El 3 de septiembre Germán el Gitano Minué y Lucas Pavón despidieron de la barra de Belgrano al mítico Roberto Ponce, alias el Loco Tito, quien la dominó a sangre y fuego en las últimas décadas. Es más, hasta informaron del desplazamiento al resto de la tribuna por el Instagram oficial de la barra, Los Piratas de Alberdi, algo que puede llamar la atención de los viejos habitantes del tablón, pero que tiene que ver con los tiempos que corren. La movida, claro, no cayó muy bien en las huestes del Loco Tito. Si bien Ponce había manifestado su decisión de dar un paso al costado a fin de año, su idea era dejársela solamente al Gitano, que fue una de sus manos derechas históricas, a punto tal que fueron deportados juntos del Mundial de Sudáfrica, al que habían viajado gracias al convenio entre el gobierno de entonces y la ONG barra Hinchadas Unidas Argentinas. Junto a él, en todo caso, pondría al Jetón Javier, otro de los violentos que tienen peso en Barrio Alberdi, donde está la cancha de Belgrano. Pero el Loco Tito había sido muy claro en un aspecto: no puede subir Pavón, que está vinculado al Sindicato de Recolectores de Residuos de Córdoba, donde también pisa fuerte una facción de la barra de Talleres, la que se referencia en el Toro Aguilera.
Pero sus deseos fueron desoídos, su destitución pública fue casi humillante y desde ese momento se generó la guerra. Primero apareció un audio de la nueva facción dominante respondiendo a un supuesto mensaje del Loco Tito donde decía que se largaba la batalla. En ese audio, a Roberto Ponce le endilgan relaciones promiscuas con la Policía y lo amenazan directamente de muerte. “Dejá de delirar viejo, vos sabés que no te quiere nadie. Si vivieras en una casa común la tendrías llena de balazos. Que no te sorprenda que en una reunión te comas un flor de balazo”, es parte de lo que se escucha en ese mensaje de Whatsapp. Y de los dichos pasaron a los hechos: dos domingos atrás, cuando estaba reunida toda la familia de Tito, aparecieron dos motos y hubo una balacera infernal donde todos tuvieron que tirarse cuerpo a tierra, incluidos los nietos de Tito, para no sufrir las consecuencias. A eso se sumaron llamados a las hijas y a la esposa del ex líder de la barra y hasta se denunció por las redes que Ponce manejaría el narcomenudeo en varias zonas de la Ciudad. Según cuentan en la interna de Los Piratas, tal como se autodenomina la barra de Belgrano, esta estrategia de denuncia viral tenía como objetivo dejarlo sin espaldas al viejo capo, para que no pudiera utilizar para dirimir la interna las influencias que generó en todas estas décadas tanto en sectores de la Policía como de la política d;e hecho en el centro de la popular se vieron en muchas oportunidades banderas de José Manuel De la Sota, Juan Schiaretti y más.
Pero Tito no se quedó callado. Y difundió ahora un video plantándose ante sus rivales. “Yo dije que me iba, llamé al señor Germán Minué y dije que me iba a fin de año. Pero me cansaron. De acá en adelante el que manda en la tribuna soy yo. Y les hablo a todos los muchachos de la barra: no los voy a traicionar, soy un tipo con códigos y derecho. Acábenla y dejen de romper los huevos porque voy a juntar 300 vagos y no me voy a ir nada”, cerró preanunciando que lo peor está por venir.
Al rato, Ponce salió al aire en Radio Suquía, único medio por el que decidió hablar, donde aseguró: “Hice ese video hace dos días para hablarle a la gente. Acá el problema no es con el Gitano y no es que hay dos facciones, pero sí hay un problema, también una discusión con Víctor, pero ya lo vamos a solucionar”. No se explayó de qué manera piensa solucionar el tema aunque conociendo el mundo barra, la Justicia y la Policía deberían empezar a actuar antes de que sea demasiado tarde.
La historia de la barra se remonta a 40 años atrás y Tito tuvo que soportar algunas internas, la más grave en 2017 cuando un grupo autodenominado La Igualdad quiso desbancarlo y hubo dos episodios a tiro limpio que terminaron con varios heridos de bala y con el líder de la facción disidente, Rodrigo el Gordo Ferreyra, claudicando. Es que Tito siempre se hizo fuerte comandando a los grupos de los barrios Alberdi, Villa Urquiza, Villa Rivera Indarte, Muller y Villa Libertador, mientras que el Jetón Javier le aportaba la gente de la zona del barrio Observatorio. Gracias a ese poder manejó un dineral en entradas para los partidos y todo lo que circunda al negocio del fútbol, en los shows musicales en el estadio Kempes donde tenía una alianza con Darío Cáceres, jefe de la barra de Talleres, para repartirse las vituallas, y también con las pintadas políticas y la relación con varios sindicatos. Y el regreso en dos semanas del público a los estadios reactiva una actividad ilícita que estaba paralizada por la pandemia. Todo eso quedó en discusión ahora, con dos bandos que van por el mismo botín en medio de una película de Far West llamada Belgrano.
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