Se lo nota intenso como siempre a Sergio “Maravilla” Martínez y avisa que llega muy bien entrenado de cara a su tercera pelea desde su retorno al boxeo en 2020, luego de seis años de pausa, tras colgar los guantes por la lesión en la rodilla izquierda. Su objetivo es volver disputar un título mundial en 2022, que logró conseguir en tres ocasiones como campeón de los pesos superwelter del CMB y mediano del Consejo y la OMB. Para cumplir ese objetivo deberá sumar peleas con rivales de fuste como lo será el crédito británico Brian Rose. En la previa del combate, desde Madrid charló de forma virtual con Infobae.
Martínez, de 46 años, está clasificado tercero en el ranking de la WBA. “Al volver a subirme a un ring sentí mucha alegría y una felicidad inmensa”, afirma. Tras concretar su regreso al boxeo profesional en agosto de 2020 para enfrentar al español José Miguel Fandino (victoria por KO), “Maravilla” fue por más, y así volvió a la acción en diciembre de ese año. Su rival fue el finlandés Jussi Koivula, a quien derrotó por KOT. De esta manera llegó a 53 victorias en su carrera, 30 de ellas por la vía rápida. Su récord se completa con 2 empates y 3 derrotas.
“El León”, como se lo conoce a su oponente de mañana, muestra 33 victorias (8 KO), seis derrotas (3 OK) y un empate. La pelea consistirá en 10 asaltos y por el peso mediano (160 libras o 73 kilos), en un ring montado en la Plaza de Toros de Valdemoro, una comunidad madrileña. Será este sábado a las 18 horas de la Argentina y podrá verse en vivo y en directo por TNT Sports.
-¿Cómo pasaste la pandemia?
-Muy bien. Estuve entrenando y siempre fui bastante solitario y me vino bien para darme cuenta de lo que quería buscar. Y no dejé de entrenar nunca.
-¿Por qué volviste a pelear?
-Durante mucho tiempo estuve fuera del boxeo, tanto en lo físico como en lo mental, espiritualmente no quería saber nada con el boxeo. El boxeo no tuvo la culpa, pero comprendí que lo que pasaba eran otras circunstancias. Estaba enojado con ciertas personas que tenía alrededor mío. Una vez que hice esa limpieza y que mi pierna volvió a funcionar en 2018, y trabajé para mejorarla bastante y tal como está hoy, comprendí que las ganas y el fuego sagrado estaban ahí. Como aventura primero fue un solo combate, pero eso de hacer uno solo quedó atrás. Al principio quise pelear con Chávez Junior, que al final no se presentó o no quiso combatir conmigo en 2018. Tendrá que ser otra cosa y entonces surgió la posibilidad de disputar otro título mundial y, como aventura, como desafío, me parece fantástico.
-¿Quiénes son esas personas o circunstancias que te llevaron a alejarte del boxeo?
-A las personas no hace falta mencionarlas. Hubo un montón de circunstancias durante muchos años que yo como campeón no quería ver porque yo miraba para adelante y buscaba mi objetivo, cuando en realidad tenía que mirar al costado y ver cómo estaban las cosas. No lo hice, no miré mi lateral y a veces esto se va haciendo una bola de nieve y después te termina cansando y quemando.
-¿No tenés miedo de perder tu prestigio?
-El prestigio no lo pierdo y tampoco estuve buscándolo, de verdad. Hay cosas que no se pierden. Nunca en mi vida ni en mi carrera busqué prestigio. Sí para mi es importante que no fumo, no bebo, no trasnocho, no tengo problemas, no hago locuras como campeón, ni después de haber dejado el boxeo mi vida se destruyó o perdió el rumbo. Eso para mí es fantástico porque para mí estoy dejando una huella.
-¿Tu objetivo es volver a ser campeón del mundo?
-Sí, claro, disputar un mundial y ganarlo. Sé que era difícil con 39 años, con 30, imaginate con 46 ¡Madre de Dios! Pero sea cual sea el rival a enfrentar, en su momento fue Fandino (José Miguel), que después de seis años afuera del boxeo para mí era difícil, luego fue Koivula (Jussi) y también fue difícil, y ahora viene Rose, que también es difícil. Imaginate los campeones, que se pueden dar, en la AMB, Murata (Ryōta), Golovkin (Gennady) o Chris Eubank, cualquiera de los tres están capacitados para liquidarme muy rápido y yo también liquidarlos a ellos.
-¿Qué pensás de las vueltas de Manny Pacquiao y Evander Holyfield?
-Holyfield pienso que tiene demasiada edad para regresar, se le fue demasiado la mano, tiene casi 60 años y por ahí puede que se perjudique su salud, pero hay que ver qué es lo que quiere él, ¿cuál es la felicidad del tipo? Porque a nosotros no nos hace feliz ver a Holyfield así, por ahí a él sí. Lo importante es saber qué le pasa a él y lo mismo con Pacquiao, que leí que ahora se retiró y con su decisión está todo dicho.
