La gloriosa institución que es Boca Juniors se ha escindido en dos partes. Ellas son:
a) El club con 213.318 socios entre activos y Adherentes, más 8832 vitalicios; en total, un récord: 222.150 y,
b) El predio de Ezeiza donde funciona el Consejo de Fútbol como si fuera un “estado adherido” pero libre y autónomo de la institución.
En la sede social de la calle Brandsen se llevan a cabo los actos administrativos y su máxima figura es Jorge Amor Ameal. Se trata de un dirigente muy respetado y querido que fue elegido el 9 de diciembre de 2019 con el 51 por ciento de los votos –el más votado de la historia-, integró la fórmula con Mario Pergolini –ya renunciante- y con Juan Román Riquelme.
En Ezeiza, en cambio, se gestiona todo cuanto esté vinculado con el fútbol de la institución de manera autónoma. El grupo de ex jugadores devenidos en nuevos dirigentes prescinde de toda consulta o participación de los dirigentes elegidos. El líder de ese predio y de todo cuanto en él ocurre es Juan Román Riquelme quien se halla secundado por sus ex compañeros Jorge Bermúdez, Raúl Alfredo Cascini y Marcelo Chelo Delgado.
Este Consejo le ha dado a Ezeiza la atípica impronta de un poder omnímodo cual grupo talibán triunfante. Es así como solo les está permitido el ingreso al predio al presidente –quien va especialmente a ver los partidos de la Reserva-, al secretario Ricardo Rosica y al abogado Orlando Giménez; personas que por la naturaleza de sus funciones oficiales requieren firmas en diversos documentos. En cambio ingresan libremente todos aquellos ex jugadores que trabajan en las divisiones inferiores u otros amigos del grupo con quienes es habitual jugar picaditos de fútbol y confraternizar con asados posteriores. Podría decirse que con una espontánea presencia de los técnicos y de los profes de las divisiones inferiores y sin contar a los tres médicos (los doctores Luna, Rinardelli y Alfaro Rodríguez) o a los tres kinesiólogos (Cassino, Vázquez o Grines), “hay equipo” de sobra para ese momento tan esperado por Román y sus amigos. Allí podrían mezclarse: Battaglia, Krupoviesa, Ibarra, Herron, Serna, Giunta, Pompei, Donnet, Barijho, Jorge Martínez, Soñora, Morel Rodríguez, Pico, el Cata Díaz, Andrizzi, Pablo Ledesma, Jorge Alvarez, Navas…, junto a los nueve profes (Cinello, Vasallo, Traversi, Aquino, Chirino, Murillo, Rodota, Presedo y Xicoy), por si hicieran falta para un once contra once.
Haber tomado Ezeiza como un coto inexpugnable ha generado que Ameal sobrelleve relaciones traumáticas con un elevado porcentaje de la comisión directiva que preside. No admiten, sobre todo los dirigentes de mayor trayectoria, el no poder entrar a Ezeiza y menos aún lo que les pasó en el último partido como visitantes contra Estudiantes. Fue cuando desde la puerta del hotel Intercontinental advirtieron que en uno de los dos buses contratados viajarían los jugadores y el cuerpo técnico y en el segundo, donde siempre iban los dirigentes, esta vez viajarían los miembros del Consejo de Fútbol y algunos amigos de Riquelme -quien generalmente no va de visitante- bajo la amigable conducción de Cristian, el Chanchi, hermano menor y mano derecha de Román. Este empleado del club –el Chanchi- percibe un salario cercano a los 800.000 pesos por mes y sus funciones son controlar la indumentaria –hay dirigentes escépticos que piden una auditoría a esa gestión-, mantener la comunicación oficiosa con algunos líderes de la prensa audiovisual y secundar a su hermano como vocero y secretario.
