Juan Román Riquelme eligió a Miguel Ángel Russo como reemplazante de Gustavo Alfaro como técnico de Boca, luego de que el espacio que compartió con Jorge Amor Ameal y Mario Pergolini (ya renunciado) ganó las elecciones en el club. Juan Román Riquelme fue uno de los encargados de avisarle que debía entregar el buzo auriazul al entrenador con el que ganó la Copa Libertadores 2007 en el rol de jugador. Fue en una charla antes del entrenamiento del martes, que terminó siendo comandado por Sebastián Battaglia, el elegido para ocupar el banco de suplentes al menos hasta diciembre. El Palomo sólo pudo recoger sus efectos personales y despedirse del grupo, antes de cerrar en silencio su segunda etapa al frente del Xeneize...
Russo tenía cuatro meses más de contrato con la institución con la que venía de ganar dos títulos locales (Superliga y Copa Diego Maradona) y con la que había eliminado por penales a River de la Copa Argentina hace apenas dos semanas. Es verdad, el rendimiento del equipo había declinado abruptamente, al punto de haber ganado apenas un partido de los últimos 16 y estar penúltimo en la Liga Profesional. Pero seguramente no habrá sido sencillo para el ex enganche haber cesanteado a un orientador con el que tenía afinidad, su primera gran apuesta como vicepresidente y cabeza del Consejo de Fútbol.
Por eso, aunque usualmente quienes llevan la voz de Román son sus laderos en el manejo del fútbol (Jorge Bermúdez, Raul Cascini y el Chelo Delgado), esta vez el propio Riquelme tomó la palabra frente al plantel. Y, en un breve pero contundente mensaje, instó a los jugadores a “hacer autocrítica” tras la salida de su conductor, según precisó TyC Sports.
Fue en el inicio de la gestión Battaglia, quien hasta este cambio de mando se desempeñaba al frente de la Reserva e incluso dirigió a los juveniles en los dos cotejos que disputaron representando a la élite, cuando el grueso de los profesionales se encontraban aislados tras los incidentes ante Atlético Mineiro en Brasil (fue empate 0-0 ante Banfield y derrota 2-0 ante San Lorenzo). Riquelme se posicionó frente al plantel y le solicitó una mirada retrospectiva.
“Los que entran a la cancha son ustedes, los jugadores. Se tienen que hacer cargo de lo que pasó”, hundió la daga el ex enganche, que fue crítico de las actuaciones de Boca cuando estaba fuera de la estructura del club, pero que desde su asunción prefirió bajar línea hacia adentro. Sus reapariciones públicas se dieron en momentos puntuales: después de sacar a River por penales de la Copa de la Liga pasada y tras el escándalo en Brasil por Copa Libertadores, luego de que el Xeneize fuera perjudicado por el VAR en la serie de octavos de final.
De hecho, Riquelme no estuvo en la presentación formal de Battaglia en conferencia de prensa. Representando a la dirigencia apareció Jorge Amor Ameal. Su discurso fue en la intimidad, apuntando a sacudir a los jugadores, provocar una reacción. En su contacto con los medios, el ex mediocampista central devenido DT dejó retazos de su filosofía y de su idea: “Queremos tener un equipo protagonista y trabajaremos para ello. Hoy tenemos un mix entre juventud y experiencia que nos da mucha confianza. Hay mucha predisposición”.
Pero al mismo tiempo, la plantilla sabe que es un hombre del riñón directo del equipo de trabajo de Riquelme. Es decir, los ojos de Battaglia son los ojos de todo el Consejo. El nuevo coach (que está acompañado por Juan Krupoviesa y Mariano Herrón como ayudantes de campo) ya comenzó a meter mano.
En el último ensayo matutino en el predio de Ezeiza, el flamante técnico paró su primer once. Agustín Rossi; Luis Advíncula, Carlos Izquierdoz, Marcos Rojo, Frank Fabra; Cristian Medina, Jorman Campuzano, Juan Ramírez; Norberto Briasco, Luis Vázquez y Cristian Pavón fue la primera formación que paró en cancha y se perfila para enfrentar a Patronato en busca de protagonismo y resultados que lo lleven a despegarse del fondo de la tabla. Los pibes, al parecer, tendrán mayor consideración ya que el estratega sacó a Esteban Rolón y Diego González para darles lugar a Medina y el colombiano Campuzano, relegado hace un tiempo.
Al fin y al cabo, el timonazo encierra un mensaje parecido al que Riquelme bajó en la charla con el plantel, al momento de un doloroso cambio de ciclo.
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