Martínez emigró a España en 2002, construyó una gran carrera a nivel internacional, pero la explosión popular en la Argentina fue el combate en el que le arrebató el título al mexicano Julio César Chávez Junior, en 2012 en Las Vegas. En abril del año siguiente defendió la corona ante el inglés Martin Murray en la cancha de Vélez ante 50 mil personas.
-¿Cómo fue pelear en un estadio de fútbol repleto?
-Fue muy difícil porque yo estaba luchando contra mi propio cuerpo. La semana estuvo buena, el clima, la temperatura, pero ese día se vino abajo el cielo y eso fue perjudicial para los dos, y cuando uno tiene lesiones óseas o articulares, cositas que yo tenía, se había fisurado la rótula, se me había fracturado la clavícula en mil pedacitos, el hombro se me cayó faltando tres días para el combate y todo se complicó; eso es lo que más recuerdo y también haber tenido que poner mucho los pantalones ahí, me dije “ahora me juego el todo por el todo” y lo hice, y Murray no pudo, no supo o no quiso ganar. Él consideró en el asalto diez que había ganado la carrera y pensó “voy a conservar los últimos dos asaltos”. Y como le dije, “en mi casa, ¡estás loco! Cuidar el resultado en mi casa, estás loco, con ese hervidero de estadio”. Al otro día hablamos y me dijo “yo quise cuidar el resultado en el 11 y 12 (rounds)” y me dejó en bandeja los últimos dos asaltos. Menos mal, porque si no se me iba el combate.
-¿Cuántas veces viviste la frase “los amigos del campeón” con gente que se acercó solo por tu éxito?
-Puede ser que yo porque tengo una cara rara, de pocos amigos, tampoco se me acercaron tantos. El tema de los “amigos del campeón” tiene mala fama porque nunca se acerca gente buena. Pero yo tuve la fortuna de que se me acercó gente buena que la sigo conservando y es espectacular para mí. Quizás por mi manera de ser, por mi carácter, por mis objetivos también, cuando veo un objetivo me pongo a trabajar y a mí se me acercó gente que quería trabajar y en ese sentido eso me favoreció a mí.
-Dijiste que el boxeador debe tener o pasar por carencias, ¿qué quisiste decir?
-Debe tener todo tipo de carencias porque esas carencias son las que te van a fortalecer. Las emotivas, la comida, las cosas básicas, te tiene que faltar de todo. No digo que tengas que ser muerto de hambre, que te tienen que pegar tu padres, pero sí tiene que haber dureza para el endurecimiento de uno.
Auténtico como siempre, el quilmeño también habló de algunas situaciones complicadas que debió atravesar durante su vida, desde su infancia o la historia de ir a pedir comida a una iglesia en sus primeros tiempos en España, o de haber terminado en una comisaría por estar como ilegal, siendo ya campeón del mundo. O qué deberían hacer los boxeadores para tener más oportunidades a nivel profesional y en la vida.
-¿Cuál fue la situación más extrema que pasaste?
-El haber pedido comida en una iglesia, entre otras. Son más de 20 años y me pasó de todo.
-¿Por ejemplo?
–Una vez, a mis 32 años me senté en el suelo esperando un colectivo y dije “me parece que me equivoqué de profesión”. En ese momento las cosas no se movían, no había combates, me estaba volviendo loco y dije “Madre mía, ¿qué está pasando? Me parece que la pifié y me equivoqué de camino”. Me estaba quebrando y viniendo abajo anímicamente. De hecho me había quebrado y estaba jodido. En estas condiciones no podía tomar ninguna decisión, porque había pensado en dejar el boxeo. Dije “no voy a tomar ninguna decisión. Voy a esperar unas dos o tres semanas para saber qué puedo decidir” y en esas tres semanas salió una eliminatoria mundial, salió un combate, se confirmó y cambió la historia de mi vida.
-¿Es cierto que sufriste bullying de chico?
-Sí, muchos años. También, yo entiendo que hacía mérito, era muy callado, conservado, un pibe extraño, raro y de hecho el apodo mío era “El Raro”. Hubo alguna mano que pasó volando por la cara y eso.
-¿De esa época te agarraste a trompadas?
–No, cobraba siempre, yo no me agarraba a trompadas. Nunca fui muy valiente, ni siquiera cuando empecé a boxear. Soy vivo, soy listo. Sé cuándo tengo que “negociar” o cuando me tengo que “romper la camisa” y decir “vení para acá”. Es toda una actuación, una pantomima.
La afirmación de “Maravilla” condice con su otra faceta que es la actuación, que potenció luego de su retiro en 2014. Hace dos años fue uno de los protagonistas principales de la película “El Pistolero”. Incluso, a 48 horas de su pelea con Rose, se presentó en el misma plaza de toros para el unipersonal “Bengala, una vida en doce rounds”, donde interpreta a un boxeador en los últimos años de su carrera.
-¿Estuviste preso por ser ilegal en España y ya siendo campeón del mundo?
-No fue preso sino demorado. Fue una vez cuando la Policía me paró y me dijo: “a ver, el DNI”. Entonces no tenía DNI y me llevaron para averiguación de antecedentes y me dejaron demorado. Y sé que eso estuvo complicado, estuvo feo porque estás dentro de un calabozo, con otras personas, que no conocés, y otros que estaban exactamente igual que yo, y otros que eran un peligro bárbaro.
