Por la octava fecha del Clausura 91, el Newell’s del joven Marcelo Bielsa que venía de ser campeón en el torneo anterior y ya estaba clasificado a la final de la temporada que luego le ganaría a Boca en la Bombonera, recibía a Central en una nueva edición del clásico rosarino. Uno de los grandes protagonistas de la tarde fue Ariel Cozzoni, quien relató con lujo de detalles una anécdota desconocida para muchos sobre el Loco.
La Chancha era una de las figuras del conjunto rojinegro que aquella tarde en el Parque Independencia se puso arriba en el tanteador con un tanto de Mauricio Pochettino, otro suyo y el tercero de Fabián Garfagnoli. Aquel equipo tenía un gran sentido de pertenencia por haberse formado en su totalidad en las inferiores leprosas (de hecho muchos futbolistas habían dado el salto a Primera de la mano del innovador DT).
Para tomar dimensión del fanatismo de Cozzoni por Newell’s vale repasar una declaración sobre los sueños que perseguía de chico: “Lo que más quería yo era jugar en Primera y hacerle un gol a Central. No pensaba en nada más. No pensaba ni en la Selección ni en una transferencia ni en nada. Se me cumplió eso y encima gané dos campeonatos con el club del que soy hincha, ya estaba realizado”.
Aquella tarde en la que el hoy concejal rosarino liquidaría la historia a poco del final con una espectacular volea de zurda fue una de las más recordadas para todos los ñulistas. Por ende, esa camiseta número 9 que había transpirado tenía un valor intangible. Sin embargo, ante un inesperado y desesperado pedido de Bielsa antes de que finalizara el encuentro, tuvo que ceder.
“Ese partido fue bárbaro. Cuando hago el cuarto gol, faltaban 5 ó 7 minutos, Marcelo me llama. El partido estaba detenido por incidentes en la tribuna visitante y me llamó al borde de la cancha. Yo lo miraba y pensaba ‘ganamos 4 a 0, hice dos goles y ¿me llama?’”, comenzó el relato Cozzoni, que se sorprendió al percatarse de que el obsesivo técnico no pretendía darle indicaciones a esa altura del clásico sino que quería llevarse un recuerdo suyo: “Me llamaba para pedirme que le guardara la camiseta, que no se la diera a nadie”.
Una vez que el árbitro Juan Carlos Loustau decidió suspender definitivamente el partido por los disturbios provocados por el público canalla, Cozzoni se sacó la casaca y le pidió al arquero suplente Carlos Panciroli que se la guardara porque se la iba a dar a Bielsa. “Con el correr de los años uno piensa ‘qué loco, qué locura’. ¿Si se la pedí de nuevo? Nooo. Y la debe tener obviamente”, comentó. Eran épocas en las que no abundaban camisetas oficiales en las utilerías de los clubes y esa fue la única que se calzó aquella tarde. “¿Si nos dieron dos camisetas ese partido? Nos daban dos camisetas pero para que las usáramos todo el año, ja”, comentó con sorna.
Pese a no haberse quedado con esa indumentaria histórica y que cree que seguramente Bielsa la tenga un rincón junto a muchas reliquias que recolectó a lo largo de su carrera como futbolista y entrenador (hace poco trascendió que le obsequió una camiseta de Newell’s a una de las figuras del Leeds United), Cozzoni remató: “Fue un orgullo eso, algo lindo. Que el técnico, una persona tan reconocida hoy, te haya pedido la camiseta, te pone muy contento”.
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