ámbito profesional por cuestiones genéticas. La introspección en la “masculinidad”, el cuerpo y biotipo del jugador de fútbol profesional ayuda a comprender el contexto general.
En uno de sus capítulos, el libro repasa lo contado por Laureano Ruiz, ex formador de juveniles del Barcelona de España, que cuando llegó al despacho de los entrenadores de La Masía leyó un cartel que decía: “Si vienes a ofrecerme un juvenil que mide menos de 1.80 date la vuelta”. Es, por cierto, un contrapunto evidente respecto al fichaje de quien se convirtiera en el jugador más importante de su historia y uno de los mejores del deporte (sino el mejor), Lionel Messi.
Cómo llegó Estudiantes a formar canteranos bajo la idealización del porte de arqueros con la talla de Mariano Andújar (1.94) y centrales fornidos como Jonathan Schunke y Leandro Desábato, encadenando una columna vertebral en la que el mediocampista central podía marcar presencia ya no con su altura (el ejemplo a seguir fue Rodrigo Braña) pero sí con una referencia de ataque al estilo Martín Palermo, Mariano Pavone o Guido Carrillo. Si Juan Foyth, zaguero central de 1.80, fue vendido en una millonada a Europa: ¿entonces cuán injustos son los condicionamientos sobre el aceptado biotipo de los futbolistas en inferiores?
Desde sus vivencias personales en Social de Ascención, Villa Belgrano, Sarmiento y Mariano Moreno de Junín, más CN Sports y Everton de La Plata, el licenciado en comunicación social Crocinelli mixturó conceptos propios con ajenos y llegó a varias conclusiones. Qué cuerpos son considerados legítimos y cuáles abyectos, cómo se marca la “presencia” dentro de un campo de juego, cuánto influye la hexis corporal, los tatuajes y la estética en general, cómo se vinculan la hombría con la independencia económica, el sacrificio, la humildad y el éxito. Pero además, abarcó temas tabúes como la homosexualidad y los estigmas que deja el machismo en el mundillo fútbol.
“Los objetivos planteados por este libro consistieron en, por un lado, indagar y describir las significaciones en torno a las cualidades del biotipo del jugador de fútbol profesional y, por otro, reconocer los modos en que esta práctica produce lógicas hegemonizantes en relación a lo sexo-genérico y a la mercantilización de los cuerpos”, es una de las conclusiones del autor, que citó a jugadores argentinos como Juan Cruz Komar (actualmente en Talleres de Córdoba), Matías Monito Vargas (quien se explayó en una nota en Infobae hace algún tiempo) y el ex mundialista Ariel Garcé.
Entre sus razonamientos compartidos mencionó que “existe un gran temor a la homosexualidad, asociado a la pérdida de prestigio y potencia viril, ubicándose en el terreno del tabú y estigma de todas aquellas acciones o rasgos que no refieran a los estereotipos de una sexualidad hegemónica”. Cuerpos que (no) importan pone un ojo distinto sobre la materia fútbol con temas que suelen evitarse tocar o resultan incómodos para la gran mayoría. Como bien comentó Crocinelli: “Pretendo que sea el puntapié inicial para repensar el lugar ocupado por esta práctica deportiva y quienes forman parte del engranaje del fútbol profesional”. El mundo está cambiando y el fútbol no puede quedarse rezagado. El primer paso, sin lugar a dudas, es el diálogo y cuestionamiento.
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