-¿Con quién te hubiese gustado pelear?
-No, contra nadie. Combatí contra todos los que quise combatir. En su momento se habló de Mayweather (Floyd), pero llegué a combatir con todos los que quise y me sentí muy a gusto en ese sentido. No siento que me falte nada.
-Elogiaste a Logan Paul y a los Youtubers y dijiste que los boxeadores deberían actualizarse ¿A dónde apuntaste con esa opinión?
-Tenemos que ampliar nuestra mente y saber que no solamente del boxeo vamos a vivir y de hecho muy poca gente puede vivir del boxeo. En la historia, que hayan vivido del boxeo, solo cuatro, o sobran un par de dedos. Tenemos que saber que somos productos y cuando lo entendamos, sepamos vendernos, a partir de ahí vamos a empezar a facturar. Estamos en esto para facturar. Obviamente, yo percibo mi sueño más allá de todo y ahí no está el dinero. Un día hablando con Brian Castaño, le dije “estoy seguro que uno no lo hace por dinero”. Pero obviamente tenemos que entender que tiene que haber dinero y por eso tiene que haber un manager y tiene que haber promotores. Le dije a Brian: “vas a pelear con Charlo (Jermall) y le digo, te pago el doble o el triple si te dejás ganar”. Y me dice “¡estás loco, yo no me dejo ganar”. Entonces uno no lo hace por dinero. Tenemos que entender que somos un producto, que esto es un negocio y tenemos que saber vendernos, saber peinarnos, saber hablar, mejorar nuestra riqueza lingüística, mejorar nuestro dialecto, mejorar nuestra presencia, es importantísimo mejorar eso. Y los Youtubers lo saben.
-¿Qué se puede hacer para evitar que la mayoría de los boxeadores terminen mal?
-Es todo un tema porque hay que ver cuáles son los objetivos y sueños de ellos. Cuáles son los verdaderos sueños personales del boxeador. Cómo se hace para que ese boxeador entienda que el boxeo se acaba en un momento, se va a acabar, te va a quedar el dinero que pudiste juntar y a partir de ahí vas a tener que vivir y dar una vuelta de hoja. A partir de ahí tenés que empezar vivir otra vida. Es dificilísimo y yo creo que no va a cambiar nunca. Va a ser una evolución al paso que lleva la sociedad, habría que hacerles un asesoramiento o darles clases de manejo financiero. Pero sería muy difícil porque hay que ver si el boxeador quiere. Le preguntás a Holyfield por qué volvió y él creo que no tiene un mango, y dices “con los combates que hizo, ¿qué pasó?” Bueno, no tuvo asesoramiento financiero, no supo, no pudo o no quiso hacer las cosas bien, o por lo menos lo que nosotros, desde afuera, consideramos que está bien y capaz que para él estuvo bárbaro. Pero ¿quién le quita lo bailado?
-¿En qué momento tuviste un quiebre y empezaste a manejarte como una empresa?
-Muy cerca del retiro, después de los 37, al momento de combatir contra Chávez. Tengo a Miguel de Pablos que es mi amigo y mi asesor y él me ayudó, me guió, me tiró la oreja, y me dijo, “vení, caminá por este lado. Y la p… que te parió” Porque para entender eso es dificilísimo, hasta que entendí. Presté atención y aprendí a tiempo.
-¿Qué boxeador joven argentino te gusta?
-Hay unos cuantos, Beto Palmetta, Agustín Gauto, Jeremías Ponce y seguro que hay muchos más que todavía necesitan su tiempo y necesitamos darles su tiempo a los muchachos. No sé cómo estará Albert Melian, pero es otro que tiene unas condiciones tremendas.
-De no haber sido boxeador, ¿a qué te habrías dedicado?
-No concibo mi vida sin el boxeo. Hoy ya no lo puedo ver… (Se tomó un tiempo) Podría estar trabajando en los techos, tinglados, soldadora, albañil, esas cosas, hubiese sido muy aburrido.
-¿Cómo ves al país desde afuera?
-Acá llega poca información, pero cuando veo cosas de Argentina se ve un presente bastante oscuro, muy difícil, y un futuro también bastante incierto. Es doloroso y triste.
-¿Te han ofrecido meterte en política? ¿Te interesa?
-Me ofrecieron, pero todavía no me interesa. Aún no lo sé. Estoy muy enfocado con el boxeo. Pero probablemente me siente a meditar eso y a ver qué tal se me puede dar con la política. No lo sé. La veo muy difícil, pero quizá puede que sirva para algo en la política.
-¿Hasta cuándo vas a seguir peleando?
–En el boxeo creo que estoy a una derrota del retiro. También hay que analizar cómo puede ser esa derrota. Gano o me retiro. Por eso dejo absolutamente todo cada día en el gimnasio y cada vez que subo al ring. Por eso subo con alegría porque puede ser la última también. No sé cuándo, pero creo que estoy a una derrota del retiro. Si no, logro el título y adiós.
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