Una muestra de los “dos Boca” quedó al descubierto con el despido de Miguel Russo. Mientras el presidente Ameal buscaba la manera de comunicarse con el director técnico para invitarlo a cenar el miércoles 18 de Agosto y así hablar sobre el futuro, Bermúdez llamaba a Russo el lunes 16 cerca de las 18 para echarlo, y se generó el siguiente diálogo:
— Miguel mirá… Aquí Román y todos nosotros creemos que lo mejor sería que renunciaras ya de una vez- dijo el Patrón.
— Escuchame Bermúdez, esto no se habla por teléfono, esto se habla personalmente-, respondió Russo.
— Bueno Miguel, más tarde te va a llamar Román, sabes, decíselo a él- replicó Bermúdez.
Efectivamente, a las 21.45, Riquelme le pidió la renuncia y Russo insistió:
— Yo tengo citada a la gente mañana a las 9; voy a ir a las 9 a Ezeiza y ahí hablaremos personalmente-concluyó Miguel.
Unas horas antes de este retruécano entre Riquelme y Russo, muchos periodistas bien informados anunciaban la salida de Miguel y la llegada de Battaglia como nuevo DT de Boca. Fue por esa vía que se enteraron el presidente de la institución y todos los miembros de la Comisión Directiva.
La reunión fue en el SUM donde come el plantel de Primera; comenzó a las 9.18 y duró unos pocos minutos. Román, Bermúdez, Delgado y Cascini de un lado y Russo, solo, del otro. No hubo nada que discutir pues los miembros del Consejo ya habían arreglado con Battaglia y éste con sus ayudantes. Riquelme le pidió que incluyera en su nuevo cuerpo técnico a sus amigos Herron, al entrenador de arqueros Gayoso y al preparador físico Blasco, quienes habían trabajado con Russo. Luego, en el gimnasio, Russo, Somoza y el profe Damián Lanatta fueron saludando uno por uno a sus jugadores. Todos se mostraron agradecidos, emocionados y hasta hubo uno de ellos –joven, gran esperanza– que no simuló sus lágrimas.
Debe haber resultado muy reconfortante para Russo, para Somoza y para el Profe Lanatta, el haber recibido semejante cantidad de mensajes enviados por los jugadores, una vez que hubieron partido. Es que el maestro solo enseña lo que es y los jugadores sabían quiénes eran los que se iban.
El “estado talibán separatista” que tiene Boca en Ezeiza ya ha generado diversos problemas de escasa difusión pública. No se trata solamente de los 26 jugadores que dejaron poco amistosamente el club, ni del millón de pesos por mes que perciben Bermúdez, Cascini y Delgado por sus tareas como miembros del Consejo. Tampoco de los 350.000 pesos que cobra David Bermúdez, hijo del Patrón, quien tiene a su cargo el control sobre los proveedores gastronómicos del predio. Nadie podría cuestionar el dinero ganado a cambio de un trabajo eficiente. Pero a los pocos dirigentes que lo saben no les queda claro el 5% que cobra Delgado por todas las operaciones de compras y de ventas de jugadores que realizó, realiza y realizará el Boca histórico y glorioso de la calle Brandsen. Peor aún, hace aproximadamente un mes, se lo escuchó en la AFA al presidente de Lanús, Nicolás Russo –hombre probo si los hay– referir a tres cheques de 500.000 pesos por el pase de Orsini a Boca. Esos cheques están en el aire pues su club –ejemplo de transparencia– no los pagará y será Boca quien deberá resolverlo. Así lo hizo en otros casos anteriores pero los actores han preferido –por ahora- la discreción o el silencio, razón por la cual aún nada ha trascendido.
Podría afirmarse que la salida de Miguel Russo ha profundizado la relación traumática y distante que existe entre los jugadores y el Consejo de Fútbol. Muchos de ellos critican esa manera despreciativa y soberbia con la que actúan y tienen muy presente las consecuencias de la famosa reunión del 5 de febrero entre ellos y los integrantes del Consejo. La conclusión es que la mayoría de los jugadores que dieron a conocer su disconformidad ya no están más en Boca. Entre ellos Pol Fernandez, Mauro Zárate, Buffarini, Más, Wanchope, Capaldo, Jara, Lisandro López… Solo “sobrevivió” Izquierdoz por su tesón y por no querer resignar ningún aspecto de su contrato: Los demás fueron sujetos degradados por el mal trato, hasta alejarse. (Preferir alejarse de Boca… ¡¡una locura!!). Una de las cosas que pedían era no compartir los viajes con los miembros del Consejo, ni aceptar sugerencias sobre cambios de representantes. Por ese entonces –hace 8 meses – igual que ahora - les resultaba imposible a los jugadores, mucho más a sus representantes y hasta a sus familiares, -caso Andrada varado en Ecuador por aislamiento- ser atendidos por algún miembro del Consejo. Fue la esposa de Andrada quien alguna vez declaró y tuiteó que para ella el contacto con el fútbol era Nicolás Russo – titular de Lanús- pues Cascini jamás la atendió ante la desesperante situación de su esposo, quien también se terminó yendo de Boca.
Pero el Consejo de Fútbol no solo mantiene una relación distante con los jugadores; también tiene problemas de relación con la prensa. Y de ello se encarga el Chanchi Riquelme, al parecer, un muchachito con mucho carácter. Fue en vísperas de un partido entre Unión y Boca el 11 de abril último, cuando el hermano de Román le envió un mensaje por WhatsApp a una estrella del periodismo deportivo; alguien que además de relatar debe interpretar la actualidad diariamente. El texto decía: “si vos llegás a decir algo que moleste a mi hermano o a mi mamá yo te arranco la cabeza de un tiro”. Frente a semejante amenaza, el colega dejó en manos de su abogado las acciones pertinentes ante la Justicia. Y por cierto le pusieron custodia para ir a transmitir a la semana siguiente el encuentro entre Boca y Atlético Tucumán en la Bombonera. Afortunadamente, en la reunión de conciliación las partes superaron el hecho y como muestra de buena voluntad Riquelme le concedió al periodista una generosa entrevista exclusiva en su exitoso programa de los mediodías. No obstante, el criterio del grupo es de desprecio hacia la prensa. El Patrón Bermúdez más de una vez sugirió que cuando regresen los espectadores a los estadios “esto quedará resuelto, pues “gente del público” los irá a buscar para cagarlos bien a trompadas”.
El grupo talibán que ha tomado Ezeiza seguirá su confortable vida yendo por las tardes, jugando un picadito, hablando de jugadores baratos o libres que resultan de más laxa negociación para incorporar. Defenderán el 4-3-1-2 con enganche, como jugaban ellos “y la descosían”. Al mismo tiempo Riquelme seguirá sin responderle llamadas a nadie. Y hasta el Brujas de Bélgica deberá pasar por el Chanchi para lograr una respuesta del Consejo sobre el pase de Villa. Los dirigentes de Boca, luego, se enteraran de todo por los medios.
El bueno de Ameal no estuvo en la despedida del técnico que él no echó – ni lo hubiese querido hacer- pero legitimó con su presencia la llegada de los técnicos que él no contrató.
Battaglia ya debutó, Riquelme sigue tomando mate en el palco, su hermano el Chanchi ya contrató a otra agencia de viajes y logística –gente amiga-, Delgado piensa en su 5% de los jugadores que llegan y de los que se van, Cascini teme una sanción severa de la Conmebol por su vergonzosa actitud en Brasil y Bermúdez clama por la vuelta del público a las canchas para “cagar bien a trompadas¨ a los periodistas…
Miguel Angel Russo en Rosario analiza una propuesta de Venezuela y le cuenta a sus amigos del café: “Gané dos campeonatos, eliminé a River, me ‘robaron’ dos veces con el VAR frente al Mineiro, de los 6 partidos de la Liga, jugamos 2 con los chicos por la “burbuja”, 3 con equipos alternativos por las copas y contra Estudiantes puse a los mejores jugadores que disponía, los que el Consejo me había comprado…”.
Dormí tranquilo Miguel, parece que es mejor estar lejos de los talibanes…